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domingo, 26 de abril de 2009

La lista de Sáez 10 años después (II)

Hoy seguimos el repaso a las carreras de nuestros campeones sub'20 con 6 nuevos nombres:

Álvaro Rubio: tuvo la mala suerte de lesionarse de gravedad en el último encuentro de la primera fase ante Honduras, en sus primeros minutos del campeonato, por lo que no pudo participar en el resto del torneo. Por aquel entonces este riojano jugaba de central y estaba en el Zaragoza B, desde donde fichó por el Albacete en la 2000-2001. En el club manchego siguió su progresión y poco a poco fue adelantando su posición en el campo, logró el ascenso a Primera y debutó en la máxima categoría en 2003. En el verano de 2006 se incorporó al Valladolid y desde el principio se ganó la confianza de Mendilíbar, con el que llegó a jugar incluso de extremo derecho. Asentado en el mediocentro, en Pucela vuelve a disfrutar de un ascenso a Primera y se convierte en una pieza básica del esquema blanquivioleta. Pese a no ser uno de los destacados en Nigeria, a los 29 años ha conseguido establecerse como un jugador importante de Primera, algo que desgraciadamente no han logrado otros compañeros aparentemente con más proyección.

Gonzalo Colsa: el bravo centrocampista cántabro recibió la llamada de Iñaki Sáez mientras se encontraba cedido en el C.D. Logroñés, en Segunda División, aunque ya había debutado con su Racing en Primera un año antes. Al acabar la temporada 1998-1999 volvió a Santander y se convierte en un habitual de las convocatorias, disputando casi 20 partidos en cada una de las 2 siguientes temporadas y mostrando sus buenas dotes como centrocampista llegador, aunque no puede evitar el descenso a Segunda del Racing. El Atlético de Madrid se fija en él y decide hacerse con sus servicios para intentar el ascenso, cosa que consigue aunque sin que la aportación de Colsa sea la esperada. De vuelta en Primera, los colchoneros deciden cederlo al Valladolid, donde se hace con un puesto de titular y consigue su mejor marca goleadora. Pero sigue sin tener opciones en el Atlético y al año siguiente vuelve a salir cedido, en este caso al Mallorca, donde se reencuentra con Luis Aragonés, el primer técnico que tuvo a orillas del Manzanares y con el que vuelve a ser pieza clave del equipo. Otra vez de vuelta en el Atlético, de la mano de César Ferrando juega 30 partidos y consigue 3 goles pero no logra ganarse a la complicada afición rojiblanca. Al año siguiente vuelve a alternar la titularidad con la suplencia y finalmente en 2006 acaba volviendo al Racing, donde no tarda en demostrar que tiene calidad más que suficiente para destacar en Primera. Ídolo de la afición santanderina por su juego (y su condición de cántabro), desde entonces es uno de los fijos de un equipo que recientemente ha vivido los que probablemente sean los mejores años de su historia.

Pablo Orbaiz: mediocentro defensivo con dotes de organizador y que podía actuar también en el centro de la zaga, Orbaiz ya jugaba habitualmente en Osasuna cuando viajó a Nigeria, y a su vuelta se convirtió en objetivo prioritario para varios clubes. Con la satisfacción de dejar a su Osasuna en Primera, Orbaiz fichó por el Athletic Club en verano de 2000, y desde el principio se hizo un hueco como titular. De la mano de Sáez, debutó con la selección absoluta el mismo día que Marchena, en un encuentro de homenaje a Puskas celebrado en Hungría en verano de 2002, pero su progresión se truncó ese invierno por culpa de una lesión de ligamentos. Volvió a los terrenos de juego y rápidamente recuperó su sitio en el Athletic aunque no en la selección: la explosión de Xabi Alonso le cierra las puertas de la Euro 2004 y después Luis Aragonés deja de llamarle al equipo nacional. A finales de 2006 volvió a romperse la rodilla y nuevamente consiguió volver a la titularidad, mostrando el carácter por el que Iñaki Sáez le confió el brazalete en Nigeria.

