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miércoles, 2 de septiembre de 2009

2007, Mundial sub'17 (y IV): Sobre fútbol e hipótesis

0-0
(0-3)

Decíamos en la anterior entrada que con la expulsión de Bojan en las semifinales se esfumaban muchas de las opciones de España de alzarse por fin con un Mundial sub'17, y hoy conviene rectificar en parte tal afirmación. Porque si el fútbol nos apasiona tanto es en buena medida por su interminable capacidad para romper teorías, estadísticas e hipótesis varias, lo que hace poco recomendable afirmar categóricamente algo como que con Bojan el resultado hubiera sido distinto. Y hay que rectificar también porque no hacerlo sería desmerecer el esfuerzo de un equipo que hizo todo lo necesario para ganar sin él, y que si no logró alzar ese título maldito que no quiere lucir en las vitrinas de la Federación no fue por la ausencia de su principal artillero, sino por un cúmulo de detalles que tendemos a englobar en eso que llamamos fortuna y que aquel 9 de septiembre no quiso sonreir a la imberbe tropa de Santisteban. Pero a pesar de todo es inevitable pensar que con el barcelonista sobre el césped de Seúl al menos el partido hubiera sido diferente. Sin duda. De entrada su ausencia trastocó el habitual dibujo del técnico sevillano, que apostó por un 4-2-3-1 en el que Fran Mérida retrasaba su posición para acompañar a Camacho en el doble pivote, en detrimento del habitual Ximo, con la clara intención de dominar el juego desde atrás para superar al potente centro del campo africano y surtir de balones a una línea formada por Iago Falqué, Isma López y Lucas Porcar en constante intercambio de posiciones, y dejando a Dani Aquino como única referencia en punta. Ya que no se podía contar con la genialidad de Bojan, capaz de cambiar el rumbo de un partido en una acción aislada, el objetivo era tener más el balón y aprovechar las llegadas desde segunda línea, quitarse complejos y tratar de tú a tú a una selección nigeriana que se presentaba como favorita y que tenía una de sus mejores armas en la conexión entre el cerebro Ibrahim Rabiu y el delantero Macauley Chrisantus, máximo goleador del torneo con 7 tantos. El planteamiento surtió efecto y en ningún momento España dio sensación de sentirse vencida de antemano, como preveían muchos analistas que sin duda no contaban con la extraordinaria labor de mentalización de Santisteban. El partido era tenso y ambos equipos buscaban la portería contraria, respondiendo a cada llegada del rival con otra tanto o más peligrosa, primero con disparos lejanos y después con sendos remates desde dentro del área que bien pudieron haber inaugurado el marcador, pero el extremo Rafeal mandó fuera la mejor oportunidad nigeriana y luego el balón de Sergio Rodríguez se topó con un defensor cuando ya casi rozaba la invisible frontera del gol.

La segunda parte arrancó con una ocasión española en la que Aquino estuvo a punto de cazar un envenenado servicio de Isma López, y quizá esa acción sirvió par definir los papeles de este segundo periodo ya que España se hizo con los mandos del partido y Nigeria se limitó a contener los ataques hispanos y buscar alguna acción aislada que le pusiera en ventaja. España tocaba bien pero se echaba en falta algo más de chispa en ataque, una pizca de decisión a la hora de buscar la puerta rival, lo que se traducía en pocas llegadas al área de un rival acomodado que daba la sensación de estar dominando la final aunque el balón estuviera en los pies de los españoles. Bajo ese estéril dominio hispano, ambos equipos establecieron el mismo diálogo del primer tiempo y respondían a los acercamientos del contrario con otro de similar peligro, en este caso bien solventados por los dos guardametas, aunque en honor a la verdad apenas hubo intercambio de golpes hasta casi el descuento. Llegados a ese punto el choque enloqueció y en apenas tres minutos vimos más ocasiones que en los cuarenta y cinco anteriores. Primero Aquino lanzó una volea que Ajiboye detuvo con apuros, luego De Gea se lució a disparo de Sheriff Isa, y finalmente Ajiboye estuvo a punto de tragarse un lejanísimo centro de Fran Mérida, aunque el colegiado nipón le echó una mano y anuló la acción por una supuesta falta de un delantero español cuando empezábamos a discutir sobre si el portero nigeriano había acabado con el balón dentro de su meta.

