sábado, 25 de julio de 2009

2005, Mundial sub'20 (y III): Messi nos corta las alas

3-0

Esta vez España no había tenido suerte en el sorteo de las eliminatorias y en su camino hacia la final se vislumbraban los temibles nombres de Argentina o Brasil, eso si las potencias sudamericanas superaban antes duros escollos como eran las selecciones de Colombia, China o Alemania. Desde luego, nada que ver con los asequibles enfrentamientos de otros campeonatos. Empezando por el principio, el partido de octavos de final sería una reedición de la final continental del año anterior, ya que nos enfrentaríamos a Turquía, que había superado con bastantes apuros un grupo en el que estaban China, Ucrania y Panamá. Sin embargo, en este partido no habría tanta igualdad como en los duelos del verano anterior, ya que desde el comienzo España salió con las ideas muy claras y puso en constantes apuros al meta turco, aunque su superioridad no se tradujo en goles hasta casi la media hora, cuando Juanfran aprovechó una generosa dejada de Llorente para marcar de cabeza tras un córner. Pocos minutos después el propio Juanfran doblaría la ventaja con un buen disparo desde fuera del área, poniendo un marcador cómodo y que desde luego hacía justicia al juego desplegado por los dos equipos. En la segunda parte el panorama no cambió pese a los cambios introducidos por el seleccionador turco, y Robusté marcó de cabeza en otro córner. Con el partido decidido Sáez dio descanso a tres pilares fundamentales del equipo (Cesc, Juanfran y Zapater), pero los que quedaban en el campo querían divertirse y vimos por ejemplo a Gavilán buscando su golito insistentemente o a Raúl Albiol saliendo de su puesto de central para realizar un par de jugadas dignas de Beckenbauer que no acabaron en gol de milagro. En cualquier caso el pase a cuartos era un hecho y allí nos enfrentaríamos a una selección argentina que avanzaba al paso que marcaba un futbolista criado en España.

Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)


El resto de partidos de octavos de final, salvo la cómoda victoria de Holanda sobre Chile por 3-0, se caracterizó por la igualdad, ya que sólo la renacida Italia fue capaz de vencer por más de un gol (y eso tras ir perdiendo 1-0 al descanso ante Estados Unidos). Brasil sufrió para vencer por la mínima a la orgullosa selección de Siria, mientras que Alemania sorprendió eliminando a una de las selecciones que mejor cara habían mostrado en la primera fase, China, con un gol en el último minuto. Nigeria había necesitado de un afortunado gol del lateral Taiwo para superar a la incómoda Ucrania, mientras que Argentina se había encomendado a Messi para que resolviera su encuentro ante Colombia. El jovencísimo jugador del Barça no defraudó a los suyos y primero marcó el gol del empate y después, ya en el descuento, protagonizó la jugada que convirtió a Barroso en el héroe del partido.



3-1

Después de un camino sin sobresaltos llegaba el día de enfrentarnos a un rival de verdadera entidad que también optaba a todo, Argentina. Este partido era para muchos toda una final anticipada, en la ronda que separa el éxito de la decepción. Y entonces todos los pequeños atisbos de duda que nos había ido dejando el juego de la selección se plasmaron de golpe en un encuentro que sencillamente la albiceleste supo jugar y los nuestros no. Con una salida en tromba, los de Pancho Ferraro dejaron tocados a los de Sáez y crearon multitud de oportunidades que no acabaron en gol unas veces por el acierto de Ribas y otras por la escasa puntería de los rematadores argentinos. Incluso se le anuló un gol de falta a Messi por entender el colegiado que hubo fuera de juego posicional de un atacante sudamericano. Finalmente, en el minuto 19 el capitán Pablo Zabaleta sí acertó a rematar a bocajarro un balón servido por Nery Cardozo y subió el 1-0 al marcador. El centro del campo español se veía continuamente superado por el argentino, pero al menos tras el gol el equipo hizo un esfuerzo por irse adelante y la pegada de sus hombres de ataque hizo el resto. En una buena jugada por banda, Molinero puso un balón a Llorente que éste cedió para la entrada en carrera de Zapater, que fusiló a Ustari. Sin hacer nada del otro mundo, España había tardado poco más de diez minutos en equilibrar el partido, y eso era casi lo único que nos daba esperanzas, porque la zaga hispana seguía dando alarmantes muestras de nerviosismo y falta de trabajo táctico. En la segunda parte España salió dispuesta a no dejarse sorprender y pudo por fin mover el balón con más facilidad, pues la presión de Zabaleta bajó algunos enteros, pero las oportunidades no llegaban. Fue entrando en el momento clave del partido, casi en el ecuador de esta segunda mitad, cuando, en una jugada sin aparente peligro, Messi dibujó un perfecto pase a la espalda de la defensa española que el extremo Oberman aprovechó para plantarse ante Ribas y batirle con calidad. Y sólo dos minutos después, ante el desconcierto de la descolocada zaga española, el propio Messi recogió un mal despeje de Molinero y maniobró con rapidez para colocar el balón lejos del alcance del meta espanyolista. Quedaban casi veinte minutos pero el golpe había sido demasiado duro y España no pudo levantarse. Como le ocurriera el verano anterior con la absoluta, Sáez tampoco acertó con los cambios y el equipo murió impotente sin apenas inquietar la portería de Ustari.


Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)


De esta manera se despedía España de un torneo en el que, pese a la inmaculada trayectoria hasta cuartos de final, siempre dio la sensación de estar jugando a medio gas. Si dos años antes la selección de Ufarte había basado su éxito en una fortaleza defensiva que compensaba la falta de pegada de sus delanteros, en Holanda el equipo pareció confiado por la indudable calidad de sus hombres de ataque y nunca dio sensación de auténtica consistencia. La línea defensiva dejó muchas dudas, con un Albiol que todavía estaba completando su adaptación al puesto de central y que cometía algunos errores de posicionamiento, y en general toda la zaga daba muestras de una muchas veces desesperante (y peligrosa) costumbre de querer sacar siempre el balón jugado a pesar de la presión rival, lo que provocó bastantes situaciones de peligro, generalmente bien solventadas por Ribas. El jugador más destacado de esta línea fue el valenciano José Enrique, quizá por lo desconocido, ya que desde que apareció ante Chile se mantuvo siempre a buen nivel tanto en defensa como en sus potentes incursiones en ataque. En el centro del campo, con Cesc algo justo de forma tras su lesión y jugando más retrasado que en la sub'17, lo que le restaba llegada al área rival, Zapater se convirtió pronto en el amo y señor de la parcela ancha, mostrando una gran inteligencia táctica fruto de su año de experiencia en Primera. Su superioridad ante la mayoría de rivales era tanta que en ocasiones daba la impresión de ser un veterano jugando entre niños, y a juicio de muchos expertos fue el mejor jugador de la selección. En los costados tanto Juanfran como Gavilán evidenciaron que su progresión desde el anterior Mundial había seguido su curso y fueron siempre un quebradero de cabeza para las defensas rivales, al igual que Silva, muy activo y peligroso partiendo desde ambas bandas. En cuanto a los delanteros, Jonathan Soriano se mostró bulllicioso aunque poco resolutivo, buscando más el adorno que la efectividad, mientras que Fernando Llorente se destapó como algo más que un ariete tipo tanque, cayendo bien a banda y participando bastante en el juego de toque de sus compañeros aunque, a pesar a sus cinco tantos, que le mantuvieron en la lucha por la Bota de Oro hasta el final, dejó alguna duda sobre su instinto goleador, ya que desperdició varias ocasiones claras por querer ceder la bola a algún compañero no siempre mejor situado. Pese a todo, el nivel general fue más que aceptable, al menos hasta el fatídico cruce de cuartos. En conclusión, un campeonato que nos dejó el agridulce sabor de boca de saber que el equipo pudo haber alcanzado cotas más altas de no habernos cruzado con el futuro e indiscutible campeón, liderado por un pequeño genio llamado a marcar una época en la historia del fútbol. No deja de ser un triste consuelo.


