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martes, 13 de octubre de 2009

1997, Mundial sub'17: Érase una vez en Egipto

Mientras el Mundial sub'20, ya sin España, entra en su fase decisiva, y a sólo un par de semanas del arranque del Mundial sub'17 en Nigeria, última oportunidad para nuestras selecciones y sus responsables de enderezar el nefasto año que se acerca a su fin, este parece un buen momento para evocar un campeonato que, cosas de la vida, nos sirve para enlazar ambos torneos. Porque si al menos hasta este año la selección española guardaba un grato recuerdo de la tierra de los Faraones era en buena medida gracias al Mundial sub'17 de 1997, que nos dejó muchos detalles para la historia de nuestras categorías inferiores. Con este campeonato iniciamos además el repaso a otros torneos disputados anteriormente al Mundial sub'20 de Nigeria y que por tanto no habían tenido cabida en entradas precedentes, enfocadas a dibujar el camino seguido por nuestro fútbol base desde aquel éxito hasta la consecución de la pasada Eurocopa. Ya adelanto, poniéndome la venda antes que la herida, que no será fácil obtener tantos detalles de esos torneos como de los más recientes, y que también por eso la periodicidad de este tipo de entradas será más espaciada en el tiempo, pero espero poder dar una imagen lo más amplia posible de aquellas citas que ya pocos recuerdan.

Pongámonos en situación. Es el 2 de septiembre de 1997. Mientras medio mundo llora la muerte de Diana de Gales y Joao Havelange apura sus días al frente de la FIFA, la selección española sub'17 que dirige Juan Santisteban llega a Ismailia dispuesta a todo. Lo hace como campeona de Europa de la categoría tras haber derrotado en la final a Austria en la tanda de penaltis y con una notable actuación del benjamín del equipo, el guardameta Iker Casillas, pero la diferente normativa de edad hace que el cuadro español no sea el mismo que se proclamó campeón en Austria (hay hasta 6 jugadores nuevos por ese motivo). Aunque de puertas hacia afuera para el técnico sevillano el objetivo es resarcirse en Egipto de la mala imagen dejada en el anterior Mundial de la categoría (Ecuador 1995, donde no se superó la fase de grupos), sin duda también quiere lograr un título que ya acarició en Italia 1991, cuando Ghana nos superó por 1-0 en la final. El equipo seleccionado definitivamente por Santisteban es este:

Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
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1.- Iker CASILLAS Fernández - 20/05/1981 - AR - Real Madrid C.F.
2.- SERGIO SANTAMARÍA González - 16/07/1980 - DL - F.C. Barcelona
3.- Zuhaitz GURRUTXAGA Loiola - 23/11/1980 - DF - Real Sociedad
4.- ANDER Aranzeta Lucena - 27/08/1980 - DF - Real Sociedad
5.- Juan José CAMACHO Barnola - 02/08/1980 - MC - Real Zaragoza
6.- Miguel Ángel García CORONA - 12/02/1981 - MC - Real Madrid C.F.
7.- IVÁN LÓPEZ Aguado - 03/12/1980 - DL - Valencia C.F.
8.- Fco. David SOUSA Franquelo - 03/02/1980 - MC - Real Madrid C.F.
9.- Manuel Guillén Martínez "NELO" - 20/02/1981 - MC -Valencia C.F.
10.- DAVID Rodríguez-Fraile Huete - 24/10/1980 - DL - Real Madrid C.F.
11.- Miguel MATEOS Rego - 17/10/1980 - MC - Real Madrid C.F.
12.- Juan BLAS Muriel - 10/09/1980 - DF - U.E. Lleida
13.- DANI ROIZ Múgica - 24/06/1980 - AR - Racing de Santander
14.- IVÁN SÁNCHEZ Zurita - 07/08/1980 - DF - Real Zaragoza
15.- IVÁN ROYO Lahuerta - 05/08/1980 - DL - Real Zaragoza
16.- CÉSAR González NAVAS - 14/02/1980 - DF - Real Madrid C.F.
17.- XAVI Hernández Creus - 25/01/1980 - MC - F.C. Barcelona
18.- Francisco GALLARDO León - 13/01/1980 - MC - Sevilla F.C.