Se llegaba así a una prórroga en la que España acusó el esfuerzo acumulado en los partidos de cuartos y semifinales, disputados también sobre 120 minutos, pero en la que Nigeria no demostró estar mucho más fresca y se mostró algo escasa de ambición ante un rival sin ideas y físicamente fundido. Pero no fue precisamente ambición lo que le faltó al capitán africano, Kingsley Udoh, cuando justo antes del final de la primera parte del tiempo extra lanzó un impresionante disparo desde su propio campo que se estrelló en el larguero de un desconcertado De Gea. Pero el partido se había desarrollado a base de jugadas casi simétricas y al borde del pitido final fue Iago Falqué quien se topó con el travesaño en un bonito disparo que buscaba la escuadra. Era la hora de los penaltis, y aquí concluyó esa fórmula de réplica y contrarréplica que había marcado el encuentro, porque Nigeria alcanzó la gloria por la vía rápida, en sólo tres turnos de lanzamiento. Mientras que De Gea no pudo atajar ninguno de los tres tiros africanos, Illarra lanzó fuera el primer penalti español y luego Fran Mérida y Falqué se encontraron con las manos de un Ajiboye que luego confesaría ser novato en estas lides pero que se comportó como un auténtico experto, adivinando las intenciones de los lanzadores hispanos y convirtiéndose en el héroe de una selección que lograba así su tercer entorchado de la categoría, igualando a Brasil en el número de títulos y dejando a España con la triste estadística de tres finales disputadas y ninguna victoria. Pero si el fútbol nos apasiona tanto es en buena medida por su interminable capacidad para romper teorías, hipótesis y estadísticas varias, y tarde o temprano este esquivo título acabará llegando. En 1999 se logró en Nigeria el Mundial sub'20. Diez años después, se celebra allí el Mundial sub'17. Sería una bonita manera de cerrar el círculo.


Ficha del partido:
Final del Campeonato del Mundo sub'17 de 2007, disputada en el World Cup Stadium (Seúl). 36125 espectadores
ESPAÑA 0 (0): De Gea (GK); Nacho (-67, Alex), Sergio Rodríguez, Rochela, Morgado (-106, Illarra); Camacho (C), Fran Mérida, Iago Falqué, Lucas Porcar (-80, David González), Isma López; Dani Aquino
NIGERIA 0 (3): Ajiboye (GK); Mustapha Ibrahim, Udoh (C), Joshua, Edile; Osanga (-72, Akinsola), Alfa (-95, Abdulkarim), Rabiu Ibrahim, Rafeal (-46, Isa); Osen, Chrisantus
Goles:
Tanda de Penaltis: 0-1 Edile (NIG, gol), 0-1 Illarra (ESP, falla); 0-2 Joshua (NIG, gol), 0-2 Fran Mérida (ESP, para Ajiboye); 0-3 Oseni (NIG, gol), 0-3 Iago Falqué (ESP, para Ajiboye)
Árbitro: Yuichi Nishimura (JPN)
Tarjetas: Rafeal (NIG, min. 43), Lucas Porcar (ESP, min. 61), Abdulkarim (NIG, min. 118), Fran Mérida (ESP, min. 120)

TODO sobre el partido en FIFA.com


Tarde o temprano este título acabará llegando, aunque no sea de la mano del hombre que más ha luchado para conseguirlo, Juan Santisteban. El sevillano perdió las tres finales disputadas (1991, 2003 y 2007) y su etapa en las categorías inferiores de la selección acabó en 2008, por lo que no será él quién dirija al equipo que logre acabar con la maldición. En Corea fue fiel a su estilo de toque y presentó un equipo compacto y con mucha técnica que fue un más que digno finalista. De Gea confirmó en la cita mundialista lo apuntado en el Europeo y brilló en todas sus intervenciones, dando seguridad a una defensa en la que Rochela destacó por encima del resto. El deportivista fue el líder de una zaga en la que hubo muchas variaciones por diferentes motivos y de la que podríamos destacar también al lateral alavesista Morgado por su trabajo defensivo. En el centro del campo Camacho demostró mucho oficio y estar preparado ya para dar el salto al fútbol profesional. Ximo Forner estuvo algo desdibujado y acabó perdiendo su puesto en el once, pero dejó muestras de su potencial, como Lucas Porcar, que tampoco llegó en su mejor momento. De entre los hombres de banda destacó sobre todo Isma López, muy incisivo en sus acciones y más regular que Iago Falqué, aunque la clase del barcelonista era innegable y cuando aparecía siempre daba sensación de peligro, al igual que Fran Mérida, que demostró saber desenvolverse igual de bien en la mediapunta que en el mediocentro, aunque ahí se notara un poco más su escasa disciplina defensiva. Jordi Pablo funcionó bien como revulsivo hasta su lesión en cuartos de final, mientras que Dani Aquino cumplió siempre, peleando cada balón y apareciendo en momentos importantes con sus goles. Pero por encima de todos brilló Bojan Krkic, que demostró estar un peldaño por encima del resto y justificó la decisión de su club de incorporarle a la primera plantilla. Rápido, hábil y siempre más listo que los rivales, Bojan fue la estrella del torneo, capaz de aparecer de la nada para resolver un partido, y si sólo se llevó el Balón de Bronce fue sin duda por su ausencia en la final. Y de haber estado quizás la historia hubiera sido distinta... O no. Por eso nos gusta el fútbol, ¿no?.

