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viernes, 3 de julio de 2009

2003, Mundial sub'20 (III): Iniesta contra el mundo

0-1

No podía desaprovechar España la gran oportunidad que se presentaba tras el sorteo de octavos de final, y es que el encaje de bolillos que suponía el emparejar a los 16 equipos clasificados dio como resultado que las todopoderosas Brasil y Argentina quedaran en la otra parte del cuadro, lo que a priori despejaba el camino español de rivales de entidad al menos hasta semifinales. Aún así, ninguna de las selecciones clasificadas era una perita en dulce y los españoles deberían dar lo mejor de sí mismos para cumplir con los pronósticos. El primer enemigo en el camino a la final fue Paraguay, que se presentaba con un equipo interesante en el que destacaban el punta Nelson Haedo Valdez y el centrocampista ofensivo Edgar Barreto. El choque discurrió por los cauces previstos, con España dominando el balón ante una selección guaraní que se sentía cómoda agazapada. Tras una intervención exitosa de Asier Riesgo a los 3 minutos, pronto Iniesta tomó el mando de las operaciones y suyas fueron las primeras ocasiones de peligro, bien resueltas por el meta Silva. Paraguay apenas era capaz de pasar del medio campo, donde el incansable trabajo de Gabi y Vitolo permitía recuperar un balón tras otro para iniciar un nuevo ataque hispano. Tanto Gavilán como Juanfran entraban con cierta facilidad por sus costados y las ocasiones de gol se iban sucediendo, aunque sin acierto. Sergio García tuvo las mejores, incluyendo un balón que se estrelló en la cruceta y alguna más que desbarató Silva, muy acertado durante todo el encuentro. Y cuando no era el portero era la atareada defensa paraguaya quien se encargaba de taponar los disparos de Juanfran, Gavilán o Gabi. En la reanudación, con Paraguay intentando estirarse, los atacantes españoles siguieron percutiendo sin descanso sobre el área rival, forzando nuevas intervenciones de Silva, hasta que en el minuto 66 llegó el merecido premio. En una bonita jugada colectiva iniciada por Iniesta, Gavilán centró pasado al segundo al palo, Juanfran controló con el pecho y salió disparado hacia la línea de fondo, de donde sacó un pase de la muerte que Sergio García no desaprovechó. Tras el gol Paraguay se fue a por el empate y encerró a España en su campo, aunque sólo creó peligro en balones colgados. Afortunadamente no era el día de sus delanteros, que desperdiciaron alguna clara ocasión para marcar, y ya casi en el descuento Riesgo tuvo que felicitar al central Carlos García, que taponó un disparo de Dante López que ya se colaba. El primer obstáculo se había superado con nota, aunque la falta de gol del equipo empezaba a ser preocupante.


Del resto de partidos de octavos de final habría que destacar los apuros con los que tanto Brasil como Argentina solventaron sus compromisos ante Eslovaquia y Egipto, respectivamente. Las dos potencias sudamericanas tuvieron que esperar a la prórroga para deshacerse de sus rivales, en ambos casos gracias a sendos dobletes (con gol de oro incluído) de Dudú Cearense y Fernando Cavenaghi. También Colombia venció a Irlanda en el tiempo extra en un partido loco que los cafeteros dominaban por 2-0 a falta de 5 minutos para el noventa, mientras que Japón repitió el guión de Brasil al culminar su remontada ante la República de Corea en la prórroga. Además, Estados Unidos superó con claridad a Costa de Marfil, los Emiratos Árabes vencieron a Australia con un gol de Ismail Matar en el minuto 89 y Canadá dio la sorpresa al derrotar por 1-0 a la hasta entonces invicta e imbatida Burkina Faso. Los norteamericanos serían nuestros rivales en cuartos, algo que nos hacía pensar en una cómoda clasificación para semifinales. Nada más lejos de la realidad.