Seguro que ya habréis reconocido a más de uno, ¿verdad?. Aparte de los Iker Casillas o Xavi Hernández, los únicos de este grupo que terminarían ganando el Mundial sub'20 de un par de años más tarde, hay otro puñado de jugadores que han acabado haciendo carrera en el complicado mundo del fútbol, algunos con más fortuna que otros, eso sí. Tras salir de la cantera madridista, David Sousa, César Navas o Corona han sido habituales en varias plantillas de Primera División durante los últimos años (Navas incluso se ha ganado un buen contrato en el actual campeón de la económicamente potente liga rusa, el Rubin Kazan); Paco Gallardo vivió sus mejores momentos en el Sevilla de Joaquín Caparrós, aquel conjunto aguerrido y descarado que precedió al equipo campeón que hoy todavía disfrutan en Nervión; y Sergio Santamaría tuvo un efímero paso por el primer equipo blaugrana en la era Van Gaal antes de perderse para siempre en un rosario de cesiones y oportunidades malgastadas. El resto no llegó a despuntar al más alto nivel e incluso alguno se vio obligado a retirarse prematuramente, también con distinta fortuna. Pero habrá tiempo para esas otras historias.

De momento volvamos al torneo en sí. Junto a selecciones clásicas como Brasil, Argentina, Ghana o Alemania nos encontramos países como Omán o Tailandia, a los que hoy sorprende ver pero que por aquel entonces eran habituales en estas citas. En la fase de grupos España debe enfrentarse a las selecciones de México, Mali y Nueva Zelanda. Santisteban apuesta por un sistema hoy prácticamente descatalogado de todos los manuales tácticos, un 3-5-2 formado habitualmente por Casillas en portería, César Navas como hombre libre, Blas y Ander como marcadores, Sousa e Iván Sánchez como carrileros, Camacho y Corona en el centro de la cancha, Xavi de enganche y arriba una dupla formada por Sergio Santamaría y David Rodríguez-Fraile (en la imagen), una pareja que está a punto de escribir una de las páginas más asombrosas de la historia de nuestras selecciones inferiores. El debut ante México parece quedar visto para sentencia en la primera parte, pues al descanso se llega con clara ventaja hispana en el juego y en el marcador gracias a los goles de David y Miguel Mateos, mediocentro creativo que fue de la partida en este primer choque. Pero en la segunda parte dos goles aztecas en un aciago minuto premian el mayor atrevimiento mexicano; afortunadamente, David, el jugador más destacado del encuentro, fuerza y transforma un penalti a cinco minutos del final para darnos los tres primeros puntos. Contra Mali está en juego el pase a cuartos de final (recordemos que hasta 2007 el Mundial sub'17 lo disputan sólo 16 equipos), y es nuevamente David el encargado de sacarnos las castañas del fuego en los últimos instantes, al aprovechar un gran pase de Xavi. Los africanos, entre los que se encuentran ya Seydou Keita y Mahamadou Diarra, dominan completamente el partido gracias a su superioridad física pero se van de vacío ante una España más ordenada y con mayor calidad individual. El partido contra Nueva Zelanda, que ya ha sido ampliamente goleada por mexicanos y malíes, se presta para dar minutos a los menos habituales, y eso hace Santisteban. Lo que nadie espera aquel 11 de septiembre es que estos chavales logren la que todavía hoy es la mayor goleada en la historia de los campeonatos mundiales juveniles. Cuatro nuevos tantos de David, dos goles de Iván Sánchez, dos más de Mateos y uno por barba para Sergio, Iván Royo, Ander, Corona e Iván López completan el sonrojante resultado de 13-0 que coloca a España a la cabeza en las apuestas para el título.

Pero el camino no va a ser fácil, y se inicia nada menos que ante el anfitrión, Egipto. Una auténtica prueba de fuego para nuestros chavales que sin embargo saben manejarse a la perfección en un ambiente hostil y dominan el encuentro casi por completo, con una figura emergiendo destacada sobre el resto: Sergio Santamaría (en la imagen). El malagueño ya había mostrado su calidad en la primera fase pero la explosión goleadora de David le había restado protagonismo; sin embargo, en las eliminatorias su juego va a ir a más y acabará siendo nuestro jugador más desequilibrante. Él abre el marcador ante los egipcios poco antes de la media hora, aunque los anfitriones reaccionan rápido y empatan en menos de cinco minutos. Pero España sigue mandando y ya en la segunda parte Juanjo Camacho consigue deshacer la igualada, marcando un gol que vale unas semifinales. Allí espera Ghana, una selección temible que busca revalidar el título conseguido dos años antes. Técnica y sobre todo físicamente superiores, los africanos encierran a una España que sobrevive agarrada a las intervenciones milagrosas de Casillas. En una jugada de estrategia Sousa marca y nos hace creer en lo imposible, pero en la segunda parte Ghana nos devuelve a la realidad con dos goles y otro amplio abanico de oportunidades que sirven para dejar a los africanos en la final y para que Casillas sea nombrado mejor jugador del partido. España cae con la cabeza alta ante su bestia negra, pero todavía le queda por disputar un encuentro por el tercer puesto en el que está en juego la hegemonía europea. La Alemania que comandan dos Sebastian, Khel y Deisler, ha sido derrotada contundentemente por la Brasil de un tal Ronaldinho y busca la revancha del Europeo, del que fue apeada en semifinales por los de Santisteban; pero España vuelve a demostrar que es la mejor selección del continente y se alza con la victoria por 2-1, gracias a los goles del capitán Ander y de Sousa, que transforma el penalti de la victoria a falta de cinco minutos para el final.