Y es que después de este partido nadie dudaba de que Messi se había convertido en la aparición más destacada de un campeonato juvenil desde que Diego Armando Maradona deslumbrara al mundo en Japón 1979. El escurridizo argentino mostraba una velocidad endiablada y un regate imparable, era capaz de aparecer en cualquier parte del ataque, y sólo su menudo físico y una pizca de nerviosismo a la hora de definir podían restarle algunas décimas a la hora de valorar su futuro impacto en el fútbol mundial. Como hemos visto, nada que no solucione el tiempo. El siguiente equipo en sufrir las diabluras de "la pulga" fue Brasil, que en los cuartos de final se había deshecho en la prórroga de una correosa Alemania con un golazo de Rafinha pero que en semifinales no pudo parar al nuevo astro argentino, que marcó el primer gol (golazo) y ya en el descuento dio la asistencia a Zabaleta para que éste deshiciera el empate. Por el otro lado del cuadro se vivió una semifinal africana entre Marruecos y Nigeria, que en cuartos habían eliminado por penaltis a Italia y Holanda respectivamente, en dos partidos tremendamente igualados y que sin duda fueron de lo mejor del torneo. En la semifinal Nigeria impuso su mayor oficio y rompió el partido con un zapatazo de Taiwo; luego, con Marruecos volcado en busca del empate, sentenció en la segunda parte con dos goles más que desataron la peor cara de unos jugadores marroquíes que la emprendieron con sus colegas nigerianos, acabando con 9 hombres y dejando una pésima imagen que recobraron en parte con una honrosa derrota ante Brasil en el partido por el tercer puesto. La gran final tuvo la historia que quiso Messi, y es que él solo se bastó para contrarrestar el mejor juego africano a lo largo del partido: cerca del descanso fue derribado dentro del área tras una de sus típicas jugadas individuales desde el centro del campo y él mismo se encargó de transformar el penalti, y ya en la segunda parte, tras el empate nigeriano, no le pesó la responsabilidad para lanzar y convertir otra pena máxima cometida en esta ocasión sobre Agüero. Con estos dos goles, decisivos para que Argentina se proclamara pentacampeona juvenil, Messi se aseguraba el Balón de Oro del torneo (por si quedara alguna duda) y además superaba a Fernando Llorente y Oleksandr Aliyev como máximo realizador, con seis dianas, redondeando un mágico campeonato que supuso el espaldarazo definitivo a una carrera tan meteórica como sus espectaculares arrancadas desde la medular.

4 comentarios:

  1. Magnifico blog con sabor añejo. Se nota que eres amante de las categorías inferiores. Cuando tenga un poco más de tiempo le echaré un vistazo en profundidad a todos tus posts.

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  2. muchas gracias crack, me alegro de que le guste a toda una "institución" en esto como tú... simplemente quería recopilar los principales éxitos de las selecciones inferiores desde el Mundial de Nigeria para ver el camino que nos ha llevado a construir la selección absoluta que ahora disfrutamos, aprovechando que he crecido viendo estos torneos y tengo muchos de esos momentos bien grabados en la memoria. Es algo que quizá debería cuidar la Federación pero en fin, afortunadamente hoy los aficionados tenemos los medios para hacerlo. Un saludo

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  3. Hombre, Leo Messi es uno de esos futbolistas que hace bueno el dicho " ganó el partido él solo", pues es un jugador de los que salen cada diez o quince años. Por aportación posterior a su fase adulta me parece una de las mejores selecciones nacionales, hay unos cuantos futbolistas que están consolidados y no en equipos cualquiera, Albiol,Zapater,Fabregas,Silva,Gavilán,LLorente, pedazo de selección.Saludos

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  4. Es que pasó lo contrario que en 2003, el sorteo fue malo y nos fuimos a casa antes de tiempo. Como digo en la entrada la calidad de este grupo era impresionante y se ve en la trayectorias posteriores (y eso que alguno se ha estancado un poco por la falta de minutos), pero viéndoles jugar se echaba en falta un "nosequé", sobre todo atrás, quizá fuera exceso de confianza o que Sáez no fue capaz de mejorar algunos detalles tácticos, pero vamos, 2 años antes se hubieran llevado el título de calle

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