sábado, 29 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (III): Bojan nos deja a las puertas del cielo

3-0

Desgraciadamente, el primer protagonista del partido de octavos de final ante Corea del Norte se encontraba a miles de kilómetros de Ulsan. Aquel 29 de agosto España lloraba todavía la muerte el día anterior del sevillista Antonio Puerta, y en Corea el cielo quiso sumarse a ese llanto con una imponente tromba de agua que acompañó a las dos selecciones durante gran parte del encuentro. Bajo la incesante lluvia nuestros chavales salieron conjurados para dedicar la victoria a aquel joven que tan bien conocía el equipo técnico de la selección y, después de unos primeros minutos de tanteo y resbalones varios (que propiciaron alguna situación peligrosa en el área española), en los que el dominio correspondía a España aunque las ocasiones no terminaban de llegar, Bojan apareció para marcar el camino a sus compañeros. Había que probar desde fuera, alejarse de la tupida defensa norcoreana y aprovechar las condiciones del terreno para ponerlas de nuestro lado, y a ello se aplicó sobrepasado el minuto veinticinco. Primero avisó con un disparo que rozó la escuadra y, tras una ocasión similar de Fran Mérida, su alumno más aventajado, que puso a prueba al portero asiático, recibió de espaldas un balón en la frontal y con un control orientado dejó literalmente tirado a su defensor para luego lanzar un derechazo envenenado que se coló imparable junto al poste. Un golazo en toda regla que empezaba a cimentar la victoria española, que acabó por certificarse al poco de empezar la segunda parte cuando el propio Bojan repitió la jugada de su segundo gol ante Honduras, entrando en el área por la parte izquierda, recortando hacia dentro y disparando con celeridad, en este caso hacia el segundo palo. Otro gran gol para el nueve español, que estaba disfrutando del partido y también colaboró en la jugada del tercer tanto con un gran pase en profundidad para Isma López, que vio la entrada de Iago Falqué y le envió un balón preciso que el gallego no desaprovechó. Faltaban más de veinte minutos y con el duelo visto para sentencia el interés se centraba en ver si seguirían cayendo los goles y en si Bojan sería capaz de firmar un triplete. Se intentaron ambas cosas pero la pólvora parecía definitivamente mojada y el partido acabó con ese 3-0 y la sentida dedicatoria de Santisteban para los familiares de Puerta.

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Los octavos de final nos dejaron el primer eliminado de postín. Al igual que sucediera en el sub'20 de Canadá, Brasil no pudo superar la primera eliminatoria al caer derrotado ante Ghana por 1-0, pese a jugar toda la segunda parte con un hombre más que los africanos. Un error garrafal del meta brasileño propició un polémico gol fantasma que subió al marcador y a la postre supuso la eliminación. Con mucho orden y esa pizca de fortuna, Ghana refrendaba su buen papel en la primera fase y se colgaba sin tapujos el cartel de favorita, colocándose en el hipotético camino a la final de una España que primero debería superar a Francia. Nuestro clásico archienemigo había sufrido para vencer a Túnez en el tiempo extra, al que se llegó con empate a uno, pero en la prórroga los norteafricanos se vinieron abajo físicamente al quedarse con diez y Damien Le Tallec certificó la victoria gala con dos goles más. También se llegó a la prórroga en el Perú-Tayikistán, aunque en este caso hubo que esperar a los penaltis para saber cuál de estos sorprendentes conjuntos alcanzaría los cuartos. Finalmente la suerte sonrió a los sudamericanos, que tendrían que vérselas con Ghana por un puesto en las semifinales. Por la otra parte del cuadro sólo hubo emoción en el partido a priori más destacado, el que enfrentaba a Nigeria y Colombia. Los cafeteros dominaron la mayor parte del encuentro y se adelantaron mediada la segunda parte, pero en el último cuarto de hora los nigerianos lograron dar la vuelta al marcador y completar un interesante duelo de cuartos de final frente a Argentina. La albiceleste no tuvo problemas para deshacerse de Costa Rica por 2-0, como tampoco los tuvieron Alemania e Inglaterra para superar a Estados Unidos y Siria, respectivamente.



1-1
(4-5)

No suele ser buen síntoma que al finalizar un partido todos coincidan en que el mejor de un equipo ha sido su portero, pero no deja de ser eso, una mala sensación, porque no significa necesariamente que el resultado haya sido malo. Analizándolo en frío, si se dice de un buen guardameta como David De Gea, y justo al acabar un partido de cuartos de final de un Mundial que se ha decidido por penaltis, entonces el significado cambia por completo y se convierte en un reconocimiento para el principal artífice de una clasificación para semifinales de un Campeonato del Mundo. Que fue justo lo que sucedió aquel 1 de septiembre en la isla de Jeju, cuyo maltrecho césped fue escenario de un gran partido entre dos potentes selecciones que demostraron por qué estaban consideradas como dos de las mayores favoritas al título. Tras una primera parte muy seria, casi impropia de unos chavales de diecisiete años por el altísimo nivel táctico mostrado por ambos equipos y que impidió que hubiera la más mínima ocasión de gol, el duelo se desató al poco de comenzar la segunda mitad, cuando Damien Le Tallec culminó una veloz jugada de Henri Saivet. Francia obtenía el premio a su mejor planteamiento, más acorde a su estilo, puesto que con su presión había obligado a España a renunciar a su juego habitual y sólo la extraordinaria labor de Camacho y Ximo en el centro del campo y la disciplina del resto de compañeros en tareas defensivas hasta ese momento había permitido al cuadro español aguantar el tipo bajo la incesante lluvia coreana. Pero con un gol en contra se imponía un cambio y Santisteban se la jugó dando entrada a Jordi Pablo y Dani Aquino por Ximo e Isma López cuando todavía faltaba más de media hora para el final. Como casi siempre la decisión fue la correcta y a partir de ese momento España tomó el mando del partido. Bojan tuvo un par de oportunidades pero no acertó a batir al meta galo, que volvió a lucirse en el minuto 72 en un gran disparo del ariete blaugrana. Sin embargo, su despeje salió largo y cayó a los pies de Iago Falqué, que avanzó y cruzó un peligroso balón que pasó por delante de la descolocada defensa francesa y fue a parar a Jordi Pablo, que había acompañado la jugada desde el lado contrario y se encontró con un regalo que no desaprovechó. Entonces el partido se convirtió en un correcalles, algo propiciado por el bajón físico de la mayoría de jugadores y la falta de un especialista en el centro del campo hispano. De Gea tuvo que emplearse a fondo ante Camara y Francia volvió a dar una sensación de superioridad que se mantuvo durante muchos minutos de la prórroga, en la que España se limitó a buscar a Bojan y Aquino con balones largos y esperar que resolvieran con alguna genialidad, cosa que estuvo cerca de ocurrir en un par de jugadas del barcelonista, que no tenía el día de cara a puerta. Las llegadas de Francia eran más numerosas y peligrosas, y De Gea volvió a actuar en un intencionado cabezazo de Le Tallec. Cuando todo hacía presagiar que iríamos a los penaltis, una rápida acción gala estuvo a punto de helarnos el corazón, pero increíblemente Acapandie, a puerta vacía, chutó alto un balón rechazado por nuestro guardameta. No hubo tiempo para más y en los lanzamientos desde los once metros la figura de De Gea se agrandó aún más al detener el tercer penalti francés. Nadie falló por el lado español y con la última conversión de Dani Aquino la euforia se desató entre los miembros de un equipo que, ahora sí, veían cerca la cumbre.