Tercera plaza final en un campeonato que viaja por primera vez a Brasil, ya que la canarinha derrota a Ghana por 2-1 vengándose de la final de Ecuador, donde cayeron ante los africanos. Pero España ha causado sensación y copa los premios individuales. Con los 7 tantos logrados en la primera fase, David Rodríguez-Fraile se lleva a casa la Bota de Oro como máximo goleador, mientras que su compañero de ataque Sergio Santamaría es proclamado Mejor Jugador del Campeonato. Además, Iker Casillas es designado mejor portero. A Iker no vamos a descubrirle ahora, pero ¿qué ha sido de esos dos delanteros que tan alto apuntaban? Sergio Santamaría, como comentamos anteriormente, siguió su formación en la Masía, llegando a debutar en el primer equipo a las órdenes de Louis Van Gaal a finales de la temporada 1999-2000. Después iría cedido al Oviedo y al Elche, permanecería algún año en el filial blaugrana (contando con oportunidades esporádicas en el primer equipo) y comenzaría su inexorable declive pasando por Alavés, Albacete, Sant Andreu, C.D. Logroñés, Alzira y Antequera, club por el que ha fichado esta misma temporada. El caso de David Rodríguez-Fraile es algo distinto, también porque toda su vida es algo más atípica. Nacido en Boston en el seno de una familia dedicada al ámbito empresarial y financiero, su carrera como futbolista quedó truncada por las lesiones en la temporada 2000-2001 cuando militaba en el Real Madrid C y, tras no recuperarse al 100%, decidió dar un giro a su vida: regresó a Estados Unidos, estudió un Máster en Administración de Empresas en Harvard y hoy está asentado en Nueva York, donde trabaja en una prestigiosa compañía de inversiones. Otros compañeros también tuvieron problemas con las lesiones que frenaron su progresión: el mejor ejemplo es el de Miguel Mateos, un lucense que en 1997 pertenecía al Real Madrid aunque era culé hasta la médula. Este talentoso centrocampista cumplió su sueño al fichar un año después por el F.C. Barcelona, pero los problemas físicos le impidieron dar el salto al profesionalismo. Tras deambular por varios equipos regresó a su tierra y ha compaginado el fútbol más modesto (Compostela B, Lemos, Foz, Xove Lago) con su trabajo en la empresa encargada del servicio de limpieza de su ciudad natal. Ahora le gustaría dedicarse a entrenar y usar su experiencia para dar a los jóvenes de hoy los consejos que a él nadie le supo dar sobre lo efímero del éxito. Quien seguro que ya lo hace casi a diario es Juanjo Camacho, pues también tiene experiencia (del filial del Zaragoza al del Real Madrid, pasando por Recreativo, el Livingston escocés, Lleida, Vecindario, Huesca e incluso una poco fructífera campaña a las órdenes de Víctor Muñoz en el primer equipo zaragocista) y, sobre todo, alguien cercano a quien transmitírsela: su hermano Ignacio Camacho, mediocentro del Atlético de Madrid y también miembro de una generación que destacó en categoría sub'17. Esperemos que la suya tenga más oportunidades de triunfar que esta del 80 a la que hoy rendimos este merecido homenaje.


viernes, 1 de mayo de 2009

Muchos eran los llamados...

