España no atravesaba por su mejor momento en la recién estrenada categoría sub'19. Los nuestros no levantaban el título europeo desde 1995, con una generación en la que destacaban jugadores como Carlitos o Guti, y no se llegaba a una final desde el año 1996. Sí, estaba el tremendo éxito del Mundial sub'20 de Nigeria, pero había llegado precedido de una discreta actuación en el Europeo (sexta posición), y luego se había fallado en la clasificación para el torneo continental de 2000 que daba los billetes para el Mundial de Argentina 2001, lo que nos impidió luchar por revalidar el título. En el último Europeo sub'18, en julio de 2001, se había logrado la tercera posición pero salvo en el último partido en el que se apabulló a Yugoslavia por 6-2 el juego no había sido ni de lejos el que se debía esperar de una selección española. Así que con la introducción de la nueva categoría esperábamos también que se pasara página y que nuestros chavales pudieran demostrar también en juveniles las buenas maneras que casi siempre apuntaban en cadetes.
El momento era el propicio, puesto que suponía la despedida de Iñaki Sáez a las categorías inferiores antes de hacerse cargo de la Selección absoluta, y llegaba cuando todavía teníamos fresco en la memoria el recuerdo de la barrabasada que nos despidió del Mundial 2002 antes de tiempo, por lo que era la primera ocasión que teníamos para reconciliarnos con el fútbol. Además, el Europeo de Noruega 2002 era clasificatorio para el Mundial sub'20 de Emiratos Árabes 2003, un objetivo marcado en rojo por los nuestros para borrar con una buena actuación el mal sabor de boca dejado por la ausencia en Argentina. La generación de 1983, encabezada por Jose Antonio Reyes y Daniel Jarque, se vio reforzada por algunos de los Campeones de Europa sub'16 de 2001, como Miguel Ángel Moyá y sobre todo Andrés Iniesta y Fernando Torres, llamados a marcar diferencias ya desde su primera aparición como juveniles. España compartía grupo con la República Checa, Eslovaquia y la anfitriona Noruega en un torneo corto cuyo formato (vigente desde 1993) no permitía el más mínimo tropiezo para quien quisiera alzarse con el triunfo: sin semifinales, el primero pasaría directamente a la final, y el segundo disputaría el tercer y cuarto puesto. El tercero de grupo al menos conseguiría el pasaje para Emiratos Árabes.
El momento era el propicio, puesto que suponía la despedida de Iñaki Sáez a las categorías inferiores antes de hacerse cargo de la Selección absoluta, y llegaba cuando todavía teníamos fresco en la memoria el recuerdo de la barrabasada que nos despidió del Mundial 2002 antes de tiempo, por lo que era la primera ocasión que teníamos para reconciliarnos con el fútbol. Además, el Europeo de Noruega 2002 era clasificatorio para el Mundial sub'20 de Emiratos Árabes 2003, un objetivo marcado en rojo por los nuestros para borrar con una buena actuación el mal sabor de boca dejado por la ausencia en Argentina. La generación de 1983, encabezada por Jose Antonio Reyes y Daniel Jarque, se vio reforzada por algunos de los Campeones de Europa sub'16 de 2001, como Miguel Ángel Moyá y sobre todo Andrés Iniesta y Fernando Torres, llamados a marcar diferencias ya desde su primera aparición como juveniles. España compartía grupo con la República Checa, Eslovaquia y la anfitriona Noruega en un torneo corto cuyo formato (vigente desde 1993) no permitía el más mínimo tropiezo para quien quisiera alzarse con el triunfo: sin semifinales, el primero pasaría directamente a la final, y el segundo disputaría el tercer y cuarto puesto. El tercero de grupo al menos conseguiría el pasaje para Emiratos Árabes.
