miércoles, 29 de junio de 2011

Libre indirecto: Radiografía de un gol

Minuto 80 de la final del Europeo sub’21. España gana por 1-0 a Suiza. Los nuestros han dominado amplia y claramente el partido, pero la selección helvética está empezando a empujar en busca del empate y ya ha tenido un par de acercamientos peligrosos. Sobra decir que estamos en un momento muy delicado del partido. Iker Muniain agarra la bola en el campo suizo, apenas unos metros más allá de la divisoria, y es derribado por un rival. Falta clara. El partido se detiene mientras el árbitro Paolo Tagliavento decide si las asistencias deben entrar o no, y todo el mundo se toma un respiro. Los jugadores se refrescan, hablan entre ellos para darse ánimos y transmitirse instrucciones de sus banquillos. Milla aprovecha para introducir un cambio.

Adrián, máximo goleador del campeonato, se dirige a la banda con paso lento.

El resto de futbolistas esperan pacientemente a que el asturiano se retire. Quienes hemos estado dentro de un campo (al nivel que sea), conocemos esa extraña atracción que produce la parsimoniosa retirada de un jugador a esas alturas de partido. Sin saber por qué, acabas mirando al rival que se va, como si quisieras empujarlo con la vista para que salga del campo de una maldita vez. Sólo cuando por fin choca la mano con su compañero y este entra corriendo al terreno de juego, devuelves tu atención al juego que está a punto de reanudarse. Eso hicieron los jóvenes suizos. Y ese despiste momentáneo acabó con sus esperanzas de ganar el Europeo.

Rara vez un jugador lanza una falta directamente a puerta desde tan lejos, y no es sólo por la dificultad que entraña la distancia. Por esos automatismos que se adquieren en el juego, estoy seguro de que, si no se hubiera producido ese parón, alguien se habría quedado cerca de la pelota para obstaculizar un posible saque rápido. A partir de ahí, Suiza se habría situado defensivamente y, aunque el árbitro hubiese ordenado dejar distancia para que se pudiera efectuar el saque, es muy probable que para entonces el buen guardameta Sommer ya estuviera atento y bien colocado para abortar un hipotético disparo directo. Pero además es que España no necesitaba colgar un balón al área rival, no apuesta por el juego directo y saca la inmensa mayoría de faltas en esa zona con la única intención de mantener la posesión del esférico. Un pase horizontal o incluso retrasado era la opción más probable, con o sin cambio de por medio. Sin ese parón, en definitiva, era una falta más en una zona sin peligro.

Pero el cambio de España hizo que Suiza se desenchufara del juego durante un instante que resultó definitivo. Un balón parado, un equipo entero mirando a otra parte y un tipo con la inteligencia y la confianza necesarias como para ver la oportunidad e intentar aprovecharla. Así se cerró la final del Europeo sub’21. Adrián llega por fin a la banda, Jeffren entra en el campo y al instante el colegiado italiano pita para que se reanude el juego. Casi a la vez, Thiago golpea y sorprende a todos. Golazo. Repasando el vídeo se observa que sólo un jugador suizo, el más cercano al centrocampista del Barça, está mirando al balón cuando Tagliavento toca su silbato. Es el futbolista que debería haber permanecido junto a la pelota hasta que el árbitro (siempre a instancias de quien saca la falta) le ordenara retrasarse. Es el futbolista que debería haber servido de despertador para sus compañeros, el que los alertara de las aviesas intenciones de Thiago, quien ya oteaba la portería con ojos golosos. No lo hizo. Tampoco le culpemos: los demás también podían haber dado la voz de alarma, pero ni siquiera estaban mirando.


Inexperiencia, cansancio, despiste, exceso de confianza… Tiene mil excusas, casi todas comprensibles, aunque ninguna eximente. Tampoco me he molestado en averiguar quién es. Él no es el responsable único de un gol al alcance de muy pocos, y en el que el golpeo (perfecto) casi es lo de menos. Pero estoy seguro que desde el sábado, él y todos los sub’21 suizos (y espero que algunos más) ya saben que está prohibido perder la concentración durante los 90 minutos, pase lo que pase. Porque no suele pasar nada, pero a veces ocurre que enfrente tienes a un genio como Thiago.

 
PD.- Más adelante (quizás otro año), toque recordar este gran campeonato sub'21 que hemos vivido. Está muy reciente y ya sabéis que a mí me gusta más escribir pasado el tiempo. Hoy sólo quería analizar un gol que la mayoría de medios tan solo han destacado por el preciso y precioso golpeo de Thiago, obviando las circunstancias que propiciaron esa genialidad.