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miércoles, 2 de septiembre de 2009

2007, Mundial sub'17 (y IV): Sobre fútbol e hipótesis

0-0
(0-3)

Decíamos en la anterior entrada que con la expulsión de Bojan en las semifinales se esfumaban muchas de las opciones de España de alzarse por fin con un Mundial sub'17, y hoy conviene rectificar en parte tal afirmación. Porque si el fútbol nos apasiona tanto es en buena medida por su interminable capacidad para romper teorías, estadísticas e hipótesis varias, lo que hace poco recomendable afirmar categóricamente algo como que con Bojan el resultado hubiera sido distinto. Y hay que rectificar también porque no hacerlo sería desmerecer el esfuerzo de un equipo que hizo todo lo necesario para ganar sin él, y que si no logró alzar ese título maldito que no quiere lucir en las vitrinas de la Federación no fue por la ausencia de su principal artillero, sino por un cúmulo de detalles que tendemos a englobar en eso que llamamos fortuna y que aquel 9 de septiembre no quiso sonreir a la imberbe tropa de Santisteban. Pero a pesar de todo es inevitable pensar que con el barcelonista sobre el césped de Seúl al menos el partido hubiera sido diferente. Sin duda. De entrada su ausencia trastocó el habitual dibujo del técnico sevillano, que apostó por un 4-2-3-1 en el que Fran Mérida retrasaba su posición para acompañar a Camacho en el doble pivote, en detrimento del habitual Ximo, con la clara intención de dominar el juego desde atrás para superar al potente centro del campo africano y surtir de balones a una línea formada por Iago Falqué, Isma López y Lucas Porcar en constante intercambio de posiciones, y dejando a Dani Aquino como única referencia en punta. Ya que no se podía contar con la genialidad de Bojan, capaz de cambiar el rumbo de un partido en una acción aislada, el objetivo era tener más el balón y aprovechar las llegadas desde segunda línea, quitarse complejos y tratar de tú a tú a una selección nigeriana que se presentaba como favorita y que tenía una de sus mejores armas en la conexión entre el cerebro Ibrahim Rabiu y el delantero Macauley Chrisantus, máximo goleador del torneo con 7 tantos. El planteamiento surtió efecto y en ningún momento España dio sensación de sentirse vencida de antemano, como preveían muchos analistas que sin duda no contaban con la extraordinaria labor de mentalización de Santisteban. El partido era tenso y ambos equipos buscaban la portería contraria, respondiendo a cada llegada del rival con otra tanto o más peligrosa, primero con disparos lejanos y después con sendos remates desde dentro del área que bien pudieron haber inaugurado el marcador, pero el extremo Rafeal mandó fuera la mejor oportunidad nigeriana y luego el balón de Sergio Rodríguez se topó con un defensor cuando ya casi rozaba la invisible frontera del gol.

La segunda parte arrancó con una ocasión española en la que Aquino estuvo a punto de cazar un envenenado servicio de Isma López, y quizá esa acción sirvió par definir los papeles de este segundo periodo ya que España se hizo con los mandos del partido y Nigeria se limitó a contener los ataques hispanos y buscar alguna acción aislada que le pusiera en ventaja. España tocaba bien pero se echaba en falta algo más de chispa en ataque, una pizca de decisión a la hora de buscar la puerta rival, lo que se traducía en pocas llegadas al área de un rival acomodado que daba la sensación de estar dominando la final aunque el balón estuviera en los pies de los españoles. Bajo ese estéril dominio hispano, ambos equipos establecieron el mismo diálogo del primer tiempo y respondían a los acercamientos del contrario con otro de similar peligro, en este caso bien solventados por los dos guardametas, aunque en honor a la verdad apenas hubo intercambio de golpes hasta casi el descuento. Llegados a ese punto el choque enloqueció y en apenas tres minutos vimos más ocasiones que en los cuarenta y cinco anteriores. Primero Aquino lanzó una volea que Ajiboye detuvo con apuros, luego De Gea se lució a disparo de Sheriff Isa, y finalmente Ajiboye estuvo a punto de tragarse un lejanísimo centro de Fran Mérida, aunque el colegiado nipón le echó una mano y anuló la acción por una supuesta falta de un delantero español cuando empezábamos a discutir sobre si el portero nigeriano había acabado con el balón dentro de su meta.