1-2

Y es que la sorprendente selección de Canadá fue un hueso durísimo de roer. Con el once que ya se había convertido en habitual, España salió convencida de su superioridad, quizá incluso confiada, y estuvo a punto de pagarlo caro en unos primeros minutos en los que se vio desbordada por el impetú canadiense. Afortunadamente Riesgo es mostró inexpugnable y poco a poco sus compañeros fueron entrando en el partido, lo que se tradujo en un desarrollo más lógico del encuentro, con España dominando claramente el balón. Así, Sergio García gozó de un par de buenas ocasiones que marró, incluyendo una casi a puerta vacía, y en el minuto 35 Melli sorprendió a propios y extraños con una cabalgada de más de cincuenta metros que ningún defensor canadiense supo parar y que culminó con una gran asistencia a Iniesta que el azulgrana no desaprovechó, lanzándose al suelo y superando con suavidad la desesperada salida del portero, marcando las distancias entre ambos conjuntos. Después del gol España disfrutó de sus mejores minutos pero Sergio García seguía fallón y Gavilán se topó con el poste en la mejor ocasión española para sentenciar antes del descanso. Pero después del intermedio cambiaron las tornas. Canadá presionó un poco más arriba y su mejor hombre, Iain Hume, largó un impresionante chut desde fuera del área que se coló imparable junto al poste derecho de la meta de Riesgo. Un par de minutos después, el propio Hume lanzó una falta que se estrelló en la madera, y a España le empezaron a temblar las piernas. Por si fuera poco, Vitolo vio su segunda amonestación y dejó a los nuestros con diez jugadores, lo que aprovechó Canadá para irse arriba definitivamente. Físicamente superiores, los atacantes norteamericanos entraban una y otra vez con peligro, rompiendo la defensa española, y sólo cierta inocencia en el remate y una pizca de suerte evitaron el segundo tanto. Por fortuna, el acoso duró unos pocos minutos, ya que los cambios introducidos por Ufarte dieron sus frutos y tanto Corominas como Manu Del Moral aportaron más control de balón y ayudaron a calmar el choque. El tercer cambio, Arizmendi por Sergio García, fue todavía más vital. España buscaba la prórroga y la entrada del rojiblanco era clave para aportar más capacidad física y ofrecer otra opción de ataque, balón en largo y aguante para la segunda jugada. Pero Arizmendi era más que un delantero boya y no tardó en demostrarlo. En su segunda intervención, ya en el tiempo extra, el espigado jugador del Atlético se hizo con un balón suelto tras una sucesión de rechaces y, tras quebrar con calidad al guardameta, anotó a puerta vacía el gol de oro que metía a España en semifinales.


El rival en las semifinales sería Colombia, que, como se esperaba, había derrotado a los anfitriones aunque con más dificultades de las previstas. Curiosamente, los semifinalistas serían los mismos que en el Mundial sub'17 de Finlandia del mes de agosto, ya que además de España y Colombia, también habían logrado el pase Brasil y Argentina. La canarinha, probablemente en su mejor partido del torneo, había aplastado a Japón por 5-1 gracias a un arranque espectacular de Daniel Carvalho, sin duda una de las estrellas del Campeonato. Por su parte, Argentina parecía ir de más a menos y volvió a clasificarse por los pelos, con un nuevo gol de oro de Fernando Cavenaghi, en un partido en el que Estados Unidos fue claro merecedor de la victoria. Tras adelantarse en el marcador en la segunda parte, los norteamericanos dispusieron de numerosas ocasiones para apuntalar su pase a semifinales pero Jhonson y Adu fallaron y fue Mascherano quien acabó logrando el empate en el último minuto de descuento. Con los argentinos crecidos y los estadounidenses moralmente destrozados, un claro penalti transformado por Cavenaghi justo antes del descanso de la prórroga mandó a casa a una de las sensaciones del torneo.