Los Mundiales sub'20 siempre han servido para que los genios se den a conocer. Pero curiosamente, quienes salen del torneo con la etiqueta de Mejor Jugador no lo suelen tener fácil para triunfar (solo hay que echar un vistazo a este interesante artículo publicado hace unas semanas en FIFA.com), y muchos de quienes acaban convirtiéndose en grandes estrellas del fútbol pasan más o menos desapercibidos en este campeonato. Toda una paradoja que, en cierta manera, también se cumplió en Nigeria. Sólo hay que echar un vistazo a la lista de galardonados del torneo:

BALÓN DE ORO
1.- Seydou Keita (Mali)
2.- Pius Ikedia (Nigeria)
3.- Pablo Couñago (España)

BOTA DE ORO
1.- Pablo Couñago (España)
2.- Mahamadou Dissa (Mali)
3.- Gaspard Komol (Camerún)
3.- Taylor Twellman (Estados Unidos)

En un post anterior ya repasamos la trayectoria de Pablo Couñago, así que es hora de hablar un poco sobre el resto de premiados y otros jugadores destacados del torneo que se quedaron en el camino.

BALÓN DE ORO: Seydou Keita (Mali): este portento físico obtuvo no sin cierta polémica el galardón al Mejor Futbolista del Torneo. Dirigió desde el centro del campo, con mucho criterio y sumándose al ataque con peligro, a una de las selecciones revelación del campeonato (incluso marcó el gol que le dio a Mali la tercera posición), pero para la gran mayoría de expertos reunidos en Nigeria otros jugadores fueron más decisivos e incluso más brillantes que el malí. Se rumoreó que la concesión fue más por motivos políticos que futbolísticos, ya que en "su" Mundial había que premiar a África de algún modo y, dado que este galardón se concede por votación de los periodistas, era la manera más sencilla de arreglarlo. En cualquier caso fue uno de los destacados del campeonato, y salió de él con un contrato profesional bajo el brazo: su destino sería el Olympique de Marsella, donde en los 70 sobresalió su tío Salif Keita. Sin embargo, el joven Seydou no gozó de demasiadas oportunidades y, tras un exitoso paso de dos años por el Lorient (subió a la Ligue 1 y ganó una Copa de Francia siendo titular indiscutible), acabó en el Lens, club en el que se mantuvo durante 4 temporadas en las que poco a poco se convirtió en uno de los jugadores más importantes de "Le Championnat". Tras su explosión goleadora de la temporada 2006-2007 fichó por el Sevilla, donde enseguida se hizo el amo y señor del centro del campo, ganándose su fichaje por el F.C.Barcelona. Su carrera no ha sido tan meteórica como la que se esperaría de un crack mundial, pero a base de trabajo y talento ha llegado a la plantilla de uno de los equipos más importantes del planeta.

BALÓN DE PLATA: Pius Ikedia (Nigeria): si en la elección de Keita queda la sombra de la sospecha, en la del nigeriano la duda es casi inexistente: Nigeria debía llevarse algo sí o sí, y con el equipo fuera de las semifinales se optó por reconocer la labor de este delantero que ha desarrollado casi toda su carrera en Holanda. Tras el Mundial jugó un año en Costa de Marfil antes de dar el salto nada menos que al Ajax, si bien no tuvo demasiadas oportunidades en las 3 temporadas que estuvo en el histórico club de Amsterdam. Ikedia participó en los 3 partidos que disputó su selección en el Mundial 2002, aunque ninguno como titular. De vuelta a Holanda fue cedido al Groningen y después traspasado al Roosendaal, donde pasó 2 temporadas hasta que en 2005 fichó por el AZ Alkmaar. Allí volvió a ser carne de banquillo y a salir cedido, en este caso al RKC Waalwijk y posteriormente al Metalurg Donetsk ucraniano. Finalmente, esta temporada regresó al Roosendaal, aunque apenas ha jugado un puñado de partidos. Aunque no sería justo juzgar lo merecido o no de su galardón en base a su carrera posterior, desde luego no es la trayectoria que uno espera de alguien que a los 20 años es nombrado Segundo Mejor Jugador de un Mundial.

BOTA DE PLATA: Mahamadou Dissa (Mali): acabó el campeonato empatado con Pablo Couñago con 5 goles, aunque recibió la bota de plata. Fue uno de los héroes de su selección, autor del decisivo gol de oro en octavos, pero su carrera nunca ha alcanzado el primer nivel. Tras el Mundial fichó por el Niort de la Ligue 2 francesa, donde pasó 2 temporadas con unas cifras goleadoras relativamente aceptables (8 y 9 goles en 20 y 29 encuentros en cada una de las campañas). De ahí pasó al Grenoble, también en la Ligue 2, donde su producción cae en picado y es traspasado al Brest, con el que asciende a Ligue 2 en la temporada 2003-2004. Tras una segunda campaña sin demasiado éxito, en 2005 ficha por el Beveren, donde realiza sus mejores números, con 10 y 11 goles en Primera. En 2007 se marcha al Roulers, también de la Primera división belga, club en el que aún milita. Disputó con su selección la Copa de África de 2008 y ha participado en un par de partidos de clasificación para el Mundial 2010, aunque en la absoluta ha perdido el ángel que le acompañó en Nigeria y todavía no ha sido capaz de perforar la meta rival.