Se llegaba así a una prórroga en la que España acusó el esfuerzo acumulado en los partidos de cuartos y semifinales, disputados también sobre 120 minutos, pero en la que Nigeria no demostró estar mucho más fresca y se mostró algo escasa de ambición ante un rival sin ideas y físicamente fundido. Pero no fue precisamente ambición lo que le faltó al capitán africano, Kingsley Udoh, cuando justo antes del final de la primera parte del tiempo extra lanzó un impresionante disparo desde su propio campo que se estrelló en el larguero de un desconcertado De Gea. Pero el partido se había desarrollado a base de jugadas casi simétricas y al borde del pitido final fue Iago Falqué quien se topó con el travesaño en un bonito disparo que buscaba la escuadra. Era la hora de los penaltis, y aquí concluyó esa fórmula de réplica y contrarréplica que había marcado el encuentro, porque Nigeria alcanzó la gloria por la vía rápida, en sólo tres turnos de lanzamiento. Mientras que De Gea no pudo atajar ninguno de los tres tiros africanos, Illarra lanzó fuera el primer penalti español y luego Fran Mérida y Falqué se encontraron con las manos de un Ajiboye que luego confesaría ser novato en estas lides pero que se comportó como un auténtico experto, adivinando las intenciones de los lanzadores hispanos y convirtiéndose en el héroe de una selección que lograba así su tercer entorchado de la categoría, igualando a Brasil en el número de títulos y dejando a España con la triste estadística de tres finales disputadas y ninguna victoria. Pero si el fútbol nos apasiona tanto es en buena medida por su interminable capacidad para romper teorías, hipótesis y estadísticas varias, y tarde o temprano este esquivo título acabará llegando. En 1999 se logró en Nigeria el Mundial sub'20. Diez años después, se celebra allí el Mundial sub'17. Sería una bonita manera de cerrar el círculo.


Ficha del partido:
Final del Campeonato del Mundo sub'17 de 2007, disputada en el World Cup Stadium (Seúl). 36125 espectadores
ESPAÑA 0 (0): De Gea (GK); Nacho (-67, Alex), Sergio Rodríguez, Rochela, Morgado (-106, Illarra); Camacho (C), Fran Mérida, Iago Falqué, Lucas Porcar (-80, David González), Isma López; Dani Aquino
NIGERIA 0 (3): Ajiboye (GK); Mustapha Ibrahim, Udoh (C), Joshua, Edile; Osanga (-72, Akinsola), Alfa (-95, Abdulkarim), Rabiu Ibrahim, Rafeal (-46, Isa); Osen, Chrisantus
Goles:
Tanda de Penaltis: 0-1 Edile (NIG, gol), 0-1 Illarra (ESP, falla); 0-2 Joshua (NIG, gol), 0-2 Fran Mérida (ESP, para Ajiboye); 0-3 Oseni (NIG, gol), 0-3 Iago Falqué (ESP, para Ajiboye)
Árbitro: Yuichi Nishimura (JPN)
Tarjetas: Rafeal (NIG, min. 43), Lucas Porcar (ESP, min. 61), Abdulkarim (NIG, min. 118), Fran Mérida (ESP, min. 120)

