jueves, 18 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (III): Cesc, de Oro

La primera fase del torneo había concluido sin demasiados sobresaltos. En el grupo A, Colombia había demostrado una buena y progresiva adaptación al césped artificial del Estadio Töölö que culminó con la goleada del Campeonato, un 9-1 al conjunto anfitrión que colocaba a los "cafeteros" en el grupo de favoritos al título. Su rival en cuartos de final sería Costa Rica, que había protagonizado la única sorpresa del campeonato al acabar en la segunda plaza del grupo B, dejando fuera a la Nigeria de John Obi Mikel de una manera pocas veces vista: por sorteo. Y es que centroamericanos y africanos acabaron esta primera fase empatados absolutamente a todo y tuvo que ser el azar quien determinara el equipo clasificado para cuartos. En ese grupo, la superioridad de Argentina había sido manifiesta, puesto que además de ser el único equipo del torneo que sumó los 9 puntos de la fase de grupos era también el único que concluyó esta fase sin recibir un solo gol. Con futbolistas como Óscar Ustari, Ezequiel Garay, Fernando Gago, Lucas Biglia o Neri Cardozo, la albiceleste parecía la más firme candidata al título. El primer obstáculo sería México, segunda clasificada del grupo A, que no parecía rival para la engrasada máquina de Hugo Tocalli.

Por la otra parte del cuadro, Brasil había pasado con suficiencia como primer clasificado del grupo C y se enfrentaría a Estados Unidos. Los brasileños habían tenido un dubitativo comienzo (1-1 frente a Camerún) pero luego se desataron y guiados por Ederson y Evandro golearon a Portugal y Yemen para reafirmar su condición de favoritos. Con Brasil virtualmente clasificado antes de la última jornada, el rival de España en los cuartos de final saldría del electrizante duelo entre portugueses y cameruneses. Portugal había dejado muchas dudas en sus primeros partidos, saldados con una apurada victoria ante Yemen (4-3, remontando un 0-2 al descanso) y una sonrojante goleada ante Brasil (0-5), mientras que los africanos también habían dado una de cal y otra de arena al empatar a un tanto sus partidos contra Brasil y Yemen. Las dudas sobre quién pasaría parecieron quedar resueltas en los primeros cuarenta y cinco minutos, a cuya conclusión se llegó con un incontestable 4-0 para Portugal gracias a la gran actuación de Bruno Gama, Vierinha y Manuel Curto, autor de 3 goles. Pero tras el quinto tanto luso, en el minuto 52, se inició uno de los capítulos más apasionantes de la historia de los campeonatos mundiales: bajo la batuta de Alexandre Song, Camerún se lanzó al ataque y golpe a golpe fue reduciendo distancias hasta firmar el empate en el descuento. Pero el quinto gol llegó ya demasiado tarde, sin tiempo para buscar el que hubiera supuesto su más que milagrosa clasificación, y los africanos acabaron derrumbándose abatidos sobre el césped mientras los jugadores portugueses, todavía con el miedo en el cuerpo, intentaban animar a sus rivales. Así pues, Portugal sería nuestro rival en cuartos, y el diametralmente opuesto momento de forma que parecían mostrar ambas selecciones nos daba confianza para pensar que el pase a semifinales era factible.