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En el resto de encuentros de cuartos de final no hubo tanta emoción. Ghana cumplió los pronósticos y derrotó a Perú por 2-0 con goles de sus principales artilleros, Sadick Adams y Ransford Osei, a los que los nuestros deberían vigilar de cerca en las semifinales. El partido estuvo marcado, cómo no, por la intensa lluvia, que perjudicó el juego de toque de los peruanos. Por el otro lado Nigeria venció a Argentina por idéntico resultado, en un partido que llegó al descanso ya con el marcador definitivo y que la albiceleste no fue capaz de remontar en una segunda parte en la que incluso Nigeria pudo haber cosechado un resultado de escándalo a la contra. Quien sí pudo completar la goleada fue Alemania, que en el otro duelo de clásica rivalidad europea superó a Inglaterra por un contundente 4-1 en una vibrante segunda mitad en la que se consiguieron todos los goles, algunos de bellísima factura. Así que en las semifinales se produciría un doble enfrentamiento África-Europa, al más puro estilo Meridian Cup.



2-1

Faltaban sólo unos segundos para el final de un agónico partido de semifinales de un Mundial sub'17. Ya había hecho todo lo que se le podría exigir a la estrella de un equipo en un encuentro como ese, pero Bojan Krkic sentía que todavía podía hacer algo más para su equipo. Tenía que correr, molestar, empujar, evitar que Ghana colgara un último balón desde el centro del campo. En ese momento era lo único que le importaba, y no había otra cosa en su cabeza, ni el cansancio, ni la pertinaz lluvia, ni la final que ya acariciaba con los dedos. Ni siquiera la amonestación que había visto al poco de empezar la segunda parte. Y por eso no dudó en hacer falta, ni en colocarse delante del balón para impedir un rápido saque ghanés. Una tontería castigada con tarjeta amarilla en el reglamento y, en su caso, con la ausencia en una final mundialista. Y en ese momento, mientras el colegiado brasileño Salvio Fagundes le mostraba la correspondiente cartulina roja a un desesperado muchacho que empezaba a ser consciente de que se iba a perder precisamente aquello por lo que había querido darlo todo, se desvanecieron muchas de las opciones españolas de alzar un título que parece empeñado en sernos esquivo. El choque se presumía complicado, como cualquier semifinal que se precie, y Ghana no quiso dejar lugar a dudas cuando intentó marcar ya desde el mismísimo saque de centro. En esos primeros minutos los africanos se mostraron más asentados sobre el resbaladizo terreno de juego, pero España pronto equilibró el juego aunque sin crear ocasiones. De hecho, la primera oportunidad clara fue para el delantero ghanés Sadick Adams, que tras regatear a De Gea se precipitó en el disparo y estrelló el balón en el lateral de la red. Luego el guardamenta atlético demostró por qué estaba siendo el mejor del campeonato al desviar un cabezazo de Osei, y poco antes del descanso se produjo la jugada tonta del partido, en una doble ocasión española en la que que el defensa Nortey salvó sobre la misma línea de gol sendos remates de Bojan y Falqué. Tras el descanso el empuje ghanés se redobló y España decidió apostar por el contragolpe, un arma que le dio el resultado deseado en el minuto 70, cuando Aquino recibió un buen servicio de Iago Falqué y remató a las mallas tras un primer intento fallido que le sirvió de heterodoxo control y despistó a la zaga africana, que se detuvo pidiendo una inexistente mano del ariete pimentonero. Pero Ghana nunca se rinde y siguió jugando igual, hasta que encontró la oportunidad en un buen pase de Quansah a Adams, quien fusiló a De Gea aprovechándose de la mala colocación de la defensa española. Durante los diez minutos que faltaban para el 90, y también durante la mayor parte de la prórroga, Ghana buscó la victoria con más corazón que cabeza, encerrando a España pero sin crear demasiado peligro a un siempre seguro De Gea. Al igual que contra Francia, los de Santisteban lo fiaron todo a una genialidad de Bojan, y en esta ocasión la moneda cayó de cara. A cinco minutos del final del tiempo extra, el barcelonista peleó y se llevó un balón imposible frente a tres defensores, que cometieron la imprudencia de hacerle falta al borde del área y sobre la línea de fondo. Era el momento de la estrategia, y se volvió a demostrar que los clásicos nunca fallan: movimiento de arrastre de los atacantes, pase raso al punto de penalti y remate del jugador que viene en circulación desde el segundo palo. En este caso Bojan, que pese a no rematar limpiamente consiguió colar el balón entre una maraña de jugadores y puso a España a las puertas del cielo, instantes antes de descender a los infiernos.

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miércoles, 26 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (II): El banquillo se reivindica

2-4

España arrancaba su participación en Corea ante Honduras, un clásico en estas categorías pero debutante en un Mundial sub'17 y que no debía suponer ningún problema para los de Santisteban; de hecho, no exageramos si decimos que en la mente del técnico el pegajoso calor de la tarde coreana preocupaba casi tanto como el rival. Y cuando a los dos minutos Bojan culminaba un gran pase largo de Rochela con un toque sutil ante la salida del meta hondureño muchos pensamos que el partido iba a ser poco más que un paseo para España. Sin embargo el equipo centroamericano no se rindió tan fácilmente y empató a los veinte minutos en una cabalgada de Christian Martínez, que tras aprovecharse de un rechace batió a De Gea con un ajustado disparo al palo corto. Poco más se puede rescatar de una primera mitad insulsa en la que el calor fue el claro vencedor; en cambio, los segundos cuarenta y cinco minutos fueron mucho más entretenidos. Santisteban cambió a sus hombres de banda y esa decisión fue fundamental, puesto que Isma López y Jordi Pablo se mostraron mucho más incisivos que Iago Falqué y Lucas Porcar. Además el jugador del Villarreal fue el encargado de romper el empate, al aprovecharse de un error en el blocaje del portero catracho tras un fuerte disparo de Fran Mérida desde la frontal del área. En el minuto veinticinco Bojan aumentaría la cuenta en una buena acción personal en la que, tras desbordar a su marcador, disparó con rapidez al primer palo, dejando con el molde al meta de Honduras. Pero a estas alturas ya nadie esperaba un partido placentero para España y apenas un minuto después Rojas se llevó un balón a trompicones tras una indecisión de la zaga hispana y recortó distancias. Afortunadamente los reservas españoles estaban dispuestos a aprovechar su ocasión y a falta de diez minutos Jordi Pablo batió por cuarta vez la meta centroamericana tras una buena jugada de Dani Aquino, que había entrado por Bojan sólo dos minutos antes. No hubo más sobresaltos y España logró sus tres primeros puntos, que le situaban en una buena posición para rematar su clasificación a octavos antes del duelo con Argentina en la tercera jornada.

