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martes, 4 de agosto de 2009

2006, Europeo sub'19: La "quinta de Cesc" se emancipa

Dos años antes, en el Europeo sub'17 de Francia, para el gran público eran simplemente los acompañantes de Cesc. Pero si ya entonces demostraron que la generación del 87 no se detenía en el genial centrocampista del Arsenal, en 2006 confirmaron que nos encontrábamos ante uno de los grupos de más talento (otro más) de los últimos años. Huérfanos de su líder mediático, cuya meteórica carrera le había llevado a disputar el Mundial de Alemania con la Selección absoluta de Luis Aragonés, sus coetáneos desplegaron todo su repertorio para alcanzar el título continental, y apenas encontraron oposición en su camino a la gloria. En la ronda previa, celebrada en Torrevieja y Callosa del Segura, superaron con cierta comodidad un grupo con Suecia, Chipre y Alemania, y a los Piqué, Capel, Marc Pedraza o César Díaz, presentes ya en el Europeo sub'17 de 2004, se sumaron nombres como los de Mata, Antonio Barragán, Alberto Bueno o Jeffren Suárez. El nivel de juego de la selección y la contundencia de los marcadores (4-0 a los suecos, 8-1 a los chipriotas y 3-1 a los alemanes) hizo que España arribara a la fase final de Polonia como la indiscutible favorita.

España quedó encuadrada en el Grupo B junto a Turquía, Portugal y Escocia, y rápidamente mostró a qué había ido a tierras polacas. En el primer partido ante Turquía, los de Ginés Meléndez desplegaron todo su repertorio y guiados por el barcelonista Jeffren encerraron a los turcos en su campo. El gol llegó a los 18 minutos, al rematar el madridista Alberto Bueno una falta botada por su compañero Juan Mata. y parecía que el partido sólo tendría una dirección. Sin embargo, Turquía reaccionó y logró el empate por medio de Ilhan, aunque pronto Mata devolvió las cosas a su sitio al cazar una gran volea que se coló junto al palo de la meta de Babacan, y sólo cinco minutos después el propio Mata culminó una rápida acción con una medida vaselina que supuso el 3-1. El descanso no cambió el guión y España siguió llevando peligro al área turca, consiguiendo el cuarto gol a los ocho minutos de la reanudación por medio del blaugrana Toni Calvo. Con el partido sentenciado los nuestros se relajaron y Turquía aprovechó para recortar distancias. Ilhan hizo su segundo tanto al cuarto de hora, y sólo unos instantes después Mevlut metió el miedo en el cuerpo de los españoles con el tercer gol otomano. Meléndez retiró a Bueno para conseguir más control del balón con Esteban Granero, pero el partido se había escapado del control hispano y durante varios minutos la sombra del empate planeó sobre el choque. Sin embargo, cuando el partido ya agonizaba Mata selló su hat-trick, colocando a España a un paso de la clasificación para semifinales.

En la segunda jornada los de Meléndez tenían que vérselas con Escocia, que en la fase previa había eliminado a la campeona Francia y que en la primera jornada había empatado a 2 con Portugal después de ir ganando por 2-0. Tras la reacción lusa parecía que la capacidad de sorpresa de los escoceses había tocado a su fin, y el partido contra España pareció confirmar esta teoría. Con Diego Capel (sancionado en el primer encuentro) como única novedad en el once, los nuestros dominaron de principio a fin el partido sin demasiados apuros, y nuevamente fue Bueno el encargado de abrir el marcador pasado el cuarto de hora. Entonces apareció uno de los líderes del equipo, Gerard Piqué, para reclamar su dosis de protagonismo: el central del Manchester United dobló la ventaja antes de la media hora y ya en la segunda parte tuvo tiempo de hacer el tercero antes de retirarse con molestias. Luego España se relajó, bajó las revoluciones y se dedicó a dejar pasar el tiempo ante una timorata selección escocesa que en ningún momento dio sensación de peligro. A cinco minutos del final, y con la mente de los nuestros puesta ya en el siguiente duelo frente a Portugal, Mario Suárez puso la guinda al partido con un cuarto gol y certificó el brillante pase a semifinales de un equipo que seguía creciendo a cada instante y que de momento alcanzaba el objetivo mínimo de clasificarse para el Mundial sub'20 de Canadá 2007.