5-2

El 24 de agosto de 2003 pasó a la historia de nuestro deporte como el día en que un piloto español logró la primera victoria en la Fórmula 1 (Fernando Alonso en el Gran Premio de Hungría), y puede que también porque vio el debut oficial de David Beckham con la camiseta del Real Madrid (en la ida de la Supercopa ante el Mallorca). Entre ambos acontecimientos, TVE decidió que no había mejor forma de pasar la tarde del domingo que viendo la segunda jornada de los Mundiales de Atletismo de París, privándonos de presenciar en directo otro de los acontecimientos que deberían aparecer en las reseñas de aquel día: el partido en el que Cesc Fábregas puso su nombre en boca de todos los aficionados al fútbol. Porque se podría decir que ese fue el día en el que vimos que aquel chico estaba realmente capacitado para hacer grandes cosas, aunque la confirmación la tendríamos sólo tres días después. Con ganas de revancha por la derrota en la final del Europeo, España saltó al terreno de juego del Ratina Stadium de Tampere con el mismo once que había derrotado de manera convincente a Estados Unidos, salvo la presencia de Oskitz por el sancionado Silva. Así, Mandaluniz se mantenía en la portería y Xisco ocupaba el puesto de David como ariete. En Portugal, que también optaba por el 4-5-1, destacaba la presencia en la media de la tripleta Vierinha-Bruno Gama-Manuel Fernandes, por lo que se preveía una bonita lucha en un superpoblado centro del campo. El partido se presentaba apasionante y no tardó en responder a las expectativas. Portugal golpeó primero con un gol de Manuel Curto, que se colocaba con 5 goles como máximo artillero del torneo, pero España respondió mandando en la posesión y explotando la verticalidad y el regate de Sisi, a un gran nivel durante todo el torneo pero sencillamente imparable en aquel partido. Fruto de su enésima incursión por la derecha fue una falta que lanzó Jurado y que Sergio Sánchez empalmó a la red, firmando el empate poco antes de la media hora. El dominio español era total y Portugal daba muestras continuas de su endeblez defensiva, aunque el segundo gol no llegó hasta el filo del descanso, cuando Cesc cabeceó con precisión un medido centro de Sisi. España se iba al vestuario con el marcador de cara pero con ganas de seguir marcando diferencias, y a los 5 minutos de la reanudación Xisco aprovechó un magistral pase entre líneas de Cesc para firmar el tercero. El partido enloqueció por el afán portugués de recortar distancias y después de un buen par de oportunidades de Xisco y Jurado, una nueva combinación entre Cesc y Xisco dejó al primero al borde del área pequeña para batir cómodamente al meta luso. La exhibición de toque estaba siendo brutal, pero Portugal no se rendía y Vierinha hizo un auténtico golazo de falta para poner el 4-2. Apenas quedaban un par de minutos y el partido no se nos podía escapar pese a los últimos esfuerzos lusos por recortar distancias, y de hecho lo que llegó fue la puntilla cuando, ya en el descuento, Jurado transformó con frialdad un penalti cometido sobre Xisco. España había derrotado claramente a los campeones de Europa, tomándose una dulce revancha de la final de Viseu, y con su exhibición de fútbol dejaba claro que se metía en semifinales por méritos propios y con muchas papeletas para hacerse con el Campeonato.

Crónica de FIFA.com


La selección española completaba el cuadro final del torneo en el que estarían nada menos que las tres selecciones sudamericanas. Y es que, como se preveía, Colombia se había deshecho de Costa Rica por 2-0 sin forzar demasiado la máquina, como Brasil, que había pasado por encima de una timorata selección estadounidense (3-0), que pareció hipnotizada por las camisetas verdeamarelhas que tenía enfrente y apenas inquietó la meta carioca, por lo que la primera aventura internacional de Freddy Adu llegaba a su fin. Ahora España se las vería con el coco del torneo, Argentina, que tampoco había necesitado realizar su mejor partido para imponerse con comodidad a México por 2-0. El hasta el momento infranqueable muro albiceleste era el nuevo reto que tenían unos chicos que parecían crecerse por momentos.