Xavi Hernández: se dice que Michel Platini, presente en la final de Nigeria'99 como miembro de la FIFA, se le acercó después del partido y, tras presentarle sus respetos, le susurró que Seydou Keita se había llevado el Premio al Mejor Jugador del campeonato por razones políticas, pero que él había sido de largo el mejor futbolista presente en aquel torneo sub'20. Y se dice que nueve años después, cuando ya como Presidente de la UEFA el francés le otorgaba a Xavi el galardón al Mejor Futbolista de la Eurocopa 2008, el susurro vino a decir que por fin se había hecho justicia. Más allá de leyendas urbanas, lo cierto es que en los 9 años que transcurrieron entre un susurro y otro el de Terrassa no ha dejado de dar muestras de la calidad que atesora en sus botas y en su privilegiada cabeza. Desde que debutó con Van Gaal en el club de su vida, el F.C. Barcelona, Xavi ha sido el cerebro del equipo blaugrana. Sin embargo, en muchos momentos se criticó su falta de rigor defensivo y sus pocas dotes de liderazgo, críticas que aparecían siempre que el equipo no carburaba. La Eurocopa de Austria y Suiza le sirvió para reivindicarse ante sus detractores, guiando a su equipo, controlando el tempo del partido y apareciendo con peligro en el área, precisamente un juego que se asemejó más que nunca al desarrollado en Nigeria. Este año el destino ha querido juntarle en el vestuario del Barça con Keita: seguramente habrán tenido tiempo para recordar aquel campeonato, y quien sabe si para comentar las confesiones de Platini.

Fernando Varela: en 1999 era una de las más firmes promesas de la cantera bética pero, tras ser campeón en Nigeria, este potente extremo diestro (que incluso había disfrutado de sus primeros minutos en Primera con apenas 17 años) tuvo que pasarse medio año cedido en el Extremadura, aprender a jugar de lateral y esperar a la temporada 2000-2001 para ser miembro de pleno derecho del primer equipo del Betis, entonces en Segunda División. La razón fundamental se llama Joaquín Sánchez, y es que la explosión del portuense obligó a Varela a reinventarse como jugador. A la sombra de Joaquín, el sevillano se adaptó a su nuevo rol defensivo aunque sin olvidar nunca sus orígenes atacantes, y se asentó en Primera como uno de los laterales más completos del país. Tras 5 temporadas en el primer equipo verdiblanco en las que ganó una Copa del Rey y participó en la Champions League, fichó por el Mallorca, donde ha ido alternando actuaciones en el lateral y en el extremo, incrementando sus cifras goleadoras gracias a su potente disparo con ambas piernas y convirtiéndose en una pieza básica del cuadro bermellón.

Rubén Suárez: "el hijo del mítico Cundi" era la coletilla que solía acompañarle en 1999, y es que Rubén pertenece a una saga de futbolistas asturianos de la que su padre, que jugó 15 temporadas en Primera y llegó a ser internacional absoluto, sigue siendo el miembro más destacado. Naturalmente ligado al Sporting de Gijón, cuando viajó a Nigeria ya había debutado en el primer equipo gijonés, en el que se mantuvo hasta la temporada 2004-2005. Reconvertido en segundo delantero, ha desarrollado toda su carrera en Segunda División, puesto que a su etapa en el club que le vio nacer como futbolista le siguieron 4 fructíferos años en el Elche y un agitado verano 2008 en el que tras denunciar a los alicantinos por impago estuvo a punto de firmar por el Rayo y acabó en el Levante, donde sigue mostrando un gran olfato goleador. A sus 30 años, Rubén, que fue de Oro a los 20, se ha convertido en uno de los clásicos de la División de Plata.


martes, 21 de abril de 2009

Mali - España: el cielo es el límite

1-3

Faltaban sólo unos segundos para el minuto 90 cuando Xavi se hizo con un balón suelto en la frontal. Bajo una espesa cortina de agua, y con varios compañeros secundando la incursión, el pequeño genio de Terrassa avanzó con decisión ante los pocos contrarios que intentaban contener la enésima contra española y lanzó un misil desde el borde mismo del área que se coló imparable en la portería de Mali. Fue sólo una jugada, casi la última, pero simboliza casi a la perfección lo que fue el partido y quizá también el campeonato: una selección española valiente y decidida, dispuesta a superar a todos los rivales y a luchar contra los elementos si era necesario, todo con el fin de alcanzar la meta fijada: el Campeonato del Mundo. Aquella tarde del 21 de abril la selección española saltó al campo de Kaduna con una sola idea en la cabeza: ganar. Y con esa mentalidad ganadora y sus sobresalientes condiciones futbolísticas, el único límte de España era el cielo.