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1-2

Ese billete a octavos de final pasaba por una victoria ante Siria, que había dado una de las sorpresas de la primera jornada al arañar un empate sin goles ante Argentina, un resultado que nos servía de aviso ante una hipotética relajación por el escaso nombre del rival. Si en la primera jornada el calor había sido el protagonista, en este segundo partido llegó el turno de la lluvia, que durante muchos minutos de la primera parte cayó sobre el estadio de Ulsan de manera torrencial, desluciendo el juego. Bajo ese diluvio tan típico de aquellas latitudes, Camacho tuvo la primera oportunidad, pero su remate de cabeza se estrelló en el palo, y luego De Gea salvó un par de buenas llegadas sirias gracias a sus extraordinarios reflejos. En la segunda parte la lluvia se tomó un respiro y, tras un par de buenos acercamientos hispanos, a los diez minutos Fran Mérida largó un fuerte zurdazo desde la esquina del área que dobló las manos del portero sirio, poniendo el 1-0. Se imponía la lógica pero España no sentenciaba y en un pelotazo largo de Siria el bote sorprendió al debutante Alex Bolaños y el balón le golpeó en la mano dentro del área. Soleiman no desaprovechó el regalo y transformó el penalti, engañando perfectamente al meta español. Quedaban veinte minutos y Siria se estiró buscando culminar su hazaña, pero De Gea se mostraba inexpugnable y realizó un par de paradas de mérito. Y ya en el tiempo de descuento, cuando todo hacía indicar que nos acabaríamos jugando el pase a octavos contra Argentina, Bojan se escapó en velocidad por la derecha y su pase de la muerte encontró la potente llegada de Dani Aquino, que había salido al campo tras el empate sirio y convirtió en gol aquel regalo del barcelonista. De esta manera el jugador del Murcia sellaba la clasificación española y se erigía en el revulsivo oficial de un equipo que todavía daba la sensación de poder seguir creciendo.

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1-1

Con el pase a octavos garantizado, en el duelo contra Argentina estaba en juego la primera plaza del grupo y el honor de derrotar a un rival histórico, algo que siempre motiva a cualquiera. Santisteban optó por mezclar titulares y suplentes en un once en el que destacaba la presencia como delantero centro de Dani Aquino, por cuyas venas corre sangre argentina (es hijo de Daniel "el Toro" Aquino), lo que añadía un poco más de morbo al siempre interesante duelo entre dos de las mayores potencias futbolísticas juveniles del planeta. El choque se disputó bajo un sol de justicia y sobre un césped en mal estado y que se convertiría en protagonista cuando pasada la media hora el argentino Carlos Benítez recibió un balón en la frontal del área española y disparó forzado a la meta de De Gea. El portero atlético se lanzó bien pero la pelota botó justo delante de él y se elevó hasta introducirse prácticamente por la escuadra, ante el estupor de todos los presentes. Antes del gol, España había comenzado mandando aunque sin crear excesivo peligro, y luego Argentina le había cogido el testigo hasta que el calor hizo que ambos equipos se tomaran el partido con más calma. Pero con el tanto sudamericano el encuentro volvió a agitarse y lo mismo pudo llegar el segundo gol argentino, en una jugada rápida que desbarató bien De Gea, como el empate, en una falta que Iago Falqué estrelló en la madera. Tras el descanso España se hizo con los mandos del juego y no los soltó hasta casi el final, generando numerosas ocasiones sobre todo por medio de Dani Aquino, muy participativo pero con el punto de mira algo desviado hasta el minuto 68, cuando se adelantó a su marcador para rematar en plancha un buen centro de Isma López. Tras el empate, resultado que clasificaba a los argentinos y nos concedía la primera plaza, España siguió dominando aunque sin generar más ocasiones, pero en el último minuto Argentina estuvo a punto de llevarse los tres puntos con un espectacular derechazo de Santiago Fernández que rebotó violentamente en la escuadra de De Gea. Afortunadamente el balón salió despedido sin peligro y el choque acabó con unas tablas que dejaron a todos razonablemente satisfechos.

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No fue ésta una primera fase pródiga en sorpresas negativas, ya que las dos únicas selecciones de cierto renombre que no lograron acceder a octavos fueron precisamente la anfitriona Corea del Sur, que sólo pudo vencer a Togo y se quedó fuera por diferencia de goles, y la novata Bélgica, que se encontró en su grupo con una sorprendentemente intratable selección de Túnez (3 victorias en 3 partidos) y con la que probablemente fuera la revelación del torneo, Tayikistán, que gracias a su victoria por 4-3 en la primera jornada ante Estados Unidos acabó superando a los belgas en el golaverage general. La selección de Asia central mostró un juego netamente ofensivo que sorprendió a sus rivales y, aunque pagó caros sus despistes en defensa, se convirtió en la sensación del campeonato por lo inesperado de su gesta. También tuvo su momento de gloria Haití, que arañó un empate a 1 ante Francia pero que no pudo avanzar más tras perder con Japón y Nigeria, sin duda una de las selecciones que mejor imagen dejó en esta primera fase. Pero si hablamos de buena imagen hay que detenerse en el grupo F, en el que Alemania, Colombia y Ghana deleitaron a los aficionados con partidos tremendamente igualados y con muchos goles, y que les hicieron subir a todos en las apuestas. Además, nombres como los de Toni Kroos o Sadick Adams aparecían ya en muchas quinielas para lograr algún trofeo individual. También brilló Brasil, aunque con matices, ya que en sus dos primeros partidos infligió sendas goleadas a Nueva Zelanda (7-0) y Corea del Norte (6-1) pero luego cayó derrotado por 1-2 ante Inglaterra en un partido que nos dejó un gol calcado al que Ronaldinho le hizo a Seaman en el Mundial absoluto de 2002 y la candidatura británica al título. Los neozaleandeses evidenciaron encontrarse a años luz del resto de selecciones, mientras que para los norcoreanos esa derrota fue un simple accidente tras haber empatado a cero con Inglaterra, y lo demostraron venciendo a los kiwis y logrando su clasificación para octavos, donde se las tendrían que ver con los chicos de Santisteban. Perú y Costa Rica, que dominaron con lo justo el grupo de los anfitriones, completaban junto a Argentina y Siria el cuadro de eliminatorias.

domingo, 23 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (I): Vuelta al lejano Oriente

A estas alturas del verano, mediados de agosto, ya estaba claro que el 2007 pasaría a la historia de nuestras selecciones inferiores con letras de oro. Dos títulos europeos y un aceptable papel en el Mundial sub'20 eran méritos más que suficientes como para calificar al año como extremadamente positivo, pero todavía faltaba por disputarse un campeonato y con él la nota podría rozar la matrícula de honor. Por si fuera poco, las opciones de conseguir otro gran resultado eran reales ya que serían los brillantes campeones de Europa sub'17 los encargados de disputar este último torneo en unas lejanas tierras en las que teníamos una cuenta pendiente. Porque por primera vez desde aquel fatídico mes de junio de 2002, cuando la incompetencia de un exótico trío arbitral y la mala suerte desde los once metros se llevó por delante las ilusiones mundialistas de todo un país, una selección española volvería a pisar suelo surcoreano. Y con estos antecedentes, quien más quien menos pensaba que tal vez esta fuera la ocasión propicia para ganar el único título de estas categorías que todavía se mostraba esquivo con España.