2-3

Si en cuartos Cesc había sido un jugador clave en la victoria ante Portugal, en semifinales fue sencillamente decisivo, y con su brillante actuación sin duda convenció a la mayoría de periodistas presentes en el Campeonato: el chico era de oro. Y ante él nos rendimos también los aficionados que intentamos ver el partido, nuevamente maltratado por TVE al simultanearlo en La2 con los Mundiales de Atletismo, lo que nos hizo perdernos buena parte del encuentro. Ante la imbatible Argentina, y con Brasil esperando en la final tras su cómoda victoria ante Colombia por 2-0, Santisteban repitió alineación basándose en la máxima que deberían seguir todos los entrenadores: si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Pero lo cierto es que la albiceleste empezó el partido dispuesta a marcar territorio, a demostrar que estaban en Finlandia para ganar el Campeonato, y su arrollador comienzo obtuvo el premio del gol a los 3 minutos, en una polémica jugada en la que Lucas Biglia remachó a la red un balón que el central Ezequiel Garay devolvió al corazón del área después de que aparentemente ya hubiera traspasado la línea de fondo, tras un cerradísimo saque de esquina. Las protestas hispanas no surtieron efecto y el tanto subió al electrónico del Töölö Stadium. A los nuestros, algo nerviosos y quizá descentrados por el polémico gol, les costó unos minutos adaptarse al terreno sintético, pero en cuanto se juntaron a tocar Cesc, Jurado y Xisco el dominio pasó a ser español. En apenas diez minutos se crearon no menos de 3 clarísimas ocasiones que nuestros jugadores desperdiciaron sin llegar a poner a prueba a Óscar Ustari. Sin embargo, cuando mejor pintaba el partido llegó el segundo gol argentino. En un nuevo córner, Garay hizo valer su poderío aéreo para marcar de un espléndido cabezazo. Aunque el gol descolocó otra vez a los nuestros, Argentina se sentía cómoda y tampoco quiso apretar más el acelerador, por lo que se llegó al descanso con ese difícil marcador. Santisteban decidió meter toda la artillería dando entrada a David por el poco afortunado Oskitz, y entonces comenzó el espectáculo. A los tres minutos de la reanudación, tras una gran jugada individual de Markel, Cesc Fábregas aprovechó un rechace en la frontal para colocar el balón en la escuadra. La hasta ese momento imperforable meta argentina, que había aguantado más de 400 minutos sin recibir un gol, se hizo enorme para los nuestros y sólo 5 minutos después fue Jurado quien encontró otro hueco para colar el balón dentro después de una preciosa jugada de Sisi y una buena dejada de cabeza de Xisco. Entre medias ya se habían producido otro par de peligrosos disparos que Ustari desvió con dificultades y la retirada por lesión del capitán argentino Biglia, y un par de minutos después del empate llegó la expulsión de Neri Cardozo tras una escalofriante entrada sobre Raúl Llorente que mandó al lateral atlético a la enfermería con una gravísima lesión de rodilla que le tendría casi 8 meses parado. El partido parecía de cara para los nuestros y las combinaciones entre Jurado y Cesc levantaban la admiración del público presente en el estadio, pero el tercer gol no llegaba. David marró un par de buenas ocasiones e incluso Argentina pudo marcar a la contra antes de que el colegiado sueco decretara el final de los 90 minutos. En el tiempo extra España redobló sus esfuerzos y tuvo numerosas oportunidades pero, a falta de 5 minutos para el final de la prórroga, y en pleno acoso español, Ruz vio su segunda amarilla, dejando a los nuestros con diez. En ese momento, con igualdad numérica y la portería argentina convertida de nuevo en un muro infranqueable, los penaltis parecían inevitables. Pero en el campo había alguien capaz de derribar esa muralla. Ya lo había hecho una vez, y volvió a hacerlo. En el minuto 117, en una esquina de la pantalla de televisión, mientras en el recuadro grande se comentaba la decepción española de la final del 1.500, intuímos a Cesc deshaciéndose de su par en una esquina del área y largando un disparo mortal. La piña de jugadores españoles que se produjo a continuación nos confirmó la primera impresión: golazo, gol de oro, España a la final, pero tuvimos que esparar unos segundos antes de que TVE nos ofreciera un repetición de la acción en falso directo para poder vivir la magia de aquel momento único. España había derrotado al equipo invencible en una épica remontada, y con sus goles (ya eran 4 entre los cuartos y las semis, y 5 en total, lo que le colocaba empatado por la Bota de Oro) Cesc acababa de dar un paso de gigante para ser proclamado también Balón de Oro, Mejor Jugador del torneo. Había llegado a Finlandia sin hacer ruido, pero ya era vox populi: Wenger había fichado una verdadera joya.



2 comentarios:

  1. GRan relato como siempre, hombre aunque era pronto aun ya se intuía la trayectoria de Cesc, que tiene en una de sus mejores virtudes lo bien amueblado que está, tanto para leer el fútbol como para no dejar de trabajar ni progresar ni un solo día. A ver si tenemos suerte y un año de estos se viene a España a jugar.Saludos

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  2. Si te digo la verdad no pensaba que llegaría ni tan lejos ni tan rápido, en aquel momento me pareció que tuvo algo de suerte con los goles y que eso había aumentado su protagonismo de una manera excesiva, ya que la clave me parecía que estaba en lo bien que se compenetraba con Jurado (era una delicia verles tirar paredes y cómo se turnaban para llegar al área, siempre en ventaja y con mucho peligro) y en la superioridad que creaban con Markel en el centro del campo, algo parecido al Barça de Guardiola. Es decir, que era bueno pero que el sistema le hacía destacar mucho más, y que en el fútbol profesional, más intenso físicamente y generalmente sin un acompañamiento como el que le daba Jurado, no sería tan decisivo. Pero está claro que no me hubiera ganado la vida como ojeador, jeje

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