Teóricamente el partido contra Portugal debía decidir el liderato del grupo, pero las teorías en el fútbol son frágiles como una figurita de porcelana y en esta ocasión fue el goleador turco Ilhan quien se encargó de romperlas en mil pedazos con su gol en el minuto 95 del partido ante los lusos, que suponía el empate a 4 en el marcador, un hat-trick para él y la primera plaza automáticamente para España. Así que la clasificación para semifinales se convirtió en una lucha a tres bandas entre Turquía, Portugal y Escocia en la que, aunque Portugal partía un punto por delante, la ventaja parecía estar del lado otomano, ya que Turquía se enfrentaba al rival teóricamente más débil. Pero las teorías en el fútbol son frágiles... En fin, el caso es que obviamente España saltó al terreno de juego con muchas menos necesidades que Portugal, lo que se tradujo en un once lleno de novedades y, de paso, en una primera parte sin un dominador claro de la que Portugal salió con ventaja gracias a un penalti transformado por Bruno Gama. Sin embargo, recién comenzada la segunda parte el albaceteño César Díaz firmó el empate con un espléndido testarazo y el gol dio paso a una fase de claro dominio español. A estas alturas en el otro partido saltaba la sorpresa, con Escocia dominando a Turquía por 3-0, por lo que el pase era momentáneamente para los sorprendentes escoceses. Un gol luso daba la clasificación a nuestros vecinos, pero Portugal se veía impotente para llegar con peligro a la meta defendida por Ángel Bernabé. Mientras, los turcos se colocaban a un gol de distancia de los escoceses, y aunque seguían necesitando la victoria para pasar, a Portugal sí le valía el hipotético empate en el otro campo, por lo que la cabeza de los portugueses viajaba incesantemente de un estadio a otro, buscando el gol que les clasificara. Pero en este final de infarto nadie más fue capaz de marcar, y contra todo pronóstico al final fue Escocia la selección que se metió en semifinales acompañando a España.

En el grupo A las cosas no habían estado menos igualadas, aunque la resolución fue algo más sencilla: tras dos jornadas todos contaban con 3 puntos por lo que quien ganara pasaría a semifinales. Finalmente la República Checa se impuso a la anfitriona Polonia y Austria hizo lo propio con Bélgica, y la diferencia de goles nos puso a los austríacos en nuestro camino a la final. Austria se presentó con la baja de su delantero estrella Erwin Hoffer, sancionado, y sufrió un severo correctivo. Desde el minuto 1 España controló el encuentro, aunque sin crear apenas peligro hasta que pasada la media hora Mata habilitó a Jeffren, que rompió por velocidad a la defensa rival y subió el primer tanto al marcador. Antes del descanso llegaría el gol de la tranquilidad, obra de Javi García de lanzamiento de falta, que convirtió la segunda parte en un paseo triunfal. Con Austria intentando estirar líneas, la explosiva pareja que formaban los madridistas Mata y Bueno mostró su gran compenetración y entre los dos se fabricaron el tercer gol en una bonita jugada que culminó Mata. Aquí se acabó la resistencia austriaca y ya en los últimos minutos Javi García y Bueno redondearon la manita. España volvía a una final europea dos años después y nadie pensaba que el resultado no fuera a ser el mismo que entonces.

