viernes, 4 de diciembre de 2009

La ¿maldición? de Cobi

El otro día se quedó pendiente un repaso a la carrera de nuestros campeones olímpicos en Barcelona'92, especialmente a las circunstancias especiales que rodearon casi todas sus retiradas. Porque la mayoría disfrutaron de unas carreras relativamente brillantes, alcanzando en muchos casos la selección absoluta, participando en Mundiales y Eurocopas y logrando varios títulos con sus respectivos equipos, pero también casi todos se vieron envueltos en lesiones y polémicas a la hora del adiós, muchas veces más temprano de lo normal para un futbolista profesional. Seguramente no sean más que un cúmulo de casualidades, pero no deja de ser curioso echar un vistazo y ver que del once titular de la final prácticamente nadie se salva de lo que la gente no tardó en llamar "la maldición de Cobi".

Toni Jiménez había completado un torneo olímpico memorable. Se había hecho con el puesto adelantando a un Cañizares que se perfilaba como titular antes del campeonato, y consiguió llegar a la final sin recibir ni un solo gol. Aquel año había estado cedido por el Barça en el Figueres, con el que se quedó a un paso de ascender a Primera. Tras los Juegos estuvo a punto de firmar por el Zaragoza pero a última hora prefirió la oferta del Rayo Vallecano, con el que debutó en la máxima categoría de la mano de Jose Antonio Camacho. Con el técnico murciano viajó después al Espanyol, al que devolvió a Primera, asentándose rápidamente como uno de los mejores guardametas de la categoría (llegó incluso a debutar con la absoluta, con Camacho, cómo no), hasta que en 1999 fichó por el Atlético para conformar una portería de auténtico lujo junto a Molina. Pero todo se torció. Suplencia, descenso y un error garrafal en la final de Copa ante su ex-equipo le marcaron y desde entonces la inseguridad y los errores fueron sus acompañantes. Pese a regresar al club perico en 2003, la temporada siguiente se retiró con 34 años, una edad no excesivamente elevada para un guardameta.

Juanma López era uno de los defensas más temidos por los delanteros de la Liga a principios de los 90. Fuerte y expeditivo, su juego al límite le ocasionó más de un disgusto en forma de expulsión y pronto se le colgó la etiqueta de leñero, aunque en su defensa alegaremos que en su historial no consta ningún lesionado. Tras ganar el doblete con su Atleti, su carrera se truncó en 1997 con una grave lesión de rodilla de la que recayó en varias ocasiones (una incluso por culpa de un accidente doméstico) y que acabó obligándole a retirarse en 2001.

Abelardo ya había debutado con la selección absoluta en uno de los primeros partidos de Miera y era uno de los defensas con más proyección del país. Su crecimiento le llevó al Barça en 1994, donde fue pieza indiscutible en el equipo hasta que las lesiones comenzaron a acosarle. Problemas musculares y de rodilla le llevaron a decir adiós a los terrenos de juego en 2003, cuando militaba en el Alavés. Actualmente entrena al filial de su Sporting y hace sus pinitos como comentarista televisivo.

Roberto Solozábal fue el primero de los titulares en caer. Capitán de la selección y símbolo de la cantera rojiblanca hasta su salida del club de Manzanares en 1997, Solozábal destacaba por su buena planta, colocación, inteligencia táctica y un aseado manejo de balón, pero acabó siendo víctima de dos de los propietarios más peculiares del fútbol español, Jesús Gil y Manuel Ruiz de Lopera. Tras el doblete atlético de 1996 y la decepción de la Champions League la temporada siguiente, el capitán colchonero fue puesto en la lista de transferibles en una de esas extrañas decisiones de Gil y recaló en el Betis, donde terminó todavía peor: apartado del equipo y en los tribunales, que además acabarían dando la razón al club hispalense. Era la temporada 1999-2000, y aquel mismo verano Solozábal decidió colgar las botas y dedicarse a sus negocios.

Mikel Lasa probablemente sea el titular que menos padeció por la supuesta maldición. Lasa fue un carrilero zurdo criado en la Real Sociedad y que durante 6 temporadas recorrería la banda del Bernabéu, aunque perdiendo importancia en el equipo año a año. En 1997 la llegada de Capello (y sobre todo la de Roberto Carlos) le obligó a hacer las maletas con rumbo al Athletic, donde alcanzaría el subcampeonato liguero en la mejor temporada del club bilbaíno en los últimos años, pero tampoco pudo hacerse un hueco en el equipo y acabó fichando por el Real Murcia, donde permaneció dos años y consiguió un ascenso. Luego firmaría por el Ciudad de Murcia, también en Segunda, y en 2004 pondría fin a su carrera, con 33 años.

