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miércoles, 25 de diciembre de 2013

1991, Mundial sub'17: Un verano en la Toscana

Después de haber celebrado tres ediciones de categoría sub’16, la FIFA cambió sus normativas de edad y el de 1991 se programó como el primer Mundial de categoría sub’17 de la historia. Ecuador fue la sede designada inicialmente para acoger el campeonato; por desgracia, a comienzos de aquel mismo año se desató una epidemia de cólera en Sudamérica que afectó gravemente a numerosas regiones del país andino y la FIFA se vio obligada a trasladar el torneo a Europa. Aunque en un primer momento se afirmó que España sería la sede de emergencia, finalmente el gran éxito organizativo que había sido el Mundial absoluto de 1990 hizo que Italia fuera el anfitrión elegido. Superada la crisis sanitaria, Ecuador acogería el Mundial sub’17 de 1995 (curiosamente, en 1995 el Mundial sub’20 se tuvo que celebrar en Qatar por otra epidemia de cólera, esta vez en Nigeria, país que como sabemos acabó organizando el de 1999), pero el caso es que en 1991 dieciséis selecciones prejuveniles se plantaron en la Toscana dispuestas a pasar la segunda quincena de agosto en aquel incomparable marco, pues la bella región acogió el campeonato en su totalidad. Montecatini fue la base de operaciones de todos los equipos y los partidos se disputaron en dicha localidad y en Viareggio, Carrara, Massa y Livorno, quedando reservado el Comunale de Florencia como escenario de la gran final.

En la portada del Informe Técnico
se puede observar la línea que
prolongaba la frontal del área
para delimitar la zona de
aplicación del fuera de juego.
Si bien Italia’90 había sido, como ha quedado dicho, un éxito de organización, la baja calidad general del juego y, sobre todo, la escasa ambición ofensiva que habían mostrado la mayoría de selecciones participantes hizo que la FIFA se decidiera a buscar nuevas ideas que aportaran más frescura al deporte rey. Así, durante la década de los noventa los campeonatos juveniles se convirtieron en un inmejorable banco de pruebas para distintas reglas y sugerencias más o menos atrevidas. Algunas no pasaron de meros experimentos fallidos y otras consiguieron hacerse un hueco en el Reglamento, pero todas pusieron en bastantes apuros a unos chavales que apenas tenían tiempo para acostumbrarse a ellas antes de iniciar su lucha por un título mundial. En este Mundial sub’17 de 1991 se pusieron en práctica dos innovaciones reglamentarias: quedaba prohibido que el portero recogiera con las manos un pase voluntario con el pie de algún compañero, y sólo existiría el fuera de juego en los últimos dieciséis metros de campo (es decir, desde la altura del área grande hasta la línea de fondo). La primera regla, la de la cesión, acabó siendo aceptada por la International Board y puede decirse que ha cambiado profundamente la concepción del juego y, sobre todo, la del puesto de guardameta, pero la segunda fue un fracaso estrepitoso al que muchos jugadores y seleccionadores achacaron el mal papel de sus equipos en el Mundial de la Toscana. Como permitía a los delanteros situarse de forma casi fija en el borde del área, la nueva norma obligaba a los defensas a quedarse también allí, lo que o bien alargaba los equipos hasta límites insostenibles para cualquier centrocampista o bien acababa provocando una enorme concentración de jugadores en los últimos metros que embotellaba el juego y dificultaba los ataques, precisamente lo contrario de lo buscado. Las quejas fueron unánimes y la FIFA no necesitó más pruebas para descartar aquella idea, así que las líneas que prolongaban la frontal del área hasta las bandas nunca más volvieron a pintarse sobre un campo de fútbol.

España, selección debutante en un Mundial de esta categoría, llegaba como una de las máximas favoritas gracias al brillante Campeonato de Europa conquistado tres meses antes en Suiza. La inmensa mayoría de los dieciocho jugadores convocados por Juan Santisteban habían formado parte de aquella escuadra ganadora; de hecho, de los dieciséis campeones de Europa sólo el mediocentro mallorquín Gabriel Capó y el portero madridista Carlos Redondo se quedaron sin acudir a Italia. En su lugar viajaron el central Felipe Vaqueriza y el meta coruñés Álex Sánchez, mientras que Joyce Moreno y Pepe Gálvez se beneficiaron de las dos plazas extra. Estos fueron los elegidos por el seleccionador español:


Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
--------------------------------------------------------------------
1.- Javier LÓPEZ VALLEJO – 22/09/1975 – AR – C.A. Osasuna
2.- José GÁLVEZ Estévez – 03/08/1974 – DL – R.C.D. Mallorca
3.- Carlos CASTRO Caputo – 17/12/1974 – DF – Sevilla F.C.
4.- César PALACIOS Chocarro – 19/10/1974 – DF – C.A. Osasuna
5.- Enrique MEDINA Ortega – 14/09/1974 – DF – Valencia C.F.
6.- RAMÓN González Expósito – 25/11/1974 – DF – Real Valladolid C.F.
7.- JUAN CARLOS Gutiérrez Calderón – 09/10/1974 – DF – F.C. Barcelona
8.- GERARDO García León – 07/12/1974 – MC - C.A. Osasuna
9.- Carlos Alejandro Sierra Fumero, “SANDRO” – 14/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
10.- Pedro VELASCO Morón – 08/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
11.- Antonio Segura ROBAINA – 30/11/1974 – DL – U.D. Las Palmas
12.- Juan Carlos MURGUI Pardo – 15/11/1974 – DL – F.C. Barcelona
13.- José Alejandro Sánchez García, “ÁLEX” – 30/12/1974 – AR – R.C. Deportivo
14.- José Miguel López Quevedo, “JOSEMI” – 06/08/1974 – DL – Rayo Vallecano
15.- Felipe VAQUERIZA Rodríguez – 23/01/1975 – DF – Real Madrid C.F.
16.- EMILIO José Carrasco Ortiz – 14/11/1974 – MC – U.D. Pavía
17.- Joyce Renato MORENO Venecia – 29/09/1974 – DF – Real Madrid C.F.
18.- Daniel García Lara, “DANI” – 22/12/1974 – DL – Real Madrid C.F.


Los chavales llegaron a la concentración previa tras unas largas vacaciones y apenas pudieron disputar un par de amistosos antes de viajar a Italia, por lo que a Santisteban le costó mucho devolverles el ritmo de competición. El técnico sevillano optó por usar la misma alineación tipo del Campeonato de Europa, la formada por López Vallejo; Castro, Quique Medina, Palacios, Juan Carlos; Gerardo, Sandro, Velasco, Emilio; Robaina y Murgui. Ramón, que podía jugar tanto de central como de lateral izquierdo, era la principal alternativa que el seleccionador manejaba para la defensa, y Gálvez el delantero que solía aparecer desde el banquillo. El resto de convocados tuvo un papel meramente testimonial: el portero suplente Álex y Joyce Moreno no llegaron a debutar, Josemi disputó 9 minutos repartidos en tres encuentros y Dani García Lara sólo jugó el último cuarto de hora del partido inaugural, mientras que Vaqueriza hizo su debut (aunque jugando como titular, eso sí) el día de la final, debido a la sanción de Quique Medina.