martes, 7 de julio de 2009

2003, Mundial sub'20 (y IV): El quinto elemento

0-1

¿Qué se necesita para jugar al fútbol? Pues así a bote pronto todos diríamos que un terreno de juego, un balón, dos porterías y dos equipos dispuestos a pelear por marcar más goles que el contrario. Con esos cuatro ingredientes ya tendríamos todo dispuesto, aunque habrá incluso quien diga que las porterías hasta pueden ser imaginarias, o quien, a falta de un esférico en condiciones, haya tenido que jugar con cualquier objeto extraño al que se pudiera dar patadas, pero al final creo que todos convendríamos en que esos son los 4 elementos básicos para montar una buena pachanga en cualquier calle. Y sin embargo, en el otro fútbol, el organizado, el que deja de ser un juego para convertirse en deporte, en negocio y espectáculo, existe un quinto elemento altamente inestable, tan necesario para su correcto desarrollo si se mantiene en su sitio como fatal si se descontrola. Estamos hablando, por si alguien se ha perdido, del árbitro. Y en esta final del Mundial sub'20 de Emiratos Árabes 2003 ese quinto elemento se descontroló desde el minuto uno. El italiano Roberto Rosetti se convirtió en el triste protagonista de un partido en el que los titulares debían haber sido para los grandísimos jugadores que se reunieron en el Zayed Sports City Stadium de Abu Dhabi, pero los nombres de Iniesta, Dani Alves, Juanfran, Dudú Cearense, Sergio García o Adriano Correia quedaron empequeñecidos ante la desafortunada actuación del joven colegiado transalpino. Resulta casi innecesario hablar del planteamiento inicial de Armando Ufarte para este partido puesto que todo saltó por los aires en el minuto 3. Tras un tímido ataque español, un pelotazo desde la defensa brasileña sobrevoló el centro del campo y descubrió al escurridizo Nilmar luchando con Melli al borde del círculo central. Y mientras el balón caía y parecía dirigirse sin remedio a la posición de Asier Riesgo, un ligero agarrón del central bético, que se encontraba cerrando la adelantadísima zaga española, dio con los huesos del atacante brasileño en el suelo a casi cuarenta metros de la portería. Pese a que Nilmar no tenía ni mucho menos la posesión del balón (ni casi opciones de llegar a él), y a que Carlos García y Peña estaban ya a la altura de Melli, el italiano no lo dudó y mostró al bético la tarjeta roja directa sin un ápice de condescendencia.

Y desde ese momento se acabó la historia, o, para ser más exactos, el cuento cambió por completo, porque después de cuatro minutos de juego España tuvo que replantearse sobre la marcha un encuentro que llevaba preparando cuatro días para poder luchar con un jugador menos ante la mayor potencia futbolística del mundo. Superado el primer momento crítico, puesto que la falta se botó sin consecuencias (no encajar gol en la jugada subsiguiente a una expulsión es algo que siempre ayuda), los españoles se prepararon para capear lo mejor posible el temporal que se les avecinaba. Ufarte optó por no introducir cambios, pues sobre el césped tenía mimbres suficientes para recomponer la defensa, así que aprovechando la fortaleza de los laterales Peña y Bouzón formó una línea de 3 centrales con Carlos García en el eje, colocó a Juanfran y Pina como carrileros y encomendó a Gabi y Vitolo la agotadora tarea de redoblar su esfuerzo defensivo persiguiendo a todo aquel jugador de camiseta amarilla que osara colocarse entre líneas. Iniesta y Sergio García quedaron eximidos de tareas defensivas (aunque como de costumbre Sergio se partió el pecho presionando a los centrales rivales) para volcar toda su energía en intentar cazar algún balón que saliera rebotado del muro situado a sus espaldas. Como era de esperar, los minutos siguientes a la expulsión fueron de acoso brasileño y ya en el minuto 7 Dani Alves estuvo a punto de marcar tras una espectacular chilena que Riesgo acertó a desviar al larguero. En la jugada posterior Sergio García puso a prueba al meta brasileño, intentando demostrar a la canarinha que el equipo español seguía vivo, pero la superioridad numérica de Brasil se hacía notar y durante la siguiente media hora se sucedieron las ocasiones sudamericanas: un disparo fuera de Nilmar, un malentendido entre Carlos García y Riesgo, un par de brillantes acciones de Daniel Carvalho, un cabezazo a bocajarro de Kleber y sobre todo un testarazo de Adaílton de nuevo al travesaño nos hicieron temblar a todos, aunque afortunadamente ninguna de estas acciones encontró el premio del gol. Entre todas ellas, tan sólo un tímido acercamiento de Iniesta recordó a Brasil que no debía confiarse en defensa. Pese a las ocasiones brasileñas, que llegaban más por empuje que por calidad, hay que decir que con el paso de los minutos el equipo español se fue asentando y durante algunos momentos fue el dueño del balón, gracias a las arrancadas por banda de Juanfran y a la pausa que Gabi le ponía al juego cada vez que el mediocentro del Atlético tenía oportunidad de coger el balón. Los brasileños no parecían preocupados por esas fases de control hispano, confiados en la superioridad numérica y en que tarde o temprano llegaría su gol, pero lo cierto es que a medida que discurría el encuentro España también iba ganando en confianza y todos empezamos a pensar que era posible hacer la machada.