Albert Ferrer puso fin a sus correrías por la banda derecha en 2003, al finalizar su contrato con el Chelsea, al que llegó en 1998 como uno de los efectos colaterales del aterrizaje de Louis Van Gaal en Can Barça. Quizá el tener que dejar su club de toda la vida fuera el único efecto de la maldición, porque en Londres brilló varios años, llegando a ser considerado uno de los mejores extranjeros de la Premier, hasta que la edad y la llegada de jóvenes valores le condenaron al banquillo y luego a la retirada, cuando contaba con 33 primaveras.

Luis Enrique, uno de los muchos canteranos del Sporting presentes en los Juegos, ya pertenecía entonces al Real Madrid y acabaría fichando por el eterno rival de los blancos en 1996, tras una salida no demasiado amistosa de la Casa Blanca. Futbolista de raza y tremendamente polivalente, en el Barça disfrutó de sus mejores años como profesional hasta que el club entró en barrena a comienzos de siglo. Señalado indirectamente como uno de los responsables del mal momento del equipo, decidió retirarse en 2004 y durante un tiempo se instaló en Australia, entregado a su otra pasión: el atletismo. Participó en varios maratones y pruebas de triatlón hasta que el año pasado fue reclutado por el Barça para sustituir a Guardiola como técnico del filial blaugrana.

Pep Guardiola disfruta nuevamente de las mieles del éxito como entrenador, pero su última etapa como futbolista al máximo nivel no fue demasiado positiva. Tras ser y ganar todo en el Barça, en 2001 Guardiola anunció su marcha al fútbol italiano, negando que la mala marcha del equipo esa temporada tuviera algo que ver en su decisión. Simplemente quería probar otro fútbol mientras todavía estuviera a un nivel aceptable, pero no tuvo demasiadas ocasiones. Jugando en el Brescia, Pep dio positivo por nandrolona en un control antidopaje en el mes de noviembre y se pasó cuatro meses sancionado, perdiendo las opciones de acudir al Mundial de 2002 y protagonizando un largo proceso judicial del que todavía no hace mucho que quedó absuelto. El escándalo, que de cuando en cuando amaga con volver a la primera plana, no afectó a su fichaje por la Roma, pero en la Ciudad Eterna Capello no cuenta con él y acaba volviendo al Brescia. Luego Guardiola inició una exótica aventura en el Al Ahly de Qatar y, después de un año retirado, acudió a la llamada de su amigo Lillo para disputar el Clausura mexicano de 2006 con los Dorados de Culiacán. Entre medias completó el curso de entrenador, y tras anunciar su retirada definitiva a finales de 2006, la temporada siguiente asumió el mando del Barça B con las miras de todos puestas en su futuro con el primer equipo. El resto es historia.

Rafael Berges también ha probado suerte como entrenador, aunque sin tanto éxito. Berges era un lateral y centrocampista zurdo que tras pasar por el Tenerife desarrollaría casi toda su carrera en el Celta, siempre acosado por las molestias físicas, y al que una grave lesión obligaría a colgar las botas definitivamente en 2002 cuando ya había regresado a su Córdoba natal.

Alfonso Pérez Muñoz también tuvo que lidiar con multitud de problemas físicos. Durante varios años estuvo considerado el sucesor de Butragueño hasta que un pipiolo de nombre Raúl le adelantó por la derecha. El de Getafe tuvo que buscarse la vida en el Betis, donde triunfó con sus goles y se ganó otra oportunidad al más alto nivel: la que le dio el Barcelona tras la Eurocopa de 2000. Pero las cosas no funcionaron y tras pasar una breve etapa en el Olympique de Marsella regresó a Heliópolis, aunque ya no pudo volver a rendir al máximo y acabó retirándose en 2004. Para la historia quedará su gol a Yugoslavia en la Eurocopa de 2000 y el estadio de Getafe que lleva su nombre.

¿Y qué decir de Kiko Narváez que nadie conozca? Pues si acaso que aquel Oro le sirvió para convencerse de que definitivamente podía hacer carrera en esto del fútbol, a pesar de que ya el año anterior había sido el salvador de su Cádiz. Después ficharía por el Atlético, se convertiría en un ídolo para la afición del Manzanares y acabaría descendiendo a los infiernos. Lastrado por sus eternos problemas de tobillo, salió mal del club rojiblanco (y quién no) y tras ver frustrado en dos ocasiones su traspaso al Calcio (primero al Milan y luego al Lazio), se retiró con más pena que gloria en el Extremadura en 2002 y comenzó entonces una meteórica carrera en los medios.