Y es que, además del gran juego desplegado por los nuestros a lo largo de todo el torneo, el rival por el título sería ni más ni menos que Escocia, que había culminado su sorprendente torneo eliminando a una República Checa que mereció mejor suerte pero que no supo aprovechar su mayor número de ocasiones. Con el precedente del 4-0 en la fase de grupos, todos pensábamos que la final sería otro paseo para España, pero desde el primer minuto se hizo evidente que unos y otros afrontaban el partido conscientes de lo que se jugaban y nadie estaba dispuesto a conceder facilidades al rival. De hecho, la primera media hora fue de claro color británico, con Escocia dominando el balón aunque sin crear excesivo peligro ante la meta de Adán. La presión de sentirse favoritos parecía poder con los nuestros, que tardaron en cogerle el aire al partido. Sin embargo, cuando lo hicieron sería para crear serios apuros al portero escocés, y tanto Bueno como Mata y Toni Calvo pudieron marcar antes del descanso. Pero hubo que esperar al minuto 6 de la segunda parte para que España pudiera por fin adelantarse en el marcador, gracias a un golazo de Bueno que se inventó una vaselina perfecta para culminar una gran jugada colectiva. El gol dio a los nuestros el aplomo que necesitaban y que habían mostrado a lo largo del campeonato y los escoceses sólo pudieron observar cómo las ocasiones sobre su portería se sucedían sin remedio. Toni Calvo estuvo a punto de hacer el segundo, Piqué estrelló un cabezazo en el larguero y finalmente fue Bueno quien acertó a batir nuevamente la meta de Escocia, rematando un pase de la muerte de Piqué tras una falta. Quedaban veinte minutos y España saboreaba ya el título, aunque un postrero gol de Dorrans sirvió para darle algo de emoción a los últimos instantes. Pero, esta vez sí, Escocia había dado ya todas las sorpresas que podía dar (y que no fueron pocas) y la quinta del 87 dejó para siempre de ser "la de Cesc" para convertirse "simplemente" en otra generación de Campeones.

sábado, 25 de julio de 2009

2005, Mundial sub'20 (y III): Messi nos corta las alas

3-0

Esta vez España no había tenido suerte en el sorteo de las eliminatorias y en su camino hacia la final se vislumbraban los temibles nombres de Argentina o Brasil, eso si las potencias sudamericanas superaban antes duros escollos como eran las selecciones de Colombia, China o Alemania. Desde luego, nada que ver con los asequibles enfrentamientos de otros campeonatos. Empezando por el principio, el partido de octavos de final sería una reedición de la final continental del año anterior, ya que nos enfrentaríamos a Turquía, que había superado con bastantes apuros un grupo en el que estaban China, Ucrania y Panamá. Sin embargo, en este partido no habría tanta igualdad como en los duelos del verano anterior, ya que desde el comienzo España salió con las ideas muy claras y puso en constantes apuros al meta turco, aunque su superioridad no se tradujo en goles hasta casi la media hora, cuando Juanfran aprovechó una generosa dejada de Llorente para marcar de cabeza tras un córner. Pocos minutos después el propio Juanfran doblaría la ventaja con un buen disparo desde fuera del área, poniendo un marcador cómodo y que desde luego hacía justicia al juego desplegado por los dos equipos. En la segunda parte el panorama no cambió pese a los cambios introducidos por el seleccionador turco, y Robusté marcó de cabeza en otro córner. Con el partido decidido Sáez dio descanso a tres pilares fundamentales del equipo (Cesc, Juanfran y Zapater), pero los que quedaban en el campo querían divertirse y vimos por ejemplo a Gavilán buscando su golito insistentemente o a Raúl Albiol saliendo de su puesto de central para realizar un par de jugadas dignas de Beckenbauer que no acabaron en gol de milagro. En cualquier caso el pase a cuartos era un hecho y allí nos enfrentaríamos a una selección argentina que avanzaba al paso que marcaba un futbolista criado en España.

Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)


El resto de partidos de octavos de final, salvo la cómoda victoria de Holanda sobre Chile por 3-0, se caracterizó por la igualdad, ya que sólo la renacida Italia fue capaz de vencer por más de un gol (y eso tras ir perdiendo 1-0 al descanso ante Estados Unidos). Brasil sufrió para vencer por la mínima a la orgullosa selección de Siria, mientras que Alemania sorprendió eliminando a una de las selecciones que mejor cara habían mostrado en la primera fase, China, con un gol en el último minuto. Nigeria había necesitado de un afortunado gol del lateral Taiwo para superar a la incómoda Ucrania, mientras que Argentina se había encomendado a Messi para que resolviera su encuentro ante Colombia. El jovencísimo jugador del Barça no defraudó a los suyos y primero marcó el gol del empate y después, ya en el descuento, protagonizó la jugada que convirtió a Barroso en el héroe del partido.