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Tarde o temprano este título acabará llegando, aunque no sea de la mano del hombre que más ha luchado para conseguirlo, Juan Santisteban. El sevillano perdió las tres finales disputadas (1991, 2003 y 2007) y su etapa en las categorías inferiores de la selección acabó en 2008, por lo que no será él quién dirija al equipo que logre acabar con la maldición. En Corea fue fiel a su estilo de toque y presentó un equipo compacto y con mucha técnica que fue un más que digno finalista. De Gea confirmó en la cita mundialista lo apuntado en el Europeo y brilló en todas sus intervenciones, dando seguridad a una defensa en la que Rochela destacó por encima del resto. El deportivista fue el líder de una zaga en la que hubo muchas variaciones por diferentes motivos y de la que podríamos destacar también al lateral alavesista Morgado por su trabajo defensivo. En el centro del campo Camacho demostró mucho oficio y estar preparado ya para dar el salto al fútbol profesional. Ximo Forner estuvo algo desdibujado y acabó perdiendo su puesto en el once, pero dejó muestras de su potencial, como Lucas Porcar, que tampoco llegó en su mejor momento. De entre los hombres de banda destacó sobre todo Isma López, muy incisivo en sus acciones y más regular que Iago Falqué, aunque la clase del barcelonista era innegable y cuando aparecía siempre daba sensación de peligro, al igual que Fran Mérida, que demostró saber desenvolverse igual de bien en la mediapunta que en el mediocentro, aunque ahí se notara un poco más su escasa disciplina defensiva. Jordi Pablo funcionó bien como revulsivo hasta su lesión en cuartos de final, mientras que Dani Aquino cumplió siempre, peleando cada balón y apareciendo en momentos importantes con sus goles. Pero por encima de todos brilló Bojan Krkic, que demostró estar un peldaño por encima del resto y justificó la decisión de su club de incorporarle a la primera plantilla. Rápido, hábil y siempre más listo que los rivales, Bojan fue la estrella del torneo, capaz de aparecer de la nada para resolver un partido, y si sólo se llevó el Balón de Bronce fue sin duda por su ausencia en la final. Y de haber estado quizás la historia hubiera sido distinta... O no. Por eso nos gusta el fútbol, ¿no?.

sábado, 29 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (III): Bojan nos deja a las puertas del cielo

3-0

Desgraciadamente, el primer protagonista del partido de octavos de final ante Corea del Norte se encontraba a miles de kilómetros de Ulsan. Aquel 29 de agosto España lloraba todavía la muerte el día anterior del sevillista Antonio Puerta, y en Corea el cielo quiso sumarse a ese llanto con una imponente tromba de agua que acompañó a las dos selecciones durante gran parte del encuentro. Bajo la incesante lluvia nuestros chavales salieron conjurados para dedicar la victoria a aquel joven que tan bien conocía el equipo técnico de la selección y, después de unos primeros minutos de tanteo y resbalones varios (que propiciaron alguna situación peligrosa en el área española), en los que el dominio correspondía a España aunque las ocasiones no terminaban de llegar, Bojan apareció para marcar el camino a sus compañeros. Había que probar desde fuera, alejarse de la tupida defensa norcoreana y aprovechar las condiciones del terreno para ponerlas de nuestro lado, y a ello se aplicó sobrepasado el minuto veinticinco. Primero avisó con un disparo que rozó la escuadra y, tras una ocasión similar de Fran Mérida, su alumno más aventajado, que puso a prueba al portero asiático, recibió de espaldas un balón en la frontal y con un control orientado dejó literalmente tirado a su defensor para luego lanzar un derechazo envenenado que se coló imparable junto al poste. Un golazo en toda regla que empezaba a cimentar la victoria española, que acabó por certificarse al poco de empezar la segunda parte cuando el propio Bojan repitió la jugada de su segundo gol ante Honduras, entrando en el área por la parte izquierda, recortando hacia dentro y disparando con celeridad, en este caso hacia el segundo palo. Otro gran gol para el nueve español, que estaba disfrutando del partido y también colaboró en la jugada del tercer tanto con un gran pase en profundidad para Isma López, que vio la entrada de Iago Falqué y le envió un balón preciso que el gallego no desaprovechó. Faltaban más de veinte minutos y con el duelo visto para sentencia el interés se centraba en ver si seguirían cayendo los goles y en si Bojan sería capaz de firmar un triplete. Se intentaron ambas cosas pero la pólvora parecía definitivamente mojada y el partido acabó con ese 3-0 y la sentida dedicatoria de Santisteban para los familiares de Puerta.