Pero el maleficio también afectó a varios suplentes. De hecho el primero en sufrir sus perniciosos efectos fue un ocupante habitual del banquillo, el defensa Miguel Hernández, que en 1992 pertenecía al Rayo Vallecano y que en 1994 fichó por el Espanyol, por petición expresa de Jose Antonio Camacho, su ex-entrenador en Vallecas. Pero en Barcelona no tuvo casi oportunidades y tras fichar por el Lleida de Segunda División acabaría colgando las botas en 1998 por una grave lesión. Dos años más aguantó el centrocampista David Billabona (en la imagen), que destacó varias temporadas en el Racing pero al que tampoco respetaron las lesiones. Tras dejar el fútbol, Billabona se marchó a vivir al Pirineo oscense, alejado por completo de su antiguo oficio.

Párrafo aparte merece Santiago Cañizares. Criado en la cantera del Real Madrid, brilló en Elche y Mérida en Segunda y tras los Juegos el Celta le dio la oportunidad de debutar en Primera. Pronto se ganó el puesto, el Zamora y la convocatoria con la absoluta, con la que tuvo un brillantísimo debut en el inolvidable partido ante Dinamarca que nos dio la clasificación para el Mundial de 1994. Volvió al Real Madrid, pero en Chamartín vivió primero a la sombra de Buyo y luego de Illgner, justo cuando parecía que iba a asentarse en la portería merengue, por lo que tras ganar la Copa de Europa de 1998 puso rumbo a Valencia. Allí demostró ser uno de los mejores porteros del país y se mantuvo inamovible bajo los palos, pero también comenzó a sufrir los efectos de la maldición. Una actuación más que discreta en la Eurocopa de 2000, dos finales consecutivas de Champions perdidas y un extraño incidente en el hotel que le privó de acudir al Mundial 2002 sirvieron para alimentar la leyenda. Y cuando parecía que todo volvía a funcionar, en 2008 llega Ronald Koeman al banquillo ché y decide apartarlo del equipo. Fueron cuatro meses de ausencia, declaraciones incendiarias y mal ambiente en general que acabaron con la destitución del holandés, la vuelta del portero a la titularidad y, finalmente, la rescisión amistosa del contrato mientras surgía una turbia acusación de una menor que afortunadamente no tardó en aclararse.

Del resto no podemos decir que hayan padecido demasiado por este hipotético embrujo.  Paqui eligió el verano de 2004 para colgar las botas, en su caso después de completar una carrera llena de altibajos que le llevó por Tenerife, Zaragoza, Hércules, Las Palmas y Osasuna, jugando sólo con cierta regularidad en las Canarias. Javier Manjarín, que no llegó a disputar ni un minuto en aquellos juegos, sí tuvo un brillante paso por Primera. Criado como muchos de sus compañeros de selección en la cantera de Mareo, fichó por el Deportivo en 1993 para formar parte de aquel SuperDepor que tantas alegrías y alguna que otra lágrima causó a la afición coruñesa. En 1999 se marchó al Racing de Santander, y en 2001 inició una aventura al otro lado del charco que le llevó al Atlético Celaya y al Santos Laguna de la Liga mexicana. Regresó a Galicia en 2004 para retirarse en el Arteixo. Otro que no tuvo mayores problemas con la supuesta maldición fue Jose Emilio Amavisca (en la imagen), que en 1994 fichó por el Real Madrid, se ganó un sitio para el que parecía descartado antes de empezar la temporada y se convirtió en pieza clave de aquel Madrid de Valdano. Luego su importancia en el equipo iría disminuyendo y en 1998 fichó por el Racing, club en el que se había formado y donde vivió un descenso (junto a Manjarín, ¿quizá fruto de la maldición?) que provocó su salida hacia el Deportivo en 2001. Allí vivió los mejores momentos del gran equipo de Irureta, semifinales de Champions incluídas, y en 2005 puso fin a su carrera en el Espanyol, donde apenas jugó una temporada.

