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jueves, 5 de noviembre de 2009

Octavos de final: España - Burkina Faso


4-1

Si algo ha demostrado este Mundial es que los favoritos jamás deben confiarse. Brasil y Holanda lo hicieron en grupos sin aparente complicación para su teórico nivel y se fueron los primeros; Argentina y Alemania pensaron que podían ganar con el nombre y se dieron de bruces ante dos equipos, Colombia y Suiza, que supieron plasmar mejor sobre el césped el espíritu de lucha y la categoría que debe mostrar quien quiera optar a lo máximo. Así que España saltó por última vez a la hierba artificial del Sani Abacha Stadium de Kano con la lección bien aprendida, dispuesta a dejar bien claro que es más equipo que Burkina Faso, algo que todos intuíamos pero que había que confirmar en el marcador. Para ello Ginés Meléndez apostó por su once de gala, formado por Edgar; Dalmau, Aurtenetxe, Muniesa, Sergi Gómez; Koke, Sergio Roberto, Muniaín, Sarabia, Isco y Borja, y desde el primer momento el equipo respondió a las expectativas, logrando un pase a cuartos de final que se convierte ya en el mejor resultado de una selección española en el último año. Ante una selección de Burkina físicamente más fuerte, España luchó con su mejor arma, la posesión de balón, y no tardó en rondar la meta rival, aunque sin tener verdaderas ocasiones de peligro. La primera oportunidad clara estuvo en las botas de Pablo Sarabia, cuyo lanzamiento de falta en el minuto 15 salió ligeramente alto, y la segunda se convirtió en el primer gol del partido: Isco se entretuvo con el balón en vez de dirigirse directamente a la portería pero Sergio Roberto, muy atento, cazó magistralmente el rechace de un defensor africano para batir desde la frontal al guardameta Sanou. Empezaban bien las cosas para España, que a los veinte minutos de partido ya dominaba claramente el juego y había conseguido abrir el marcador, pero las cosas no iban a resultar tan sencillas. Tras varios acercamientos peligrosos que estuvieron a punto de significar el segundo gol, Burkina Faso acertó en su primera ocasión medianamente clara, un centro cruzado que el punta Ibrango, en pugna con Dalmau, consiguió llevar a la red. Pero España no acusó el golpe, más bien al contrario. El tanto del empate espoleó a nuestros chavales, que estuvieron muy cerca de adelantarse de nuevo sólo tres minutos después, en una gran jugada de Muniaín que Borja no pudo culminar. Casi a continuación Sarabia volvió a intentarlo con un disparo que lamió la cepa del poste, y unos minutos después el propio centrocampista del Real Madrid estuvo a punto de cazar un rechace del meta africano. Burkina Faso sólo inquietaba con disparos lejanos y en algún saque de esquina, pero era España quien dominaba a su antojo. Ya en el descuento, Borja estuvo a punto de romper la igualada en dos ocasiones, pero en ambas se quedó a escasos centímetros de impactar con la bola.

Burkina Faso se conjuró en el centro del campo antes de iniciar la segunda parte, introdujo dos cambios y se dispuso a esperar de nuevo las acometidas hispanas, pero de poco sirvió. Bastaron diez minutos para hacer el segundo. Isco botó una falta a pierna cambiada desde el perfil izquierdo y Sergio Roberto peinó hacia atrás en el primer palo, bombeando un balón que fue a caer justo en la escuadra opuesta. Tras el segundo gol del barcelonista Burkina Faso adelantó su presión, convirtiendo cada balón dividido en un asunto de vida o muerte, pero dejando también unos interesantes espacios a la espalda de su defensa que España empezó a buscar con intención. El primero en aprovecharlos fue Sarabia, quien centró para que Borja probara de volea al meta Sanou, que atrapó con seguridad. Meléndez reforzó el centro del campo con la entrada de Edu Ramos por Isco y España no tardó en enseñarnos el objetivo de su entrenador. Borja avisó con una penetración hasta la cocina y un pase atrás que sacó la defensa, pero al minuto Muniaín calcó la jugada y esta vez acabó por derrumbar la resistencia africana, ya que Sergio Roberto subió el tercero al marcador y a su cuenta particular. Burkina Faso se volcó en ataque y gozó de una buena ocasión en las botas de un Ouedraogo al que se le bajó la persiana delante de Edgar, pero a partir de ese momento cada contra hispana olía a gol. Practicando el abc del fútbol (tres pases cortos en el centro del campo y balón a banda para el desmarque de ruptura), España se desembarazó de la desordenada presión que ejercían los jugadores de Burkina. Así llegó la jugada del penalti, una escapada de Muniaín por la derecha y Borja que era derribado por Soro cuando se disponía a remachar el gol. Penalti, expulsión y oportunidad para que Adriá Carmona, que acababa de entrar por Sarabia, sumara un nuevo gol a su brillante estadística personal (lleva 3 tantos en poco más de 120 minutos disputados). Quedaban siete minutos pero el partido estaba finiquitado y ya sólo hubo tiempo para que Muniaín se ganara una tarjeta por simular penalti y para que el trigoleador Roberto recibiera la ovación al ser sustituido por Espinosa. España está en cuartos de final y jugará ante Uruguay el próximo lunes, otra vez a las cuatro de la tarde, en Kaduna. Visto lo visto, como favoritos, pero eso es algo que habrá que seguir demostrando.