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Los octavos de final nos dejaron el primer eliminado de postín. Al igual que sucediera en el sub'20 de Canadá, Brasil no pudo superar la primera eliminatoria al caer derrotado ante Ghana por 1-0, pese a jugar toda la segunda parte con un hombre más que los africanos. Un error garrafal del meta brasileño propició un polémico gol fantasma que subió al marcador y a la postre supuso la eliminación. Con mucho orden y esa pizca de fortuna, Ghana refrendaba su buen papel en la primera fase y se colgaba sin tapujos el cartel de favorita, colocándose en el hipotético camino a la final de una España que primero debería superar a Francia. Nuestro clásico archienemigo había sufrido para vencer a Túnez en el tiempo extra, al que se llegó con empate a uno, pero en la prórroga los norteafricanos se vinieron abajo físicamente al quedarse con diez y Damien Le Tallec certificó la victoria gala con dos goles más. También se llegó a la prórroga en el Perú-Tayikistán, aunque en este caso hubo que esperar a los penaltis para saber cuál de estos sorprendentes conjuntos alcanzaría los cuartos. Finalmente la suerte sonrió a los sudamericanos, que tendrían que vérselas con Ghana por un puesto en las semifinales. Por la otra parte del cuadro sólo hubo emoción en el partido a priori más destacado, el que enfrentaba a Nigeria y Colombia. Los cafeteros dominaron la mayor parte del encuentro y se adelantaron mediada la segunda parte, pero en el último cuarto de hora los nigerianos lograron dar la vuelta al marcador y completar un interesante duelo de cuartos de final frente a Argentina. La albiceleste no tuvo problemas para deshacerse de Costa Rica por 2-0, como tampoco los tuvieron Alemania e Inglaterra para superar a Estados Unidos y Siria, respectivamente.



1-1
(4-5)

No suele ser buen síntoma que al finalizar un partido todos coincidan en que el mejor de un equipo ha sido su portero, pero no deja de ser eso, una mala sensación, porque no significa necesariamente que el resultado haya sido malo. Analizándolo en frío, si se dice de un buen guardameta como David De Gea, y justo al acabar un partido de cuartos de final de un Mundial que se ha decidido por penaltis, entonces el significado cambia por completo y se convierte en un reconocimiento para el principal artífice de una clasificación para semifinales de un Campeonato del Mundo. Que fue justo lo que sucedió aquel 1 de septiembre en la isla de Jeju, cuyo maltrecho césped fue escenario de un gran partido entre dos potentes selecciones que demostraron por qué estaban consideradas como dos de las mayores favoritas al título. Tras una primera parte muy seria, casi impropia de unos chavales de diecisiete años por el altísimo nivel táctico mostrado por ambos equipos y que impidió que hubiera la más mínima ocasión de gol, el duelo se desató al poco de comenzar la segunda mitad, cuando Damien Le Tallec culminó una veloz jugada de Henri Saivet. Francia obtenía el premio a su mejor planteamiento, más acorde a su estilo, puesto que con su presión había obligado a España a renunciar a su juego habitual y sólo la extraordinaria labor de Camacho y Ximo en el centro del campo y la disciplina del resto de compañeros en tareas defensivas hasta ese momento había permitido al cuadro español aguantar el tipo bajo la incesante lluvia coreana. Pero con un gol en contra se imponía un cambio y Santisteban se la jugó dando entrada a Jordi Pablo y Dani Aquino por Ximo e Isma López cuando todavía faltaba más de media hora para el final. Como casi siempre la decisión fue la correcta y a partir de ese momento España tomó el mando del partido. Bojan tuvo un par de oportunidades pero no acertó a batir al meta galo, que volvió a lucirse en el minuto 72 en un gran disparo del ariete blaugrana. Sin embargo, su despeje salió largo y cayó a los pies de Iago Falqué, que avanzó y cruzó un peligroso balón que pasó por delante de la descolocada defensa francesa y fue a parar a Jordi Pablo, que había acompañado la jugada desde el lado contrario y se encontró con un regalo que no desaprovechó. Entonces el partido se convirtió en un correcalles, algo propiciado por el bajón físico de la mayoría de jugadores y la falta de un especialista en el centro del campo hispano. De Gea tuvo que emplearse a fondo ante Camara y Francia volvió a dar una sensación de superioridad que se mantuvo durante muchos minutos de la prórroga, en la que España se limitó a buscar a Bojan y Aquino con balones largos y esperar que resolvieran con alguna genialidad, cosa que estuvo cerca de ocurrir en un par de jugadas del barcelonista, que no tenía el día de cara a puerta. Las llegadas de Francia eran más numerosas y peligrosas, y De Gea volvió a actuar en un intencionado cabezazo de Le Tallec. Cuando todo hacía presagiar que iríamos a los penaltis, una rápida acción gala estuvo a punto de helarnos el corazón, pero increíblemente Acapandie, a puerta vacía, chutó alto un balón rechazado por nuestro guardameta. No hubo tiempo para más y en los lanzamientos desde los once metros la figura de De Gea se agrandó aún más al detener el tercer penalti francés. Nadie falló por el lado español y con la última conversión de Dani Aquino la euforia se desató entre los miembros de un equipo que, ahora sí, veían cerca la cumbre.

