martes, 16 de agosto de 2011

Colombia 2011: Lo que nos traemos en las maletas

Han pasado ya más de 24 horas desde el amargo adiós de España al Mundial sub’20 de Colombia, tiempo más que suficiente para recuperar el sueño que nos arrebató la tanda de penaltis, asimilar el golpe recibido y ordenar (o al menos intentarlo) las ideas que nos ha dejado la participación del equipo de Lopetegui en la cita colombiana. Sé qué podría expresarlas mejor y también que no soy capaz de resumirlas más, pero allá van.


Hay algo que destaca sobre el resto de pensamientos, y es sobre lo que acaba girando toda la evaluación. La falta de un organizador puro ha hecho que el control del juego, característica primordial en todas las categorías inferiores de la selección, no se lograra de manera continua a lo largo de ningún partido. Sí se han dominado largas fases, sobre todo al inicio de los encuentros (lo que evidencia que la idea transmitida desde el banquillo sí era la de tener el balón en todo momento), pero sin la claridad en la circulación que aporta un cerebro en el centro del campo. Con el paso de los minutos se iba perdiendo movilidad en los hombres de enganche y poco a poco el rival conseguía equilibrar la balanza e incluso pasaba a dominar el juego, momentos en los que España sufría en exceso por una disposición táctica ideada para mantener la posesión en campo rival. No es casualidad que los mejores momentos de juego se dieran contra equipos que apenas presionaron a nuestro centro del campo (Australia y Brasil), mientras que nos costó horrores superar la pegajosa presencia de costarricenses y ecuatorianos y el orden de los surcoreanos.

Sin desmerecer la buena actuación en líneas generales de Oriol y Koke, se ha echado en falta la presencia de un hombre que se adueñara del balón y que enlazara con los hombres de arriba, que muchas veces quedaban demasiado aislados esperando la bola para resolver la jugada. La entrada de Canales palió en parte esa carencia, pero al cántabro le faltaba fuelle físico tras su lesión y además la de organizador tampoco es su posición natural. Ya sabemos que difícilmente vamos a encontrar otro Xavi, un jugador que monopolice la posesión para su equipo, pero si es cierto que en este grupo no había nadie con un estilo de juego siquiera similar, a pesar de lo cual se insistió en un esquema ideado para favorecer las acciones de un jugador de ese corte.

Como consecuencia directa de esa falta de continuidad en ataque, el juego ofensivo de España se ha basado más en castigar los errores del contrario que en crear una avalancha de ocasiones a partir de la posesión. El buen trabajo en la presión tanto de Rodrigo como de Álvaro Vázquez, bien secundados por los Isco, Pacheco y compañía, provocó muchos errores en la salida de balón de los primeros rivales de España, y así llegaron por ejemplo el gol que abrió el marcador contra Costa Rica y la expulsión que facilitó la victoria ante Ecuador. Luego, obviando el trámite contra Australia (partido en el que el sistema defensivo aussie dio muchas facilidades), en los partidos contra Corea del Sur y Brasil no se supieron aprovechar los pocos errores cometidos por el rival. Sin embargo, también hay que decir que el equipo estaba en una línea de juego claramente ascendente, que alcanzó su cenit en la primera media hora del partido de cuartos de final.

Ese rondo interminable a unos jugadores brasileños que se limitaban a ver cómo los nuestros se pasaban el balón (y a devolvérnoslo cuando lo perdíamos), quedará grabado para siempre en la retina de quienes lo presenciamos. Porque no se trató de un rondo inútil como el que pudimos ver en el España-Inglaterra del Europeo sub’21, sino que ante Brasil los continuos pases sí tenían el objetivo claro de crear, buscar y aprovechar huecos y desequilibrios en la defensa brasileña. Para ello resultaron claves las constantes incorporaciones de Hugo Mallo y Carles Planas, que completaron un notable partido rematado con sendas asistencias de gol. Desgraciadamente la buena actuación del meta Gabriel, el empecinamiento en los disparos lejanos y alguna pierna providencial en el último regate evitaron que el dominio español en ese tramo inicial se tradujera en goles. Brasil, con un equipo muy partido y un centro del campo prácticamente ausente, acabó por partir también a España al estilo del primer Madrid galáctico, que se dejaba dominar dejando tres o cuatro hombres descolgados para matar en cada recuperación, y logró aprovechar casi la primera contra de la que dispuso para adelantarse.

Nada pudo hacer en ese primer gol una defensa española pillada a contrapié, pero la verdad es que la zaga tampoco ha sido la línea más destacada del combinado español. Mallo (por su buena labor y porque no tenía recambio) y Bartra han sido fijos en las alineaciones, pero el lado zurdo de la retaguardia ha estado variando continuamente de hombres. Pulido y Jordi Amat se han repartido los minutos en el centro y Luna y Planas han hecho lo propio en el lateral, y puede que esa falta de continuidad haya pesado a la hora de construir un bloque defensivo sólido. También es cierto que el estilo de juego pretendido por Lopetegui y por todas las selecciones españolas exige un trabajo defensivo cuasi perfecto por parte de todos (ya que las pocas veces que el rival se acerque a la portería hispana lo hará con cierta claridad numérica), y que para automatizar ese trabajo táctico España apenas contó con un par de semanas de preparación previa al Mundial, a diferencia de la mayoría de sus rivales, que se concentraron con un mes de antelación. En la portería, Aitor dejó algunas dudas en el debut ante Costa Rica, especialmente en los balones por alto, que le costaron el puesto ante Ecuador. Luego, una lesión en un entrenamiento le hizo regresar a España antes de tiempo. Lopetegui apostó por el más joven de sus sustitutos, Pacheco, que sin destacar en exceso sí aportó algo más de seguridad. La buena zurda del madridista permitió que el equipo saliera tocando desde atrás y solventara con suficiencia la presión adelantada del rival; sin embargo, fue poco decisivo en las tandas de penaltis de octavos y cuartos: al amagar siempre hacia un lado y tirarse al otro, limitaba el alcance de su estirada.