Aprovechando gran parte de las infraestructuras construidas para el Mundial absoluto de 2002, el torneo quedó un tanto desdibujado por los enormes vacíos que se dieron en las inmensas gradas de unos estadios pensados para encuentros de mayor rango y que ni siquiera la imaginativa organización asiática fue capaz de cubrir. Este Mundial sub'17, que también fue retransmitido por laSexta, era el primero con 24 selecciones, unificándose de esta manera el formato de los campeonatos mundiales juveniles (los mundiales sub'20 seguían esta estructura desde Malasia'97) con el objetivo de acercar el sueño mundialista a un mayor número de países y de paso elevar un poco los ingresos generados por el campeonato. Los 24 equipos quedaron distribuidos de la siguiente manera:


GRUPO A
República de Corea
Perú
Costa Rica
Togo

GRUPO B
RDP de Corea
Brasil
Inglaterra
Nueva Zelanda

GRUPO C
Siria
Argentina
España
Honduras

GRUPO D
Japón
Francia
Nigeria
Haití

GRUPO E
Tayikistán
Bélgica
Estados Unidos
Túnez

GRUPO F
Alemania
Colombia
Ghana
Trinidad y Tobago

La tradición y los resultados en las respectivas fases de clasificación nos componían el habitual cuadro de favoritas en el que aparecían Brasil, Argentina, España, Francia, Inglaterra, Nigeria y Ghana, un segundo grupo de rivales a tener en cuenta como Alemania, Bélgica, Colombia, Estados Unidos o la propia anfitriona, un tercer furgón formado por selecciones en cierta manera habituales o cuya presencia era más o menos lógica en estos campeonatos, como Costa Rica, Perú o Japón, y un último grupo de cenicientas que se habían visto favorecidas por esa política de puertas abiertas de la FIFA y en el que se incluían países como Tayikistán, Haití, Siria o Togo, que difícilmente hubieran tenido cabida en un Mundial a 16 selecciones como los anteriores. Pero evidentemente una vez en Corea del Sur nadie estaba dispuesto a regalar nada y aunque algunos equipos evidenciaron encontrarse a años luz del resto de selecciones, otros aprovecharon el viaje para darse a conocer y meter el miedo en el cuerpo a más de un favorito.

España viajaba a Corea con la base del equipo campeón de Europa en mayo, un grupo que había ido creciendo en todos los sentidos desde que llegara aquella primavera a tierras belgas con más dudas que certezas sobre su potencial. Afortunadamente el Europeo había servido para disipar aquellos temores y España llegaba al Mundial con la vitola de favorita y la sensación de que todavía no conocía su techo. Juan Santisteban volvía a la primera plana apenas unas semanas después de alcanzar el título europeo sub'19 y su lista de convocados, que reproducimos a continuación, no estuvo exenta de cierta polémica.

Núm. - Nombre - Nacimiento - Posición - Club
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1.- YELCO Ramos Ursua - 23/01/1990 - AR - Villarreal CF
2.- ALEX Bolaños García - 06/01/1990 - DF - FC Barcelona
3.- Alberto MORGADO Liberal - 10/05/1990 - DF - Deportivo Alavés
4.- David ROCHELA Calvo - 19/02/1990 - DF - RC Deportivo
5.- NACHO Fernéndez Iglesias - 18/01/1990 - DF - Real Madrid
6.- Ignacio CAMACHO Barnola - 04/05/1990 - MC - Atlético de Madrid
7.- XIMO Forner Martín de Ojeda - 27/01/1990 - MC - Valencia CF
8.- DAVID GONZÁLEZ Díaz - 20/01/1990 - MC - FC Barcelona
9.- BOJAN Krkic Pérez - 28/08/1990 - DL - FC Barcelona
10.- FRAN MÉRIDA Pérez - 04/03/1990 - MC - Arsenal FC
11.- ISMA LÓPEZ Blanco - 29/01/1990 - DL - Athletic Club
12.- LUCAS PORCAR Texido - 18/02/1990 - MC - RCD Espanyol
13.- David DE GEA Quintana - 07/11/1990 - AR - Atlético de Madrid
14.- IAGO FALQUÉ Silva - 04/01/1990 - MC - FC Barcelona
15.- SERGIO Rodríguez Sánchez - 22/08/1990 - DF - Atlético de Madrid
16.- Daniel AQUINO Pintos - 27/07/1990 - DL - Real Murcia
17.- Francisco J. ATIENZA Valverde - 18/01/1990 - DF - Atlético de Madrid
18.- SERGIO TEJERA Rodríguez - 28/05/1990 - MC - Chelsea FC
19.- JORDI PABLO Ripollés - 01/01/1990 - MC - Villarreal CF
20.- Asier ILLARRAmendi Andonegui - 08/03/1990 - MC - Real Sociedad
21.- Diego MARIÑO Villar - 09/05/1990 - AR - Villarreal C.F.

En esta ocasión la polémica venía por la presencia de quien además era uno de los puntales de la selección y principal referencia (tanto ofensiva como mediática), Bojan Krkic, a quien su precocidad parecía jugarle ahora una mala pasada. Si llegó al Europeo después de debutar con el primer equipo del Barça en un amistoso en Egipto, para cuando se dio a conocer la preselección para este Mundial sub'17 ya había debutado también con la selección sub'21, se había rumoreado su presencia en el Mundial sub'20 y (aquí venía el problema) era considerado miembro de la primera plantilla del club blaugrana, con la que estaba realizando la pretemporada. Desde la directiva del Barça se solicitó a la Federación que prescindiera del jugador de Linyola para no perjudicar su evolución y acoplamiento a la escuadra que entonces dirigía Frank Rijkaard, y esto no sentó nada bien ni en la propia RFEF ni en el resto de clubes con jugadores en situación similar a la de Bojan, como Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao o Murcia. Finalmente se impuso la lógica (desde nuestro humilde punto de vista) y el joven delantero viajó a Corea para liderar a la selección y llevarla hasta las mismísimas puertas de la gloria.

jueves, 20 de agosto de 2009

2007, Europeo sub'19: Ensayo general en Austria

La inesperada eliminación del Mundial sub'20 fue un duro revés para todos por la manera de producirse y por las expectativas que se habían ido generando, pero afortunadamente la pelota no para nunca de rodar y en esta ocasión apenas hubo tiempo para lamentos. Sólo dos días después de la derrota en Edmonton ante la República Checa empezaba en Austria una nueva edición del Campeonato de Europa sub'19, torneo en el que defendíamos la corona lograda el año anterior por la mayoría de aquellos jóvenes que en esos momentos debían estar volando de vuelta a España sumidos en una profunda decepción. Algunos de los máximos exponentes de la generación del 88 y principales artífices de la clasificación para este Europeo (Mata, Bueno, Sunny o Adrián López) ya habían dado el salto y se encontraban en aquel triste vuelo procedente de Canadá, por lo que el grupo de jugadores que acudió a la cita continental era bastante heterogéneo y estaba formado tanto por el resto de habituales de esa generación (como Javi Martínez, Montoro o Felipe Ramos) como por varios de los mejores del 89 (Asenjo, Azpilicueta o Aarón Ñíguez), en una mezcla que llevaba tiempo preparándose desde la Federación ya que casi todos habían contribuido a la clasificación para esta cita, aunque fuera sólo de manera testimonial. Tras superar a Noruega, Islandia y Azerbayán en la Ronda Élite, el sorteo de la fase final nos deparó un grupo con Austria, Grecia y Portugal que, aunque no era precisamente sencillo, sí nos ofrecía más posibilidades de clasificación que el formado por Francia, Alemania, Serbia y Rusia. En todo caso la selección acudía a tierras centroeuropeas sin el cartel de favorita y más bien entre la desconfianza de unos aficionados que, haciendo honor a la verdad, no esperaban gran cosa de este equipo desprovisto del brillo de anteriores combinados. Pero como casi siempre, la realidad nos volvió a demostrar que nuestros pronósticos no sirven de nada.