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En el resto de encuentros de cuartos de final no hubo tanta emoción. Ghana cumplió los pronósticos y derrotó a Perú por 2-0 con goles de sus principales artilleros, Sadick Adams y Ransford Osei, a los que los nuestros deberían vigilar de cerca en las semifinales. El partido estuvo marcado, cómo no, por la intensa lluvia, que perjudicó el juego de toque de los peruanos. Por el otro lado Nigeria venció a Argentina por idéntico resultado, en un partido que llegó al descanso ya con el marcador definitivo y que la albiceleste no fue capaz de remontar en una segunda parte en la que incluso Nigeria pudo haber cosechado un resultado de escándalo a la contra. Quien sí pudo completar la goleada fue Alemania, que en el otro duelo de clásica rivalidad europea superó a Inglaterra por un contundente 4-1 en una vibrante segunda mitad en la que se consiguieron todos los goles, algunos de bellísima factura. Así que en las semifinales se produciría un doble enfrentamiento África-Europa, al más puro estilo Meridian Cup.



2-1

Faltaban sólo unos segundos para el final de un agónico partido de semifinales de un Mundial sub'17. Ya había hecho todo lo que se le podría exigir a la estrella de un equipo en un encuentro como ese, pero Bojan Krkic sentía que todavía podía hacer algo más para su equipo. Tenía que correr, molestar, empujar, evitar que Ghana colgara un último balón desde el centro del campo. En ese momento era lo único que le importaba, y no había otra cosa en su cabeza, ni el cansancio, ni la pertinaz lluvia, ni la final que ya acariciaba con los dedos. Ni siquiera la amonestación que había visto al poco de empezar la segunda parte. Y por eso no dudó en hacer falta, ni en colocarse delante del balón para impedir un rápido saque ghanés. Una tontería castigada con tarjeta amarilla en el reglamento y, en su caso, con la ausencia en una final mundialista. Y en ese momento, mientras el colegiado brasileño Salvio Fagundes le mostraba la correspondiente cartulina roja a un desesperado muchacho que empezaba a ser consciente de que se iba a perder precisamente aquello por lo que había querido darlo todo, se desvanecieron muchas de las opciones españolas de alzar un título que parece empeñado en sernos esquivo. El choque se presumía complicado, como cualquier semifinal que se precie, y Ghana no quiso dejar lugar a dudas cuando intentó marcar ya desde el mismísimo saque de centro. En esos primeros minutos los africanos se mostraron más asentados sobre el resbaladizo terreno de juego, pero España pronto equilibró el juego aunque sin crear ocasiones. De hecho, la primera oportunidad clara fue para el delantero ghanés Sadick Adams, que tras regatear a De Gea se precipitó en el disparo y estrelló el balón en el lateral de la red. Luego el guardamenta atlético demostró por qué estaba siendo el mejor del campeonato al desviar un cabezazo de Osei, y poco antes del descanso se produjo la jugada tonta del partido, en una doble ocasión española en la que que el defensa Nortey salvó sobre la misma línea de gol sendos remates de Bojan y Falqué. Tras el descanso el empuje ghanés se redobló y España decidió apostar por el contragolpe, un arma que le dio el resultado deseado en el minuto 70, cuando Aquino recibió un buen servicio de Iago Falqué y remató a las mallas tras un primer intento fallido que le sirvió de heterodoxo control y despistó a la zaga africana, que se detuvo pidiendo una inexistente mano del ariete pimentonero. Pero Ghana nunca se rinde y siguió jugando igual, hasta que encontró la oportunidad en un buen pase de Quansah a Adams, quien fusiló a De Gea aprovechándose de la mala colocación de la defensa española. Durante los diez minutos que faltaban para el 90, y también durante la mayor parte de la prórroga, Ghana buscó la victoria con más corazón que cabeza, encerrando a España pero sin crear demasiado peligro a un siempre seguro De Gea. Al igual que contra Francia, los de Santisteban lo fiaron todo a una genialidad de Bojan, y en esta ocasión la moneda cayó de cara. A cinco minutos del final del tiempo extra, el barcelonista peleó y se llevó un balón imposible frente a tres defensores, que cometieron la imprudencia de hacerle falta al borde del área y sobre la línea de fondo. Era el momento de la estrategia, y se volvió a demostrar que los clásicos nunca fallan: movimiento de arrastre de los atacantes, pase raso al punto de penalti y remate del jugador que viene en circulación desde el segundo palo. En este caso Bojan, que pese a no rematar limpiamente consiguió colar el balón entre una maraña de jugadores y puso a España a las puertas del cielo, instantes antes de descender a los infiernos.