Gerardo dispara en el duelo ante Cuba.
En primer término, Murgui.
Con tres equipos de cada Confederación (salvo de Oceanía, a la que únicamente representaba Australia), los participantes se repartieron en cuatro grupos de cuatro componentes, pasando a cuartos de final los dos primeros de cada grupo. España quedó encuadrada en el Grupo D, junto a Uruguay, Cuba y Ghana. Disputó todos los partidos de esta primera fase en Livorno y arrancó su participación mundialista derrotando por 1-0 en un igualado partido a la selección charrúa, gracias a un gol de Dani en la segunda parte. Superado el primer escollo, el equipo se soltó en el duelo ante Cuba. Los caribeños sólo habían perdido 2-1 contra Ghana en su debut, aunque ese era un marcador demasiado ajustado que no hacía justicia a la enorme superioridad mostrada por los africanos. A diferencia de los ghaneses, España sí estuvo acertada de cara a puerta y el duelo acabó con un sonrojante 7-2 en el luminoso. Dos goles de Robaina y uno de Emilio Carrasco abrieron brecha antes del descanso; luego marcaron Murgui, un defensa cubano en propia puerta (aunque en un principio se le atribuyó el quinto gol a Robaina y en la web de FIFA se lo adjudican a Velasco), César Palacios y Ramón, redondeando el resultado sendos tantos de Marten Pellicier y Casamayor para Cuba. Con ambos equipos ya clasificados gracias a sus dos victorias, el duelo ante Ghana de la tercera jornada se convertía en decisivo para determinar la primera plaza del grupo y, de esa manera, evitar a Brasil en cuartos de final. A España le valía el empate y un 1-1 fue lo que obtuvo, en un atractivo choque que dejó claro que aquellos dos equipos eran, precisamente junto con Brasil, los mejores del Mundial. Eso sí, Ghana demostró estar bastante por encima de los nuestros, que se aliaron con la suerte y la mala puntería rival para conseguir el resultado deseado. Los africanos impusieron en todo momento su físico y buen juego colectivo y se adelantaron al comienzo de la segunda parte con un gol de su capitán Opoku, pero Pepe Gálvez logró la igualada veinte minutos después al rematar una falta lateral y los de Santisteban consiguieron mantener aquel marcador hasta el final.

Del Piero marró este penalti ante EE.UU.
e Italia no pasó de la primera fase.
Acabar como líder de grupo permitía a España evitar a la canarinha, pero ni mucho menos ofrecía un cruce cómodo: los caprichos de los bombos habían hecho que los principales favoritos al título tuvieran que enfrentarse en cuartos de final y España y Ghana debían medirse ahora a Alemania y Brasil, respectivamente, mientras que los cruces de los otros dos grupos deparaban un Argentina - Australia y un Qatar - Estados Unidos, partidos desde luego con mucho menos cartel que los que enfrentaban a los clasificados de los grupos C y D. No obstante, los norteamericanos eran la principal sorpresa del torneo, pues habían logrado un pleno de victorias en un grupo nada sencillo que compartían con Argentina e Italia. Los locales, entre los que destacaban los nombres de Luigi Sartor, Alessandro Birindelli y, sobre todo, Alessandro Del Piero, no habían estado en la fase final del Campeonato de Europa (Portugal les eliminó en la fase previa) y fueron derrotados en el partido inaugural por Estados Unidos, con Del Piero fallando un penalti que hubiera significado el empate; luego no fueron capaces de ganar a China y no pasaron del empate a cero contra Argentina.

Robaina en el partido de cuartos de final.
Sin embargo, pese a adelantarse al poco de comenzar su partido de cuartos, los estadounidenses no supieron aprovechar su buen momento de forma y una ordenada selección qatarí logró el pase a semifinales en la tanda de penaltis. Mientras Brasil y Ghana daban un magnífico espectáculo en Carrara, lo esperable de aquella auténtica final anticipada que se resolvió a favor de los africanos por 2-1, en la reedición de la final del Europeo Alemania sorprendió a España con un gol de Babatz al cuarto de hora. Pero, al igual que en Berna, los españoles fueron claramente superiores y merecieron remontar ya antes del descanso, aunque hubo que esperar a la segunda parte para que Murgui y Robaina dieran la vuelta al partido. En los últimos compases del encuentro, el rayista Josemi lograba el 3-1 que certificaba el pase de España a la siguiente ronda. Por su parte, Argentina no tuvo mayores problemas para deshacerse de Australia por 2-1 y sería el rival de España en las semifinales.

El capitán Juan Carlos en lucha con
un delantero argentino.
El partido contra la albiceleste, celebrado en Massa, resultó tremendamente disputado, como no podía ser menos. España salió mejor, dominando y creando ocasiones, y en el ecuador de la primera mitad Murgui aprovechó un despeje del meta argentino a disparo de Emilio Carrasco para anotar el 1-0. A partir de ahí los sudamericanos comenzaron a aproximarse cada vez más a la portería de López Vallejo, pero sus puntas, Oliveri y Comelles, no se mostraron tan acertados como en el resto del torneo y España pudo conservar esa mínima ventaja hasta el final de los 80 minutos reglamentarios. La aparición de Marcelo Gallardo en la segunda parte supuso un revulsivo para Argentina, pero faltó tiempo para que tuviera impacto en el marcador. Además del “Muñeco” Gallardo, otros jugadores de aquel equipo tendrían luego una buena trayectoria profesional, como Rodolfo Arruabarrena y Claudio Husaín, además por supuesto de un Juan Sebastián Verón que comenzó el torneo como titular pero fue perdiendo el sitio hasta el punto de no salir del banquillo en aquel partido de semifinales.

Un defensa de Qatar frena a Nii Lamptey.
El otro partido de la penúltima ronda se resolvió, sorprendentemente, en la tanda de penaltis. Como se esperaba, Ghana fue muy superior a Qatar durante todo el encuentro, pero volvió a mostrar esa preocupante falta de acierto en el remate que ya había acusado en la primera fase. Los árabes, muy disciplinados, aguantaron las acometidas africanas con orden e incluso dispusieron de alguna opción a la contra que no materializaron. El 0-0 inicial no se movió y, con sólo dos goles marcados en todo el torneo, Qatar se encontraba a un paso de plantarse en la finalísima. Sin embargo, esta vez sus lanzadores no estuvieron tan acertados como en cuartos de final y fue la selección de Ghana la que obtuvo un premio tan sufrido como merecido a tenor de lo que había mostrado en el campeonato. Los qataríes también perderían el tercer y cuarto puesto ante Argentina en los lanzamientos desde los once metros.

En la final España sólo creó peligro
a balón parado.
La final, disputada el 31 de agosto de 1991 en el Comunale de Florencia ante unos cinco mil espectadores, volvió a evidenciar la superioridad de Ghana sobre España. Se enfrentaban la selección con la media de edad más baja de todos los participantes (Ghana, 16 años y 1 mes) y la selección con la media de edad más alta (España, 16 años y 8 meses); al menos eso decían los datos oficiales, porque las sensaciones eran bien diferentes. En el equipo de Ghana había siete jugadores que ya habían disputado el Mundial sub’16 de 1989 y otros seis que todavía podrían jugar el Mundial sub’17 de 1993, pero muchos de quienes vieron a los africanos en directo sospechan aún hoy que tal vez las edades de sus pasaportes no coincidieran con las reales. En declaraciones a “Mundo Deportivo”, el mismo Juan Santisteban afirmaba tras el encuentro de la primera fase que “un chaval de 17 años no puede tener tanta experiencia, potencia física y habilidad, juraría que todos rebasan los 20 años”, crítica que repitió al concluir la final. Eterna polémica nunca resuelta que en la década de los noventa (e incluso a día de hoy) hacía navegar a muchas federaciones africanas y asiáticas entre la culpabilidad de la trampa voluntaria y el inocente victimismo derivado de la precariedad administrativa existente en sus países. En cualquier caso, lo único seguro es que aquella tarde Ghana fue mejor que España y venció merecidamente en un partido en el que sólo López Vallejo y la ya consabida mala puntería ghanesa mantuvieron a España con vida hasta los últimos instantes.