El partido del debut era contra Austria, selección anfitriona que, al contrario que la española, apenas había perdido elementos por la disputa del Mundial sub'20. No dejaba de ser irónico que el país que parecía haberse centrado en el torneo continental que organizaba estuviese en condiciones de meterse en la final del Mundial mientras que quien más había apostado por la cita mundialista estuviera ya eliminado. El caso es que, bajo el asfixiante calor que marcó todo el torneo y obligó a la UEFA a permitir la interrupción del juego en el ecuador de cada parte para que los jugadores se refrescaran, en la primera parte apenas hubo nada reseñable, con el dominio muy repartido y las ocasiones brillando por su ausencia, hasta que al poco de comenzar la segunda parte Aarón decidió finiquitar el duelo: sirvió a Azpilicueta el primero tras una gran internada por su banda y apenas unos minutos después se marcó un auténtico jugadón para hacer el segundo tanto. Austria intentó reponerse a ese duro golpe pero apenas sí inquietó la meta de Felipe Ramos, y el partido acabó con una trabajada victoria que sirvió a los nuestros para coger confianza en sus posibilidades, aunque el juego fue manifiestamente mejorable.

El segundo partido, esta vez ante Portugal, comenzó de una manera similar, con los dos equipos jugando a bajas revoluciones por las altas temperaturas, pero pareció animarse cuando a los ocho minutos Javi Martínez estrelló un zapatazo en el larguero. Portugal, que en la jornada inaugural había perdido 1-0 con Grecia, se echó atrás, y España comenzó a dominar y a crear peligro ante la portería lusa, aunque las sucesivas ocasiones de Aarón, Nsue o Modrego no encontraron premio. Pasada la media hora de juego el partido volvió a calmarse y no despertó hasta otra vez el minuto ocho de la segunda mitad, cuando Aarón fue derribado dentro del área por un defensor portugués. El propio jugador valencianista se encargó de transformar la pena máxima y puso en ventaja a España, que desde ese momento vio como Portugal intentaba reaccionar y se estiraba cada vez más hasta lograr el gol del empate por medio de Carriço en el minuto 70. El partido volvió a cambiar de manos y Nsue tuvo la oportunidad de hacer el segundo, pero falló en su remate y el partido finalizó con un empate que dejaba a España a las puertas de la clasificación y a Portugal a las puertas de la eliminación.


El partido contra Grecia se prestaba a toda clase de rumores maledicentes, puesto que a ambas selecciones les valía el empate para plantarse en semifinales. Y si bien es cierto que al final ése fue el resultado definitivo, también hay que reconocer que el encuentro tuvo ocasiones de sobra como para haber roto el empate a cero inicial, aunque finalmente la lógica acabara imponiéndose. Empezó fuerte España, acorralando a una Grecia de la que tampoco esperábamos otra actitud, y pronto empezaron a llegar las ocasiones. Aarón seguía mostrándose como el jugador más desequilibrante del bando hispano y suyas fueron las acciones más peligrosas, aunque el barcelonista Coto y el mallorquinista Nsue también pudieron haber marcado antes del descanso. Tras el parón reglamentario, Grecia se estiró un poco más y trató de conectar con un hasta entonces desaparecido Sotiris Ninis, su principal estrella. En esa fase de dominio heleno llegó la jugada clave, un penalti en el área española que Mitroglou se encargó de lanzar pero que Ramos despejó con acierto. Y entonces sí, como si ambos equipos le hubieran visto las orejas al lobo, sobre el césped del estadio de Linz pareció firmarse un armisticio. España dominaba pero sin llegar demasiado y Grecia corría pero sin presionar en exceso, dejando pasar el tiempo con ese resultado tan favorable para ambos. Se llegó al final sin más sobresaltos y España accedió a semifinales como primera de grupo, un resultado con el que muchos ya nos dábamos por satisfechos pero que afortunadamente no parecía suficiente para quienes estaban en Austria.

Lo cierto es que encontrarnos en semifinales con una Francia como siempre físicamente muy potente, aunque parecía venir de más a menos en el torneo, tampoco ayudaba a sentirnos demasiado optimistas. El juego español se había mostrado muy plano y lento en el centro del campo, con un Javi Martínez que evidenciaba no ser un organizador puro, y dado que Emilio Nsue tampoco parecía estar fino de cara a gol prácticamente todas nuestras opciones parecían pasar por lo que fuera capaz de inventarse Aarón Ñíguez. El comienzo fue una buena muestra de ello, puesto que Aarón lanzó un bonito disparo al larguero y Nsue no acertó a materializar el rechace. En los primeros minutos el dominio territorial correspondió a España pero costaba crear ocasiones y cuando se lograba Nsue no era capaz de resolverlas con acierto. Luego el juego volvió a ralentizarse y ninguno de los dos equipos supo acercarse con peligro al meta rival. La segunda parte comenzó tan vibrante como la primera pero con los papeles cambiados, ya que fue Francia quien estuvo a punto de inaugurar el marcador en una contra de Monnet-Paquet, principal artillero galo, que detuvo a tiempo Felipe Ramos. El portero madridista protagonizó poco después la jugada desgraciada de la noche al caer lesionado tras una salida. El esguince de tobillo que se produjo le impedía continuar en el campo y llegó la hora de otro de los jóvenes, Sergio Asenjo, que se convertiría en el héroe del partido. Pero todavía quedaba mucho tiempo para su momento de gloria. Antes, Aarón vio como el colegiado le anulaba un gol por fuera de juego, y luego el jugador del Albacete Carletes falló una clara oportunidad a la contra. Francia apretaba con un juego más directo pero tampoco creaba peligro, y se llegó al término de los 90 minutos con el marcador inalterado. La prórroga fue un auténtico suplicio para dos equipos muy castigados físicamente y a los que la tensión por la importancia del choque pareció atenazar. Tan sólo hubo una ocasión reseñable, también para España, pero el cabezazo de Mikel San José fue bien atrapado por Carrasso. Llegaba la tanda de penaltis, y en el tercer lanzamiento francés emergió la figura del palentino Sergio Asenjo, que detuvo el disparo de Monnet-Paquet. San José transformó el cuarto para España y Asenjo volvió a atajar el cuarto, dando el pase a la final al equipo español.

Semifinal España-Francia, tanda de penaltis


Ahora sí que las expectativas estaban por todo lo alto, porque una clasificación por penaltis y con un héroe inesperado siempre da moral, y porque el rival sería Grecia, que sorprendentemente había derrotado 3-2 a la Alemania de Ozil y Ben Hatira. Aunque España tenía las bajas de Javi Martínez y Montoro (uno por acumulación de tarjetas y el otro por haber sido expulsado en los últimos instantes de las semifinales) y el equipo griego ya nos había dado un susto en la fase de grupos, casi nadie dudaba de que el título volvería a viajar a tierras españolas. El sabio Juan Santisteban tenía la difícil decisión de elegir a los sutitutos de los centrocampistas sancionados y desde luego su solución no pudo dar mejores resultados. Adelantó a Mikel San José al centro del campo y colocó junto a él al madridista Dani Parejo, quien apenas había jugado unos minutos antes de la final y que había viajado a Austria por la lesión a última hora del barcelonista Marc Crosas, y fue el madrileño quien acabó llevándose los titulares al marcar el único tanto del encuentro. Corría el minuto 38 y hasta entonces España, que había dispuesto de algunas ocasiones, no veía la forma de derribar una muralla helena que, pese a contar con la importante baja de su líder Papastathopoulos, tenía al guardameta Stratilatis como su principal soporte. Entonces Parejo acudió a sacar una falta a la banda izquierda, oteó el horizonte y chutó directamente a puerta cuando todos, incluído el meta griego y su mal colocada barrera, esperábamos un centro al corazón del área. El balón entró pegadito al primer palo y se convirtió en el único gol de un partido que España dominó casi por completo. Casi porque al comienzo de la segunda parte Grecia puso cerco a la meta de Asenjo y, aunque retiró a Ninis, estuvo a punto de alcanzar el empate en un par de jugadas en las que la suerte acompañó al meta del Valladolid, que vio como los delanteros helenos o no llegaba a rematar o disparaban fuera en situaciones prácticamente inmejorables. Afortunadamente el agobio sólo duró un cuarto de hora y luego España volvió a controlar el balón, tratando de dormir un partido que pudo sentenciar antes del final si Stratilatis no se hubiera empeñado en enmendar su error en el gol con varias paradas de mérito. Pero la situación estaba controlada y el título en el bolsillo, y mientras nuestros juveniles levantaban la copa en el verde de Linz seguro que todos pensábamos en lo bonito que sería repetir aquella modesta imagen al año siguiente, en el mismo país pero en un escenario más imponente y con un título definitivamente más ansiado: una Eurocopa absoluta. ¿Por qué no?