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sábado, 8 de agosto de 2009

2007, Europeo sub'17: El inicio de un año mágico

Si en su día comentamos que el año 2003 había sido uno de los más fructíferos para nuestras selecciones inferiores, con dos subcampeonatos mundiales y uno europeo, es de justicia decir que el 2007 lo superó con creces, puesto que nuestros chavales dominaron con autoridad el continente, consiguiendo los dos títulos juveniles (algo inédito hasta entonces), y brillaron a gran nivel en las citas mundialistas de Corea del Sur y Canadá. Como siempre, realizaremos el repaso a este magnífico año por estricto orden cronólogico, y eso nos lleva en primer lugar hasta tierras belgas para rememorar el Europeo sub'17 celebrado a principios de mayo. A esta cita los nuestros llegaban tras superar la Ronda Élite, disputada en marzo en Nerja y Almuñécar, con pleno de victorias ante Suiza, Polonia y Suecia, un equilibrado grupo en el que la mayor calidad individual de los Bojan, Fran Mérida y Camacho acabó por darnos el pase. Sin embargo, el juego desplegado no acababa de convencer y nadie sabía a ciencia cierta cuál era el techo de esta generación del 90. Así que al Europeo de Bélgica se llegaba con muchas dudas y el único objetivo claro de alcanzar la clasificación para el Mundial de Corea del Sur, a celebrar en septiembre, clasificación que obtendrían los cinco primeros del torneo. A partir de ahí, todo sería bienvenido, y ciertamente un título es algo que nunca se rechaza.
Pero, como decíamos, al principio las cosas no se veían tan claras y de hecho cuando el sorteo nos colocó junto a Alemania, Francia y Ucrania en el que sin duda era el grupo de la muerte (en el otro grupo quedaron emparejados Inglaterra, Holanda, Bélgica e Islandia), muchos pensaron que ganarse el billete a Corea ya sería suficiente premio. Sin embargo, si algo nos han enseñado las sucesivas hornadas de chavales que han defendido la camiseta de la Selección en estas categorías es que ellos nunca se dan por vencidos antes de tiempo, y que cuando el balón empieza a rodar generalmente es la clase lo que le hace girar. Y con ese espíritu, y un Bojan que tras su espectacular torneo el año anterior y su más reciente debut con el primer equipo del Barça acudía a Bélgica dispuesto a confirmar su candidatura a estrella, los de Santisteban afrontaron sin temores el debut ante Francia. En una primera parte para enmarcar, España dominó completamente a los bleus y se adelantó en el minuto 20 gracias a un gol del barcelonista Iago Falqué, que culminaba unos primeros minutos apabullantes en los que Bojan, Fran Mérida e Isma López se encargaron de llevar el peligro a la meta francesa. Tras el gol el balón cambió de dueño, aunque las llegadas de los galos tenían menos claridad que las hispanas y sólo Damien Le Tallec, hermano de aquel Anthony Le Tallec que "sufrió" a Fernando Torres en el Europeo de 2001, parecía capaz de meternos el miedo en el cuerpo. Pero en la segunda parte el físico francés se impuso y llegó la hora de David De Gea, que salvó el empate en varias ocasiones antes de que Fran Mérida (ya reclutado por Wenger, cómo no) aprovechara un buen servicio del murcianista Dani Aquino para hacer el 2-0 que sería definitivo.