BOTA DE BRONCE: Gaspard Komol (Camerún): cuesta seguir la trayectoria de este delantero camerunés, autor de 4 goles en otros tantos partidos en Nigeria. Tras el campeonato, su rastro se pierde entre una breve estancia en Lorca, una prueba con el Sunderland y una larga y poco fructífera (al menos deportivamente) estancia en Portugal: Trofense, Farense (en la temporada 2001/2002, llegando a disputar algunos minutos en la Primera división lusa), y Tirsense fueron sus destinos, siempre en categorías menores salvo la citada etapa en Faro. Retirado desde hace unas cuantas campañas (desconozco si por lesión o por simple abandono), las últimas pistas le sitúan todavía en el país vecino, asentado como empresario en el mundo de la noche.

BOTA DE BRONCE: Taylor Twellman (Estados Unidos): al igual que Komol, en aquel Mundial sub'20 consiguió 4 tantos en 4 partidos. Llegó a Nigeria cuando todavía jugaba en la Universidad de Maryland, pero tras su buen campeonato fichó por el Munich 1860. Sin embargo, no tuvo minutos con el primer equipo y a finales de 2001 decidió volver a Estados Unidos para jugar en la liga profesional de su país, la MLS. Siguiendo el peculiar sistema imperante en las Grandes Ligas estadounidenses, se presentó al Draft de 2002 donde fue adquirido por New England Revolution, club en el que todavía milita. A lo largo de estos años ha sido uno de los jugadores más destacados de la liga, obteniendo el trofeo de máximo goleador en 2002, 2003 y 2005. Con su selección ha disputado la Copa de Oro y la Copa América de 2007. En los últimos años ha tenido diversas lesiones que han mermado algo su rendimiento, y de hecho actualmente lleva varios meses de baja por problemas en las cervicales (se rumorea que incluso podrían apartarle definitivamente de los terrenos de juego). Aunque lejos de los grandes escenarios del fútbol mundial, viendo las experiencias de los demás galardonados se podría decir que Twellman ha tenido una trayectoria relativamente brillante.



OTROS DESTACADOS

Pero hubo más nombres que sonaron con fuerza durante aquel mes de abril que luego desaparecieron del mapa futbolístico, algunos porque no salieron de sus países de origen (caso del japonés Motoyama y de muchos jugadores asiáticos y americanos), y otros porque nunca llegaron a explotar definitivamente (como la mayoría de africanos, que han desarrollado sus carreras en clubes de la Ligue 2 francesa o en innumerables equipos europeos de ligas menos importantes). El caso del delantero ghanés Peter Ofori-Quaye es uno de los más paradigmáticos: en 1999 ya era bastante conocido en Europa por su pertenencia al Olympiacos griego, con el que había debutado a los 17 y disputó varias temporadas la Champions League (todavía ostenta el record como goleador más joven de la competición), pero no progresó como se esperaba y acabó fuera del club del Pireo. Ha deambulado por varios equipos griegos y ahora juega en la liga chipriota (AEL Limassol), aunque también estuvo en Israel e incluso llegó a abandonar la práctica del fútbol durante un tiempo.

El alemán Enrico Kern fue uno de los primeros nombres en sobresalir gracias al hat-trick que logró en el primer partido contra Paraguay, pero luego, aunque perteneció al Werder Bremen, apenas ha jugado un puñado de partidos en la Bundesliga: fue con el Hansa Rostock hace un par de temporadas. El resto de su carrera ha discurrido en clubes de la Segunda alemana (Borussia Berlin, Waldhof Mannheim y Jahn Regensburg) salvo una temporada en el Lask Linz austríaco. Precisamente fue en Austria, en la campaña 2003-2004, donde relanzó su carrera como goleador. A los 15 goles conseguidos aquel año le siguieron otros 19 al año siguiente en el Jahn Regensburg, lo que le valió su fichaje por el Hansa Rostock, donde todavía juega.