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jueves, 16 de abril de 2009

Repaso a los octavos

Cuando el vigente campeón cae eliminado, siempre es noticia, y más si es a las primeras de cambio. Cuando el que cae eliminado casi a las primeras de cambio es el campeón de las dos últimas ediciones, y no sólo es eliminado sino casi humillado por su rival, es más noticia todavía. Así que la derrota de Argentina, campeón en Qatar'95 y en Malasia'97, ante México por 4-1 fue sin duda lo más destacado de la primera ronda de eliminatorias directas. Los argentinos se fueron al descanso con ventaja gracias a un gol de Galleti, pero los mexicanos salieron en tromba en la segunda parte y a los 10 minutos ya habían volteado el marcador. Después, dos grandes disparos de Juan Pablo Rodríguez y Luis González en sendos contrataques sentenciaron a la albiceleste. Pero México pagó un alto precio por eliminar al campeón, ya que su capitán Rafa Márquez, auténtico organizador del juego azteca desde el centro de la zaga, fue expulsado en el descuento y se perdería los cuartos de final.

En esa ronda los mexicanos deberían enfrentarse a la que ya entonces era la revelación del torneo, Japón. Los nipones habían perdido su primer partido ante Camerún y parecían llegar a Nigeria como meros comparsas, pero dos claras y merecidas victorias ante Estados Unidos (3-1) e Inglaterra (2-0) les habían servido para acabar primeros de grupo. Manejados magistralmente por Shinji Ono y con Naohiro Takahara como referente ofensivo, se habían convertido en una de las sensaciones del campeonato y se habían ganado el apoyo del público neutral por su exotismo y su juego alegre y ofensivo. En el partido de octavos dominaron claramente a Portugal y se adelantaron en el marcador al principio de la segunda parte, pero los lusos aprovecharon el bajón físico de los asiáticos para empatar y mandar el choque a la prórroga. No hubo goles y en la tanda de penaltis Japón estuvo más acertado, logrando el pase a cuartos y mandando a casa a otro de los teóricos favoritos.

En cualquier caso, esa parte del cuadro parecía tener un claro favorito: Brasil. Tras el duro comienzo ante España, la canarinha parecía haber despertado y después de golear a Zambia fue Croacia la que sufrió el rodillo brasileño. Dos goles de Ronaldinho en la primera parte dejaron encarrilado el partido, y a los 3 minutos de la reanudación se produjo una de las imágenes del campeonato: el penalti que transformó Fernando Baiano y que fue bautizado como el más lento de la historia. Baiano amagó, Pletikosa se lanzó a un lado y el carioca golpeó suavemente al balón, que entró mansamente por el centro de la portería mientras el cancerbero croata intentaba desesperadamente llegar a él, sin conseguirlo. Para unos es una obra maestra, para otros un gesto de desconsideración hacia el rival, pero en cualquier caso fue el gol que terminó de derrumbar a los croatas. Luego llegaría la rúbrica de Edu para redondear el 4-0 con el que Brasil reafirmaba su candidatura al título.