Tras esa buena victoria se esperaba que el equipo siguiera creciendo y certificara ante Ucrania el pase a semifinales y por tanto la clasificación para el Mundial, y los nuestros no fallaron. Con la confianza por las nubes, España se adueñó del balón aunque encontró más dificultades para acercarse a la portería ucraniana, y tuvo que esperar media hora y a una jugada a balón parado para inaugurar el marcador: Ignacio Camacho abrió la lata con un buen cabezazo, con el que el capitán celebraba de manera inmejorable su decimoséptimo cumpleaños. En la segunda parte el partido siguió con la misma tónica de dominio infructuoso de España, pero los huecos empezaban a aparecer y a los veinte minutos Iago Falqué envió a la red un buen centro del extremo del Athletic Isma López. Con el 2-0 Santisteban optó por dar descanso a Bojan y su sustituto Dani Aquino no quiso perder la oportunidad de reivindicarse marcando el tercer tanto a los cinco minutos de entrar al campo. Ya en el descuento, Shevchuk hizo el gol del honor con un bello disparo, perfecto para cerrar una plácida tarde primaveral.
En el tercer partido España, pese a tener la clasificación prácticamente asegurada (sólo una contundente derrota nos podía privar del pase), saltó al campo dispuesta a dar guerra a una Alemania que después de perder contra Francia necesitaba imperiosamente la victoria si quería garantizarse una plaza en semifinales, y con ello el choque se convirtió en un bonito duelo en el que ambos equipos buscaron la portería rival como si les fuera la vida en ello. Santisteban introdujo algunas novedades en el once pero la consistencia de la línea defensiva permaneció inalterada y eso impidió que los ansiosos alemanes inquietaran con la frecuencia esperada a un De Gea que además se mostró tremendamente seguro en todas sus intervenciones. Los minutos pasaban y el partido se iba rompiendo mientras Alemania sufría con las noticias que llegaban del otro partido, en el que Francia dilapidaba una ventaja de dos goles dejando su clasificación en manos teutonas. Un gol alemán hubiera bastado, pero no era el día de sus estrellas Toni Kroos y Richard Sukuta-Pasu y poco a poco las fuerzas fueron abandonando a un equipo que además tuvo que sufrir la incómoda presencia de Bojan en unos últimos minutos en los que el gol que estuvo a punto de llegar tenía claro color español. Finalmente el resultado permaneció inalterado y Francia respiró con alivio, viendo que su tropiezo ante Ucrania no tenía más consecuencias que conseguir el pase a semifinales sólo por la diferencia de goles.
La semifinal nos enfrentaría a la selección anfitriona, Bélgica, que se había clasificado segunda de grupo por detrás de una Inglaterra que asumía con justicia el papel de favorita. El partido fue tenso, propio de lo que estaba en juego, pero siempre con la sensación de que el guión discurría según lo planteado por los belgas. España no encontraba su juego y Bélgica se limitaba a dejar pasar el tiempo mientras tejía una maraña defensiva en torno a los mejores jugadores hispanos. El primer tiempo pasó sin apenas ocasiones, y en la segunda parte las cosas se complicaron pronto ya que a los diez minutos el central del Atlético Atienza era