Emmanuel Duah, en la imagen, fue
el autor del único gol de la final.
Dirigida por el alemán Otto Pfister, un clásico de los banquillos africanos, y guiada en el campo por el niño prodigio Nii Odartey Lamptey, Ghana dominó en todo momento a una España que a duras penas lograba frenar los continuos ataques rivales. El gol africano parecía simple cuestión de tiempo, pero entre la gran labor del meta navarro y los errores de los atacantes el partido se mantenía con el resultado inicial bien entrado ya el segundo tiempo. Con la importante baja en defensa de Quique Medina por acumulación de amonestaciones (el central valenciano fue incluido en el Once Ideal del campeonato), Santisteban optó por dar entrada en el once titular a Vaqueriza, meter un tercer central como Ramón y colocar a Juan Carlos Gutiérrez, habitual lateral zurdo, en el centro del campo en detrimento de Pedro Velasco. La idea era acumular pulmones para perseguir a los potentes jugadores africanos y fiarlo todo a lo que pudiera cazar Robaina (el otro español presente en el Once Ideal) o a una acción a balón parado, única parcela en la que España parecía poder competir de igual a igual con sus rivales, pero fue precisamente en un córner donde llegó el gol de Ghana. A falta de escasos cinco minutos para el final del partido Duah se aprovechó de un despiste defensivo hispano y, entrando completamente solo desde el punto de penalti, batió de potente cabezazo a López Vallejo. Apenas quedaba tiempo para algo más que no fuera tirar de rabia y coraje y eso fue lo que hicieron los jóvenes españoles, encerrando a Ghana en su área en varios saques de esquina consecutivos en los que a punto estuvo de llegar el empate, sobre todo con un cabezazo de César Palacios que un defensa sacó en línea de gol. Pero el balón no quiso entrar y aquella de Florencia se convirtió en la primera de las tres finales mundialistas de categoría sub'17 que España ha jugado y perdido a lo largo de su historia (luego vendrían las de 2003 y 2007), todas con Juan Santisteban como seleccionador.




Nii Lamptey con la copa del
Mundial sub'17.
Varios jugadores de aquella selección de Ghana estarían presentes en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cita en la que conseguirían la medalla de bronce, así como en el Mundial sub’20 de Australia 1993, cuya final perdieron ante Brasil. Sin embargo, y como suele ser habitual en las selecciones sub’17 de cualquier país, pocos llegaron luego a destacar en la élite del fútbol profesional: quizás el más conocido para todos sea Samuel Kuffour, el inolvidable central del Bayern Munich. Además de él, tan solo Mohammed Gargo (varios años en el Udinese) tuvo una sólida carrera en el primer nivel internacional. Por el camino se quedaron promesas como Emmanuel Duah, el goleador de la final, que formó parte de la plantilla del Mallorca que logró el ascenso a Primera en 1997, y sobre todo el Balón de Oro de aquel Mundial, Nii Lamptey, que a los 16 años ya era un fijo en el Anderlecht belga y al que el mismísimo Pelé había nombrado como su sucesor. Desgraciadamente, Lamptey no solo no llegaría a triunfar en el fútbol, sino que se convertiría en el paradigma de juguete roto: analfabeto y maltratado en su niñez, fue pasando por multitud de equipos para mayor gloria de su representante, que lo estafó, y acabó peleado y olvidado por su propia federación. Tampoco el máximo goleador del campeonato, el brasileño Adriano (hizo 4 dianas, las mismas que Lamptey y una más que Robaina), llegó muy lejos en su carrera profesional; ni él ni ninguno de sus compañeros de expedición pasaron de clubes de segundo nivel europeo, y eso los que salieron de su país natal.

Murgui, delantero titular de la sub'17 de 1991
Entre los españoles también ocurrió algo parecido. Jugadores como Josemi (debutó con el Rayo en Primera y luego jugó para Osasuna y Jaén), Ramón (pieza importante en el Valladolid, pasó al filial del Atlético y de ahí a Las Palmas, Córdoba o Recreativo), Vaqueriza (del Castilla pasó al Mallorca B y luego estuvo en el Murcia) o Joyce Moreno (Oviedo, Leganés, Burgos, Badajoz o Granada, entre otros equipos) se mantuvieron varios años en Segunda División con rendimientos dispares. Otros no llegaron a la élite, y de ellos sabemos que el delantero valenciano Murgui se retiró prematuramente, desencantado por la manera en que el Barcelona intentó llevar su progresión a base de cesiones; que su compañero de equipo Juan Carlos Gutiérrez, capitán de esta selección, vio truncada su carrera por un accidente de tráfico; que Carlos Castro jugó varios años en el Ceuta y en el Hércules en 2ªB antes de pasar a la secretaría técnica de Alicante y Murcia; que el portero Álex Sánchez dejó el Deportivo para enrolarse en el Atlético de Madrid B, sin demasiada suerte, y acabar en la Tercera gallega; y que Pedro Velasco salió del Castilla para iniciar una larga trayectoria en numerosos equipos de la división de bronce antes de comenzar una nueva etapa en los banquillos; mientras que del extremo zurdo Emilio Carrasco apenas encontramos un paso fugaz por el Polideportivo Almería.

Toni Robaina fue la estrella española
en el Europeo sub'16 y en el Mundial sub'17
Más fácil es seguir las carreras de López Vallejo (pretendido en su juventud por el Milan, permaneció en Osasuna antes de jugar en Villarreal, Recreativo y Zaragoza, donde una denuncia por participar supuestamente en apuestas ilegales acabó provocando su salida hacia Grecia), César Palacios (con una larga trayectoria en Osasuna y Numancia), Quique Medina (uno de los primeros mitos del Villarreal, y que pasó también por Alavés, Salamanca o Getafe), Gerardo García León (fichado por el Real Madrid para su cantera tras el Mundial, desarrolló una extensa y sólida carrera en Valencia, Málaga, Real Sociedad o Córdoba, entre otros clubes), Pepe Gálvez (del Mallorca fichó por el Valencia, y luego por el Betis antes de retirarse en el Burgos, a causa de las lesiones), Dani García Lara (Real Madrid, Zaragoza, Mallorca, F.C. Barcelona o Espanyol fueron algunos de sus equipos durante los mejores años de su carrera), Sandro (que acabó el Mundial como máximo asistente del campeonato con 6 pases de gol y que, tras debutar con el Real Madrid, destacó en Málaga y Levante), y Robaina, gran figura de esta generación en aquellos campeonatos de 1991, pretendido entonces por los dos grandes de nuestro fútbol y que vivió los mejores años del Tenerife en Europa antes de pasar al Sporting de Portugal e iniciar, con apenas 27 años, una cuesta abajo profesional que le llevó a varios clubes de 2ªB y Tercera antes de su retirada en 2009. De todos ellos, sólo Dani consiguió ser internacional absoluto: jugó cinco partidos entre 1998 y 2000 y marcó un gol en un amistoso contra Croacia.

Un bagaje demasiado gris para una generación que, como suele ocurrir, creímos que estaba llamada a hacer algo más grande. Quién sabe si el joven Toni Segura, que ha adoptado el nombre futbolístico de su padre, Toni Robaina, podrá vivir las mismas experiencias que su progenitor en las selecciones inferiores; de momento el chaval juega en la cantera del Betis (lo que le permitió a su padre dejar su trabajo en el servicio de limpieza del ayuntamiento de Las Palmas), ha estado en la órbita del Manchester City y ya ha sido convocado por Albert Celades para la selección sub’16 que en 2014 deberá ganarse su presencia en el Europeo sub’17, competición cuyo palmarés sigue dominando España pero que nuestro país no disputa nada menos que desde 2010. Por edad, el joven Robaina todavía podría acudir a la siguiente edición, la de 2015, a su vez clasificatoria para el próximo Mundial de la categoría: tras dos ediciones mundialistas sin España, en las botas del joven Toni y en las de sus compañeros de generación está la oportunidad de emular lo conseguido por aquel equipo que lideraba su padre hace ya más de veinte años. Ojalá.

