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miércoles, 25 de diciembre de 2013

1991, Mundial sub'17: Un verano en la Toscana

Después de haber celebrado tres ediciones de categoría sub’16, la FIFA cambió sus normativas de edad y el de 1991 se programó como el primer Mundial de categoría sub’17 de la historia. Ecuador fue la sede designada inicialmente para acoger el campeonato; por desgracia, a comienzos de aquel mismo año se desató una epidemia de cólera en Sudamérica que afectó gravemente a numerosas regiones del país andino y la FIFA se vio obligada a trasladar el torneo a Europa. Aunque en un primer momento se afirmó que España sería la sede de emergencia, finalmente el gran éxito organizativo que había sido el Mundial absoluto de 1990 hizo que Italia fuera el anfitrión elegido. Superada la crisis sanitaria, Ecuador acogería el Mundial sub’17 de 1995 (curiosamente, en 1995 el Mundial sub’20 se tuvo que celebrar en Qatar por otra epidemia de cólera, esta vez en Nigeria, país que como sabemos acabó organizando el de 1999), pero el caso es que en 1991 dieciséis selecciones prejuveniles se plantaron en la Toscana dispuestas a pasar la segunda quincena de agosto en aquel incomparable marco, pues la bella región acogió el campeonato en su totalidad. Montecatini fue la base de operaciones de todos los equipos y los partidos se disputaron en dicha localidad y en Viareggio, Carrara, Massa y Livorno, quedando reservado el Comunale de Florencia como escenario de la gran final.

En la portada del Informe Técnico
se puede observar la línea que
prolongaba la frontal del área
para delimitar la zona de
aplicación del fuera de juego.
Si bien Italia’90 había sido, como ha quedado dicho, un éxito de organización, la baja calidad general del juego y, sobre todo, la escasa ambición ofensiva que habían mostrado la mayoría de selecciones participantes hizo que la FIFA se decidiera a buscar nuevas ideas que aportaran más frescura al deporte rey. Así, durante la década de los noventa los campeonatos juveniles se convirtieron en un inmejorable banco de pruebas para distintas reglas y sugerencias más o menos atrevidas. Algunas no pasaron de meros experimentos fallidos y otras consiguieron hacerse un hueco en el Reglamento, pero todas pusieron en bastantes apuros a unos chavales que apenas tenían tiempo para acostumbrarse a ellas antes de iniciar su lucha por un título mundial. En este Mundial sub’17 de 1991 se pusieron en práctica dos innovaciones reglamentarias: quedaba prohibido que el portero recogiera con las manos un pase voluntario con el pie de algún compañero, y sólo existiría el fuera de juego en los últimos dieciséis metros de campo (es decir, desde la altura del área grande hasta la línea de fondo). La primera regla, la de la cesión, acabó siendo aceptada por la International Board y puede decirse que ha cambiado profundamente la concepción del juego y, sobre todo, la del puesto de guardameta, pero la segunda fue un fracaso estrepitoso al que muchos jugadores y seleccionadores achacaron el mal papel de sus equipos en el Mundial de la Toscana. Como permitía a los delanteros situarse de forma casi fija en el borde del área, la nueva norma obligaba a los defensas a quedarse también allí, lo que o bien alargaba los equipos hasta límites insostenibles para cualquier centrocampista o bien acababa provocando una enorme concentración de jugadores en los últimos metros que embotellaba el juego y dificultaba los ataques, precisamente lo contrario de lo buscado. Las quejas fueron unánimes y la FIFA no necesitó más pruebas para descartar aquella idea, así que las líneas que prolongaban la frontal del área hasta las bandas nunca más volvieron a pintarse sobre un campo de fútbol.

España, selección debutante en un Mundial de esta categoría, llegaba como una de las máximas favoritas gracias al brillante Campeonato de Europa conquistado tres meses antes en Suiza. La inmensa mayoría de los dieciocho jugadores convocados por Juan Santisteban habían formado parte de aquella escuadra ganadora; de hecho, de los dieciséis campeones de Europa sólo el mediocentro mallorquín Gabriel Capó y el portero madridista Carlos Redondo se quedaron sin acudir a Italia. En su lugar viajaron el central Felipe Vaqueriza y el meta coruñés Álex Sánchez, mientras que Joyce Moreno y Pepe Gálvez se beneficiaron de las dos plazas extra. Estos fueron los elegidos por el seleccionador español:


Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
--------------------------------------------------------------------
1.- Javier LÓPEZ VALLEJO – 22/09/1975 – AR – C.A. Osasuna
2.- José GÁLVEZ Estévez – 03/08/1974 – DL – R.C.D. Mallorca
3.- Carlos CASTRO Caputo – 17/12/1974 – DF – Sevilla F.C.
4.- César PALACIOS Chocarro – 19/10/1974 – DF – C.A. Osasuna
5.- Enrique MEDINA Ortega – 14/09/1974 – DF – Valencia C.F.
6.- RAMÓN González Expósito – 25/11/1974 – DF – Real Valladolid C.F.
7.- JUAN CARLOS Gutiérrez Calderón – 09/10/1974 – DF – F.C. Barcelona
8.- GERARDO García León – 07/12/1974 – MC - C.A. Osasuna
9.- Carlos Alejandro Sierra Fumero, “SANDRO” – 14/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
10.- Pedro VELASCO Morón – 08/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
11.- Antonio Segura ROBAINA – 30/11/1974 – DL – U.D. Las Palmas
12.- Juan Carlos MURGUI Pardo – 15/11/1974 – DL – F.C. Barcelona
13.- José Alejandro Sánchez García, “ÁLEX” – 30/12/1974 – AR – R.C. Deportivo
14.- José Miguel López Quevedo, “JOSEMI” – 06/08/1974 – DL – Rayo Vallecano
15.- Felipe VAQUERIZA Rodríguez – 23/01/1975 – DF – Real Madrid C.F.
16.- EMILIO José Carrasco Ortiz – 14/11/1974 – MC – U.D. Pavía
17.- Joyce Renato MORENO Venecia – 29/09/1974 – DF – Real Madrid C.F.
18.- Daniel García Lara, “DANI” – 22/12/1974 – DL – Real Madrid C.F.


Los chavales llegaron a la concentración previa tras unas largas vacaciones y apenas pudieron disputar un par de amistosos antes de viajar a Italia, por lo que a Santisteban le costó mucho devolverles el ritmo de competición. El técnico sevillano optó por usar la misma alineación tipo del Campeonato de Europa, la formada por López Vallejo; Castro, Quique Medina, Palacios, Juan Carlos; Gerardo, Sandro, Velasco, Emilio; Robaina y Murgui. Ramón, que podía jugar tanto de central como de lateral izquierdo, era la principal alternativa que el seleccionador manejaba para la defensa, y Gálvez el delantero que solía aparecer desde el banquillo. El resto de convocados tuvo un papel meramente testimonial: el portero suplente Álex y Joyce Moreno no llegaron a debutar, Josemi disputó 9 minutos repartidos en tres encuentros y Dani García Lara sólo jugó el último cuarto de hora del partido inaugural, mientras que Vaqueriza hizo su debut (aunque jugando como titular, eso sí) el día de la final, debido a la sanción de Quique Medina.

Gerardo dispara en el duelo ante Cuba.
En primer término, Murgui.
Con tres equipos de cada Confederación (salvo de Oceanía, a la que únicamente representaba Australia), los participantes se repartieron en cuatro grupos de cuatro componentes, pasando a cuartos de final los dos primeros de cada grupo. España quedó encuadrada en el Grupo D, junto a Uruguay, Cuba y Ghana. Disputó todos los partidos de esta primera fase en Livorno y arrancó su participación mundialista derrotando por 1-0 en un igualado partido a la selección charrúa, gracias a un gol de Dani en la segunda parte. Superado el primer escollo, el equipo se soltó en el duelo ante Cuba. Los caribeños sólo habían perdido 2-1 contra Ghana en su debut, aunque ese era un marcador demasiado ajustado que no hacía justicia a la enorme superioridad mostrada por los africanos. A diferencia de los ghaneses, España sí estuvo acertada de cara a puerta y el duelo acabó con un sonrojante 7-2 en el luminoso. Dos goles de Robaina y uno de Emilio Carrasco abrieron brecha antes del descanso; luego marcaron Murgui, un defensa cubano en propia puerta (aunque en un principio se le atribuyó el quinto gol a Robaina y en la web de FIFA se lo adjudican a Velasco), César Palacios y Ramón, redondeando el resultado sendos tantos de Marten Pellicier y Casamayor para Cuba. Con ambos equipos ya clasificados gracias a sus dos victorias, el duelo ante Ghana de la tercera jornada se convertía en decisivo para determinar la primera plaza del grupo y, de esa manera, evitar a Brasil en cuartos de final. A España le valía el empate y un 1-1 fue lo que obtuvo, en un atractivo choque que dejó claro que aquellos dos equipos eran, precisamente junto con Brasil, los mejores del Mundial. Eso sí, Ghana demostró estar bastante por encima de los nuestros, que se aliaron con la suerte y la mala puntería rival para conseguir el resultado deseado. Los africanos impusieron en todo momento su físico y buen juego colectivo y se adelantaron al comienzo de la segunda parte con un gol de su capitán Opoku, pero Pepe Gálvez logró la igualada veinte minutos después al rematar una falta lateral y los de Santisteban consiguieron mantener aquel marcador hasta el final.