Así que era todo o nada desde el primer partido, y ante los checos España salió dispuesta a no dejarse sorprender. Sáez dispuso el 4-2-3-1 con el que tenía pensado actuar en la absoluta y le dio la batuta a Iniesta, flanqueado por varios hombres de mucha calidad: Carmelo, Sergio García, Reyes y Fernando Torres eran los encargados de desarrollar el juego ofensivo diseñado por el albaceteño. Tras un brillante comienzo, Reyes tuvo que ser sustituido al cuarto de hora por Jorge Pina tras sentir unas molestias pero el juego no se resintió demasiado. Sólo había un equipo sobre el campo, el español, y suyas fueron todas las ocasiones, incluyendo sendos cabezazos al larguero de Jarque, pero el dominio no se trasladaba al marcador. Hubo que esperar a que pasado el minuto 60 Iniesta tirara de picardía para transformar una falta mientras el portero checo colocaba una barrera que nadie había solicitado. Tras el gol España siguió mandando y Pina estrelló un nuevo balón en el travesaño, pero el ritmo decayó ligeramente propiciado quizá por las fechas en las que se disputaba el Campeonato (finales de julio), que pillaban a los nuestros en plena pretemporada. Y así, en un despiste defensivo llegó el empate de Sverkos a falta de 10 minutos, gol que fue imposible de levantar. El segundo partido, ante Noruega, fue más tranquilo. Reyes mostró que se encontraba totalmente recuperado y suyas fueron las mejores acciones de un cómodo partido que sirvió para probar a jugadores como Asier Riesgo. A los 24 minutos, Torres regaló el primer gol al sevillano y tras el descanso fue el atlético el que culminó un gran pase de Iniesta. Reyes se encargaría de cerrar la goleada con el tercero a falta de 20 minutos. Con esta victoria se cumplía el primer objetivo, la clasificación para el Mundial sub'20, pero para poder luchar por el título habría que vencer a la sorprendente Eslovaquia, que había vapuleado a Noruega (1-5) y a sus "hermanos" checos (5-2).
Y los nuestros no fallaron, dando una lección de madurez en un complicado encuentro en el que se vieron por detrás en el marcador desde casi el comienzo del mismo, porque a los seis minutos el eslovaco Marek Cech transformaba un libre directo para poner en ventaja a los suyos. Afortunadamente Eslovaquia, que había cortocircuitado a España en un brillante arranque de partido, también se encargó de devolvernos la vida y a los 15 minutos Sergio García aprovechó un mal despeje de un defensa para empatar el partido. Con el gol regresó el aplomo español que parecía haberse quedado olvidado en la caseta, y el resto de la primera parte pasó sin más sobresaltos. Tras el descanso Eslovaquia volvió a plantarse bien sobre el terreno de juego, con la confianza de quien se ve clasificado, pero no podía evitar las cada vez más peligrosas llegadas españolas. Y finalmente el gol acabó llegando: el canario Carmelo, que había sustituido a Reyes, otra vez con molestias físicas, puso un balón medido en la cabeza de Fernando Torres, que batió al meta eslovaco y llevó el júbilo al banquillo español. Con casi media hora por delante Eslovaquia estiró líneas en busca del tanto del empate que les colocaría en la final, pero un inspirado Moyá frustró todas sus oportunidades. Y cuando el partido agonizaba, Fernando Torres se encargó de enterrar las esperanzas eslovacas al culminar magistralmente una contra llevada por Jonan García. Era su tercer gol del campeonato y el jugador del Atlético de Madrid se colocaba ya como máximo artillero del torneo. El rival en la final se conoció al día siguiente y fue la Alemania de Uli Stielike, que lideró su grupo por delante de Irlanda, Inglaterra (que contaba con Jenas, Pennant y Carlton Cole) y Bélgica.