expulsado por doble amarilla, dejando a los nuestros con diez jugadores. Entonces llegó el arreón de los belgas, que espoleados por su público y guiados por un excelente Eden Hazard se hicieron con los mandos del encuentro y obtuvieron el premio del gol justo en el ecuador del segundo periodo, cuando el propio Hazard culminó una contra con un suave disparo que Rochela, en su agónico esfuerzo por evitar el tanto, acabó introduciendo en la portería de un batido De Gea. No se podían poner peor las cosas para España, que sin embargo sacó fuerzas de flaqueza y se encomendó a un Bojan que por fin dio su auténtica medida. El delantero del Barça avisó primero con un disparo al poste y a falta de diez minutos largó otro espectacular disparo lejano que batió al adelantado portero belga. El empate nos llevó a una prórroga de claro dominio local en la que tanto Camacho como Ximo Forner redoblaron su espectacular trabajo en la media para sostener a un equipo casi fundido y que vio como el balón traspasaba la línea de gol defendida por De Gea en dos ocasiones, aunque ambos tantos fueron anulados. Así se llegó a una tanda de penaltis en la que nuevamente hubo que sufrir hasta el final, ya que el jugador del Athletic Ander Vitoria marró el primer disparo y España fue a remolque hasta el quinto lanzamiento, en el que Bélgica tuvo la oportunidad de ganar pero falló. En la muerte súbita no hubo más errores hasta la tercera ronda, en la que el capitán Camacho marcó y De Gea detuvo el lanzamiento decisivo, poniendo a España en una final más que sufrida.
En el partido por el título estaría Inglaterra, que como era de esperar había superado a Francia en la otra semifinal, y el duelo no defraudó. Con la lección aprendida tras el sufrimiento ante los belgas, España salió dispuesta a marcar su impronta en el partido desde el pitido inicial, aunque la fortaleza física de los ingleses no facilitaba las cosas. En estos primeros minutos era Iago Falqué el que se echaba el equipo a las espaldas, aunque las mejores ocasiones estuvieron en las botas de Fran Mérida y Ximo. En cualquier caso el juego no era fluído, como en cualquier final que se precie, y al descanso se llegó con el marcador inicial y sin que ninguno de los dos equipos hiciera claros méritos para ir por delante. Pero el panorama cambió radicalmente al comienzo de la segunda mitad. España salió a por todas y a los tres minutos encontró el gol: en una indecisión de la defensa inglesa el balón llegó a Fran Mérida, que no supo batir al meta Steele, pero Bojan estuvo atento para cazar su depeje y puso el 1-0 en el electrónico. Entonces Inglaterra se fue hacia arriba y gozó de unas cuantas ocasiones, sobre todo en jugadas a balón parado en las que trataron de imponer su mayor poderío físico, pero España aguantó bien e incluso pudo aumentar las diferencias. No sucedió y hubo que esperar hasta el final para poder respirar tranquilos ante una Inglaterra sin demasiadas ideas pero que convertía cada jugada a balón parado en una guerra sin cuartel. Sin embargo, la tropa española resultó vencedora y consiguió un botín que se nos negaba desde el ya lejano 2001, cuando todavía se disputaba como torneo sub'16 y Fernando Torres comenzaba a arrasar los campos ingleses.