3-1

Después de un camino sin sobresaltos llegaba el día de enfrentarnos a un rival de verdadera entidad que también optaba a todo, Argentina. Este partido era para muchos toda una final anticipada, en la ronda que separa el éxito de la decepción. Y entonces todos los pequeños atisbos de duda que nos había ido dejando el juego de la selección se plasmaron de golpe en un encuentro que sencillamente la albiceleste supo jugar y los nuestros no. Con una salida en tromba, los de Pancho Ferraro dejaron tocados a los de Sáez y crearon multitud de oportunidades que no acabaron en gol unas veces por el acierto de Ribas y otras por la escasa puntería de los rematadores argentinos. Incluso se le anuló un gol de falta a Messi por entender el colegiado que hubo fuera de juego posicional de un atacante sudamericano. Finalmente, en el minuto 19 el capitán Pablo Zabaleta sí acertó a rematar a bocajarro un balón servido por Nery Cardozo y subió el 1-0 al marcador. El centro del campo español se veía continuamente superado por el argentino, pero al menos tras el gol el equipo hizo un esfuerzo por irse adelante y la pegada de sus hombres de ataque hizo el resto. En una buena jugada por banda, Molinero puso un balón a Llorente que éste cedió para la entrada en carrera de Zapater, que fusiló a Ustari. Sin hacer nada del otro mundo, España había tardado poco más de diez minutos en equilibrar el partido, y eso era casi lo único que nos daba esperanzas, porque la zaga hispana seguía dando alarmantes muestras de nerviosismo y falta de trabajo táctico. En la segunda parte España salió dispuesta a no dejarse sorprender y pudo por fin mover el balón con más facilidad, pues la presión de Zabaleta bajó algunos enteros, pero las oportunidades no llegaban. Fue entrando en el momento clave del partido, casi en el ecuador de esta segunda mitad, cuando, en una jugada sin aparente peligro, Messi dibujó un perfecto pase a la espalda de la defensa española que el extremo Oberman aprovechó para plantarse ante Ribas y batirle con calidad. Y sólo dos minutos después, ante el desconcierto de la descolocada zaga española, el propio Messi recogió un mal despeje de Molinero y maniobró con rapidez para colocar el balón lejos del alcance del meta espanyolista. Quedaban casi veinte minutos pero el golpe había sido demasiado duro y España no pudo levantarse. Como le ocurriera el verano anterior con la absoluta, Sáez tampoco acertó con los cambios y el equipo murió impotente sin apenas inquietar la portería de Ustari.


Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)


De esta manera se despedía España de un torneo en el que, pese a la inmaculada trayectoria hasta cuartos de final, siempre dio la sensación de estar jugando a medio gas. Si dos años antes la selección de Ufarte había basado su éxito en una fortaleza defensiva que compensaba la falta de pegada de sus delanteros, en Holanda el equipo pareció confiado por la indudable calidad de sus hombres de ataque y nunca dio sensación de auténtica consistencia. La línea defensiva dejó muchas dudas, con un Albiol que todavía estaba completando su adaptación al puesto de central y que cometía algunos errores de posicionamiento, y en general toda la zaga daba muestras de una muchas veces desesperante (y peligrosa) costumbre de querer sacar siempre el balón jugado a pesar de la presión rival, lo que provocó bastantes situaciones de peligro, generalmente bien solventadas por Ribas. El jugador más destacado de esta línea fue el valenciano José Enrique, quizá por lo desconocido, ya que desde que apareció ante Chile se mantuvo siempre a buen nivel tanto en defensa como en sus potentes incursiones en ataque. En el centro del campo, con Cesc algo justo de forma tras su lesión y jugando más retrasado que en la sub'17, lo que le restaba llegada al área rival, Zapater se convirtió pronto en el amo y señor de la parcela ancha, mostrando una gran inteligencia táctica fruto de su año de experiencia en Primera. Su superioridad ante la mayoría de rivales era tanta que en ocasiones daba la impresión de ser un veterano jugando entre niños, y a juicio de muchos expertos fue el mejor jugador de la selección. En los costados tanto Juanfran como Gavilán evidenciaron que su progresión desde el anterior Mundial había seguido su curso y fueron siempre un quebradero de cabeza para las defensas rivales, al igual que Silva, muy activo y peligroso partiendo desde ambas bandas. En cuanto a los delanteros, Jonathan Soriano se mostró bulllicioso aunque poco resolutivo, buscando más el adorno que la efectividad, mientras que Fernando Llorente se destapó como algo más que un ariete tipo tanque, cayendo bien a banda y participando bastante en el juego de toque de sus compañeros aunque, a pesar a sus cinco tantos, que le mantuvieron en la lucha por la Bota de Oro hasta el final, dejó alguna duda sobre su instinto goleador, ya que desperdició varias ocasiones claras por querer ceder la bola a algún compañero no siempre mejor situado. Pese a todo, el nivel general fue más que aceptable, al menos hasta el fatídico cruce de cuartos. En conclusión, un campeonato que nos dejó el agridulce sabor de boca de saber que el equipo pudo haber alcanzado cotas más altas de no habernos cruzado con el futuro e indiscutible campeón, liderado por un pequeño genio llamado a marcar una época en la historia del fútbol. No deja de ser un triste consuelo.