1-0

Pocas veces en la historia de las selecciones inferiores de España un jugador habrá sido tan determinante en el éxito de un combinado como lo fue Iniesta en este Mundial sub'20. Siempre ha habido jugadores destacados, brillantes, que han liderado a su grupo, pero casi todos los nombres que nos vengan a la cabeza (Xavi, Torres, Cesc Fábregas...) no dejaban de ser la punta de lanza de un equipo lleno de grandes futbolistas. Y no es por desmerecer a los Gabi, Juanfran, Riesgo o Sergio García, pero si hoy todos ellos pueden presumir de lo logrado en el 2003 en Emiratos Árabes es sin duda gracias a que junto a ellos jugaba Andrés Iniesta. La semifinal frente a Colombia fue una nueva exhibición del centrocampista del Barça, rápido en sus movimientos, preciso en el toque y tremendamente peligroso cada vez que el balón rondaba su posición. De él partieron todas y cada una de las acciones de peligro de la selección en el partido, que tuvo una primera parte francamente vistosa, con los dos equipos volcados al ataque. El bando español contaba con las novedades de Tello por el sancionado Vitolo y la más sorprendente de Jorge Pina por un Gavilán que había acabado con pequeñas molestias el partido de cuartos. Los dos cumplieron y el equipo no echó de menos a los ausentes, gracias en buena medida a la labor de Iniesta: no habían discurrido ni cinco minutos y ya había creado un par de ocasiones de gol que el meta colombiano Landázuri acabó por resolver. Aunque Colombia llevaba el peso del partido, las contras españolas llevaban mucho peligro y propiciaban las mejores ocasiones, aunque Sergio García seguía negado de cara al gol. Riesgo no tuvo que intervenir hasta casi la media hora, pero desde ese momento cada vez que lo hizo fue para salvar milagrosamente varios disparos colombianos, principalmente de un Edixon Perea que se aprovechaba como nadie de las buenas maniobras de su compañero Víctor Montaño. Aún así, en esa primera parte fue España quien dispuso de más y mejores oportunidades, pero Juanfran parecía contagiado por el mismo mal que Sergio García y Landázuri abortó varios disparos más de los atacantes españoles. La segunda parte se inició por los mismos derroteros, con oportunidades constantes para ambos equipos, pero a partir del minuto 55 España desapareció literalmente del campo colombiano y fueron los sudamericanos los que martillearon sin descanso el área española. Si en la primera parte Landázuri había evitado un saco de goles para su equipo, en la segunda Riesgo imitó a su colega y colocó un candado en su puerta, haciéndola infranqueable para los cada vez más desesperados atacantes de Colombia, que se veían incapaces de batir al arquero donostiarra. Ufarte quiso introducir nuevos bríos al equipo con la entrada de Gavilán y de Arizmendi pero el gol colombiano parecía sólo cuestión de tiempo. Sin embargo, a menos de cinco minutos para el final, cuando peor lo pasaba España, Iniesta apareció gambeteando en las inmediaciones del área y su pase a Sergio García rebotó en la mano de un defensor. Asumiendo sin complejos su rol de líder y salvador, el propio Iniesta transformó con frialdad el discutido penalti que colocaba a España en su tercera final de un Mundial sub'20. Al final del partido Colombia se lamentaba por la oportunidad perdida: sus jugadores habían sido mejores que España, pero en España jugaba sencillamente el mejor.


En la otra semifinal, Brasil superó a Argentina en un equilibrado partido gracias a un solitario gol de Dudú Cearense que la albiceleste no pudo remontar. La fortuna que había acompañado a los argentinos en las rondas precedentes para vencer en los últimos minutos no apareció y la canarinha certificó el pase a su primera final de un sub'20 en 8 años, todo un mundo para aquel país. Se reeditaría así la cercana final del Mundial sub'17 de Finlandia y también la más lejana del Mundial sub'20 de la URSS en 1985. En ambas ocasiones Brasil se había alzado con el título, y esta vez esperábamos que por fin la suerte nos sonriera.