Así que viendo la evolución de ambos conjuntos, la forma en la que comenzó la segunda parte no nos sorprendió del todo. Mostrando un gran orgullo, propio de quien se ha visto claramente perjudicado y quiere dejar constancia de que es capaz de sobreponerse, o al menos evitar que la injusticia cometida se pierda en el olvido, España acorraló a Brasil durante varios minutos, gozando de un par de buenas oportunidades que desbarató el meta Jefferson. Tras esta salida en tromba, España volvió a replegarse y dejó el balón a una canarinha completamente aturdida, incapaz de superar la ordenada defensa española salvo en ocasiones muy puntuales y cada vez más espaciadas en el tiempo, y que además eran resueltas sin llegar a crear excesivo peligro. Por increíble que pareciera, era España quien parecía más entera, pues sabía cuál era su plan y lo desarrollaba a las mil maravillas, buscando rápidas salidas al contragolpe con la esperanza de que en alguna de ellas el balón le llegara a Iniesta y el albaceteño supiera definir como había hecho en semifinales. Tanto él como su compañero Sergio García estuvieron cerca del gol, pero la velocidad de los zagueros brasileños solventó ambas situaciones de peligro. Y cuando por fin lograron encontrar el camino a la red, nuevamente apareció Rosetti para anular un tanto al ariete barcelonista, señalando falta en algo que fue un simple forcejeo en el área. A esas alturas, después de la rigurosísima expulsión y las continuas faltas brasileñas realizadas tras cada pérdida, fruto de la impotencia, y que no merecieron más sanción, estaba claro que el italiano no nos iba a poner las cosas fáciles, pero ese tanto mal anulado fue la puntilla. Rotos por el esfuerzo, los españoles empezaban a buscar la prórroga como agua de mayo y, sólo por inercia, Brasil volvió a aproximarse al área de Riesgo. En el minuto 87, un córner cedido por la exhausta defensa hispana fue botado con precisión por Dani Alves y Fernandinho, que había entrado un cuarto de hora antes, se anticipó a su marcador para conectar un perfecto cabezazo que batió al guardameta español. No había sido una muestra de jogo bonito ni una genialidad de sus hombres de ataque lo que había puesto por delante a Brasil, sino una jugada a balón parado, faceta en la que el seleccionador Paquetá había puesto especial empeño y que ya le había dado a la canarinha importantes réditos en partidos precedentes. El golpe fue un mazazo para los nuestros, que sin embargo reaccionaron bien y, a la desesperada, buscaron con ahínco el milagro del empate. Tanto el recién ingresado Manu Del Moral como Gavilán, que había entrado en el 70, tuvieron en sus botas la oportunidad de empatar al borde del final, en esa última ocasión que, como acertadamente escribió Juanma Trueba en su crónica en el As, siempre llega pero casi nunca entra, y luego Rosetti quiso equilibrar su hoja de servicios, que no la balanza, expulsando a Fernandinho tras un conato de tangana en el centro del campo. Pero la suerte estaba echada y, como sucediera en la final del Mundial sub'20 de 1985 y en la del sub'17 de ese mismo 2003, Brasil se alzó con el título tras derrotar a España por uno a cero.

Ficha del partido
Final del Mundial sub'20 de Emiratos Árabes Unidos de 2003, disputada en el Zayed Sports City Stadium (Abu Dhabi). 55.000 espectadores
ESPAÑA 0: Riesgo (GK); Bouzón, Peña, Melli, Carlos García; Vitolo, Gabi (-88, Manu Del Moral), Pina (-70, Gavilán), Juanfran, Iniesta; Sergio García
BRASIL 1: Jefferson (GK); Dani Alves, Kleber, Alcides, Adaílton; Dudú Cearense, Daniel Carvalho (-94, Andrezinho), Adriano, Jardel; Juninho (-70, Fernandinho), Nilmar (-64, Dagoberto)
Goles: 0-1 Fernandinho (BRA, min. 87)
Árbitro: Roberto Rosetti (ITA)
Tarjetas Amarillas: Adriano (BRA, min. 22), Riesgo (ESP, min. 36), Gabi (ESP, min. 44), Vitolo (ESP, min. 77), Iniesta (ESP, min. 85), Dani Alves (BRA, min. 90+3)
Expulsiones: Melli (ESP, min. 4), Fernandinho (BRA, min. 90)

Ficha Oficial del partido (disponible en FIFA.com)
Crónica de FIFA.com
Crónica del diario El Mundo (por Jesús Alcaide)
Crónica de El Mundo Deportivo (por Sergi Solé)
Crónica del diario As (por Juanma Trueba)