La primera noticia del partido fue la vuelta de Aranzubia a la titularidad. Tras el recital de Casillas ante Ghana, la decisión de Sáez centró los comentarios de los espectadores durante apenas un minuto. Porque entonces la incursión de Barkero por la izquierda focalizó la atención de nuevo en el partido, y diez segundos después, mientras celebrábamos el gol de Varela, todos nos habíamos olvidado del debate. España había golpeado a los 67 segundos, antes de que Mali fuera consciente de que estaba disputando una semifinal mundialista. Y los africanos tardaron en reaccionar, incapaces de frenar los constantes movimientos de Gabri, Varela y Barkero y de taponar al cerebro español, Xavi. Los primeros minutos fueron una exhibición de juego español del mismo nivel mostrado ante Brasil en el partido inaugural. Sobre el campo se veía un equipo perfectamente ensamblado y que trabajaba con el objetivo de encontrar una y otra vez la meta rival, así que nadie se sorprendió cuando a los 25 minutos Varela definió un perfecto pase de Gabri y subió el segundo al marcador. Ese golpe despertó por fin a Mali, que recordó por qué estaba en el campo y no tardó en actuar en consecuencia. Habían llegado a semifinales como el equipo más goleador del torneo, así que el seleccionador Coulibaly decidió quemar sus naves antes de que fuera demasiado tarde y en el minuto 35 quitó a un defensa para dar entrada a Mahamadou Dissa, el héroe del partido ante Camerún. Poco a poco las llegadas españolas se fueron espaciando más en el tiempo, y el control del balón pasó a ser de Mali, aunque sin crear demasiado peligro.

Y tras el descanso se repitió la historia. España acusó el esfuerzo físico de la primera parte y las ganas de Mali hicieron el resto. Como ante Honduras y Estados Unidos, España se fue del partido y a los 5 minutos de la reanudación llegó el tanto africano. Su autor no podía ser otro que Dissa, que sumaba así su quinto tanto y se colocaba como máximo artillero del campeonato, con el mérito añadido de haber sido suplente en todos los partidos salvo uno. Curiosamente, ese día no marcó. Después del empate, Aranzubia demostró que su presencia en el marco español estaba más que justificada y salvó un par de ocasiones de Mali. Pero esta vez nadie estaba dispuesto a sufrir más de lo debido y la defensa española se mantuvo firme, sin conceder oportunidades a los delanteros rivales. Y bajo el diluvio, con casi todo Mali volcado sobre el área contraria pero chocando una y otra vez con el muro de Marchena y Jusué, llegó la sentencia de Xavi. España disputaría su segunda final de un Mundial sub'20. En la anterior, los Unzue, Goicoechea, Nayim, Rafa Paz, Losada y compañía no pudieron superar a Brasil. Veintidós años después, casi nadie dudaba de que los de Sáez volverían con el título.

No se dudaba porque el juego desplegado por España hasta aquel momento había sido prácticamente imparable, y la única sombra de duda era el bajón físico que acusaba el equipo en las segundas partes. Y no se dudaba porque enfrente no estarían los bicampeones argentinos, ni los magos brasileños, ni los poderosos nigerianos. Ni siquiera los correosos uruguayos: en la final estaría Japón, que culminó su torneo soñado derrotando a los charrúas por 1-2 en la otra semifinal. En una buena primera parte, donde se marcaron los 3 goles, Japón dominó a los sudamericanos con una gran actuación de Motoyama, que sirvió casi en bandeja los dos goles a Takahara y Nagai. Por el lado uruguayo era Pouso quien distribuía el juego ofensivo, aunque el gol llegó en una internada de Pellegrín que remachó en boca de gol Chevantón poniendo el empate a 1 provisional. En la segunda parte Uruguay se desesperó colgando balones que continuamente eran despejados por la zaga nipona, y apenas puso a prueba al portero Minami. Con más facilidades de las previstas, Japón se plantaba contra todo pronóstico en la final del Mundial, en una de las mayores sorpresas de la historia de los torneos juveniles, de por sí bastante propensos a actuaciones inesperadas.


Ficha del Partido:
Partido correspondiente a la primera semifinal, disputado en el Estadio Amadu (Kaduna). 16.000 espectadores.
MALI 1: I.Keita (GK); D.Coulibaly (-34, Dissa), Traore, Ad.Coulibaly, Camara (C) ; S.Keyta, Diakite, Am.Coulibaly, Diarra; Bagayoko, Cisse
ESPAÑA 3: Aranzubia (GK); Coira, Bermudo, Marchena, Jusué; Orbaiz (C), Xavi, Varela, Barkero (-82, Rubén); Gabri, Pablo (-76, Yeste)
Goles: 0-1 Varela (ESP, min. 2), 0-2 Varela (ESP, min. 25), 1-2 Dissa (MLI, min. 51), 1-3 Xavi (ESP, min. 90)
Arbitro: Jun Lu (CHN)
Tarjetas: Camara (MLI, min. 29), Am.Coulibaly (MLI, min. 52)


Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Luis Gómez)

sábado, 18 de abril de 2009

España - Ghana: Iker se luce en el apagón

1-1
(8-7)

Puede que no sea el mejor portero del mundo (o tal vez sí) pero lo que está fuera de toda duda es que Iker Casillas tiene un don: el de aparecer siempre en los momentos decisivos. Como en aquella final de un Europeo sub'16 cuando sólo tenía 15 años. Como en esa apretada final de Champions League que decidió con 3 paradas antólogicas después de entrar en frío a falta de 10 minutos. Como esa noche del pasado junio en Viena ante el ogro italiano que siempre convertía nuestros sueños en amargas pesadillas. O como todas esas veces que ha salvado a su equipo de un gol cantado. O, por supuesto, como aquella noche en Kaduna, Nigeria. Porque esa noche Iker hizo su presentación ante el mundo, aunque el mundo se lo perdiera por culpa de los elementos.

Pero vayamos por partes. En una decisión sorprendente, Iñaki Sáez le dio la alternativa al segundo portero de la selección. Luego se revelaría poco menos que la acción de un visionario, pero cuando los dos equipos saltaron al césped del estadio de Kaduna debemos reconocer que aquel portero con más cara de niño aún que sus compañeros (y no digamos que sus contrincantes ghaneses), más bien bajito y en manga corta no despertaba muchas confianzas entre los aficionados, pese a su buena actuación ante Honduras y al buen currículum que ya atesoraba el canterano del Real Madrid. Delante de él, el equipo ya de sobra concido por todos, y enfrente una de las selecciones más temibles en categorías inferiores, Ghana. Precisamente Ghana había apartado a Iker y a Xavi de la final del Mundial sub'17 de Egipto dos años antes, por lo que para ellos era una oportunidad única de tomarse la revancha. El primer tiempo fue muy disputado, con dominio inicial español, aunque el respeto que parecían tenerse ambas selecciones y la fortaleza que exhibían en defensa hacía que las jugadas pocas veces acabaran en las áreas. En una de esas escasas oportunidades, Gabri mandó un cabezazo al poste ghanés, poco antes de que los focos dijeran basta: al filo del descanso se produjo un apagón que mantuvo el juego detenido durante más de 5 minutos, el tiempo necesario para dejar que las bombillas se enfriaran y pudieran volver a coger potencia. El parón resumió lo que estaba siendo el partido, una lucha sin brillo.

Pero al igual que el apagón sirvió para que los focos volvieran a lucir con intensidad, el descanso sirvió a los jugadores para recobrar toda su energía, y la segunda parte fue otra cosa. Nuevamente España salió con más decisión y metió a los africanos en su área, y fruto de esa presión llegó el penalti sobre Barkero que él mismo transformó cuando sólo se llevaban 9 minutos de la reanudación. Entonces el dominio pasó a ser de Ghana, que aprovechó el repliegue español para rondar con peligro la meta de Casillas. España intentaba sentenciar al contragolpe, pero el gol ghanés se veía más cercano. Iker y Jusué salvaron 3 claras ocasiones, pero el esfuerzo de los jóvenes africanos tuvo un merecido premio en el momento más doloroso para el rival: en el tiempo de descuento, una falta lanzada por Ofori Quaye rebotó en una maraña de jugadores y se coló en la puerta española. El partido se iba a una prórroga que era justa dados los merecimientos de unos y otros pero que parecía un duro castigo para los españoles.

El impacto emocional del empate y el poderío físico africano parecía colocar a Ghana como favorita para un tiempo extra que en España apenas pudimos ver. Si en el primer tiempo los focos habían obligado a parar el juego, durante el resto del partido el apagón fue de imágenes, ya que se produjeron constantes cortes en la señal de TVE. Sólo la voz de Paco Grande, durante tantos años acompañante de las selecciones inferiores, nos mantenía informados del desarrollo de una prórroga en la que el temor al gol de oro y el cansancio acumulado convertían cada jugada en un susto, acentuado además por la ceguera temporal que sufríamos los televidentes. España se manejó mejor en el océano de nervios y contra lo que nos temíamos controló relativamente bien el juego, se defendió con el balón, provocó la expulsión de un contrario e incluso tuvo alguna oportunidad para llevarse el choque. Sin embargo, la media hora suplementaria pasó sin que nadie acertara a batir la meta rival y se llegó a los lanzamientos desde el punto fatídico.