lunes, 29 de junio de 2009

2003, Mundial sub'20 (II): Duelos en el desierto

2-1

El Argentina-España de la primera jornada era el encuentro más esperado por todos los aficionados, el duelo entre los dos últimos campeones, y desde luego cumplió con las expectativas. Ufarte no sorprendió y salió con el esquema previsible y que se convertiría en habitual durante todo el torneo, un 4-5-1 en el que destacaba la fuerza del doble pivote Gabi - Vitolo y que dejaba prácticamente todas las labores ofensivas en los pies de la pareja blaugrana Iniesta - Sergio García, con los apoyos por banda de Gavilán y Corominas, aunque en este primer partido ambos se mostraron cautelosos en sus incorporaciones. En la línea defensiva destacaba la presencia en el lateral derecho del benjamín Alexis Ruano, que venía deslumbrando en las concentraciones previas y que parecía estar llamado a ser una de las sensaciones del campeonato. El malaguista era además el único defensor con vocación ofensiva de una línea que completaban Carlos Peña en la izquierda y la férrea pareja de centrales Melli - Carlos García. Quizá la única nota de sorpresa era la presencia del donostiarra Asier Riesgo en la portería en detrimento de Miguel Ángel Moyá, que venía siendo el portero titular de esta generación en anteriores campeonatos, pero desde luego la labor de Asier fue espectacular y en ningún momento se echó en falta al mallorquín. El choque arrancó con mucho ritmo aunque sin llegadas peligrosas, con mucha lucha en un centro del campo en el que por el bando argentino peleaban dos auténticos perros de presa como Javier Mascherano y Pablo Zabaleta. Sin embargo, España parecía mejor plantada que una Argentina que se dedicaba a jugar al pelotazo buscando más la segunda jugada que a su punta Cavenaghi. Tras los primeros acercamientos a ambas porterías, España obtuvo su merecido premio cuando en el minuto 25 Gabi lanzó un potente disparo desde fuera del área cuya parábola sorprendió a un ligeramente adelantado Gustavo Eberto. Un auténtico golazo que refrendaba la gran labor del centrocampista atlético en los primeros minuts de juego y que dejó tocado al cuadro albiceleste. Iniesta empezó a aparecer y sus combinaciones con Sergio García dejaban las pocas gotas de calidad de un partido duro y muy serio. El albaceteño tuvo en sus botas el segundo justo antes del descanso cuando se plantó ante Eberto tras una buena jugada individual, pero el arquero argentino le ganó la partida y salvó a su equipo. Esa jugada y el paso por los vestuarios fue clave para la albiceleste porque en el segundo tiempo salió con otra cara, buscando el empate desde el primer minuto, y no tardó en equilibrar el marcador gracias a un testarazo de Leandro Fernández. El gol sacudió completamente el partido y los dos equipos se lanzaron a por la victoria, aunque las imprecisiones en los últimos metros (y alguna que otra polémica decisión del colegiado mexicano Benito Archundia) arruinaban casi todos los acercamientos hispanos. Y cuando por fin se podía finalizar la jugada, aparecía un espléndido Eberto que salvó sendas ocasiones de Sergio García e Iniesta. Argentina esperaba su oportunidad y la encontró a falta de quince minutos, cuando nuevamente Leandro Fernández remató una jugada calcada a la del empate, subiendo el segundo gol al casillero sudamericano. De ahí al final España lo intentó pero el cansancio y el tremendo oficio de la aliceleste acabaron con cualquier opción. La derrota, quizá inmerecida, dejaba a España tocada de ánimo pero con buenas sensaciones sobre el potencial del equipo.


0-2

Después de la derrota en el debut, el partido contra Mali (que en la primera jornada había ganado a Uzbekistán por 3-2, con un gol en el descuento) era tremendamente importante pues de él dependían buena parte de las opciones de pasar a octavos de final. Los dos primeros de cada grupo se clasificaban directamente, junto con los 4 mejores terceros, y el objetivo español era alcanzar una de esas dos primeras posiciones para no tener que hacer cábalas. Ufarte se vio obligado a hacer cambios en el once, ya que Alexis tenía el tobillo fuertemente inflamado por un golpe recibido en el primer partido. En su lugar saldría el céltico Iago Bouzón, un central reconvertido que aportaba todavía más consistencia a la zaga pero con el que se perdía poderío ofensivo. Quizá por ese motivo, Ufarte introdujo por esa banda derecha al madridista Juanfran, más rápido y habilidoso que un Corominas que necesitaba más de la ayuda del lateral para desbordar a su par. El partido fue tremendamente duro, con un rival que no se cortaba a la hora de meter la pierna, pero la superioridad técnica de los españoles fue clave. Como ocurriera cuatro años antes, en las semifinales del Mundial de Nigeria, desde el comienzo España salió decidida a matar el choque por la vía rápida y así, tras un primer cuarto de hora en el que se sucedieron no menos de 4 claras ocasiones (incluyendo un remate al larguero de Sergio García), Juanfran aprovechó un gran centro de Gavilán para, de cabeza, colocar suavemente el balón lejos del alcance del meta africano. Inesperadamente, tras el gol el partido se apagó y los minutos fueron pasando sin más sobresaltos que los proporcionados por las duras entradas de los jugadores de Mali. Tras el descanso el panorama no cambió, con España manejando el balón y viendo como Sergio García desaprovechaba uno tras otro los geniales pases de Andrés Iniesta. Mali apenas inquietó con un par de remates que Riesgo salvó con aplomo, hasta que en el minuto 75 el recién incorporado Jorge Pina fue derribado en el área africana. Sergio García acertó con el lanzamiento, aunque tuvo que repetir por la entrada de varios compañeros en el área antes del golpeo. El segundo intento fue por el mismo sitio y aunque el meta malí adivinó la trayectoria no pudo evitar que, esta vez sí, el gol subiera al marcador. El partido estaba visto para sentencia y tan sólo quedaba jugar a adivinar qué jugador de Mali sería el primero en ser expulsado. Este dudoso honor recayó en Moussa Bagayoko, que en el minuto 79 dejó a los suyos en inferioridad numérica, el único aspecto en el que todavía no estaban siendo superados por España.