lunes, 17 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'20 (y III): Una dura caída

4-2

No faltó mucho para que se nos atragantara el envenenado regalo que nos supuso el pase como primeros de grupo, y es que durante muchos minutos la razón estuvo de parte de los que temíamos que aquella indolente selección brasileña que se había arrastrado en Montreal durante la primera fase fuera a despertar precisamente en Burnaby, en la otra punta del país, y contra España. Pero como tantas otras veces, nuestros jugadores se encargaron de demostrarnos que para ellos no existían esos fantasmas alimentados por años y años de malas experiencias con la selección absoluta, sino que lo que habitaba en su interior era una fe inquebrantable en sus posibilidades que crecía cuanto más grande fuera el escollo al que se enfrentaran. Y una vez más, tras el partido pensamos que estaba un poco más cerca el día en que algunos de esos chavales sin complejos acabarían por desterrar todos esos fantasmas en un campeonato absoluto. El choque comenzó a las cinco y cuarto de la mañana hora peninsular española, intempestivo horario que sin embargo nos permitió a muchos conectarnos al partido en su momento álgido. Después de una primera parte de tanteo, en la que ambos equipos demostraron ser conscientes de lo que había en juego y miraron más hacia su puerta que a la del rival, la locura se desató al borde del descanso. Brasil golpeó primero y dio dos veces, colocando un sorprendente 2-0 en un intervalo de apenas tres minutos gracias a los goles de Leandro Lima, en acrobático remate, y Pato, tras una gran jugada de Marcelo. Sin comerlo ni beberlo España se veía muy por detrás en el marcador, y si no llegó noqueada al descanso fue porque casi en la jugada siguiente al segundo tanto brasileño una falta botada por Mata al corazón del área acabó rebotando en Piqué y alojándose mansamente en la portería de Cassio. Así que gracias a ese golpe de suerte tras el intermedio las espadas seguían en todo lo alto. Llegaba la hora de buscar el empate y la presencia de Esteban Granero, que sustituyó a Marcos, se antojaba fundamental para romper la ordenada defensa de una selección canarinha que parecía haberse cansado de las críticas de la primera fase y estaba dispuesta a morir sobre el campo para conservar su ventaja. Pasaban los minutos y Meléndez tuvo que dar entrada a Alberto Bueno para buscar más mordiente en ataque, aunque a costa de perder a la auténtica referencia del centro del campo, Sunny. La ausencia del hispano-nigeriano se notó y el partido terminó por convertirse en un choque de ida y vuelta en el que tanto Granero como Diego Capel, pero también los atacantes brasileños, se sentían a sus anchas. Los acercamientos, más que las oportunidades, caían para ambos bandos pero el gol no llegaba, hasta que faltando apenas cinco minutos para el 90 Javi García tiró de picardía para lanzar rápidamente una falta mientras el meta brasileño colocaba una barrera a la que nadie había solicitado distancia. El balón entró y pese a las protestas brasileñas el tanto subió al marcador, levantando la moral de unos españoles que afrontaron la prórroga convencidos de la victoria. La figura de Granero emergió entonces imperial y de sus botas nació todo el juego ofensivo, que fue mucho, de una España físicamente más entera y que arrasó a su rival. Bueno culminó la remontada cerca del ecuador con un perfecto cabezazo a un no menos perfecto centro de Capel, y con Brasil ya casi hundida y con un hombre menos, el pichichi Adrián López vio recompensado su enorme trabajo durante todo el partido cuando, con el tiempo cumplido, se encontró con un balón suelto en el área que no tuvo problemas para llevar a gol. España se metía en cuartos de final y la misma fortuna que nos había colocado a Brasil en el primer cruce parecía querer recompensarnos con un resto del cuadro prácticamente limpio de rivales de entidad.

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De entrada el rival en cuartos sería la República Checa, que ya debía haber sido nuestro contrincante en la final del Europeo del año anterior de no haberse cruzado entonces un sorprendente equipo escocés que pasó por Canadá con más pena que gloria. En cualquier caso no parecía un obstáculo demasiado complicado, y más viendo el sufrimiento con el que se habían plantado en esa ronda, después de doblegar a Japón en la tanda de penaltis. Por esta misma parte del cuadro iban Austria, que había acabado con el sueño de Gambia, y Estados Unidos, que se había deshecho de Uruguay con un gol en la prórroga de su cerebro Michael Bradley y parecía nuestro más firme rival por un hueco en la final. Eso en teoría, claro, pero ya comentamos alguna vez que en el fútbol las teorías son de naturaleza más bien frágil. En cualquier caso era evidente que la competencia por el otro lado del cuadro era bastante más dura: Chile (que derrotó a Portugal), Nigeria (que batió a Zambia), Argentina (que se deshizo de Polonia) y México (que se impuso a Congo) eran cuatro equipos que por fútbol sin duda merecían llegar más lejos de los cuartos de final.



1-1
(2-4)