Por aquel entonces, una tanda de penaltis en un partido de cuartos de final con una selección española implicada sólo tenía un resultado posible: una nueva decepción para los aficionados. Pero las mangas recortadas de Iker Casillas eran un símbolo de cambio. Estos juveniles demostraron no tener fantasmas en la cabeza, y la diosa Fortuna supo valorar esa nueva mentalidad. La tanda comenzó con los lanzadores mostrando una seguridad aplastante, y la tensión iba en aumento, acelerada por nuevos fallos en la señal que hicieron que nos perdiéramos algún penalti. Gabri falló el cuarto lanzamiento español, dando ventaja a Ghana que se puso 4-3 antes de la última ronda. Jusué lanzó el quinto con maestría y obligó al capitán ghanés, Hamza Mohammed, a marcar. La figura de Iker, que ya había estado cerca de parar algún lanzamiento, se agrandó, y el ghanés ajustó tanto su disparo que lo estrelló en el larguero. España había salvado el primer match-ball, pero sólo había forzado la muerte súbita. Como al comienzo de la tanda, ambos equipos lanzaron 3 nuevos penaltis sin fallo. Otra vez sin señal, los espectadores nos enteramos de que Varela también había transformado el cuarto. Como en los viejos tiempos, cuando los aficionados se reunían en torno a un aparato de radio para seguir el desarrollo de los partidos, todos nos acercamos inconscientemente a la tele mientras Paco Grande anunciaba que el defensa George Blay se disponía a lanzar. Con los puños apretados, todos contuvimos la respiración durante las décimas de segundo que tardó en llegarnos la confirmación de aquello para lo que estábamos rezando: Casillas atajó el flojo disparo del ghanés y comenzó a inscribir su nombre en el santoral deportivo español. No lo habíamos visto, pero España estaba en semifinales gracias al portero de la camiseta de manga corta, el benjamín de la convocatoria, un chaval de diecisiete años que había mostrado una madurez y un temple impropios de su edad. Aquella accidentada tarde marcada por los apagones seguramente creció un par de centímetros. No tardaríamos mucho en descubrir que había nacido un verdadero gigante.




Ficha del Partido:
Partido correspondiente a los cuartos de final, disputado en el Estadio Amadu (Kaduna). 18.000 espectadores.
ESPAÑA 1 (8): Casillas (GK); Coira (-106, Alex), Bermudo, Marchena, Jusué; Orbaiz (C), Xavi, Varela, Barkero (-64, Rubén), Gabri, Pablo (-86, Yeste)
GHANA 1 (7): Adjei (GK); Blay, Amuzu, Issah (-73, Abdul), Hamza (C); Abdulai (-66, Gyan), Appiah, Razak, Ansah; Afriyie (-55, Adu), Ofori-Quaye
Goles: 1-0 Barkero (ESP, min. 54) (p), 1-1 Ofori Quaye (GHA, min. 90)
Tanda Penaltis*: 1-0 Xavi (ESP, gol), 1-1 Ansah (GHA, gol), 2-1 Alex (ESP, gol), 2-2 Razak (GHA, gol), 3-2 Yeste (ESP, gol), 3-3 Appiah (GHA, gol), 3-3 Gabri (ESP, para Adjei), 3-4 Amuzu (GHA, gol), 4-4 Jusué (ESP, gol), 4-4 Hamza (GHA, falla). 5-4 Bermudo (ESP, gol), 5-5 Gyan (GHA, gol). 6-5 Marchena (ESP, gol), 6-6 Abdul (GHA, gol). 7-6 Orbaiz (ESP, gol), 7-7 Ofori Quaye (GHA, gol). 8-7 Varela (ESP, gol), 8-7 Blay (GHA, para Casillas)
Arbitro: William Mattus (CRC)
Tarjetas: Issah (GHA, min. 38), Coira (ESP, min. 62), Hamza (GHA, min. 70), Varela (ESP, min. 76), Rubén (ESP, min. 80), Gabri (ESP, min. 91), Gyan (GHA, min. 92), Appiah (GHA, min. 93), Orbaiz (ESP, min. 97), Ofori Quaye (GHA, min. 99), Xavi (ESP, min. 117). Expulsado Adu (GHA, min. 104) por roja directa.


*Datos sobre la tanda de penaltis obtenidos del diario El Mundo Deportivo del 19 de abril de 1999



Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Óscar Sanz)