
Debutar contra Luxemburgo, débil selección que acudía por vez primera a un europeo de categorías inferiores (y gracias a ser el organizador), debía servir para empezar el torneo con buen pie, y como no podía ser de otra manera el guión se cumplió a rajatabla: un cuarto de hora bastó para sellar la abismal diferencia entre ambos conjuntos y dejar finiquitado el partido con dos goles de Ñíguez y otro del atlético Rubén Ramos, amén de un buen puñado de acercamientos peligrosos y varios disparos a la madera. No había historia posible en un choque tremendamente desigual e impropio de un Campeonato de Europa, y en el descanso Santisteban se decidió a dar la alternativa a uno de los jugadores del 90, el delantero Bojan Krkic, todavía con 15 años, que desde luego no dejó pasar la oportunidad para darse a conocer definitivamente ante los seguidores del fútbol base. Y es que el jugador del Barcelona, que reemplazó al bigoleador Aarón, se destapó con un hat-trick en apenas media hora: primero aprovechando una buena dejada de Ramos, luego cazando oportunamente un balón suelto en el área y finalmente culminando una preciosa jugada personal para cerrar el marcador definitivo, que fue de 7-1 para los nuestros. Entre medias del show de Bojan hubo tiempo para que el jugador del Villarreal José Hermosa subiera al marcador el gol que en ese momento significaba la manita y hasta para que Luxemburgo hiciera el gol del honor por medio de Pjanic, que sorprendió a Sergio Asenjo con un lanzamiento lejano.

La clasificación para semifinales estaba encarrilada pero Santisteban no quería sorpresas y, sabiendo de la más que probable abultada victoria de Rusia ante Luxemburgo, contra Hungría decidió sacar a su mejor once posible para evitar posibles combinaciones que dieran con España en la calle o clasificada como segunda de grupo. Con Gullón fuera del equipo por enfermedad, Aarón Ñíguez formó pareja de ataque con Rubén Ramos, que fue el encargado de inaugurar el marcado pasado el cuarto de hora al rematar un buen centro del osasunista César Azpilicueta. Llovía a cántaros sobre Luxemburgo y España se dedicó a mantener la posesión, con especial protagonismo para otro de los más jóvenes del grupo, el mediocentro Ignacio Camacho, titular indiscutible ya desde la fase de clasificación. Sergio Asenjo tuvo que solventar un par de acercamientos húngaros, propiciados más por la relajación propia que por el acierto del rival, y ya cerca del final tuvo que ser Bojan Krkic, que había vuelto a entrar en el descanso, el que colocara el tranquilizador 2-0 al transformar un penalti. España acababa como primera de grupo con pleno de victorias y teniendo en sus filas al máximo realizador del torneo, un Bojan que jugando sólo las segundas partes llevaba ya 4 goles.
En el amargo partido por el tercer puesto España se encontró con Alemania, también eliminada por sorpresa en semifinales ante una Rusia muy defensiva (pero que en una bonita final ante los checos acabaría llevándose el título en los penaltis). La final que todos esperaban se había convertido en una descafeinada batalla por la tercera plaza en la que los seleccionadores optaron por dar minutos a los menos habituales. Sin duda el que mejor aprovechó la oportunidad de Santisteban fue el guardameta atlético Jesús Coca, principal artífice de que Alemania no se fuera al descanso con ventaja al desbaratar las ocasiones teutonas. En la segunda parte hubo más movimiento con la entrada de jugadores como Bojan Krkic, Manuel Fischer, Marko Marin y Toni Kroos, y de hecho fueron los goleadores de ambos equipos (Bojan y Fischer) los que se encargaron de mover el marcador, primero el español y luego el alemán. En la prórroga hubo multitud de ocasiones para que cualquiera de las dos selecciones se llevara el gato al agua pero los porteros ganaron la batalla a los delanteros y se llegó a la tanda de penaltis. Ahí Coca resultó decisivo, deteniendo los lanzamientos de Fischer, Schorch y Kroos, y España se hizo con el premio de consolación, poniendo punto final al campeonato con una sonrisa y con Bojan Krkic como pichichi. Y es que si bien el resultado final del torneo no fue todo lo bueno que se esperaba, al menos este Europeo sirvió para tranquilizarnos y demostrar que tras el aciago 2005 sólo había un simple mal año y no un problema más profundo para la prolífica cantera hispana.