Su rival en cuartos sería su viejo conocido Uruguay, que se deshizo de Paraguay en una larguísima tanda de penaltis. Al comienzo de la segunda parte el partido parecía muy de cara para los uruguayos, que mandaban por 2-0 gracias a los goles de Ernesto Chevantón y Diego Forlán y contaban con un jugador más por la expulsión del paraguayo Marecos. Pero entonces llegó la reacción guaraní de la mano de Roque Santa Cruz, que marcó un penalti en el minuto 62 y logró el empate en el 86, ya con igualdad numérica tras la roja al uruguayo Pouso. Después de la preceptiva prórroga sin goles, en los penaltis los charrúas acabaron imponiéndose nada menos que por 10 a 9, por lo que en Nigeria se iba a poder disfrutar de todo un clásico del fútbol mundial, Brasil-Uruguay.


En la otra parte del cuadro se vivió el que seguremente fue el partido más loco de todo el torneo. Mali se impuso a Camerún por 5-4 en el tiempo suplementario, gracias a un gol de oro. Mali había abierto el marcador a los 9 minutos, pero los cameruneses habían remontado y se habían ido al descanso con una cómoda ventaja de 3-1. Con un hombre menos, Mali recortó distancias al cuarto de hora de la segunda parte; sin embargo, el segundo tanto de Gaspard Komol parecía sentenciar el encuentro. Contra todo pronóstico, y bajo la batuta de Seydou Keita, los malienses lograron la hazaña y Mahamadou Dissa se convirtió en el héroe de su equipo al empatar a 4 en el minuto 90. Los nervios hicieron presa en los jugadores de Camerún, que sin duda se habían visto en cuartos antes de tiempo, y se quedaron con nueve en la primera parte de la prórroga. Con ventaja numérica y la moral por las nubes, Dissa completó su tarde de gloria marcando el primer (y a la postre único) gol de oro del campeonato en el minuto 104.

Por su parte, Nigeria tuvo que esperar a los penaltis para eliminar a la campeona de Europa, Irlanda. En el banquillo de los anfitriones estaba la otra imagen del día, la presencia del holandés Thijs Libregts (por aquel entonces seleccionador absoluto nigeriano) que se hizo cargo del combinado sub'20 después de que la Federación de aquel país destituyera al anterior entrenador, Tunde Disu, por la mala imagen dada por el equipo en la primera fase, culminada con una derrota ante Paraguay por 2-1. Bajo las órdenes del nuevo técnico, Nigeria tuvo que esforzarse para igualar el tanto de Richard Sadlier en la primera parte, y hasta el minuto 70 no llegó el gol local, obra de Pius Ikedia. De ahí al final el dominio africano fue total, salvo alguna escaramuza aislada de Robbie Keane, pero se llegó al final de los 120 minutos sin novedades en el marcador. La suerte desde los once metros sonrió a Nigeria y se plantó en cuartos, aunque sin despejar las dudas existentes sobre su juego.

Además de Brasil y México, y en menor medida España, si alguien pasó a cuartos con cierta comodidad fue Ghana. El poderío físico de una de las grandes favoritas se impuso a una animosa selección costarricense que sin embargo no fue rival para un combinado pleno de fuerza y velocidad que se perfilaba como favorito para el título. Un gol de Owusu Afriyie en la primera parte y otro de Peter Ofori Quaye casi al final del partido bastaron para doblegar a los centroamericanos. Así las cosas, Ghana sería el fuerte rival que se encontraría España en la frontera entre el éxito y la decepción: los cuartos de final.

domingo, 12 de abril de 2009

La primera criba

El telón de la primera fase se cerró sin demasiadas sorpresas, pero sí con muchas sensaciones sorprendentes. Las únicas selecciones que hicieron las maletas antes de lo previsto fueron dos potencias europeas, Alemania e Inglaterra. Los alemanes habían llegado como favoritos en virtud de su condición de subcampeones de Europa, y tras su cómoda victoria en la primera jornada (4-0 ante Paraguay) parecían refrendar su candidatura al título. Sin embargo, la derrota por 2-0 en la segunda jornada ante los anfitriones hizo que el partido contra Costa Rica se convirtiera en decisivo, y entonces los nervios pudieron a los jóvenes teutones, que cayeron derrotados por 2-1 y concluyeron en la última posición de su grupo. El mismo camino que Alemania tomó Inglaterra, con la deshonra añadida de marcharse de Nigeria sin puntuar y sin marcar un solo gol en un grupo a priori sin demasiados rivales de entidad: Camerún, Japón y Estados Unidos vencieron a los pross sin excesiva dificultad. En su descargo, hay que decir que tanto Alemania como Inglaterra acudieron a Nigeria sin varios de sus mejores hombres, que no fueron liberados por sus clubes. Junto a alemanes e ingleses, las otras selecciones que se marcharon a casa últimas de sus grupos fueron Kazajstán, Arabia Saudí, República de Corea y Honduras.