1-0

España saltó al campo del estadio de Sharjah sabiendo que el empate ante Uzbekistán le servía para pasar a octavos como segunda de grupo, después de que en el partido previo Argentina derrotara a Mali por 3-1. Pero Ufarte no quería relajación y optó por sacar de inicio al mismo once que tan bien había jugado contra los africanos, ya que se enfrentaba a un equipo semidesconocido y virtualmente eliminado pero que hasta ese momento sólo había perdido sus partidos en el tiempo de prolongación. Y el comienzo no fue sencillo, ya que los primeros acercamientos con peligro fueron de Uzbekistán, pero en cuanto apareció Iniesta el panorama se aclaró. En el minuto 15, el albaceteño recibió el balón en el círculo central, se fue por velocidad de su par, encaró al central en la frontal y, tras quebrarle, lanzó con el interior de su pie derecho un balón a media altura que se coló pegado al palo izquierdo de la meta uzbeka. Un auténtico golazo que servía para encarrilar el partido y para certificar la tremenda calidad que atesoraba el centrocampista azulgrana, sin duda uno de los jugadores más destacados de toda la primera fase y el principal referente de la selección. Después de unos minutos en los que España pudo ampliar diferencias, ocurrió algo parecido al día de Mali: viéndose superior, el equipo se limitó a dejar correr el tiempo, aunque esta vez con la excusa de saberse ya clasificados, y sólo las incansables carreras de un Sergio García demasiado aislado rompían la monotonía del encuentro. La segunda parte siguió por el mismo camino, con España prácticamente renunciando al ataque aunque llegando casi por inercia. En una de las pocas jugadas brillantes de la noche, nuevamente Iniesta estuvo a punto de marcar, pero su vaselina salió ligeramente elevada. Luego Uzbekistán nos metió el miedo en el cuerpo con un par de ocasiones que Riesgo solventó sin complicarse, a lo que Iniesta respondió con un lanzamiento de falta que volvió a salir lamiendo el poste. Poco después Ufarte decidió dar descanso al de Fuentealbilla y con él se fue el juego de España, que estuvo a punto de ver como Uzbekistán lograba el empate con un trallazo en el descuento que salió desviado por poco. Pero estaba visto que esos minutos no eran favorables a los asiáticos y España concluyó la primera fase con el objetivo cumplido y la sensación de que el equipo tenía posibilidades de seguir avanzando pero sólo si estaba dispuesto a dar siempre el 100%. A eso y a dejarse guiar por Iniesta, evidentemente.






La primera fase acabó con una nueva decepción para alemanes e ingleses, que se volvían a casa superados por rivales teóricamente inferiores como Egipto o Corea del Sur. En octavos se colaron equipos sin demasiada tradición como Australia, Burkina Faso, Canadá o los anfitriones Emiratos Árabes Unidos. Por lo visto hasta el momento, al grupo de favoritos había que unir a Colombia, una de las selecciones que mejor juego habían desplegado, a Eslovaquia o incluso a Estados Unidos, que también habían tenido momentos de buen fútbol. Al contrario que Argentina, que había pasado con pleno de victorias y dando sensación de ser un equipo hecho y muy compensado, otro eterno candidato al título, Brasil, parecía que todavía no le había cogido el ritmo al torneo (sólo 4 puntos merced a una victoria frente a Canadá y un empate con la República Checa, además de una histórica derrota frente a Australia). En octavos también estarían la constante Irlanda, la alegre Japón, la potente Costa de Marfil o la rocosa Paraguay, a la postre nuestro rival en octavos. En cuanto a los nombres destacados, Iniesta ocupaba un lugar preeminente en todas las listas, pero también habían brillado Eddie Jhonson y Bobby Convey (EE.UU.), Daniel Carvalho y Dani Alves (Brasil), Nelson Valdez (Paraguay), Víctor Montaño y Edixon Perea (Colombia), Arouna Koné (Costa de Marfil), Ismail Matar (E.A.U.) o Marek Cech (Eslovaquia).