El enfado y la decepción de los jugadores y técnicos de España tras el partido era enorme, y así lo hicieron notar en sus declaraciones, lamentándose de la injusta decisión de Rosetti en los primeros minutos y culpándole de haber echado por tierra los sueños de todos ellos. A los aficionados nos quedó el amargo consuelo de imaginarnos que once contra once quizá la historia hubiera sido distinta, y por encima de todo el orgullo de saber que nuestros juveniles habían dado todo por esa camiseta, seguramente de una manera menos brillante que otras veces pero ofreciéndonos un grandioso ejemplo de orgullo y pundonor. Y con eso nos quedamos en aquellos días previos a la Navidad de 2003. Pero a veces el destino nos depara sorpresas inimaginables que nos devuelven a la actualidad momentos que ya creíamos pasados y enterrados, y cuando en noviembre de 2006 saltó a la luz la noticia de que Carlos Alberto, el mediocentro defensivo habitual en esa selección brasileña y que no pudo disputar la final por acumulación de amonestaciones, había falsificado su edad para poder competir, las imágenes de la decepción de nuestros chavales volvieron a nuestra mente. ¿Sería posible obtener en los despachos un campeonato que previamente nos habían negado en el campo? Pues como desgraciadamente sospechábamos, no. La FIFA no quiso sancionar la alineación indebida del jugador brasileño a lo largo de todo el torneo y dio por buena la versión de la CBF, que aseguraba que también había sido engañada por el jugador y que desconocía su verdadera edad (25 años) en el momento de seleccionarlo. El caso se cerró, de una manera inusitadamente rápida, con una sanción de un año al futbolista y sin ningún tipo de castigo ni para su club ni para la federación brasileña, a los que la justicia deportiva declaró víctimas y no cómplices del engaño del jugador. De esta estrámbotica manera, y casi tres años después de haberse celebrado la final, se cerró un accidentado campeonato que hizo honor al sabio refranero español: lo que mal empieza, mal acaba.

lunes, 22 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (y IV): Premios sin Premio

1-0

Tristeza. Rabia. Impotencia. Desolación. Cualquier adjetivo vale para describir la sensación que nos quedó a todos después de la final del Mundial sub'17 de Finlandia 2003. Y todos ellos juntos, y alguno más que nos dejamos, resumen el estado de ánimo de quienes disputaron aquel partido por el bando español. Varios años después, durante el Mundial sub'17 de 2007, Juan Santisteban seguía recordando esa final como el momento más amargo de su larguísima trayectoria al frente de las selecciones inferiores. "Teníamos una gran plantilla y ese día, sencillamente no pudimos meter la pelota en la portería. Recuerdo estar en el banquillo y no creer que ese equipo que reventaba la pelota era brasileño" decía el técnico sevillano en una entrevista concedida entonces a la página web de la FIFA. Y pocas crónicas podrán reflejar con mayor concreción y contundencia lo ocurrido aquella tarde del 30 de agosto de 2003 en la capital finesa. Tras un brillante Campeonato en el que España había sido capaz de marcar al menos 2 goles en los 5 partidos anteriores, nuestro casillero se fue a quedar en blanco el único día en el que no debía hacerlo.


El partido se planteaba como una lucha entre un equipo (Brasil) muy fuerte defensivamente, tremendamente ordenado y mortal en ataque, y otro (España) algo más imaginativo en el juego pero con algunas deficiencias en la parcela defensiva; en otras palabras, los brasileños jugando a la europea y los españoles a la brasileña. El mundo al revés. Los problemas para la zaga española se veían acentuados por las bajas de los dos laterales titulares, para los que no había recambios naturales. En la izquierda, Pallardó sustituyó al lesionado Raúl Llorente, y en la derecha César Arzo y Sergio Sánchez se turnaron para cubrir la ausencia del sancionado Ruz. Como contrapunto, David Silva regresaba al once tras cumplir su sanción y en su conexión con Cesc y Jurado, y en las galopadas de Sisi por la derecha, descansaban muchas de nuestras esperanzas de victoria. El partido tuvo un comienzo vibrante, sin un dominador claro y con los dos equipos bien asentados sobre el campo, hasta que en el minuto 7 una falta lejana botada por Joao sobrevoló la superpoblada área española y superó a Mandaluniz en su precipitada salida. Milagrosamente, el balón rebotó en el poste, pero el central carioca Leonardo remachó sin oposición. Como en cuatro de los cinco partidos anteriores, España se veía por detrás en el marcador, pero todos confiábamos en que también en esta ocasión se acabara remontando. Sin embargo, el tempranero gol fue un duro mazazo y durante muchos minutos el conjunto español deambuló perdido por el campo, a merced de un rival que si hubiera mostrado algo más de interés y acierto en el remate hubiera podido finiquitar el partido en los primeros veinte minutos. Mandaluniz corrigió su error en el gol con varias paradas de mérito y poco a poco España fue recobrando la fé en sus posibilidades, aunque el primer acercamiento con cierto peligro al área brasileña no llegó hasta casi la media hora. Fue necesario que Sisi y Silva intercambiaran sus bandas para empezar a ver algo del juego que había llevado a la selección hasta aquella final, aunque apenas fueron unos chispazos. El orden defensivo de la canarinha no dejaba espacios para las combinaciones entre Cesc y Jurado y sus laterales se anticipaban casi siempre a las acciones de los extremos valencianistas, que apenas recibían ayudas de los improvisados carrileros hispanos.