Pero si hasta ese momento el campeonato no estaba siendo especialmente pródigo en eliminaciones sorprendentes, sí estaba dejando detalles que presagiaban posibles descalabros de algún otro favorito. Argentina, campeón en Malasia'97, tuvo que agradecer a sus archienemigos brasileños la goleada que éstos infligieron a Zambia en la última jornada, puesto que al acabar en la tercera posición de su grupo con 4 puntos (los mismos que Costa Rica, Uruguay y Zambia, que también fueron terceros en sus respectivos grupos), hubo que esperar a que el gol-average decidiera qué selección acompañaba a Australia (3 puntos) como una de las dos peores terceras. Al final, la victoria canarinha por 5-1 fue clave y los zambianos se quedaron fuera de unos octavos que habían acariciado con la punta de los dedos.

Otras selecciones que dejaron dudas sobre su rendimiento fueron Portugal y Uruguay (aunque ambas compartían con Mali el que probablemente fuera el grupo más potente), así como la propia Brasil o Nigeria. Los sudamericanos parecían letales en ataque pero su defensa era extremadamente lenta y el trabajo defensivo de sus centrocampistas brillaba por su ausencia; mientras que el anfitrión parecía acusar la presión de jugar en casa y no daba muestras de ser el equipo temible que se esperaba. En cambio, otros equipos africanos como Ghana o Mali empezaban a meter miedo, y se postulaban como serios aspirantes al título en un grupo de favoritos en el que también había que incluir a España por méritos propios.

Entre las sorpresas agradables, México presentaba un juego rápido y vistoso que le hacía encabezar el segundo grupo de aspirantes, un grupeto en el que se incluían a las ya mencionadas selecciones que partían como favoritas pero que no estaban dando su nivel y también a las revelaciones del torneo como Croacia, Costa Rica, Estados Unidos o Japón. Todas ellas practicaban un fútbol eminentemente ofensivo, cada una con sus peculiaridades, pero que las convertía en rivales a tener en cuenta.

En cuanto a los nombres propios de la fase de grupos, el alemán Enrico Kern fue el primero en destacar con su hat-trick ante Paraguay en la primera jornada. Peter Ofori Quaye (GHA) también tomó la responsabilidad anotadora de su selección, al igual que Damien Duff en Irlanda y Simao Sabrosa en Portugal. Otros referentes ofensivos para sus respectivos equipos eran Taylor Twellman (USA) o Naohiro Takahara (JPN), mientras que Esteban Cambiasso (ARG) era el líder que intentaba tirar del carro argentino (no en vano era el tercer mundial juvenil que disputaba el por aquel entonces canterano del Real Madrid). Rafa Márquez hacía lo propio en la selección azteca, además de sumar un par de goles gracias a su potente disparo y a su buen juego aéreo. Obviamente, los españoles también estaban brillando, y los dos goles de Gabri ante Brasil no habían pasado desapercibidos, como tampoco las dotes de organización de Xavi o las cabalgadas de Varela.

Tras una brillante primera fase en la que se marcaron 102 goles en 36 partidos, los cruces de octavos de final quedaron establecidos de la siguiente forma:

República de Irlanda - Nigeria
Mali - Camerún
España - Estados Unidos
Ghana - Costa Rica
México - Argentina
Japón - Portugal
Paraguay - Uruguay
Brasil - Croacia

Las eliminatorias estrella eran los dos duelos entre equipos de la máxima rivalidad (Paraguay-Uruguay y Mali-Camerún), y el choque entre Argentina y México. La suerte estaba echada, y el día 14 de abril comenzaría la fase decisiva del campeonato.