Y es que después de este partido nadie dudaba de que Messi se había convertido en la aparición más destacada de un campeonato juvenil desde que Diego Armando Maradona deslumbrara al mundo en Japón 1979. El escurridizo argentino mostraba una velocidad endiablada y un regate imparable, era capaz de aparecer en cualquier parte del ataque, y sólo su menudo físico y una pizca de nerviosismo a la hora de definir podían restarle algunas décimas a la hora de valorar su futuro impacto en el fútbol mundial. Como hemos visto, nada que no solucione el tiempo. El siguiente equipo en sufrir las diabluras de "la pulga" fue Brasil, que en los cuartos de final se había deshecho en la prórroga de una correosa Alemania con un golazo de Rafinha pero que en semifinales no pudo parar al nuevo astro argentino, que marcó el primer gol (golazo) y ya en el descuento dio la asistencia a Zabaleta para que éste deshiciera el empate. Por el otro lado del cuadro se vivió una semifinal africana entre Marruecos y Nigeria, que en cuartos habían eliminado por penaltis a Italia y Holanda respectivamente, en dos partidos tremendamente igualados y que sin duda fueron de lo mejor del torneo. En la semifinal Nigeria impuso su mayor oficio y rompió el partido con un zapatazo de Taiwo; luego, con Marruecos volcado en busca del empate, sentenció en la segunda parte con dos goles más que desataron la peor cara de unos jugadores marroquíes que la emprendieron con sus colegas nigerianos, acabando con 9 hombres y dejando una pésima imagen que recobraron en parte con una honrosa derrota ante Brasil en el partido por el tercer puesto. La gran final tuvo la historia que quiso Messi, y es que él solo se bastó para contrarrestar el mejor juego africano a lo largo del partido: cerca del descanso fue derribado dentro del área tras una de sus típicas jugadas individuales desde el centro del campo y él mismo se encargó de transformar el penalti, y ya en la segunda parte, tras el empate nigeriano, no le pesó la responsabilidad para lanzar y convertir otra pena máxima cometida en esta ocasión sobre Agüero. Con estos dos goles, decisivos para que Argentina se proclamara pentacampeona juvenil, Messi se aseguraba el Balón de Oro del torneo (por si quedara alguna duda) y además superaba a Fernando Llorente y Oleksandr Aliyev como máximo realizador, con seis dianas, redondeando un mágico campeonato que supuso el espaldarazo definitivo a una carrera tan meteórica como sus espectaculares arrancadas desde la medular.

miércoles, 15 de julio de 2009

2004, Europeo sub'19: Otra vez en la cima

El verano de 2004 había comenzado con una nueva decepción para la España futbolística, la prematura eliminación de la Eurocopa de Portugal 2004. El fracaso en un torneo en el que se habían depositado muchas expectativas, tanto por celebrarse en el país vecino como por la sempiterna euforia previa a cualquier gran cita, nos había vuelto a dejar con los ánimos por los suelos, y esta vez la salida parecía todavía más complicada, puesto que por primera vez en muchos años ni el juego desplegado ni el ambiente en la selección habían sido buenos. Hacía falta una renovación en todos los ámbitos, pero después de semejante batacazo casi nadie parecía dispuesto de asegurar que algún día llegarían los resultados. Tras unos días de tensa espera, Iñaki Sáez anunciaba a finales de junio su renuncia al cargo de seleccionador absoluto, cargo que parecía haberle superado, para regresar no sin polémica a su anterior puesto como entrenador de la sub'21 y responsable último de una cantera que, afortunadamente, seguía funcionando.