Alineación de España en la final del Mundial sub'17 de Italia 1991.
Arriba: Sandro, Vaqueriza, Palacios, Ramón, López Vallejo, Juan Carlos.
Abajo: Murgui, Castro, Robaina, Emilio, Gerardo.
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Fuentes:
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
Informe Técnico del Campeonato del Mundo sub'17 1991, disponible en FIFA.com
BDFútbol.com
Hemeroteca "Mundo Deportivo"
(Todas las imágenes han sido extraídas del Informe Técnico del campeonato)

lunes, 24 de junio de 2013

Partido 2: España - Ghana


1-0

Jesé y Denis Suárez celebran el gol (© FIFA)
Presuponiendo tal vez que Ghana haría exactamente lo contrario que Estados Unidos en el primer partido, es decir, que nos entregaría el balón y se metería atrás para buscar las contras, Julen Lopetegui eliminó a uno de los dos centrocampistas “de contención” (si es que tal término es aplicable en esta selección, cosa que sería discutible) que saltaron al Ali Sami Yen el pasado viernes y dio entrada a otro de los mediapuntas de la convocatoria, el vigués Denis Suárez, para que aportara su imaginación en campo rival. Así, Saúl quedaba como pivote único y Óliver Torres y Suso se colocaban como interiores un escalón por delante de él con el objetivo, imagino, de que España se hiciera con el mando del balón el mayor tiempo posible. Y no funcionó del todo. Es esta España un equipo correcto, capaz de dominar pero también de ser dominado, que está muy lejos de poder ejercer el control casi opresivo que manifiestan sobre sus rivales las selecciones absoluta y sub’21 pero que cuenta con un potencial ofensivo notablemente superior a la media de la categoría, potencial que le permite asumir unos riesgos que, mal acostumbrados como estamos por las actuaciones de sus mayores, nos parecen excesivos pero que, sin embargo, no dejan de ser parte del fútbol real, tal y como lo entendíamos hasta no hace tanto.

En definitiva, a esta España sub'20 le cuesta amasar el juego esperando una oportunidad que puede llegar antes corriendo, y a los 13 minutos Denis se escapó en velocidad por la izquierda, dribló a su defensor y puso un balón de gol a Jesé, que dibujó un desmarque perfecto a la espalda de los centrales ghaneses y remató sin oposición para convertir su tercer tanto en el campeonato. Hasta ese momento, aunque ya había habido un par de acercamientos peligrosos de los nuestros, el control del balón estaba igualado y tras el gol España pareció conformarse con volver al guión del primer día: al fin y al cabo, Ghana no tocaba con la claridad de ideas de Estados Unidos y el contraataque hispano se antojaba arma suficiente como para cerrar el duelo en cualquier momento. De hecho, Deulofeu estuvo a punto de ampliar la cuenta a los veinte minutos, cuando se plantó solo frente a Antwi, pero su flojo disparo raso no supuso ningún problema para el meta africano.

Sin embargo, al cabo de media hora de juego Sotres había tenido que intervenir más que su colega, España no acababa de generar excesivo peligro a la contra y, en general, Ghana parecía ganar confianza a cada minuto. No éramos inferiores, sólo se trataba de fútbol real, sin más. En cualquier caso los de Lopetegui reaccionaron en el último tramo de la primera mitad y enlazaron unas cuantas posesiones largas tras las que llegaron sendas oportunidades de Óliver y Manquillo; al borde del descanso, fue Denis quien pudo culminar otra rápida contra dirigida por Torres, pero disparó alto y se llegó al descanso con esa mínima ventaja en el marcador.

Puerto intenta defender a Boakye (© FIFA)
La segunda parte se inició por los mismos derroteros, con llegadas e imprecisiones varias por ambos bandos, y pronto Lopetegui decidió mover ficha. A los diez minutos retiró a Jesé para dar entrada a Campaña, cambio aparentemente defensivo (aunque suponía liberar a Suso en ataque) que, casualidad o no, dio paso a dos clarísimas ocasiones de Ghana: una en un cabezazo en el primer palo a la salida de un córner y otra una maniobra magistral de Boakye que se revolvió en el área entre tres defensores y disparó alto. Fuera por el cambio o por los sustos (más bien por lo primero), España pasó a controlar más el balón y pronto Deulofeu se vio nuevamente ante el portero rival, pero tampoco esta vez pudo superarlo; un par de minutos después, Campaña probó fortuna desde fuera del área, sin acierto. Pasado ese ligero arreón, las posesiones españolas fueron ganando en seguridad con el paso de los minutos, pero sólo servían para que corriera el reloj, pues el único argumento verdaderamente ofensivo que encontraba el equipo era el balón en profundidad hacia el desmarque de Deulofeu; argumento que hubo que cambiar cuando el seleccionador decidió sustituirle por Jairo a falta de un cuarto de hora. 

El cántabro se movió bien en la punta de ataque y llegó a reclamar un penalti, pero España ya jugaba a otra cosa. Se trataba de guardar el balón bajo llave e impedir así que una selección ghanesa extrañamente apática en esos últimos minutos tuviera opciones de empatar. Los españoles lograron su objetivo e incluso Rubén García pudo sentenciar nada más saltar al campo, pero no supo aprovechar un gran pase de Jairo. En definitiva, importante victoria que permite asegurar el pase a octavos de final con un partido de antelación, el que nos enfrentará a Francia el próximo jueves a las 20:00 horas. Un empate ante los galos valdría para conseguir la primera plaza del grupo y, en teoría un cruce algo más asequible. 

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sábado, 29 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (III): Bojan nos deja a las puertas del cielo

3-0

Desgraciadamente, el primer protagonista del partido de octavos de final ante Corea del Norte se encontraba a miles de kilómetros de Ulsan. Aquel 29 de agosto España lloraba todavía la muerte el día anterior del sevillista Antonio Puerta, y en Corea el cielo quiso sumarse a ese llanto con una imponente tromba de agua que acompañó a las dos selecciones durante gran parte del encuentro. Bajo la incesante lluvia nuestros chavales salieron conjurados para dedicar la victoria a aquel joven que tan bien conocía el equipo técnico de la selección y, después de unos primeros minutos de tanteo y resbalones varios (que propiciaron alguna situación peligrosa en el área española), en los que el dominio correspondía a España aunque las ocasiones no terminaban de llegar, Bojan apareció para marcar el camino a sus compañeros. Había que probar desde fuera, alejarse de la tupida defensa norcoreana y aprovechar las condiciones del terreno para ponerlas de nuestro lado, y a ello se aplicó sobrepasado el minuto veinticinco. Primero avisó con un disparo que rozó la escuadra y, tras una ocasión similar de Fran Mérida, su alumno más aventajado, que puso a prueba al portero asiático, recibió de espaldas un balón en la frontal y con un control orientado dejó literalmente tirado a su defensor para luego lanzar un derechazo envenenado que se coló imparable junto al poste. Un golazo en toda regla que empezaba a cimentar la victoria española, que acabó por certificarse al poco de empezar la segunda parte cuando el propio Bojan repitió la jugada de su segundo gol ante Honduras, entrando en el área por la parte izquierda, recortando hacia dentro y disparando con celeridad, en este caso hacia el segundo palo. Otro gran gol para el nueve español, que estaba disfrutando del partido y también colaboró en la jugada del tercer tanto con un gran pase en profundidad para Isma López, que vio la entrada de Iago Falqué y le envió un balón preciso que el gallego no desaprovechó. Faltaban más de veinte minutos y con el duelo visto para sentencia el interés se centraba en ver si seguirían cayendo los goles y en si Bojan sería capaz de firmar un triplete. Se intentaron ambas cosas pero la pólvora parecía definitivamente mojada y el partido acabó con ese 3-0 y la sentida dedicatoria de Santisteban para los familiares de Puerta.