La segunda parte arrancó con ánimos renovados, pero rápidamente la intensidad defensiva de Brasil se encargó de desactivar el peligro español. Tras unos minutos de tanteo, tanto Brasil como España tuvieron sendas oportunidades para batir el arco rival, pero ambos guardametas respondieron con acierto a los remates de Joao y Xisco. A partir de ese momento, el encuentro sólo tuvo un dueño y una dirección. La última media hora fue un monólogo incontestable de España, que encerró a una selección brasileña insospechadamente cómoda en su papel de achicar balones ante el empuje español. Desaparecidos Ederson y Evandro, y con el pichichi Abuda fallando la única oportunidad brasileña para sentenciar el partido, las ocasiones hispanas iban cayendo casi a cada minuto, pero el balón parecía no querer entrar y ni siquiera Cesc estaba inspirado con sus mortales disparos desde fuera del área. Pese al inesperado cerrojazo de Brasil casi todos los atacantes españoles tuvieron su opción, pero sucesivamente todos fueron errando en el remate. Ni Silva, ni Jurado, ni Xisco, ni David, ni el propio Cesc fueron capaces de superar a un Bruno que se convirtió en el auténtico salvador de un equipo que, como bien diría Santisteban, parecía increíble que fuera brasileño. Ya en el tramo final, el meta carioca sacó un par de milagrosas manos a remates de César Arzo y Cesc que terminaron por confirmarnos que definitivamente aquel no era el día de España. Tras el pitido final, las caras de nuestros chavales eran todo un poema. Se había perdido una oportunidad inmejorable para conquistar un título que todavía hoy se nos sigue resistiendo, y mientras los brasileños se abrazaban sobre el césped los españoles intentaban explicarse cómo se había llegado a aquella amarga situación.

Ficha del Partido:
Final del Campeonato del Mundo Sub'17 de 2003, disputada en el Töölö Stadium (Helsinki). 10.452 espectadores.
BRASIL 1: Bruno (GK); Leo, Joao (C), Leonardo, Junior; Sandro, Ederson (-69, Juliano), Arouca, Jonathan; Evandro (-85, Felipe), Abuda (-90, Hugo)
ESPAÑA 0: Mandaluniz (GK); Pallardó, Arzo, Francis (C), Sergio Sánchez (-89, Cases); Sisi (-79, David), Markel, Cesc, Jurado, Silva (-84, Oskitz); Xisco
Goles: 1-0 Leonardo (BRA, min. 7)
Árbitro: Eric Braamhaar (NED)
Tarjetas: Xisco (ESP, min. 16), Pallardó (ESP, min. 54), Abuda (BRA, min. 58), Francis (ESP, min. 58), Cesc (ESP, min. 87)
Crónica de FIFA.com


No obstante, no todo fue negativo. Cesc Fábregas obtuvo la Bota de Oro como máximo goleador gracias a haber jugado menos minutos que el colombiano Carlos Hidalgo, ya que ambos habían marcado 5 tantos (los mismos que el portugués Manuel Curto) y repartido una asistencia, y David Silva, que ni siquiera había llegado a disputar 180 minutos en todo el Campeonato, fue nombrado Balón de Bronce, algo que por un lado evidenciaba la brillantez con la que se empleó el canario en sus escasas actuaciones y por otro volvía a reafirmar la enorme subjetividad de estos reconocimientos periodísticos. En cuanto al Balón de Oro, galardón que premia al mejor jugador del torneo, recayó también en Cesc Fábregas, que salía del campeonato reconocido por todo el mundo como la mayor promesa futbolística de su generación, algo que Wenger ya intuía desde hacía meses, claro, y que afortunadamente no tardaríamos en corroborar. Pero el catalán siempre ha sido un hombre de equipo y aquellos dorados premios no podían ocultar su dolor por haber sido derrotado: su compungido rostro y sus apagados gestos durante la entrega de trofeos reflejaban a la perfección la mezcla de sentimientos (¿tristeza, rabia, impotencia, desolación?) que invadía a unos adolescentes que seguramente hoy todavía no alcancen a comprender cómo se puede perder una final de un Mundial siendo mejores que Brasil.

martes, 26 de mayo de 2009

Sidney 2000: Oro negro

2-2
(3-5)

Hay días en los que es mejor no levantarse. Seguramente Iván Amaya pensó algo parecido mientras esperaba en el podio con la mirada perdida a que le entregaran una amarga medalla de plata. Lo pensarían también compañeros como Gabri, Angulo o Jose Mari. Y Xavi, y Aranzubia, e Iñaki Sáez, y todos los españoles que estuvieron aquella soleada mañana en el Estadio Olímpico de Sidney. Y sin duda también lo pensamos los aficionados que desde España seguimos una final Olímpica que ocupó casi toda la madrugada del 29 al 30 de septiembre del año 2000. Porque, por esas cosas del fútbol, un partido que al descanso era un alegre fiesta española se acabó convirtiendo en un triste mar de lágrimas de impotencia bañadas en plata.