A mediados del mes de julio comenzaba en Suiza el Campeonato de Europa sub'19, al que como casi siempre nuestra selección acudía como principal favorita, pese a haber quedado encuadrada en un complicado grupo junto a Alemania, Turquía y Polonia. Y es que Jose Armando Ufarte dirigía a una de las generaciones de más talento que se recuerdan, algo que salta a la vista si repasamos la alineación del partido inaugural del torneo: Biel Ribas; Sergio Ramos, Javier Garrido, Alexis Ruano, Fernando Amorebieta; Markel Bergara, Raúl Albiol, Juanfran Torres, David Silva; Borja Valero y Víctor Casadesús fueron los once elegidos, y jugadores de la talla de Roberto Soldado, Rubén De la Red o Jaime Gavilán esperaban su turno en el banquillo. Lo que se dice un auténtico equipazo. El primer rival que se topó con esta gran selección fue una Alemania que también tenía en nómina a jugadores interesantes y que son ya bien conocidos a nivel europeo como el portero René Adler, el lateral Marcell Jansen, el mediocentro Andreas Ottl y sobre todo el delantero de origen andaluz Mario Gómez, pero que fue barrida por España en un gran encuentro de los de Ufarte. El trío Juanfran - Valero - Silva se encargó de romper una y otra vez el sistema defensivo teutón y si se llegó al descanso con empate a cero fue en gran medida por el acierto del meta Adler, que sacó varios remates que parecían insalvables. Víctor Casadesús fue el principal perjudicado por la espléndida primera parte del portero del Bayer Leverkusen, pero tras la reanudación no tardó ni cinco minutos en abrir la cuenta, al conectar un gran cabezazo tras la enésima internada de Juanfran por la derecha. Desde ese momento desapareció la resistencia alemana y 20 minutos después Gavilán, que había entrado sustituyendo a Silva, culminó una rápida jugada. Ya al borde del final, otro suplente de lujo, Soldado, redondeó un marcador que confirmaba a España como la selección a batir.
El segundo rival, Turquía, lo puso bastante más complicado, anticipándonos que no había ido a Suiza sólo a por la clasificación para el Mundial sub'20 de Holanda 2005. Sin embargo, el gran arranque español no hacía presagiar nada de lo que ocurrió después, y es que en menos de un cuarto de hora sendos goles de Juanfran y Silva ponían a España con una clara ventaja. Primero el madridista aprovechó una buena combinación con Víctor para marcar de volea desde dentro del área, y luego el valencianista recogía oportuno un lanzamiento al palo de Gavilán (que reemplazaba en el once titular a Valero) para subir el segundo tanto al electrónico del estadio Juan Antonio Samaranch de Laussana. El partido parecía tener un claro color hispano pero Turquía, que había derrotado a Polonia por 4-3 en la primera jornada, no se daba por vencida. La clave estuvo cuando al borde del descanso Sergio Ramos derribó dentro del área a Ali Öztürk, que no desaprovechó la ocasión para transformar el penalti, subir el cuarto gol a su cuenta particular (había anotado un hat-trick ante los polacos) y dar esperanzas a su selección de cara a la segunda parte. Tras el descanso España volvió a salir enchufada pero esta vez la fortuna no acompañó a nuestros atacantes y el partido empezó a ralentizarse. Aunque la sensación de dominio español era mayor, los turcos empezaban a estirarse poco a poco. Entrando nuevamente desde el banquillo, Soldado tuvo la oportunidad de sentenciar pero falló, y ya casi al final Turquía obtuvo premio a su atrevimiento (estaba jugando ya casi con 4 delanteros) con el gol de Aksu Cafercan en el minuto 87. El empate parecía bueno para ambas selecciones pero España no se conformaba y en el descuento el central Robusté, capitán del equipo y ausente en el primer partido por sanción, cabeceaba un córner a la red, desatando la alegría en el bando español. Se certificaba así el pase a semifinales y la clasificación para el Mundial sub'20 del año siguiente, que era como siempre el objetivo mínimo en este tipo de citas.