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Los octavos de final nos dejaron el primer eliminado de postín. Al igual que sucediera en el sub'20 de Canadá, Brasil no pudo superar la primera eliminatoria al caer derrotado ante Ghana por 1-0, pese a jugar toda la segunda parte con un hombre más que los africanos. Un error garrafal del meta brasileño propició un polémico gol fantasma que subió al marcador y a la postre supuso la eliminación. Con mucho orden y esa pizca de fortuna, Ghana refrendaba su buen papel en la primera fase y se colgaba sin tapujos el cartel de favorita, colocándose en el hipotético camino a la final de una España que primero debería superar a Francia. Nuestro clásico archienemigo había sufrido para vencer a Túnez en el tiempo extra, al que se llegó con empate a uno, pero en la prórroga los norteafricanos se vinieron abajo físicamente al quedarse con diez y Damien Le Tallec certificó la victoria gala con dos goles más. También se llegó a la prórroga en el Perú-Tayikistán, aunque en este caso hubo que esperar a los penaltis para saber cuál de estos sorprendentes conjuntos alcanzaría los cuartos. Finalmente la suerte sonrió a los sudamericanos, que tendrían que vérselas con Ghana por un puesto en las semifinales. Por la otra parte del cuadro sólo hubo emoción en el partido a priori más destacado, el que enfrentaba a Nigeria y Colombia. Los cafeteros dominaron la mayor parte del encuentro y se adelantaron mediada la segunda parte, pero en el último cuarto de hora los nigerianos lograron dar la vuelta al marcador y completar un interesante duelo de cuartos de final frente a Argentina. La albiceleste no tuvo problemas para deshacerse de Costa Rica por 2-0, como tampoco los tuvieron Alemania e Inglaterra para superar a Estados Unidos y Siria, respectivamente.



1-1
(4-5)

No suele ser buen síntoma que al finalizar un partido todos coincidan en que el mejor de un equipo ha sido su portero, pero no deja de ser eso, una mala sensación, porque no significa necesariamente que el resultado haya sido malo. Analizándolo en frío, si se dice de un buen guardameta como David De Gea, y justo al acabar un partido de cuartos de final de un Mundial que se ha decidido por penaltis, entonces el significado cambia por completo y se convierte en un reconocimiento para el principal artífice de una clasificación para semifinales de un Campeonato del Mundo. Que fue justo lo que sucedió aquel 1 de septiembre en la isla de Jeju, cuyo maltrecho césped fue escenario de un gran partido entre dos potentes selecciones que demostraron por qué estaban consideradas como dos de las mayores favoritas al título. Tras una primera parte muy seria, casi impropia de unos chavales de diecisiete años por el altísimo nivel táctico mostrado por ambos equipos y que impidió que hubiera la más mínima ocasión de gol, el duelo se desató al poco de comenzar la segunda mitad, cuando Damien Le Tallec culminó una veloz jugada de Henri Saivet. Francia obtenía el premio a su mejor planteamiento, más acorde a su estilo, puesto que con su presión había obligado a España a renunciar a su juego habitual y sólo la extraordinaria labor de Camacho y Ximo en el centro del campo y la disciplina del resto de compañeros en tareas defensivas hasta ese momento había permitido al cuadro español aguantar el tipo bajo la incesante lluvia coreana. Pero con un gol en contra se imponía un cambio y Santisteban se la jugó dando entrada a Jordi Pablo y Dani Aquino por Ximo e Isma López cuando todavía faltaba más de media hora para el final. Como casi siempre la decisión fue la correcta y a partir de ese momento España tomó el mando del partido. Bojan tuvo un par de oportunidades pero no acertó a batir al meta galo, que volvió a lucirse en el minuto 72 en un gran disparo del ariete blaugrana. Sin embargo, su despeje salió largo y cayó a los pies de Iago Falqué, que avanzó y cruzó un peligroso balón que pasó por delante de la descolocada defensa francesa y fue a parar a Jordi Pablo, que había acompañado la jugada desde el lado contrario y se encontró con un regalo que no desaprovechó. Entonces el partido se convirtió en un correcalles, algo propiciado por el bajón físico de la mayoría de jugadores y la falta de un especialista en el centro del campo hispano. De Gea tuvo que emplearse a fondo ante Camara y Francia volvió a dar una sensación de superioridad que se mantuvo durante muchos minutos de la prórroga, en la que España se limitó a buscar a Bojan y Aquino con balones largos y esperar que resolvieran con alguna genialidad, cosa que estuvo cerca de ocurrir en un par de jugadas del barcelonista, que no tenía el día de cara a puerta. Las llegadas de Francia eran más numerosas y peligrosas, y De Gea volvió a actuar en un intencionado cabezazo de Le Tallec. Cuando todo hacía presagiar que iríamos a los penaltis, una rápida acción gala estuvo a punto de helarnos el corazón, pero increíblemente Acapandie, a puerta vacía, chutó alto un balón rechazado por nuestro guardameta. No hubo tiempo para más y en los lanzamientos desde los once metros la figura de De Gea se agrandó aún más al detener el tercer penalti francés. Nadie falló por el lado español y con la última conversión de Dani Aquino la euforia se desató entre los miembros de un equipo que, ahora sí, veían cerca la cumbre.

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En el resto de encuentros de cuartos de final no hubo tanta emoción. Ghana cumplió los pronósticos y derrotó a Perú por 2-0 con goles de sus principales artilleros, Sadick Adams y Ransford Osei, a los que los nuestros deberían vigilar de cerca en las semifinales. El partido estuvo marcado, cómo no, por la intensa lluvia, que perjudicó el juego de toque de los peruanos. Por el otro lado Nigeria venció a Argentina por idéntico resultado, en un partido que llegó al descanso ya con el marcador definitivo y que la albiceleste no fue capaz de remontar en una segunda parte en la que incluso Nigeria pudo haber cosechado un resultado de escándalo a la contra. Quien sí pudo completar la goleada fue Alemania, que en el otro duelo de clásica rivalidad europea superó a Inglaterra por un contundente 4-1 en una vibrante segunda mitad en la que se consiguieron todos los goles, algunos de bellísima factura. Así que en las semifinales se produciría un doble enfrentamiento África-Europa, al más puro estilo Meridian Cup.



