domingo, 22 de marzo de 2015

1997, Mundial sub'20: Gris anonimato

Puede que el Mundial sub’20 de Qatar se cerrara de manera decepcionante para España, pero aquel año 1995 sí acabó marcando un hito en la historia de nuestro fútbol juvenil: por primera vez desde que la UEFA empezó a organizar el torneo allá por 1955, la selección española se proclamó Campeona de Europa sub’18. Debido a las peculiaridades del formato, forzadas por el progresivo aumento de naciones participantes, España no empezó su camino hacia el título continental juvenil hasta pocas semanas después del Mundial de Qatar, cuando superó a Rumanía y Ucrania en una ronda previa disputada en Palencia en el mes de mayo. En ese triangular jugaron varios de esos chavales que se habían hecho famosos para el gran público en el reciente torneo sub’20, como César, Mingo, Roger, Toni Velamazán o Joseba Etxeberria; aunque luego Goikoetxea sólo se llevó a los dos primeros a la fase final de Grecia en el mes de julio, con futbolistas de la talla de Rufete, Iván Ania, Miguel Ángel Angulo, Guti, Diego Ribera o Carlitos Domínguez la selección española no tuvo problemas para batir sucesivamente a Hungría (2-1), Turquía (3-0), Países Bajos (2-1) e Italia, a la que derrotó por un contundente 4-1 en la gran final con un triplete del sevillista Carlitos. Cuarenta y un años después, una generación de juveniles españoles podía presumir de ser la mejor de Europa. Algo empezaba a cambiar.
La siguiente temporada, en la que estaba en juego la clasificación para el Campeonato Mundial Juvenil de Malasia 1997, arrancó con una serie de amistosos en Italia y Austria cuyos resultados dejaron bastantes dudas sobre el futuro de la nueva generación, que perdió contra Italia, Francia y Alemania y sólo pudo superar a la selección austriaca. Por suerte, las cosas mejoraron en los partidos oficiales. En la primera fase previa del Campeonato de Europa, en octubre de 1995, los de Goikoetxea viajaron a Eslovaquia para medirse en un triangular a la selección local y a Ucrania. Una victoria por 2-1 sobre los ucranianos y un 0-0 ante los anfitriones bastaron para certificar el pase a la siguiente ronda, una eliminatoria a ida y vuelta contra Noruega que se disputaría entre abril y mayo de 1996. Con el rodaje adquirido en la “Copa del Atlántico” grancanaria y el “Memorial Paolo Valenti” en tierras italianas, España no tuvo problemas para superar a los nórdicos (3-1 en la localidad oscense de Monzón y 0-4 en Oslo) y obtuvo su billete para la fase final del Europeo sub’18.
Como era y sigue siendo habitual, el torneo se disputó a finales de julio, en esa ocasión en Francia y Luxemburgo, y, como sucediera en 1993, cuando expiró el contrato de Chus Pereda, España no contó en esa fase final con el seleccionador que había logrado la clasificación. El contrato de Andoni Goikoetxea finalizaba el 31 de julio de 1996 pero Javier Clemente decidió finiquitar a su ayudante un mes antes, tras la eliminación en la Eurocopa de Inglaterra, a raíz de unas declaraciones en las que Goiko se quejó del ostracismo al que se veía sometido en su trabajo. Responsable máximo de todas las categorías de la selección, en los últimos meses Clemente había asumido un mayor protagonismo en los equipos que teóricamente estaban a cargo de su segundo, como la sub’21, a la que el seleccionador absoluto dirigió en la fase final del Europeo celebrada en Barcelona en el mes de mayo, y la olímpica, cuya lista de convocados para los Juegos de Atlanta fue anunciada directamente por Clemente sin contar con Goikoetxea. Detalles que, unidos a las tensiones surgidas durante la concentración de la Eurocopa, aceleraron el adiós de un Goikoetxea que ya había anunciado su intención de buscarse un banquillo en algún club cuando acabaran los Juegos Olímpicos.
El equipo español que compitió en el Mundial sub'20 de Malasia 1997
(Marca, 16/06/1997)

sábado, 24 de enero de 2015

1991, Mundial sub'20: El final de una era

Poco más de tres meses después de que su selección conquistara el Campeonato Mundial Juvenil de Arabia Saudita 1989, Portugal era designada sede de la siguiente edición. La candidatura lusa fue la elegida por el Comité Ejecutivo de la FIFA entre las de una docena de países, siendo la de España una de las derrotadas. Los bajos costes de organización (Coca-Cola seguía ocupándose de sufragar las estancias de las selecciones) y la cada vez mayor repercusión televisiva del evento despertaban el interés de muchas federaciones, pero la FIFA seguía prefiriendo naciones que no hubieran albergado ningún Mundial absoluto, un criterio del que únicamente se había apartado en 1983, cuando quiso llevar el campeonato juvenil a la CONCACAF y sólo encontró las candidaturas de México y Guatemala. Por tradición futbolística, tamaño y fechas, la portuguesa era la mejor alternativa; además, su elección suponía un premio añadido al título conseguido por Portugal en Arabia Saudita, que había generado un grandísimo impacto entre la afición de nuestro país vecino. Y como en el Mundial sub’16 de ese mismo 1989, en Escocia, los más jóvenes también habían protagonizado una brillante actuación al acabar terceros, en Portugal confiaban en que esa nueva generación repitiera triunfo en casa.
Perdida la opción de clasificarse automáticamente como país anfitrión, España tuvo que concentrarse en el difícil camino hacia el Mundial juvenil, que había arrancado ya en noviembre de 1988 con el primer partido de clasificación para el Campeonato de Europa sub’18 de 1990. Tras las victorias iniciales ante Dinamarca (4-2) y Austria (1-2), se perdió en la visita a los daneses (2-0), pero la igualdad entre los demás rivales no penalizó ni ese tropiezo ni el posterior empate en casa contra Rumanía (0-0). España sumó dos nuevas victorias frente a Austria (3-1) y Rumanía (1-3) y lideró el grupo con nueve puntos, por los seis de Dinamarca y Rumanía y los tres de Austria.
A finales de julio de 1990, España viajó a Hungría para disputar la fase final del Campeonato de Europa sub’18. Seguía vigente el formato de eliminatorias directas desde cuartos de final, por lo que ganar el primer partido ante Irlanda significaba garantizarse una de las cinco plazas europeas en el Mundial sub’20 de Portugal 1991 (la sexta era, lógicamente, para el país anfitrión). No tuvo España excesivos problemas para conseguir su billete: aunque no pudieron abrir la lata irlandesa hasta la segunda parte, los de Pereda se hicieron con una fácil victoria por 3-0. En semifinales esperaba precisamente Portugal, cuya buena actuación en el Europeo confirmó que llegaría a su Mundial como una de las grandes favoritas. Con varias bajas en defensa, España se mostró muy insegura y no pudo levantar el 1-2 con el que se llegó al descanso. El Campeonato de Europa juvenil seguía siendo inaccesible para la selección española, que sumaba ya más de treinta y cinco años sin conquistar el título. Al menos, pudo despedirse de esa edición con una victoria por 1-0 ante Inglaterra en el partido por el tercer puesto. Por segunda ocasión consecutiva, la URSS se proclamó campeona de Europa sub’18 al derrotar a Portugal (esta vez en los penaltis), mientras que Suecia e Irlanda completarían la representación del Viejo Continente en el Mundial juvenil de 1991.

Parte de la plantilla de España para el Mundial sub'20 de Portugal 1991
(Marca, 14/06/1991)