La carrera más plácida de todos fue sin duda la de Paco Soler, que no se movió de Mallorca desde que debutara en 1990 hasta su retirada en 2004. Luego, ya como entrenador, probó suerte en el Beira Mar portugués, pero no tardó en volver a la isla para entrenar al Atlético Baleares. Ni rastro de maldición. Tampoco podemos decir que la historia de su paisano Gabriel Vidal tenga mucho que ver con la mala suerte, simplemente no llegó a destacar. Pasó por Leganés, Getafe, Ciudad de Murcia, Granada y Atlético Baleares, siempre bajando de escalón, hasta retirarse en 2004. Por último, Antonio Pinilla (en la imagen) fue junto con Cañizares el componente más longevo de aquella selección, ya que se mantuvo en activo hasta el final de la campaña 2007/2008. Criado en la cantera del Barça, la explosión del Dream Team le obligó a buscar su sitio en clubes menores y tras pasar cedido por Mallorca y Albacete recaló en Tenerife, donde se convirtió en uno de los puntales del equipo en los mejores años de su historia. Tras el descenso del club chicharrero, en 2001 Pinilla fichó por el Salamanca y al año siguiente fue traspasado al Nástic de Tarragona, en el que acabaría su carrera tras vivir todo tipo de situaciones: ascensos, descensos, lesiones, bajas, nuevas contrataciones... Tras más de 200 partidos con el club grana, Pinilla ejerce ahora las labores de director deportivo.

¿Conclusiones? Pocas, y cada uno tendrá las suyas, pero hemos de reconocer que toda esta historia ha servido al menos para recordar un poco mejor a nuestros campeones olímpicos, ¿no?


5 comentarios:

  1. La verdad es que todos acabaron lesionados sus carreras, pero el 90% de los futbolistas terminan así tras mucho trajin jugando , pero todos o casi todos tuvieron sus 5 años de gloria en equipos grandes y se les recordará como importantes jugadores de la liga a Kiko, Alfonso,Luis Enrique, Toni, Pinilla, Solozabal, Lopez, Ferrer, Amavisca, Manjarin, Abelardo, Soler, Lasa, la pena es que no tuvieron toda su carrera al nivel de sus buenos años y por eso no llegaron a lo maximo en el futbol, por ejemplo Raúl, Casillas, Xavi, Villa, Torres, Iniesta, Valerón si lo han hecho y por eso hemos logrado lo maximo todos los de esta seleccion del 92 eran tipo Joaquin, Vicente, Reyes, igual de buenos pero mas irregulares con un año muy bien otro regular,etc... ¿Por que no fueron convocados Hierro, Caminero, Pizzi, Aguilera, Alkorta, Nadal?.
    Me recuerda el atleti de dentro de 3 años al del doblete, en esta época había canteranos muy buenos como Solozabal, Lopez, Aguilera (aunque se fue cedido ese año), Geli?, con exitos en las inferiores y luego campeones con sangre rjiblanco unido a estrellas foraneas (Kiko, Pantic, Simeone, Molina, Caminero, ) ahora canteranos son Pulido, Dominguez, De Gea, Keko, Koke, Borja, Cedric, Pacheco y los cracks Forlan, Reyes, Jurado, Aguero, Diego Costa, muy buen blog, un saludo

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  2. Estaría bien volver a ver al Atleti luchando de verdad por los títulos, desde luego en categorías inferiores tiene buenos proyectos pero luego hay que darles continuidad y para eso hace falta estabilidad en un proyecto, veremos cómo se desarrolla el futuro. Sobre la convocatoria, lo mismo de siempre, las preguntas al que la hizo, jeje, pero vamos, algunos de los que dices ya pasaban de los 23 años y otros como Pizzi todavían no eran seleccionables (obtuvo la nacionalidad en el 95 creo recordar). Un saludo

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  3. Yo de los que puedo opinar con más conocimiento es de los sportinguistas Abelardo,Luis Enrique y Manjarín porque los tuve que sufrir como buen oviedista y la verdad es que ya desde los inicios se veía que eran buenos, sobre todo Abelardo ya que desde muy jóven tenía una seguridad enorme en el campo en todo lo que hacía. Luis Enrique fue un futbolista que sacó un provecho muy grande a sus cualidades porque tenía raza y amor propio, algo que a día de hoy escasea bastante, se adaptó siempre a lo que le pidieron y lo hacía con una entrega enorme. Manjarín era lo contrario, era muy técnico pero más frio, por eso no llegó a todo lo que apuntaba en un principio pues marcaba más diferencias que Luis Enrique.SAludos

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  4. Hola Snedecor, no los conozco a todos pero Ferrer, Guardiola, Kiko Narváez o Luis Enrique fueron jugadores muy grandes de nuestro fútbol, la verdad es que dieron un grandísimo espectáculo.
    Saludos desde
    agolpedebalon.blogspot.com

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  5. Hola José, bienvenido. Gran generación, sin duda, los que comentas fueron los más conocidos pero casi todos rindieron a buen nivel en Primera.

    Quizá la última gran camada de Mareo, porque luego han salido buenos jugadores (y algún crack mundial como Villa) pero un grupo así, con tanta gente y tan buena, creo que no se ha vuelto a ver

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