2-1

Faltaban sólo unos segundos para el final de un agónico partido de semifinales de un Mundial sub'17. Ya había hecho todo lo que se le podría exigir a la estrella de un equipo en un encuentro como ese, pero Bojan Krkic sentía que todavía podía hacer algo más para su equipo. Tenía que correr, molestar, empujar, evitar que Ghana colgara un último balón desde el centro del campo. En ese momento era lo único que le importaba, y no había otra cosa en su cabeza, ni el cansancio, ni la pertinaz lluvia, ni la final que ya acariciaba con los dedos. Ni siquiera la amonestación que había visto al poco de empezar la segunda parte. Y por eso no dudó en hacer falta, ni en colocarse delante del balón para impedir un rápido saque ghanés. Una tontería castigada con tarjeta amarilla en el reglamento y, en su caso, con la ausencia en una final mundialista. Y en ese momento, mientras el colegiado brasileño Salvio Fagundes le mostraba la correspondiente cartulina roja a un desesperado muchacho que empezaba a ser consciente de que se iba a perder precisamente aquello por lo que había querido darlo todo, se desvanecieron muchas de las opciones españolas de alzar un título que parece empeñado en sernos esquivo. El choque se presumía complicado, como cualquier semifinal que se precie, y Ghana no quiso dejar lugar a dudas cuando intentó marcar ya desde el mismísimo saque de centro. En esos primeros minutos los africanos se mostraron más asentados sobre el resbaladizo terreno de juego, pero España pronto equilibró el juego aunque sin crear ocasiones. De hecho, la primera oportunidad clara fue para el delantero ghanés Sadick Adams, que tras regatear a De Gea se precipitó en el disparo y estrelló el balón en el lateral de la red. Luego el guardamenta atlético demostró por qué estaba siendo el mejor del campeonato al desviar un cabezazo de Osei, y poco antes del descanso se produjo la jugada tonta del partido, en una doble ocasión española en la que que el defensa Nortey salvó sobre la misma línea de gol sendos remates de Bojan y Falqué. Tras el descanso el empuje ghanés se redobló y España decidió apostar por el contragolpe, un arma que le dio el resultado deseado en el minuto 70, cuando Aquino recibió un buen servicio de Iago Falqué y remató a las mallas tras un primer intento fallido que le sirvió de heterodoxo control y despistó a la zaga africana, que se detuvo pidiendo una inexistente mano del ariete pimentonero. Pero Ghana nunca se rinde y siguió jugando igual, hasta que encontró la oportunidad en un buen pase de Quansah a Adams, quien fusiló a De Gea aprovechándose de la mala colocación de la defensa española. Durante los diez minutos que faltaban para el 90, y también durante la mayor parte de la prórroga, Ghana buscó la victoria con más corazón que cabeza, encerrando a España pero sin crear demasiado peligro a un siempre seguro De Gea. Al igual que contra Francia, los de Santisteban lo fiaron todo a una genialidad de Bojan, y en esta ocasión la moneda cayó de cara. A cinco minutos del final del tiempo extra, el barcelonista peleó y se llevó un balón imposible frente a tres defensores, que cometieron la imprudencia de hacerle falta al borde del área y sobre la línea de fondo. Era el momento de la estrategia, y se volvió a demostrar que los clásicos nunca fallan: movimiento de arrastre de los atacantes, pase raso al punto de penalti y remate del jugador que viene en circulación desde el segundo palo. En este caso Bojan, que pese a no rematar limpiamente consiguió colar el balón entre una maraña de jugadores y puso a España a las puertas del cielo, instantes antes de descender a los infiernos.

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sábado, 18 de abril de 2009

España - Ghana: Iker se luce en el apagón

1-1
(8-7)

Puede que no sea el mejor portero del mundo (o tal vez sí) pero lo que está fuera de toda duda es que Iker Casillas tiene un don: el de aparecer siempre en los momentos decisivos. Como en aquella final de un Europeo sub'16 cuando sólo tenía 15 años. Como en esa apretada final de Champions League que decidió con 3 paradas antólogicas después de entrar en frío a falta de 10 minutos. Como esa noche del pasado junio en Viena ante el ogro italiano que siempre convertía nuestros sueños en amargas pesadillas. O como todas esas veces que ha salvado a su equipo de un gol cantado. O, por supuesto, como aquella noche en Kaduna, Nigeria. Porque esa noche Iker hizo su presentación ante el mundo, aunque el mundo se lo perdiera por culpa de los elementos.

Pero vayamos por partes. En una decisión sorprendente, Iñaki Sáez le dio la alternativa al segundo portero de la selección. Luego se revelaría poco menos que la acción de un visionario, pero cuando los dos equipos saltaron al césped del estadio de Kaduna debemos reconocer que aquel portero con más cara de niño aún que sus compañeros (y no digamos que sus contrincantes ghaneses), más bien bajito y en manga corta no despertaba muchas confianzas entre los aficionados, pese a su buena actuación ante Honduras y al buen currículum que ya atesoraba el canterano del Real Madrid. Delante de él, el equipo ya de sobra concido por todos, y enfrente una de las selecciones más temibles en categorías inferiores, Ghana. Precisamente Ghana había apartado a Iker y a Xavi de la final del Mundial sub'17 de Egipto dos años antes, por lo que para ellos era una oportunidad única de tomarse la revancha. El primer tiempo fue muy disputado, con dominio inicial español, aunque el respeto que parecían tenerse ambas selecciones y la fortaleza que exhibían en defensa hacía que las jugadas pocas veces acabaran en las áreas. En una de esas escasas oportunidades, Gabri mandó un cabezazo al poste ghanés, poco antes de que los focos dijeran basta: al filo del descanso se produjo un apagón que mantuvo el juego detenido durante más de 5 minutos, el tiempo necesario para dejar que las bombillas se enfriaran y pudieran volver a coger potencia. El parón resumió lo que estaba siendo el partido, una lucha sin brillo.

Pero al igual que el apagón sirvió para que los focos volvieran a lucir con intensidad, el descanso sirvió a los jugadores para recobrar toda su energía, y la segunda parte fue otra cosa. Nuevamente España salió con más decisión y metió a los africanos en su área, y fruto de esa presión llegó el penalti sobre Barkero que él mismo transformó cuando sólo se llevaban 9 minutos de la reanudación. Entonces el dominio pasó a ser de Ghana, que aprovechó el repliegue español para rondar con peligro la meta de Casillas. España intentaba sentenciar al contragolpe, pero el gol ghanés se veía más cercano. Iker y Jusué salvaron 3 claras ocasiones, pero el esfuerzo de los jóvenes africanos tuvo un merecido premio en el momento más doloroso para el rival: en el tiempo de descuento, una falta lanzada por Ofori Quaye rebotó en una maraña de jugadores y se coló en la puerta española. El partido se iba a una prórroga que era justa dados los merecimientos de unos y otros pero que parecía un duro castigo para los españoles.

El impacto emocional del empate y el poderío físico africano parecía colocar a Ghana como favorita para un tiempo extra que en España apenas pudimos ver. Si en el primer tiempo los focos habían obligado a parar el juego, durante el resto del partido el apagón fue de imágenes, ya que se produjeron constantes cortes en la señal de TVE. Sólo la voz de Paco Grande, durante tantos años acompañante de las selecciones inferiores, nos mantenía informados del desarrollo de una prórroga en la que el temor al gol de oro y el cansancio acumulado convertían cada jugada en un susto, acentuado además por la ceguera temporal que sufríamos los televidentes. España se manejó mejor en el océano de nervios y contra lo que nos temíamos controló relativamente bien el juego, se defendió con el balón, provocó la expulsión de un contrario e incluso tuvo alguna oportunidad para llevarse el choque. Sin embargo, la media hora suplementaria pasó sin que nadie acertara a batir la meta rival y se llegó a los lanzamientos desde el punto fatídico.