Y los nuestros no fallaron, dando una lección de madurez en un complicado encuentro en el que se vieron por detrás en el marcador desde casi el comienzo del mismo, porque a los seis minutos el eslovaco Marek Cech transformaba un libre directo para poner en ventaja a los suyos. Afortunadamente Eslovaquia, que había cortocircuitado a España en un brillante arranque de partido, también se encargó de devolvernos la vida y a los 15 minutos Sergio García aprovechó un mal despeje de un defensa para empatar el partido. Con el gol regresó el aplomo español que parecía haberse quedado olvidado en la caseta, y el resto de la primera parte pasó sin más sobresaltos. Tras el descanso Eslovaquia volvió a plantarse bien sobre el terreno de juego, con la confianza de quien se ve clasificado, pero no podía evitar las cada vez más peligrosas llegadas españolas. Y finalmente el gol acabó llegando: el canario Carmelo, que había sustituido a Reyes, otra vez con molestias físicas, puso un balón medido en la cabeza de Fernando Torres, que batió al meta eslovaco y llevó el júbilo al banquillo español. Con casi media hora por delante Eslovaquia estiró líneas en busca del tanto del empate que les colocaría en la final, pero un inspirado Moyá frustró todas sus oportunidades. Y cuando el partido agonizaba, Fernando Torres se encargó de enterrar las esperanzas eslovacas al culminar magistralmente una contra llevada por Jonan García. Era su tercer gol del campeonato y el jugador del Atlético de Madrid se colocaba ya como máximo artillero del torneo. El rival en la final se conoció al día siguiente y fue la Alemania de Uli Stielike, que lideró su grupo por delante de Irlanda, Inglaterra (que contaba con Jenas, Pennant y Carlton Cole) y Bélgica.
El del 28 de julio fue un partido duro, lo que se espera de una final. Alemania contaba con hombres de mucha fuerza, como el lateral Moritz Volz o el pivote Piotr Trochowski, y Stielike quizá pecó de conservadurismo al apostar por ese juego más físico en detrimento de hombres como Phillip Lahm o David Odonkor que habían brillado en anteriores encuentros. El caso es que en un primer momento el planteamiento alemán pareció triunfar, pero poco a poco España empezó a tocar al ritmo que marcaba Iniesta, al que esta vez no intentaron cazar tan indiscriminadamente como un año antes en Inglaterra. Reyes cobró mayor protegonismo, monopolizando casi todas las acciones de ataque españolas, y sólo la buena actuación del portero Haas ante las ocasiones del propio Reyes, Iniesta y Sergio García evitó que al descanso se llegara con ventaja para los nuestros. Pero faltaba la aparición de Fernando Torres, y el rojiblanco no faltó a su cita. A los diez minutos de la reanudación, un gran pase de Iniesta le dejó en una situación inmejorable: disparado en velocidad contra la portería rival. Entrando en el área, Torres intentó un recorte ante la proximidad de su defensor pero tropezó en el intento y el balón pareció franco para Haas. Entonces, en el último instante, cuando casi nos lamentábamos de la oportunidad perdida, Fernando metió la puntera ante la pasividad del defensa y el esférico salió de aquel barullo de cuerpos directo a la portería (ver gol). De esa manera Torres continuaba con su bendita tradición de marcar el gol decisivo en las finales europeas e iniciaba otra aún más interesante si cabe: marcar el gol decisivo en las finales europeas contra Alemania. Stielike metió enseguida a sus flechas Lahm y Odonkor, pero aunque faltaba un mundo por delante apenas inquietó la meta de Moyá con algún disparo de Trochowski. Con los germanos volcados España pudo sentenciar, pero faltó calma para dar el último pase. En cualquier caso el trabajo estaba hecho, y España se proclamaba Campeona de Europa sub'19 siete años después, con Fernando Torres nombrado nuevamente Mejor Jugador y Máximo Goleador. Con un nuevo título en categorías inferiores bajo el brazo, Iñaki Sáez empezaba a pensar ya en la absoluta y, viendo sus resultados (y aunque no había pasado ni mes y medio desde el escándalo de Al-Ghandour), ¿cómo no ilusionarnos otra vez con la Selección?
Esta competición si que no la recuerdo absolutamente nada, me gusta sobre todo leer que jugadores formaban parte de cada competición, no sabía que el tándem Iniesta-Torres llevase tantos años juntos,ni siquiera sabía que Carmelo hubiese sido internacional, heste año le he visto bastante en el Sporting y lo cierto es que el tío es bueno, tiene clase.Saludos
ResponderEliminarAquí había muy buenos atacantes, porque Pina tenía muy buen regate, Jonan García era una bala, también estaba Coro aunque no jugó, y de los "consagrados" poco hay que añadir. Lo que mejor funcionó fue la pareja Reyes-Torres, el sevillano estaba en pleno auge y cuando jugó fue el mejor, creo que sin esos problemas físicos se hubiera llevado el premio, pero Torres fue más regular y además metió los goles decisivos.
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