Es difícil decir en que momento exacto se produjo el punto de inflexión, o cual fue la acción decisiva que cambió por completo el curso del partido. Quizá el Destino existe y todo estaba ya previsto de antemano, preparado para que en un Estadio Olímpico repleto hasta la bandera con casi 105.000 espectadores en las gradas se escribiera una de esas gestas legendarias que salpican la historia de las Olimpiadas, tan bonitas de ver y escuchar cuando no eres el derrotado. Porque pese a que Camerún ya había vencido a Brasil y Chile, dos de las grandes candidatas al Oro, para poder plantarse en la Final, si en ese partido había un favorito ése era España. Y cuando Xavi inauguró el marcador a los dos minutos con un gol de falta directa en el que contó con la inestimable ayuda del adolescente Kameni (que colocó mal la barrera y luego hizo la estatua), nada hacia presagiar que aquel voluntarioso equipo africano pudiera oponer la más mínima resistencia a un combinado español convencido de la victoria. El partido había comenzado a las 3 de la madrugada (mediodía en Sidney), y los aficionados que habían desafiado al sueño para ver la final empezaban a ver recompensado muy pronto su desvelo. Porque España estaba metida de lleno en la final y Camerún seguía en los vestuarios. A los cinco minutos se produjo la primera jugada clave: Jose Mari cayó dentro del área cuando ya encaraba a Kameni, y aunque el colegiado mexicano Felipe Ramos Rizo decretó la dudosa pena máxima ni siquiera amonestó al infractor, el defensa Nguimbat, consciente quizá de que no tal vez no hubiera existido contacto alguno. Angulo tomó la responsabilidad de convertir el penalti, pero su flojo lanzamiento fue atajado sin dificultades por Kameni. El fallo era grave, pero la ventaja en el marcador y sobre todo en el juego daba cierta tranquilidad. La que no debía estar tan tranquila era la conciencia de Ramos, o al menos eso explicaría la permisividad que desde ese momento mostró para con las agresivas entradas del equipo de Camerún. La dureza de los defensas africanos se cobró su primera víctima poco antes de la media hora, cuando Gabri tuvo que sustituir al renqueante Toni Velamazán, víctima de una dura entrada de Abanda que pudo merecer algo más que la amarilla mostrada por el mexicano. Pese a todo, la primera parte siguió el curso establecido, con España llegando con relativa facilidad al área camerunesa y sin noticias de la pareja Eto'o-Mboma. Y ya en el tiempo añadido, Gabri consiguió batir de nuevo a Kameni aprovechando una gran asistencia de Xavi. España se iba al descanso con el partido bien encarrilado y con la esperanza de que Camerún acusase el mazazo del postrero gol hispano.

Pero nada más lejos de la realidad. El intermedio sirvió para que España se desconectara del partido y Camerún se reorganizara. El técnico africano dio entrada al delantero Dani Kome por el central Nguimbat, dejando claro que no iba a morir sin luchar, y provocando de paso una gran confusión en la zaga española. El buen arranque camerunés se vio recompensado a los 8 minutos de la reanudación, cuando Mboma buscó la espalda de Puyol en el lateral izquierdo y su centro rebotó en el pecho de Amaya para despistar a Aranzubia, que estaba iniciando la salida, y colarse suavemente por el primer palo. Y antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora, Eto'o remató una contra de libro propiciada por un nuevo despiste de Puyol que Mboma aprovechó para internarse por la banda y servir en bandeja el gol al entonces delantero del Mallorca. En menos de 15 minutos España había dilapidado su ventaja y además había confirmado que el árbitro no estaba por la labor de echar una mano, puesto que saldó con una amarilla a Jose Mari por simular una acción en la que el sevillano recibió un claro codazo de Abanda, que seguía imponiendo su ley en las inmediaciones del área de Kameni. Frustrados por la remontada camerunesa y descentrados por la actuación del colegiado, los jóvenes españoles cayeron en la trampa y en minuto 70 Gabri realizó una durísima entrada que, esta vez sí, a juicio del árbitro fue merecedora de expulsión. El partido entró en una nueva dinámica, con Camerún intentando atacar pero mostrando una nula capacidad de creación, mientras que España se defendía con orden y buscaba sus oportunidades a la contra. Sin embargo, ni unos ni otros llegaban con claridad y nadie fue capaz de desnivelar el marcador antes de llegar al minuto 90, lo que nos llevó a un tiempo extra en el que el poderío físico africano parecía clave.