Por aquel entonces, una tanda de penaltis en un partido de cuartos de final con una selección española implicada sólo tenía un resultado posible: una nueva decepción para los aficionados. Pero las mangas recortadas de Iker Casillas eran un símbolo de cambio. Estos juveniles demostraron no tener fantasmas en la cabeza, y la diosa Fortuna supo valorar esa nueva mentalidad. La tanda comenzó con los lanzadores mostrando una seguridad aplastante, y la tensión iba en aumento, acelerada por nuevos fallos en la señal que hicieron que nos perdiéramos algún penalti. Gabri falló el cuarto lanzamiento español, dando ventaja a Ghana que se puso 4-3 antes de la última ronda. Jusué lanzó el quinto con maestría y obligó al capitán ghanés, Hamza Mohammed, a marcar. La figura de Iker, que ya había estado cerca de parar algún lanzamiento, se agrandó, y el ghanés ajustó tanto su disparo que lo estrelló en el larguero. España había salvado el primer match-ball, pero sólo había forzado la muerte súbita. Como al comienzo de la tanda, ambos equipos lanzaron 3 nuevos penaltis sin fallo. Otra vez sin señal, los espectadores nos enteramos de que Varela también había transformado el cuarto. Como en los viejos tiempos, cuando los aficionados se reunían en torno a un aparato de radio para seguir el desarrollo de los partidos, todos nos acercamos inconscientemente a la tele mientras Paco Grande anunciaba que el defensa George Blay se disponía a lanzar. Con los puños apretados, todos contuvimos la respiración durante las décimas de segundo que tardó en llegarnos la confirmación de aquello para lo que estábamos rezando: Casillas atajó el flojo disparo del ghanés y comenzó a inscribir su nombre en el santoral deportivo español. No lo habíamos visto, pero España estaba en semifinales gracias al portero de la camiseta de manga corta, el benjamín de la convocatoria, un chaval de diecisiete años que había mostrado una madurez y un temple impropios de su edad. Aquella accidentada tarde marcada por los apagones seguramente creció un par de centímetros. No tardaríamos mucho en descubrir que había nacido un verdadero gigante.




Ficha del Partido:
Partido correspondiente a los cuartos de final, disputado en el Estadio Amadu (Kaduna). 18.000 espectadores.
ESPAÑA 1 (8): Casillas (GK); Coira (-106, Alex), Bermudo, Marchena, Jusué; Orbaiz (C), Xavi, Varela, Barkero (-64, Rubén), Gabri, Pablo (-86, Yeste)
GHANA 1 (7): Adjei (GK); Blay, Amuzu, Issah (-73, Abdul), Hamza (C); Abdulai (-66, Gyan), Appiah, Razak, Ansah; Afriyie (-55, Adu), Ofori-Quaye
Goles: 1-0 Barkero (ESP, min. 54) (p), 1-1 Ofori Quaye (GHA, min. 90)
Tanda Penaltis*: 1-0 Xavi (ESP, gol), 1-1 Ansah (GHA, gol), 2-1 Alex (ESP, gol), 2-2 Razak (GHA, gol), 3-2 Yeste (ESP, gol), 3-3 Appiah (GHA, gol), 3-3 Gabri (ESP, para Adjei), 3-4 Amuzu (GHA, gol), 4-4 Jusué (ESP, gol), 4-4 Hamza (GHA, falla). 5-4 Bermudo (ESP, gol), 5-5 Gyan (GHA, gol). 6-5 Marchena (ESP, gol), 6-6 Abdul (GHA, gol). 7-6 Orbaiz (ESP, gol), 7-7 Ofori Quaye (GHA, gol). 8-7 Varela (ESP, gol), 8-7 Blay (GHA, para Casillas)
Arbitro: William Mattus (CRC)
Tarjetas: Issah (GHA, min. 38), Coira (ESP, min. 62), Hamza (GHA, min. 70), Varela (ESP, min. 76), Rubén (ESP, min. 80), Gabri (ESP, min. 91), Gyan (GHA, min. 92), Appiah (GHA, min. 93), Orbaiz (ESP, min. 97), Ofori Quaye (GHA, min. 99), Xavi (ESP, min. 117). Expulsado Adu (GHA, min. 104) por roja directa.


*Datos sobre la tanda de penaltis obtenidos del diario El Mundo Deportivo del 19 de abril de 1999



Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Óscar Sanz)




jueves, 16 de abril de 2009

Repaso a los octavos

Cuando el vigente campeón cae eliminado, siempre es noticia, y más si es a las primeras de cambio. Cuando el que cae eliminado casi a las primeras de cambio es el campeón de las dos últimas ediciones, y no sólo es eliminado sino casi humillado por su rival, es más noticia todavía. Así que la derrota de Argentina, campeón en Qatar'95 y en Malasia'97, ante México por 4-1 fue sin duda lo más destacado de la primera ronda de eliminatorias directas. Los argentinos se fueron al descanso con ventaja gracias a un gol de Galleti, pero los mexicanos salieron en tromba en la segunda parte y a los 10 minutos ya habían volteado el marcador. Después, dos grandes disparos de Juan Pablo Rodríguez y Luis González en sendos contrataques sentenciaron a la albiceleste. Pero México pagó un alto precio por eliminar al campeón, ya que su capitán Rafa Márquez, auténtico organizador del juego azteca desde el centro de la zaga, fue expulsado en el descuento y se perdería los cuartos de final.

En esa ronda los mexicanos deberían enfrentarse a la que ya entonces era la revelación del torneo, Japón. Los nipones habían perdido su primer partido ante Camerún y parecían llegar a Nigeria como meros comparsas, pero dos claras y merecidas victorias ante Estados Unidos (3-1) e Inglaterra (2-0) les habían servido para acabar primeros de grupo. Manejados magistralmente por Shinji Ono y con Naohiro Takahara como referente ofensivo, se habían convertido en una de las sensaciones del campeonato y se habían ganado el apoyo del público neutral por su exotismo y su juego alegre y ofensivo. En el partido de octavos dominaron claramente a Portugal y se adelantaron en el marcador al principio de la segunda parte, pero los lusos aprovecharon el bajón físico de los asiáticos para empatar y mandar el choque a la prórroga. No hubo goles y en la tanda de penaltis Japón estuvo más acertado, logrando el pase a cuartos y mandando a casa a otro de los teóricos favoritos.

En cualquier caso, esa parte del cuadro parecía tener un claro favorito: Brasil. Tras el duro comienzo ante España, la canarinha parecía haber despertado y después de golear a Zambia fue Croacia la que sufrió el rodillo brasileño. Dos goles de Ronaldinho en la primera parte dejaron encarrilado el partido, y a los 3 minutos de la reanudación se produjo una de las imágenes del campeonato: el penalti que transformó Fernando Baiano y que fue bautizado como el más lento de la historia. Baiano amagó, Pletikosa se lanzó a un lado y el carioca golpeó suavemente al balón, que entró mansamente por el centro de la portería mientras el cancerbero croata intentaba desesperadamente llegar a él, sin conseguirlo. Para unos es una obra maestra, para otros un gesto de desconsideración hacia el rival, pero en cualquier caso fue el gol que terminó de derrumbar a los croatas. Luego llegaría la rúbrica de Edu para redondear el 4-0 con el que Brasil reafirmaba su candidatura al título.

Su rival en cuartos sería su viejo conocido Uruguay, que se deshizo de Paraguay en una larguísima tanda de penaltis. Al comienzo de la segunda parte el partido parecía muy de cara para los uruguayos, que mandaban por 2-0 gracias a los goles de Ernesto Chevantón y Diego Forlán y contaban con un jugador más por la expulsión del paraguayo Marecos. Pero entonces llegó la reacción guaraní de la mano de Roque Santa Cruz, que marcó un penalti en el minuto 62 y logró el empate en el 86, ya con igualdad numérica tras la roja al uruguayo Pouso. Después de la preceptiva prórroga sin goles, en los penaltis los charrúas acabaron imponiéndose nada menos que por 10 a 9, por lo que en Nigeria se iba a poder disfrutar de todo un clásico del fútbol mundial, Brasil-Uruguay.