jueves, 18 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (III): Cesc, de Oro

La primera fase del torneo había concluido sin demasiados sobresaltos. En el grupo A, Colombia había demostrado una buena y progresiva adaptación al césped artificial del Estadio Töölö que culminó con la goleada del Campeonato, un 9-1 al conjunto anfitrión que colocaba a los "cafeteros" en el grupo de favoritos al título. Su rival en cuartos de final sería Costa Rica, que había protagonizado la única sorpresa del campeonato al acabar en la segunda plaza del grupo B, dejando fuera a la Nigeria de John Obi Mikel de una manera pocas veces vista: por sorteo. Y es que centroamericanos y africanos acabaron esta primera fase empatados absolutamente a todo y tuvo que ser el azar quien determinara el equipo clasificado para cuartos. En ese grupo, la superioridad de Argentina había sido manifiesta, puesto que además de ser el único equipo del torneo que sumó los 9 puntos de la fase de grupos era también el único que concluyó esta fase sin recibir un solo gol. Con futbolistas como Óscar Ustari, Ezequiel Garay, Fernando Gago, Lucas Biglia o Neri Cardozo, la albiceleste parecía la más firme candidata al título. El primer obstáculo sería México, segunda clasificada del grupo A, que no parecía rival para la engrasada máquina de Hugo Tocalli.

Por la otra parte del cuadro, Brasil había pasado con suficiencia como primer clasificado del grupo C y se enfrentaría a Estados Unidos. Los brasileños habían tenido un dubitativo comienzo (1-1 frente a Camerún) pero luego se desataron y guiados por Ederson y Evandro golearon a Portugal y Yemen para reafirmar su condición de favoritos. Con Brasil virtualmente clasificado antes de la última jornada, el rival de España en los cuartos de final saldría del electrizante duelo entre portugueses y cameruneses. Portugal había dejado muchas dudas en sus primeros partidos, saldados con una apurada victoria ante Yemen (4-3, remontando un 0-2 al descanso) y una sonrojante goleada ante Brasil (0-5), mientras que los africanos también habían dado una de cal y otra de arena al empatar a un tanto sus partidos contra Brasil y Yemen. Las dudas sobre quién pasaría parecieron quedar resueltas en los primeros cuarenta y cinco minutos, a cuya conclusión se llegó con un incontestable 4-0 para Portugal gracias a la gran actuación de Bruno Gama, Vierinha y Manuel Curto, autor de 3 goles. Pero tras el quinto tanto luso, en el minuto 52, se inició uno de los capítulos más apasionantes de la historia de los campeonatos mundiales: bajo la batuta de Alexandre Song, Camerún se lanzó al ataque y golpe a golpe fue reduciendo distancias hasta firmar el empate en el descuento. Pero el quinto gol llegó ya demasiado tarde, sin tiempo para buscar el que hubiera supuesto su más que milagrosa clasificación, y los africanos acabaron derrumbándose abatidos sobre el césped mientras los jugadores portugueses, todavía con el miedo en el cuerpo, intentaban animar a sus rivales. Así pues, Portugal sería nuestro rival en cuartos, y el diametralmente opuesto momento de forma que parecían mostrar ambas selecciones nos daba confianza para pensar que el pase a semifinales era factible.