Pese a que nunca habían jugado juntos antes, Oriol Romeu y Koke se han compenetrado bien en el centro del campo, con las funciones muy claras: Oriol de ancla por delante de la defensa y Koke presto al apoyo en cualquier zona del campo. Además, ambos se descolgaban en ataque con cierto peligro. Su trabajo fue incansable y, más allá de la comentada falta de continuidad en el juego ofensivo, pueden estar más que satisfechos con su Mundial. Recio y Sergi Roberto lo hicieron muy bien ante Australia, pero la debilidad manifiesta del rival pone en cuarentena su actuación, porque además cuando salieron ante otros rivales dejaron detalles pero tampoco mejoraron en demasía lo ofrecido por la pareja titular. Volvemos a lo de antes: realmente ninguno es un organizador puro, son interiores de buen nivel pero que no están acostumbrados a llevar ellos mismos el peso de los partidos. Puede que un dibujo en el que el nuevo jugador del Chelsea estuviera acompañado por dos interiores se hubiera adaptado algo mejor a las características de los convocados, pero ya es fútbol-ficción.

Por delante de los dos centrocampistas, Lopetegui apostó por una línea de 3 que en teoría debía servir para explotar las virtudes de su numeroso grupo de mediapuntas. Sin embargo, huérfanos de alguien que les suministrara balones con continuidad, su conexión con el juego iba de más a menos y todos acababan por desaparecer, buscando una jugada puntual para redimirse. Personalmente, en los primeros partidos Dani Pacheco me pareció el más enchufado de todos, el que más peligro llevaba en sus acciones, pero no tuvo suerte con el gol y acabó sin esa chispa que había mostrado al comienzo del campeonato. Isco no ha estado a la altura que esperaba, ha dejado detalles pero le ha faltado continuidad y, en vista de la incapacidad del equipo, quizás debió asumir más responsabilidades en la creación. Cosa que sí ha hecho Canales, que entendió perfectamente la función que le encomendó Lopetegui, pero al que no le ha acompañado el físico. Tello ha aportado fuerza y velocidad, algo distinto a lo que ofrecía el resto de mediapuntas, pero quizás también por eso daba la sensación de no acabar de encajar en el juego del equipo. Debido a esa irrupción de Tello, Kiko Femenía y Ezequiel han tenido un papel prácticamente testimonial.

Nada se puede reprochar a los delanteros. Tanto Rodrigo como Álvaro Vázquez han cumplido con creces, aportando lucha, juego y goles, todo lo que se le puede pedir a un punta. En los primeros partidos Rodrigo se creó ocasiones de la nada y Álvaro aprovechó bien sus minutos como suplente para rematar a las castigadas defensas rivales, además de destaparse ante el mundo con su veloz hat-trick frente a Australia. Puede que Vázquez haya mostrado un mayor acierto de cara a puerta, pero viendo el trabajo de ambos era realmente difícil decidirse por uno u otro como titular. Surge entonces la duda, viendo el estado de forma de ambos y lo comentado sobre el resto del equipo, de qué hubiera pasado de cambiar Lopetegui su sistema para jugar con dos delanteros, algo que sólo vimos durante unos minutos del partido de octavos (y sin demasiado resultado, también es verdad). Esa opción hubiera dejado al banquillo sin recambios para la punta de ataque, igual que el 4-3-3 apuntado anteriormente hubiera significado menos minutos para alguno de nuestros talentosos atacantes, pero esa evaluación riesgo-beneficio forma parte del tipo de decisiones por las que se mide la personalidad de un técnico y en este caso el seleccionador prefirió mantenerse fiel a su libreto.

En cualquier caso, me siento razonablemente satisfecho con lo visto en este Mundial sub’20. Se ha llegado hasta donde se ha podido, y si no se ha llegado más lejos ha sido, simplemente, porque en cuartos de final nos ha tocado una Brasil que, sin ser mejor que España, estuvo un poco más acertada y contó con la actuación de un portero que, creo, dará mucho que hablar en el futuro. Se ha caído en los penaltis en un partido que se pudo haber ganado y en el que se ha demostrado que, más allá de resultados, España tiene las ideas muy claras y un gran grupo de chavales dispuestos a seguir andando el camino de éxitos por el que transitamos desde hace años. Los cuartos de final, los penaltis, el desarrollo del partido… todo eso hace que nuestra mente quiera traernos la idea de que regresamos a la época del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, pero creo que no es justo. El domingo jugamos como siempre, y perdimos porque el fútbol es deporte y en el deporte, a veces, toca perder.


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Imágenes: FIFA.com