Quizá esa aparente sencillez fue lo que nos hizo caer, o a lo mejor fueron las grandes expectativas levantadas tras la gran victoria ante una Brasil que, en todo caso, en Canadá nunca hizo honor a la camiseta que representaba. O simplemente pasó que la República Checa supo plantear mejor el partido para sus intereses y contó con esa pizca de suerte que siempre se necesita para pasar estas eliminatorias. Pero lo más probable es que fuera una conjunción de todo lo anterior la que provocó la sorprendente eliminación de España. El partido, disputado en la cálida tarde de Edmonton, en la franja central de Canadá, lo pudimos ver aquí al filo de la medianoche de aquel sábado 14 de julio, y estuvo marcado por el mal estado del césped del estadio de la Commonwealth y por el dominio abrumador de la selección española, que sin embargo no supo traducir en el marcador esa superioridad a la que la República Checa consintió gustosa, encantada en su papel de achicar balones esperando una oportunidad. En una pesada primera parte en la que España se mostró más gris y espesa de lo habitual, pese a la presencia en el once titular de Granero, Crespo tuvo la mejor oportunidad en una espectacular cabalgada desde su propio campo en la que se fue escapando de cuantos rivales le salieron al paso hasta plantarse en el área checa, aunque su apurado disparo con la derecha no entrañó ningún problema para el meta Petr, que pese a todo puso la nota de suspense antes de recoger el balón. Sin noticias de Martin Fenin y Petr Janda, en principio dos de los hombres más peligrosos de los checos, España cayó en el ritmo lento que pretendía su rival y cuando despertó, ya en la segunda parte, pagó cara su falta de acierto en el remate. Con un Mata muy precipitado en casi todas sus acciones y un Capel incapaz de conectar con sus compañeros de ataque, las oprtunidades fueron primero para Granero y luego para Adrián López, que inexplicablemente mandó al palo la mejor ocasión hispana de los 90 minutos. El partido se iba irremediablemente a la prórroga y las opciones de los checos aumentaban a cada instante. Habían planteado un partido a los penaltis o a una jugada aislada, y cuando parecía claro que ya sólo buscaban lo primero se encontraron con lo segundo: Adán salió mal en un córner y Lubos Kalouda recogió el fallido despeje de Crespo para empalmar a la red desde fuera del área. El balón atravesó limpiamente aquella atestada zona y acabó incrustándose en las mallas de la meta española. Era el minuto 103 y si después de todo aquel tiempo no habíamos sido capaces de romper la muralla checa parecía imposible conseguirlo en poco más de un cuarto de hora y con las fuerzas demasiado justas. Pero una vez más España se levantó y creyó en sí misma, y Piqué estuvo a punto de empatar incluso antes del descanso de la prórroga, aunque su espectacular testarazo se estrelló en el larguero. Sin embargo eso no desanimó al equipo, que lo siguió intentando hasta que en el 110 Mata remachó a gol un disparo al poste de Bueno. El propio Bueno tuvo en sus botas el gol de la victoria, pero su remate salió desviado y el choque se marchó a los penaltis. Este era el plan de la República Checa, que contaba con un inspirado Petr que en octavos ya había detenido dos penas máximas a los japoneses. Y mientras que los cuatro checos que lanzaron encontraron el camino del gol, por parte española Marc Valiente estrelló su disparo en el larguero y en el quinto Piqué no pudo superar la buena estirada de Petr. Entre lágrimas, los jugadores españoles acabaron preguntándose cómo se les podía haber escapado esta oportunidad.

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Ahí acabó el sueño de un equipo español que, como ocurriera dos años antes en Holanda, tenía todos los mimbres para lograr algo importante pero no supo desarrollar todo su potencial: un portero con planta y buenas condiciones como Adán, una de las mejores parejas de centrales del torneo, formada por Marc Valiente y Piqué (curiosamente los dos fallaron en la decisiva tanda de penaltis ante la República Checa), un buen lateral derecho en Barragán, con dos buenas opciones para el lateral zurdo como Crespo y Canella, un versátil centro del campo con la fuerza no exenta de calidad de Javi García y Sunny (otro de los destacados del equipo), más la buena presencia de Mario y las gotas de clase de Granero, un puñal por la izquierda como Capel (este sí que probablemente fuera el mejor del equipo) y la interesante aportación de Toni Calvo o Iriome por la derecha, dejando al ya valencianista Mata (que no hizo su mejor campeonato) como enlace con un buen delantero como Adrián (que pese a no ser un hombre de área acabó con 5 tantos entre los máximos goleadores), y la amenaza silenciosa de un Bueno que sin hacer ruido siempre aparecía en el lugar indicado, deberían haber sido ingredientes más que suficientes para plantarse al menos en semifinales, meta que no se pudo lograr por esos pequeños detalles que hacen tan grande al fútbol.

Pero si esos penaltis acabaron con el sueño español también prolongaron el de los checos, sueño del que sólo se despertarían en la final y de una manera también algo injusta. Por de pronto los cuartos de final fueron también la inesperada tumba de Estados Unidos, que pese a adelantarse en el marcador con un nuevo gol de Altidore vio como Austria culminaba una merecida remontada en la prórroga con un gol de su héroe Erwin Hoffer. Así se conformaba una de las semifinales más sorprendentes de los últimos años, entre dos equipos que no aparecían en ninguna quiniela antes de empezar el campeonato. En ese duelo de cenicientas la República Checa salió mejor plantada y en un cuarto de hora cobró una ventaja de dos goles que ya no vería peligrar, llegando a una final que sí se mereció en el Europeo pero que parecía un premio demasiado grande para lo demostrado en la cita mundialista. Por el otro lado Argentina se deshizo de México en otra de las finales anticipadas gracias a un gol de Maxi Moralez, otro de los destacados del torneo (acabó llevándose el balón de plata) pese a su corta estatura, característica que parecía necesaria para formar en un ataque que completaban Agüero, Mauro Zárate, Di María, Piatti o Lautaro Acosta y en el que sólo Zárate superaba, y por poco, el 1'70. Su rival en semifinales sería Chile, que pese al mayor dominio africano fue capaz de aguantar el empate a cero ante Nigeria hasta el minuto 90 para luego rematar increíblemente la faena (4-0) en una de las prórrogas más demenciales que uno recuerda. La semifinal fue un partido bronco en el que Argentina se mostró mucho más eficaz ante unos jugadores chilenos muy nerviosos y que acabaron con nueve hombres y tres goles en contra. La albiceleste era por tanto claramente favorita en el partido por el título, pero la trayectoria de los checos no permitía demasiadas confianzas y de hecho durante la primera parte Argentina apenas creó peligro ante la ordenada defensa checa. Para ponerle más emoción al partido, en el minuto 60 Martin Fenin adelantó a los europeos en una gran maniobra, pero sólo un minuto después Agüero aprovechó el primer error (de bulto, eso sí) de la zaga checa para igualar. El Kun acabó llevándose los máximos galardones (Balón y Bota de Oro) y refrendó en Canadá lo que había apuntado en Holanda con solo 17 años y lo que venía mostrando en su primera temporada en Europa. Tras el empate el partido se convirtió en un acoso constante a la meta de Petr hasta que a cinco minutos del final Mauro Zárate se marcó un jugadón individual tras un córner y subió el segundo al marcador con un fuerte disparo al palo corto. Con un equipo fuerte y muy bien conjuntado por Hugo Tocalli, Argentina lograba su sexto título sub'20, el segundo consecutivo y el quinto de los últimos siete disputados, una impresionante racha que desgraciadamente para los sudamericanos no se ha traducido en éxitos en la absoluta y que además se verá lastimosamente truncada en este próximo Mundial de Egipto para el que la albiceleste no ha logrado clasificarse.

viernes, 14 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'20 (II): Licencia para soñar