5-2

El 24 de agosto de 2003 pasó a la historia de nuestro deporte como el día en que un piloto español logró la primera victoria en la Fórmula 1 (Fernando Alonso en el Gran Premio de Hungría), y puede que también porque vio el debut oficial de David Beckham con la camiseta del Real Madrid (en la ida de la Supercopa ante el Mallorca). Entre ambos acontecimientos, TVE decidió que no había mejor forma de pasar la tarde del domingo que viendo la segunda jornada de los Mundiales de Atletismo de París, privándonos de presenciar en directo otro de los acontecimientos que deberían aparecer en las reseñas de aquel día: el partido en el que Cesc Fábregas puso su nombre en boca de todos los aficionados al fútbol. Porque se podría decir que ese fue el día en el que vimos que aquel chico estaba realmente capacitado para hacer grandes cosas, aunque la confirmación la tendríamos sólo tres días después. Con ganas de revancha por la derrota en la final del Europeo, España saltó al terreno de juego del Ratina Stadium de Tampere con el mismo once que había derrotado de manera convincente a Estados Unidos, salvo la presencia de Oskitz por el sancionado Silva. Así, Mandaluniz se mantenía en la portería y Xisco ocupaba el puesto de David como ariete. En Portugal, que también optaba por el 4-5-1, destacaba la presencia en la media de la tripleta Vierinha-Bruno Gama-Manuel Fernandes, por lo que se preveía una bonita lucha en un superpoblado centro del campo. El partido se presentaba apasionante y no tardó en responder a las expectativas. Portugal golpeó primero con un gol de Manuel Curto, que se colocaba con 5 goles como máximo artillero del torneo, pero España respondió mandando en la posesión y explotando la verticalidad y el regate de Sisi, a un gran nivel durante todo el torneo pero sencillamente imparable en aquel partido. Fruto de su enésima incursión por la derecha fue una falta que lanzó Jurado y que Sergio Sánchez empalmó a la red, firmando el empate poco antes de la media hora. El dominio español era total y Portugal daba muestras continuas de su endeblez defensiva, aunque el segundo gol no llegó hasta el filo del descanso, cuando Cesc cabeceó con precisión un medido centro de Sisi. España se iba al vestuario con el marcador de cara pero con ganas de seguir marcando diferencias, y a los 5 minutos de la reanudación Xisco aprovechó un magistral pase entre líneas de Cesc para firmar el tercero. El partido enloqueció por el afán portugués de recortar distancias y después de un buen par de oportunidades de Xisco y Jurado, una nueva combinación entre Cesc y Xisco dejó al primero al borde del área pequeña para batir cómodamente al meta luso. La exhibición de toque estaba siendo brutal, pero Portugal no se rendía y Vierinha hizo un auténtico golazo de falta para poner el 4-2. Apenas quedaban un par de minutos y el partido no se nos podía escapar pese a los últimos esfuerzos lusos por recortar distancias, y de hecho lo que llegó fue la puntilla cuando, ya en el descuento, Jurado transformó con frialdad un penalti cometido sobre Xisco. España había derrotado claramente a los campeones de Europa, tomándose una dulce revancha de la final de Viseu, y con su exhibición de fútbol dejaba claro que se metía en semifinales por méritos propios y con muchas papeletas para hacerse con el Campeonato.

Crónica de FIFA.com


La selección española completaba el cuadro final del torneo en el que estarían nada menos que las tres selecciones sudamericanas. Y es que, como se preveía, Colombia se había deshecho de Costa Rica por 2-0 sin forzar demasiado la máquina, como Brasil, que había pasado por encima de una timorata selección estadounidense (3-0), que pareció hipnotizada por las camisetas verdeamarelhas que tenía enfrente y apenas inquietó la meta carioca, por lo que la primera aventura internacional de Freddy Adu llegaba a su fin. Ahora España se las vería con el coco del torneo, Argentina, que tampoco había necesitado realizar su mejor partido para imponerse con comodidad a México por 2-0. El hasta el momento infranqueable muro albiceleste era el nuevo reto que tenían unos chicos que parecían crecerse por momentos.