En 1999, Naohiro Takahara era un ídolo de las jovencitas del país del Sol Naciente: era joven, atractivo y lideraba el ataque de la selección nacional juvenil. Su exotismo y sus buenas condiciones técnicas llamaron la atención de varios pretendientes, de entre los que el japonés escogió a Boca Juniors. Era 2001 y para entonces su palmarés había engordado con una liga nipona, una Liga de Campeones asiática (ambos títulos con el Jubilo Iwata) y una Copa de Asia con su selección. Se podría decir que la vida le sonreía. Pero la vida real no es como las series de dibujos animados y de golpe todo se truncó: en Argentina apenas jugó unos pocos minutos, así que volvió a Japón con la vista puesta en la Copa del Mundo de 2002, pero una inoportuna enfermedad le impidió estar en su Mundial. Después probó fortuna en Europa: Hamburgo y Eintracht de Frankfurt fueron sus destinos, aunque tampoco triunfó en la Bundesliga. Tras el Mundial 2006 (en el que sí pudo estar), su mala experiencia alemana llegó a cerrarle incluso las puertas de la selección, por lo que decidió regresar a casa, fichando por el Urawa Red Diamonds. Sin embargo, no ha vuelto a contar para el seleccionador japonés. Al menos sigue teniendo buen cartel entre sus fans.

Otros casos, como los de los nigerianos Samuel Okunowo y Haruna Babangida son más conocidos para los aficionados españoles, especialmente los seguidores del Barcelona, pues ambos pertenecían al club blaugrana cuando se disputó el Campeonato. El lateral jugó varios partidos en el primer equipo pero su carrera ha ido en picado por culpa de las lesiones y actualmente, tras pasarse años en blanco en la nómina de clubes como Benfica, Dinamo de Bucarest o Metalurg Donetsk, juega (es un decir) en la exótica liga de las Islas Maldivas. Por su parte, el extremo apenas jugó en algún amistoso de pretemporada, y después de pasarse años en el B y ser protagonista de una rocambolesca historia relacionada con su verdadera edad pasó por Terrassa, Cádiz, Metalurg Donetsk y Olympiacos (algunos equipos parecen tener un don especial para realizar según que fichajes) antes de enrolarse en el Apollon Limassol chipriota, donde seguramente libra encarnizados duelos contra el AEL Limassol de Ofori-Quaye.

lunes, 20 de abril de 2009

Cuartos del final: el Mundial más mundial

Después del día 18 sólo quedaron cuatro equipos en liza y, al igual que ocurriera en los Mundiales de Arabia Saudí'89 y Australia'93, cada uno representaba a un continente. La palabra Mundial cobraba su máxima expresión. Cuatro equipos, cuatro países, cuatro continentes, cuatro maneras de entender el fútbol y una sóla meta: alzarse con el triunfo. Dominar el mundo. Aunque en honor a la verdad hay que decir que las cuatro selecciones compartían no solo el objetivo, sino también un mismo plan para alcanzarlo: el fútbol de ataque. Porque el primer mundial africano premió a los equipos sin miedo, a los equipos que buscaban siempre la portería rival sabedores de que gana el que mete más goles, y de que es más fácil ganar cuando se juega con el objetivo de marcar muchos tantos.

Tampoco sería justo encumbrar sólo a los cuatro semifinalistas. En el camino se quedaron otras selecciones con la misma apuesta atrevida, como Brasil, que ante Uruguay pagó caro el mal día de sus jugadores ofensivos a la hora de rematar las jugadas. Tras un comienzo igualado, los brasileños se adueñaron del balón y empezaron a rondar con peligro la portería de Fabián Carini hasta que poco antes de la media hora Fernando Baiano acertó a batir al meta charrúa. Pero los uruguayos tiraron de casta y empataron justo antes del descanso gracias a un zapatazo de Jorge Anchen, e incluso pudieron irse al vestuario con ventaja si Diego Forlán no hubiera marrado una clarísima ocasión. En la segunda parte Brasil siguió mandando pero no materializó sus oportunidades, algunas de manera casi inverosímil. También Uruguay tuvo ocasiones, y de hecho ambos equipos estrellaron sendos balones contra los postes por medio de Ronaldinho y Forlán. No parecía el día de los delanteros, así que tuvo que ser el lateral César Eduardo Pellegrín, subcampeón en Malasia'97 (y que en Nigeria batiría el récord de apariciones en un Mundial juvenil con 14 partidos, marca que todavía no ha sido igualada) quien, a falta de 5 minutos para el 90, se internó en el área carioca y fue derribado. Néstor Fabián Cannobio no desaprovechó el penalti y sentenció a Brasil. Su eliminación no podía calificarse de sorprendente, pero desde luego era una gran decepción que sumar a la de Malasia, donde también había caído en cuartos. Por su parte, Uruguay volvía a plantarse en semifinales y evidentemente el seleccionador Victor Púa no quería volver a dejar pasar la oportunidad de alzarse con el título.