En la otra parte del cuadro se vivió el que seguremente fue el partido más loco de todo el torneo. Mali se impuso a Camerún por 5-4 en el tiempo suplementario, gracias a un gol de oro. Mali había abierto el marcador a los 9 minutos, pero los cameruneses habían remontado y se habían ido al descanso con una cómoda ventaja de 3-1. Con un hombre menos, Mali recortó distancias al cuarto de hora de la segunda parte; sin embargo, el segundo tanto de Gaspard Komol parecía sentenciar el encuentro. Contra todo pronóstico, y bajo la batuta de Seydou Keita, los malienses lograron la hazaña y Mahamadou Dissa se convirtió en el héroe de su equipo al empatar a 4 en el minuto 90. Los nervios hicieron presa en los jugadores de Camerún, que sin duda se habían visto en cuartos antes de tiempo, y se quedaron con nueve en la primera parte de la prórroga. Con ventaja numérica y la moral por las nubes, Dissa completó su tarde de gloria marcando el primer (y a la postre único) gol de oro del campeonato en el minuto 104.

Por su parte, Nigeria tuvo que esperar a los penaltis para eliminar a la campeona de Europa, Irlanda. En el banquillo de los anfitriones estaba la otra imagen del día, la presencia del holandés Thijs Libregts (por aquel entonces seleccionador absoluto nigeriano) que se hizo cargo del combinado sub'20 después de que la Federación de aquel país destituyera al anterior entrenador, Tunde Disu, por la mala imagen dada por el equipo en la primera fase, culminada con una derrota ante Paraguay por 2-1. Bajo las órdenes del nuevo técnico, Nigeria tuvo que esforzarse para igualar el tanto de Richard Sadlier en la primera parte, y hasta el minuto 70 no llegó el gol local, obra de Pius Ikedia. De ahí al final el dominio africano fue total, salvo alguna escaramuza aislada de Robbie Keane, pero se llegó al final de los 120 minutos sin novedades en el marcador. La suerte desde los once metros sonrió a Nigeria y se plantó en cuartos, aunque sin despejar las dudas existentes sobre su juego.

Además de Brasil y México, y en menor medida España, si alguien pasó a cuartos con cierta comodidad fue Ghana. El poderío físico de una de las grandes favoritas se impuso a una animosa selección costarricense que sin embargo no fue rival para un combinado pleno de fuerza y velocidad que se perfilaba como favorito para el título. Un gol de Owusu Afriyie en la primera parte y otro de Peter Ofori Quaye casi al final del partido bastaron para doblegar a los centroamericanos. Así las cosas, Ghana sería el fuerte rival que se encontraría España en la frontera entre el éxito y la decepción: los cuartos de final.

domingo, 12 de abril de 2009

La primera criba

El telón de la primera fase se cerró sin demasiadas sorpresas, pero sí con muchas sensaciones sorprendentes. Las únicas selecciones que hicieron las maletas antes de lo previsto fueron dos potencias europeas, Alemania e Inglaterra. Los alemanes habían llegado como favoritos en virtud de su condición de subcampeones de Europa, y tras su cómoda victoria en la primera jornada (4-0 ante Paraguay) parecían refrendar su candidatura al título. Sin embargo, la derrota por 2-0 en la segunda jornada ante los anfitriones hizo que el partido contra Costa Rica se convirtiera en decisivo, y entonces los nervios pudieron a los jóvenes teutones, que cayeron derrotados por 2-1 y concluyeron en la última posición de su grupo. El mismo camino que Alemania tomó Inglaterra, con la deshonra añadida de marcharse de Nigeria sin puntuar y sin marcar un solo gol en un grupo a priori sin demasiados rivales de entidad: Camerún, Japón y Estados Unidos vencieron a los pross sin excesiva dificultad. En su descargo, hay que decir que tanto Alemania como Inglaterra acudieron a Nigeria sin varios de sus mejores hombres, que no fueron liberados por sus clubes. Junto a alemanes e ingleses, las otras selecciones que se marcharon a casa últimas de sus grupos fueron Kazajstán, Arabia Saudí, República de Corea y Honduras.

Pero si hasta ese momento el campeonato no estaba siendo especialmente pródigo en eliminaciones sorprendentes, sí estaba dejando detalles que presagiaban posibles descalabros de algún otro favorito. Argentina, campeón en Malasia'97, tuvo que agradecer a sus archienemigos brasileños la goleada que éstos infligieron a Zambia en la última jornada, puesto que al acabar en la tercera posición de su grupo con 4 puntos (los mismos que Costa Rica, Uruguay y Zambia, que también fueron terceros en sus respectivos grupos), hubo que esperar a que el gol-average decidiera qué selección acompañaba a Australia (3 puntos) como una de las dos peores terceras. Al final, la victoria canarinha por 5-1 fue clave y los zambianos se quedaron fuera de unos octavos que habían acariciado con la punta de los dedos.

Otras selecciones que dejaron dudas sobre su rendimiento fueron Portugal y Uruguay (aunque ambas compartían con Mali el que probablemente fuera el grupo más potente), así como la propia Brasil o Nigeria. Los sudamericanos parecían letales en ataque pero su defensa era extremadamente lenta y el trabajo defensivo de sus centrocampistas brillaba por su ausencia; mientras que el anfitrión parecía acusar la presión de jugar en casa y no daba muestras de ser el equipo temible que se esperaba. En cambio, otros equipos africanos como Ghana o Mali empezaban a meter miedo, y se postulaban como serios aspirantes al título en un grupo de favoritos en el que también había que incluir a España por méritos propios.

Entre las sorpresas agradables, México presentaba un juego rápido y vistoso que le hacía encabezar el segundo grupo de aspirantes, un grupeto en el que se incluían a las ya mencionadas selecciones que partían como favoritas pero que no estaban dando su nivel y también a las revelaciones del torneo como Croacia, Costa Rica, Estados Unidos o Japón. Todas ellas practicaban un fútbol eminentemente ofensivo, cada una con sus peculiaridades, pero que las convertía en rivales a tener en cuenta.

En cuanto a los nombres propios de la fase de grupos, el alemán Enrico Kern fue el primero en destacar con su hat-trick ante Paraguay en la primera jornada. Peter Ofori Quaye (GHA) también tomó la responsabilidad anotadora de su selección, al igual que Damien Duff en Irlanda y Simao Sabrosa en Portugal. Otros referentes ofensivos para sus respectivos equipos eran Taylor Twellman (USA) o Naohiro Takahara (JPN), mientras que Esteban Cambiasso (ARG) era el líder que intentaba tirar del carro argentino (no en vano era el tercer mundial juvenil que disputaba el por aquel entonces canterano del Real Madrid). Rafa Márquez hacía lo propio en la selección azteca, además de sumar un par de goles gracias a su potente disparo y a su buen juego aéreo. Obviamente, los españoles también estaban brillando, y los dos goles de Gabri ante Brasil no habían pasado desapercibidos, como tampoco las dotes de organización de Xavi o las cabalgadas de Varela.

Tras una brillante primera fase en la que se marcaron 102 goles en 36 partidos, los cruces de octavos de final quedaron establecidos de la siguiente forma:

República de Irlanda - Nigeria
Mali - Camerún
España - Estados Unidos
Ghana - Costa Rica
México - Argentina
Japón - Portugal
Paraguay - Uruguay
Brasil - Croacia

Las eliminatorias estrella eran los dos duelos entre equipos de la máxima rivalidad (Paraguay-Uruguay y Mali-Camerún), y el choque entre Argentina y México. La suerte estaba echada, y el día 14 de abril comenzaría la fase decisiva del campeonato.