La prórroga, que ya se presumía épica, se convirtió en una lucha sin cuartel desde que en el primer minuto Jose Mari vio la segunda amarilla por simular penalti en un forcejeo con Abanda. Con el mermado equipo español defendiéndose con uñas y dientes ante el desordenado ataque africano, lo cierto es que Camerún apenas creó peligro pese a su clara ventaja numérica. De hecho, las ocasiones más claras fueron para España, que a balón parado estuvo a punto de lograr el que hubiera sido un auténtico Gol de Oro cuando Joan Capdevila largó un zapatazo a la salida de un córner que se estrelló en el poste. Camerún metió a todos los atacantes que le quedaban en el banquillo pero los minutos pasaban y la perspectiva de que todo se decidiera en la tanda de penaltis cobraba más y más fuerza. Ya eran casi las cinco y media de la madrugada en España pero la tensión del choque, que estaba a punto de llegar a su momento culminante, nos mantenía a todos bien despiertos. Patrick Mboma tiró de veteranía para abrir la tanda y batir a Aranzubia, a lo que Xavi respondió con otro buen lanzamiento que superó a Kameni. Eto'o y Capdevila tampoco dudaron y transformaron sus correspondientes penaltis, al igual que Geremi. Le llegó el turno a Iván Amaya, que se acercó decidido a los once metros y optó por un lanzamiento alto y potente, imparable para cualquier portero pero que desgraciadamente en esta ocasión se topó con el travesaño, dejando helados a todos los aficionados españoles y completamente hundido al entonces flamante fichaje del Atlético de Madrid. El sevillano Lauren no desaprovechó la ocasión y amplió la diferencia africana. Con 4-2 la presión era para Albelda, que debía marcar para mantener vivas las esperanzas de España de alzarse con el Oro. El valencianista no se arrugó y transformó con frialdad, con lo que todo quedaba a expensas del duelo entre Dani Aranzubia y Pierre Wome. El defensor camerunés colocó el balón con mimo sobre el punto fatídico, cogió una larga carrerilla y lanzó un zurdazo con el interior hacia la escuadra derecha de Aranzubia, que había elegido el otro lado para su estirada, previendo un lanzamiento más potente y menos colocado. Gol, alegría y medalla de Oro para Camerún, y rabia, lágrimas y medalla de Plata para España.

Unos minutos después de aquel triste desenlace, mientras acompañaban a los felices cameruneses, que acababan de conseguir la primera medalla olímpica de la historia de su país, y a los satisfechos chilenos, que el día anterior habían derrotado por 2-0 a Estados Unidos en el partido por el Bronce, los futbolistas españoles parecían pensar en la oportunidad perdida. A miles de kilómetros, más allá de las seis de la mañana, los más madrugadores se topaban con los rostros cariacontecidos de quienes se habían pasado la noche en vela, que se dirigían a la cama pensando que, definitivamente, hay días en los que es mejor no levantarse.


Ficha del Partido
Final del Torneo Masculino de Fútbol de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, disputada en el Estadio Olímpico. 104.098 espectadores.
ESPAÑA 2 (3): Aranzubia (GK); Lacruz, Marchena, Amaya, Puyol; Albelda, Xavi, Angulo (-74, Capdevila), Velamazán (-27, Gabri); Tamudo (-49, Ferrón), Jose Mari
CAMERUN 2 (5): Kameni (GK); Lauren, Abanda, Nguimbat (-45, Kome), Wome; Geremi, Branco (-91, Epalle), Mimpo, Alnoudji (-111, Meyong Ze); Eto'o, Mboma
Goles: 1-0 Xavi (ESP, min. 2), 2-0 Gabri (ESP, min. 45+2), 2-1 Amaya (ESP, min. 53, p.p.), 2-2 Eto'o (CMR, min. 58)
Tanda de Penaltis: 0-1 Mboma (CMR, gol), 1-1 Xavi (ESP, gol); 1-2 Eto'o (CMR, gol), 2-2 Capdevila (ESP, gol); 2-3 Geremi (CMR, gol), 2-3 Amaya (ESP, falla); 2-4 Lauren (CMR, gol), 3-4 Albelda (ESP, gol); 3-5 Wome (CMR, gol)
Árbitro: Felipe Ramos Rizo (MEX)
Tarjetas Amarillas: Albelda (ESP, min. 19), Abanda (CMR, min. 25), Jose Mari (ESP, min. 55), Jose Mari (ESP, min. 91), Aranzubia (ESP, min. 106)
Expulsiones: Gabri (ESP, min. 70, roja directa), Jose Mari (ESP, min. 91, doble amonestación)

Ficha Oficial disponible en FIFA.com
También: Crónica del diario El Mundo (por Alejandro Delmás)