En la penúltima ronda los uruguayos se las verían con la cada vez más sorprendente (o menos, según se mire) selección de Japón, a la que le habían bastado 25 minutos para doblegar a México. Los aztecas acusaron la baja de su capitán Rafa Márquez y no supieron reaccionar ante el tempranero gol nipón, logrado por Motoyama a los 2 minutos, así que los asiáticos siguieron mandando y Shinji Ono amplió la renta. La sorpresa iba tomando cuerpo, los mexicanos no encontraban el juego que les había servido para aplastar a Argentina y el partido se les fue escapando sin que lograran siquiera recortar distancias. Japón se metía en semifinales por primera vez en su historia y se convertía en el equipo preferido de los aficionados neutrales. La posibilidad de que el país del Sol Naciente ganara un Mundial de fútbol ya no existía sólo en los dibujos animados.

Los pronósticos también saltaron por los aires en el partido entre Mali y Nigeria. Los anfitriones, pese a todos los problemas internos que arrastraban (el seleccionador cesado y Haruna Babangida apartado del equipo por negarse a lanzar un penalti) debían ganar a Mali con autoridad. O al menos eso esperaban sus seguidores, y quizá la presión fue demasiado grande para los anfitriones. La presión y también el rival, que con un juego atractivo se encargó de desnudar las miserias nigerianas desde el minuto 1, cuando Mamadou Bagayoko batió por primera vez el marco local. Pese a que Nigeria logró la igualada momentánea por medio de Hashimu Barga, el tanto de Mamadou Diarra esta vez un minuto antes del descanso fue una losa ya imposible de levantar. En la segunda parte Mali se dedicó a contener el empuje sin ideas de los nigerianos y a dejar que Seydou Keita, cuya imponente figura crecía en cada partido, lanzara a sus compañeros al contragolpe. Finalmente, otra vez Bagayoko puso la puntilla a los anfitriones y certificó el pase a semifinales de la que al principio era la cuarta selección africana pero que se había quedado como la única con opciones de evitar que el título volara lejos del continente organizador. Y el primer equipo al que deberían batir para conseguirlo sería España.

jueves, 16 de abril de 2009

Repaso a los octavos

Cuando el vigente campeón cae eliminado, siempre es noticia, y más si es a las primeras de cambio. Cuando el que cae eliminado casi a las primeras de cambio es el campeón de las dos últimas ediciones, y no sólo es eliminado sino casi humillado por su rival, es más noticia todavía. Así que la derrota de Argentina, campeón en Qatar'95 y en Malasia'97, ante México por 4-1 fue sin duda lo más destacado de la primera ronda de eliminatorias directas. Los argentinos se fueron al descanso con ventaja gracias a un gol de Galleti, pero los mexicanos salieron en tromba en la segunda parte y a los 10 minutos ya habían volteado el marcador. Después, dos grandes disparos de Juan Pablo Rodríguez y Luis González en sendos contrataques sentenciaron a la albiceleste. Pero México pagó un alto precio por eliminar al campeón, ya que su capitán Rafa Márquez, auténtico organizador del juego azteca desde el centro de la zaga, fue expulsado en el descuento y se perdería los cuartos de final.

En esa ronda los mexicanos deberían enfrentarse a la que ya entonces era la revelación del torneo, Japón. Los nipones habían perdido su primer partido ante Camerún y parecían llegar a Nigeria como meros comparsas, pero dos claras y merecidas victorias ante Estados Unidos (3-1) e Inglaterra (2-0) les habían servido para acabar primeros de grupo. Manejados magistralmente por Shinji Ono y con Naohiro Takahara como referente ofensivo, se habían convertido en una de las sensaciones del campeonato y se habían ganado el apoyo del público neutral por su exotismo y su juego alegre y ofensivo. En el partido de octavos dominaron claramente a Portugal y se adelantaron en el marcador al principio de la segunda parte, pero los lusos aprovecharon el bajón físico de los asiáticos para empatar y mandar el choque a la prórroga. No hubo goles y en la tanda de penaltis Japón estuvo más acertado, logrando el pase a cuartos y mandando a casa a otro de los teóricos favoritos.