2-3

Si en cuartos Cesc había sido un jugador clave en la victoria ante Portugal, en semifinales fue sencillamente decisivo, y con su brillante actuación sin duda convenció a la mayoría de periodistas presentes en el Campeonato: el chico era de oro. Y ante él nos rendimos también los aficionados que intentamos ver el partido, nuevamente maltratado por TVE al simultanearlo en La2 con los Mundiales de Atletismo, lo que nos hizo perdernos buena parte del encuentro. Ante la imbatible Argentina, y con Brasil esperando en la final tras su cómoda victoria ante Colombia por 2-0, Santisteban repitió alineación basándose en la máxima que deberían seguir todos los entrenadores: si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Pero lo cierto es que la albiceleste empezó el partido dispuesta a marcar territorio, a demostrar que estaban en Finlandia para ganar el Campeonato, y su arrollador comienzo obtuvo el premio del gol a los 3 minutos, en una polémica jugada en la que Lucas Biglia remachó a la red un balón que el central Ezequiel Garay devolvió al corazón del área después de que aparentemente ya hubiera traspasado la línea de fondo, tras un cerradísimo saque de esquina. Las protestas hispanas no surtieron efecto y el tanto subió al electrónico del Töölö Stadium. A los nuestros, algo nerviosos y quizá descentrados por el polémico gol, les costó unos minutos adaptarse al terreno sintético, pero en cuanto se juntaron a tocar Cesc, Jurado y Xisco el dominio pasó a ser español. En apenas diez minutos se crearon no menos de 3 clarísimas ocasiones que nuestros jugadores desperdiciaron sin llegar a poner a prueba a Óscar Ustari. Sin embargo, cuando mejor pintaba el partido llegó el segundo gol argentino. En un nuevo córner, Garay hizo valer su poderío aéreo para marcar de un espléndido cabezazo. Aunque el gol descolocó otra vez a los nuestros, Argentina se sentía cómoda y tampoco quiso apretar más el acelerador, por lo que se llegó al descanso con ese difícil marcador. Santisteban decidió meter toda la artillería dando entrada a David por el poco afortunado Oskitz, y entonces comenzó el espectáculo. A los tres minutos de la reanudación, tras una gran jugada individual de Markel, Cesc Fábregas aprovechó un rechace en la frontal para colocar el balón en la escuadra. La hasta ese momento imperforable meta argentina, que había aguantado más de 400 minutos sin recibir un gol, se hizo enorme para los nuestros y sólo 5 minutos después fue Jurado quien encontró otro hueco para colar el balón dentro después de una preciosa jugada de Sisi y una buena dejada de cabeza de Xisco. Entre medias ya se habían producido otro par de peligrosos disparos que Ustari desvió con dificultades y la retirada por lesión del capitán argentino Biglia, y un par de minutos después del empate llegó la expulsión de Neri Cardozo tras una escalofriante entrada sobre Raúl Llorente que mandó al lateral atlético a la enfermería con una gravísima lesión de rodilla que le tendría casi 8 meses parado. El partido parecía de cara para los nuestros y las combinaciones entre Jurado y Cesc levantaban la admiración del público presente en el estadio, pero el tercer gol no llegaba. David marró un par de buenas ocasiones e incluso Argentina pudo marcar a la contra antes de que el colegiado sueco decretara el final de los 90 minutos. En el tiempo extra España redobló sus esfuerzos y tuvo numerosas oportunidades pero, a falta de 5 minutos para el final de la prórroga, y en pleno acoso español, Ruz vio su segunda amarilla, dejando a los nuestros con diez. En ese momento, con igualdad numérica y la portería argentina convertida de nuevo en un muro infranqueable, los penaltis parecían inevitables. Pero en el campo había alguien capaz de derribar esa muralla. Ya lo había hecho una vez, y volvió a hacerlo. En el minuto 117, en una esquina de la pantalla de televisión, mientras en el recuadro grande se comentaba la decepción española de la final del 1.500, intuímos a Cesc deshaciéndose de su par en una esquina del área y largando un disparo mortal. La piña de jugadores españoles que se produjo a continuación nos confirmó la primera impresión: golazo, gol de oro, España a la final, pero tuvimos que esparar unos segundos antes de que TVE nos ofreciera un repetición de la acción en falso directo para poder vivir la magia de aquel momento único. España había derrotado al equipo invencible en una épica remontada, y con sus goles (ya eran 4 entre los cuartos y las semis, y 5 en total, lo que le colocaba empatado por la Bota de Oro) Cesc acababa de dar un paso de gigante para ser proclamado también Balón de Oro, Mejor Jugador del torneo. Había llegado a Finlandia sin hacer ruido, pero ya era vox populi: Wenger había fichado una verdadera joya.