Así pues el partido contra Polonia era un mero trámite, ya que España estaba clasificada y los polacos ya no tenían opciones tras perder sus dos primeros partidos. Con las bajas de Albiol, Sergio Ramos y Juanfran, todos por acumulación de tarjetas, Ufarte dio la alternativa a varios suplentes habituales como Chica, De la Red, Joan Tomás, Soldado o el portero reserva Manu, que cumplieron bien. El encuentro fue plácido para los nuestros, que desde el principio marcaron las diferencias y desplegaron un gran juego combinativo que la defensa polaca fue incapaz de detener. Así, a los diez minutos llegó el primer gol, obra de Borja Valero, que culminó una gran incursión de Garrido hasta la línea de fondo, y antes del cuarto de hora Víctor Casadesús marcó el segundo tras una buena jugada colectiva. Como ocurriera ante Turquía, España bajó el ritmo tras el segundo gol y Polonia empezó a dominar el choque y, aunque Manu solventó con acierto las escasas ocasiones que crearon los polacos, tras el descanso Lukas Piszczek sí acertó a batir al meta del Sporting, logrando su cuarto gol del torneo. El gol de Polonia espoleó otra vez a los nuestros que volvieron a hacerse dueños del balón y así, 15 minutos después, Gavilán subió el tercero al electrónico con un gran lanzamiento que limpió las telarañas de la portería polaca. Ese gol terminó de romper el partido, ya que Polonia bajó definitivamente los brazos y España se paseó de ahí al final, sin querer hacer más leña del árbol caído. Aún así, la calidad hispana provocó varias ocasiones casi por inercia y en una de ellas, cerca del final, Soldado no desaprovechó una buena dejada de Silva para marcar el definitivo 4-1. Con esta victoria España cerraba de manera brillante su pase a semifinales, con pleno de victorias, y se enfrentaría a Ucrania, que había dejado en la cuneta a Italia, por un puesto en la final.
Ucrania se había plantado en semifinales con lo mínimo, ya que sólo había marcado un gol en los tres partidos precedentes, suficiente para superar a Italia en su enfrentamiento directo. Sendos empates a cero ante Bélgica y Suiza habían bastado para meterse en semifinales como segundos de grupo, empatados precisamente con los organizadores. Evidentemente los ucranianos, que ya habían eliminado a Francia e Inglaterra en las fases previas, basaban su éxito en la defensa, liderada por Dmytro Chygrynskiy, pero también tenían interesantes jugadores de centro del campo hacia adelante como Artem Milevsky, Oleksandr Aliyev o Dmytro Vorobey. Como se esperaba, España salió dominando y, como casi siempre, abrió el marcador en el primer cuarto de hora, al aprovecharse Víctor Casadesús de un error de marcaje en el saque de una falta. El gol no cambió nada y España siguió acercándose a la meta rival, aunque faltaba fortuna a la hora de culminar las jugadas y ni Silva ni Sergio Ramos pudieron aprovechar sus claras ocasiones. Biel Ribas, que volvía a la titularidad, se encargó de desactivar con sus intervenciones las escasas oportunidades de Ucrania, que seguía cómoda con sólo un gol de desventaja. En la segunda parte Silva volvió a disfrutar de una clarísima ocasión, un mano a mano con el portero que no supo materializar, y como suele pasar España acabó pagando su falta de acierto en el remate con el empate de Ucrania, ya que en el minuto 66 Aliyev lanzó una falta que tocó en la barrera y se coló en la meta de un descolocado Ribas. Tras el empate Ucrania dispuso de varias ocasiones pero el arquero del Espanyol se mostró inexpugnable, sosteniendo con sus paradas a un equipo que tardó varios minutos en reaccionar. Gavilán malgastó el último cartucho antes del 90 pero en el tiempo extra las cosas se pusieron pronto de cara para los nuestros, ya que Soldado aprovechó un garrafal error del meta ucraniano en la salida para marcar el 2-1 cuando