En cualquier caso, esa parte del cuadro parecía tener un claro favorito: Brasil. Tras el duro comienzo ante España, la canarinha parecía haber despertado y después de golear a Zambia fue Croacia la que sufrió el rodillo brasileño. Dos goles de Ronaldinho en la primera parte dejaron encarrilado el partido, y a los 3 minutos de la reanudación se produjo una de las imágenes del campeonato: el penalti que transformó Fernando Baiano y que fue bautizado como el más lento de la historia. Baiano amagó, Pletikosa se lanzó a un lado y el carioca golpeó suavemente al balón, que entró mansamente por el centro de la portería mientras el cancerbero croata intentaba desesperadamente llegar a él, sin conseguirlo. Para unos es una obra maestra, para otros un gesto de desconsideración hacia el rival, pero en cualquier caso fue el gol que terminó de derrumbar a los croatas. Luego llegaría la rúbrica de Edu para redondear el 4-0 con el que Brasil reafirmaba su candidatura al título.

Su rival en cuartos sería su viejo conocido Uruguay, que se deshizo de Paraguay en una larguísima tanda de penaltis. Al comienzo de la segunda parte el partido parecía muy de cara para los uruguayos, que mandaban por 2-0 gracias a los goles de Ernesto Chevantón y Diego Forlán y contaban con un jugador más por la expulsión del paraguayo Marecos. Pero entonces llegó la reacción guaraní de la mano de Roque Santa Cruz, que marcó un penalti en el minuto 62 y logró el empate en el 86, ya con igualdad numérica tras la roja al uruguayo Pouso. Después de la preceptiva prórroga sin goles, en los penaltis los charrúas acabaron imponiéndose nada menos que por 10 a 9, por lo que en Nigeria se iba a poder disfrutar de todo un clásico del fútbol mundial, Brasil-Uruguay.


En la otra parte del cuadro se vivió el que seguremente fue el partido más loco de todo el torneo. Mali se impuso a Camerún por 5-4 en el tiempo suplementario, gracias a un gol de oro. Mali había abierto el marcador a los 9 minutos, pero los cameruneses habían remontado y se habían ido al descanso con una cómoda ventaja de 3-1. Con un hombre menos, Mali recortó distancias al cuarto de hora de la segunda parte; sin embargo, el segundo tanto de Gaspard Komol parecía sentenciar el encuentro. Contra todo pronóstico, y bajo la batuta de Seydou Keita, los malienses lograron la hazaña y Mahamadou Dissa se convirtió en el héroe de su equipo al empatar a 4 en el minuto 90. Los nervios hicieron presa en los jugadores de Camerún, que sin duda se habían visto en cuartos antes de tiempo, y se quedaron con nueve en la primera parte de la prórroga. Con ventaja numérica y la moral por las nubes, Dissa completó su tarde de gloria marcando el primer (y a la postre único) gol de oro del campeonato en el minuto 104.

Por su parte, Nigeria tuvo que esperar a los penaltis para eliminar a la campeona de Europa, Irlanda. En el banquillo de los anfitriones estaba la otra imagen del día, la presencia del holandés Thijs Libregts (por aquel entonces seleccionador absoluto nigeriano) que se hizo cargo del combinado sub'20 después de que la Federación de aquel país destituyera al anterior entrenador, Tunde Disu, por la mala imagen dada por el equipo en la primera fase, culminada con una derrota ante Paraguay por 2-1. Bajo las órdenes del nuevo técnico, Nigeria tuvo que esforzarse para igualar el tanto de Richard Sadlier en la primera parte, y hasta el minuto 70 no llegó el gol local, obra de Pius Ikedia. De ahí al final el dominio africano fue total, salvo alguna escaramuza aislada de Robbie Keane, pero se llegó al final de los 120 minutos sin novedades en el marcador. La suerte desde los once metros sonrió a Nigeria y se plantó en cuartos, aunque sin despejar las dudas existentes sobre su juego.

Además de Brasil y México, y en menor medida España, si alguien pasó a cuartos con cierta comodidad fue Ghana. El poderío físico de una de las grandes favoritas se impuso a una animosa selección costarricense que sin embargo no fue rival para un combinado pleno de fuerza y velocidad que se perfilaba como favorito para el título. Un gol de Owusu Afriyie en la primera parte y otro de Peter Ofori Quaye casi al final del partido bastaron para doblegar a los centroamericanos. Así las cosas, Ghana sería el fuerte rival que se encontraría España en la frontera entre el éxito y la decepción: los cuartos de final.