2-2

Encuadrada en el Grupo B junto a Uruguay, Zambia y Jordania, España disputó los 3 partidos de la primera fase en la localidad de Burnaby, dentro del área metropolitana de Vancouver, al oeste del país, y la enorme distancia hizo que todos los partidos fueran en la madrugada española. Afortunadamente laSexta también ofreció redifusiones de los encuentros durante las mañanas y la propia FIFA no tardaba en colgar sus resúmenes en la red, lo que nos facilitó a muchos el poder seguir las evoluciones de los chicos de Meléndez sin perder horas de sueño. El debut no era precisamente sencillo, ante la otra gran favorita del grupo, y había dudas sobre cómo podría afectar a España la deficiente preparación que se había llevado a cabo, porque aparte de los problemas mencionados en la anterior entrada, ya en Canadá hubo que suspender varios amistosos concertados contra equipos locales por el mal estado de los terrenos de juego. Y es que Uruguay representaba el polo opuesto, puesto que sus jugadores llevaban varios meses de concentraciones periódicas y jugando partidos incluso contra la selección absoluta, que se preparaba para la Copa América. En una primera parte bastante trabada, fueron los uruguayos quienes se aproximaron con más peligro a la meta de Adán, que solventó bien las acometidas de Luis Suárez y compañía. Pero al comienzo de la segunda mitad los sudamericanos obtuvieron su premio, cuando tras una buena jugada colectiva Edinson Cavani se adelantaba a toda la defensa y remataba a gol un centro de Suárez. Menos de diez minutos después fue el talentoso mediapunta, que ese mismo verano cerró su pase al Ajax, quien culminó con un gran disparo desde la frontal otra buena combinación del ataque charrúa, poniendo en el marcador un amenazante 2-0 que no presagiaba nada bueno para España. Pero los cambios introducidos por Meléndez dieron sus frutos y con Marcos, Sunny y Adrián López en el campo el equipo se mostró más fuerte en el centro de la cancha y empezó a acercarse con peligro al área uruguaya. Las ganas de Capel, Mata y Barragán y el inesperado desplome físico de los sudamericanos hizo el resto, y así Adrián López recortó distancias a falta de veinte minutos al adelantarse al meta Goicoechea en un centro de Barragán. El último tramo fue un monólogo del combinado español, que veía como se acercaba el final sin que llegara el ansiado empate. Piqué lo intentó tirando de picardía pero el colegiado alemán Stark anuló bien su gol con la mano, hasta que ya en el descuento Diego Capel aprovechó un error de Goicoechea en su salida para colocar una vaselina perfecta que puso las tablas en el electrónico. Con ese sutil toque de calidad España salvaba un complicado partido y afrontaba con más calma los partidos ante los rivales teóricamente más flojos.

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1-2

A priori el partido contra Zambia se presentaba como la oportunidad perfecta para que el equipo obtuviera la primera victoria y refrendara con buen juego el cartel de favoritos que se nos presuponía, pero lo cierto es que el comienzo del choque nos sirvió como aviso de que a este Mundial nadie había venido para hacer turismo. Al igual que ocurriera ante los uruguayos, a España le costó entrar en el partido y vio como Adán pasaba apuros ante el animoso ataque africano, que dispuso de varias oprtunidades para marcar antes de que el renovado centro del campo español, con Sunny en el lugar de Javi García, comenzara a hacerse con el timón. Entonces cambió el rumbo del partido y no tardó en llegar el gol: Mario Suárez se internó en el área, fue derribado aparatosamente por un defensor zambiano (aunque tras la repetición la sensación fuera bien distinta) y el propio canterano del Atlético se encargó de transformar la pena máxima con mucha frialdad. Con ventaja en el marcador España por fin empezó a sentirse cómoda y en el minuto 40 Mata culminó una gran acción por banda de Diego Capel para poner el tranquilizador 2-0. La segunda parte comenzó por los mismos derroteros, con España llegando a la portería africana pero fallando muchas ocasiones, sobre todo dos clarísimas de Esteban Granero que pudieron finiquitar definitivamente el encuentro. Luego el choque fue decayendo hasta que en una acción aislada Zambia hizo su gol, gracias a la decisión de William Njobvu, que batió por bajo a Adán tras recoger una bola suelta en la frontal. Quedaba más de un cuarto de hora y el empuje africano hizo que la sombra del empate sobrevolara el estadio, pero la defensa hispana se mantuvo firme y el partido acabó con la victoria de España, que se colocaba líder de grupo aunque empatada a puntos con Uruguay, por lo que todo seguía igualado a falta de la última jornada.

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4-2

Con el pase a octavos casi asegurado al menos como tercera y un rival también en apariencia asequible, Ginés Meléndez sacó un once completamente novedoso, dando entrada a jugadores que hasta ese momento no habían disfrutado de minutos como Elustondo, Canella, Adrián González o Iriome, con el objetivo de alcanzar el primer puesto del grupo, aunque eso no garantizase precisamente un rival sencillo en octavos. La buena noticia fue que el equipo no se resintió con los cambios y de hecho comenzó dominando un partido sin demasiada tensión competitiva. El deportivista Adrián López tuvo en sus botas la oportunidad de inaugurar el marcador pero falló clamorosamente un mano a mano con el portero jordano, aunque el error, lejos de pesarle, sirvió de estímulo al delantero asturiano. Y es que en apenas diez minutos Adrián se redimió con creces de ese fallo marcando un hat-trick que dejó el choque visto para sentencia. Primero remató de cabeza un buen centro del tinerfeño Iriome, luego cazó un balón suelto tras un córner y finalmente remachó a la red una generosa dejada de Marcos. Entre medias, Jordania asustó con un lejano disparo que se estrelló en el larguero, aviso de lo que estaba por venir. Porque en la segunda parte el panorama cambió por completo, los jordanos sorprendieron en una contra perfecta que Al-Zaideh culminó con maestría a los tres minutos de la reanudación y España se vino inexplicablemente abajo. Sin Piqué, sustituido con el 3-0 para evitar una tarjeta que le hubiera acarreado suspensión, la defensa española se replegó en torno a Adán y Jordania empezó a mostrar buenos detalles. Ni diez minutos habían pasado cuando Salim transformó magistralmente un libre directo por encima de la barrera para poner el inquietante 3-2, y en medio del desconcierto español el empate estuvo a punto de llegar en un cerradísimo córner que Adán despejó desde la misma línea de gol. Hacía falta un cambio y Meléndez acertó dando entrada a Capel y Sunny. El equipo se relajó y volvió a sentirse superior, se hizo con el mando del balón y sentenció por medio de Marcos a falta de diez minutos, aprovechando una falta botada rápidamente por Adrián González. Mientras tanto, en el otro partido saltaba la sorpresa con la victoria de Zambia ante Uruguay, resultado que en cualquier caso clasificaba a ambos países y que nos aseguraba el liderato del grupo y un cruce de octavos cuando menos inesperado: Brasil.

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Y es que la canarinha había sido la sorpresa negativa de la primera fase del torneo. Había caído ante Polonia en el partido inaugural, había vencido con muchos apuros a Corea del Sur y fialmente había vuelto a ser derrotada frente a Estados Unidos en un gran partido de la pareja atacante norteamericana que formaban Freddy Adu y Jozy Altidore. Con sólo tres puntos, Brasil accedía a octavos como una de las 4 mejores terceras gracias a haber marcado más goles que Costa Rica, y entre lo poco salvable de un equipo que no carburaba se encontraban el lateral madridista Marcelo y el jovencísimo delantero Alexandre Pato. Por contra Estados Unidos se había exhibido con un Freddy Adu en estado de gracia en su tercer campeonato sub'20 (hat-trick en la goleada por 6-1 a Polonia incluído) y dos nombres que sobresalían sobre el resto: Jozy Altidore y Michael Bradley. También había brillado Argentina, que tras un titubeante empate sin goles con la República Checa se aprovechó de la endeblez de norcoreanos y panameños para coger ritmo y empezar a crecer de la mano de Agüero y Banega, aunque quizá el equipo que mejores sensaciones nos dejó fue México, con pleno de victorias y una actuación sobresaliente de Giovanni Dos Santos. La sorpresa agradable la encontrábamos en su mismo grupo, y era Gambia, que derrotó a una mermada Portugal y se coló en octavos como segunda de grupo, completando junto a Nigeria, Zambia y Congo el pleno africano en la fase de grupos. Cerraban la lista de dieciseis supervivientes Chile, que dominó con autoridad el grupo A, Austria (que acompañó a los chilenos), y Japón, que fue de la mano de Nigeria en el F.