sólo se llevaban tres minutos. Ucrania sólo parecía capaz de crear peligro a balón parado y tras un par de avisos alcanzó el premio del gol por medio de Yatsenko, que cazó un despeje de Ribas tras un gran lanzamiento de Krawtchenko. Era el ecuador de la segunda parte de la prórroga y ya no había fuerzas para evitar los penaltis. Afortunadamente, los ucranianos parecía que tampoco tenían fuerzas para lanzarlos ya que sólo se necesitaron siete disparos para certificar el pase de España a la final (4-1). Silva, Soldado, Sergio Ramos y De la Red marcaron los 4 tantos hispanos y nos llevaron a una nueva final continental. El rival sería Turquía, que tampoco lo había tenido fácil para eliminar a una voluntariosa Suiza que sólo cedió en el tiempo extra ante el empuje otomano.
El definitivo partido se jugó el 24 de julio en Nyon, muy cerca del cuartel general de la UEFA que celebraba por entonces su 50 aniversario, razón por la que se había escogido a Suiza como país organizador. En él, España buscaba un campeonato que llevarse a la boca después de cuatro finales consecutivas perdidas (Europeo sub'17 de 2003, Mundiales sub'17 y sub'20 de 2003 y Europeo sub'17 de 2004), y Turquía quería vengarse de la derrota en el descuento encajada en la fase de grupos y sobre todo alzar un título que no conseguía desde 1992. Con un ambiente espectacular en las gradas, pobladas por un gran número de seguidores turcos y unos cuantos españoles, el partido comenzó tranquilo, con los dos equipos mirando más su portería que la contraria. Aún así, era España quien parecía llevar más peligro y Soldado, novedad en el once titular, tuvo las primeras ocasiones para los nuestros, pero sus remates defectuosos no inquietaron al meta Özcan. A partir del minuto 30 el dominio español se hizo más evidente y se sucedieron una serie de oportunidades que obligaron a lucirse al portero turco, despejando sendos remates de Víctor Casadesús y el propio Soldado. La delantera turca no se dejó ver hasta el comienzo de la segunda mitad, cuando el goleador Ali Öztürk puso en apuros a Ribas con un par de peligrosos disparos. La entrada de Gavilán por Silva le dio más profundidad al ataque español y el partido ganó en emoción, con los dos equipos buscando el gol ya sin complejos. Soldado dispuso de las oportunidades más claras para marcar pero no era la tarde del ariete del Real Madrid B, que parecía empeñado en desaprovechar los estupendos servicios de su compañero Juanfran. En el último cuarto de hora España se volcó en ataque, mostrando una gran ambición por la victoria, y Turquía sólo sobrevivía gracias al aliento de su numerosa y bulliciosa afición y al desacierto de los jugadores españoles. A cinco minutos del final, Ufarte ordenó un cambio que sería vital: dio entrada a Borja Valero, buscando algo más de creatividad en el ataque, y el madridista no desaprovechó su oportunidad. Avisó primero con un disparo que se perdió lamiendo el poste, y ya en el descuento recogió una dejada de Soldado tras un saque de banda, se acercó a la esquina del área, recortó a dos rivales por el camino y lanzó una precisa vaselina con la derecha que voló hasta la escuadra del palo contrario, dejando con la boca abierta a todos los que presenciábamos el partido. Por segunda vez en el torneo España se adelantaba a Turquía con un gol en el minuto 92, y los seguidores otomanos no se lo tomaron nada bien, llegando incluso a lanzar una botella que impactó en la cabeza del colegiado portugués Pedro Proença, y que por cierto no había tenido nada que ver en el resultado. El parón terminó por desconcentrar a Turquía, que después de que el juego se reanudara ni siquiera pudo acercarse a la portería española, y el final del partido marcó el inicio de la fiesta para unos chavales que habían demostrado ser sin discusión los mejores de Europa.