Del Piero marró este penalti ante EE.UU.
e Italia no pasó de la primera fase.
Acabar como líder de grupo permitía a España evitar a la canarinha, pero ni mucho menos ofrecía un cruce cómodo: los caprichos de los bombos habían hecho que los principales favoritos al título tuvieran que enfrentarse en cuartos de final y España y Ghana debían medirse ahora a Alemania y Brasil, respectivamente, mientras que los cruces de los otros dos grupos deparaban un Argentina - Australia y un Qatar - Estados Unidos, partidos desde luego con mucho menos cartel que los que enfrentaban a los clasificados de los grupos C y D. No obstante, los norteamericanos eran la principal sorpresa del torneo, pues habían logrado un pleno de victorias en un grupo nada sencillo que compartían con Argentina e Italia. Los locales, entre los que destacaban los nombres de Luigi Sartor, Alessandro Birindelli y, sobre todo, Alessandro Del Piero, no habían estado en la fase final del Campeonato de Europa (Portugal les eliminó en la fase previa) y fueron derrotados en el partido inaugural por Estados Unidos, con Del Piero fallando un penalti que hubiera significado el empate; luego no fueron capaces de ganar a China y no pasaron del empate a cero contra Argentina.

Robaina en el partido de cuartos de final.
Sin embargo, pese a adelantarse al poco de comenzar su partido de cuartos, los estadounidenses no supieron aprovechar su buen momento de forma y una ordenada selección qatarí logró el pase a semifinales en la tanda de penaltis. Mientras Brasil y Ghana daban un magnífico espectáculo en Carrara, lo esperable de aquella auténtica final anticipada que se resolvió a favor de los africanos por 2-1, en la reedición de la final del Europeo Alemania sorprendió a España con un gol de Babatz al cuarto de hora. Pero, al igual que en Berna, los españoles fueron claramente superiores y merecieron remontar ya antes del descanso, aunque hubo que esperar a la segunda parte para que Murgui y Robaina dieran la vuelta al partido. En los últimos compases del encuentro, el rayista Josemi lograba el 3-1 que certificaba el pase de España a la siguiente ronda. Por su parte, Argentina no tuvo mayores problemas para deshacerse de Australia por 2-1 y sería el rival de España en las semifinales.

El capitán Juan Carlos en lucha con
un delantero argentino.
El partido contra la albiceleste, celebrado en Massa, resultó tremendamente disputado, como no podía ser menos. España salió mejor, dominando y creando ocasiones, y en el ecuador de la primera mitad Murgui aprovechó un despeje del meta argentino a disparo de Emilio Carrasco para anotar el 1-0. A partir de ahí los sudamericanos comenzaron a aproximarse cada vez más a la portería de López Vallejo, pero sus puntas, Oliveri y Comelles, no se mostraron tan acertados como en el resto del torneo y España pudo conservar esa mínima ventaja hasta el final de los 80 minutos reglamentarios. La aparición de Marcelo Gallardo en la segunda parte supuso un revulsivo para Argentina, pero faltó tiempo para que tuviera impacto en el marcador. Además del “Muñeco” Gallardo, otros jugadores de aquel equipo tendrían luego una buena trayectoria profesional, como Rodolfo Arruabarrena y Claudio Husaín, además por supuesto de un Juan Sebastián Verón que comenzó el torneo como titular pero fue perdiendo el sitio hasta el punto de no salir del banquillo en aquel partido de semifinales.

Un defensa de Qatar frena a Nii Lamptey.
El otro partido de la penúltima ronda se resolvió, sorprendentemente, en la tanda de penaltis. Como se esperaba, Ghana fue muy superior a Qatar durante todo el encuentro, pero volvió a mostrar esa preocupante falta de acierto en el remate que ya había acusado en la primera fase. Los árabes, muy disciplinados, aguantaron las acometidas africanas con orden e incluso dispusieron de alguna opción a la contra que no materializaron. El 0-0 inicial no se movió y, con sólo dos goles marcados en todo el torneo, Qatar se encontraba a un paso de plantarse en la finalísima. Sin embargo, esta vez sus lanzadores no estuvieron tan acertados como en cuartos de final y fue la selección de Ghana la que obtuvo un premio tan sufrido como merecido a tenor de lo que había mostrado en el campeonato. Los qataríes también perderían el tercer y cuarto puesto ante Argentina en los lanzamientos desde los once metros.

En la final España sólo creó peligro
a balón parado.
La final, disputada el 31 de agosto de 1991 en el Comunale de Florencia ante unos cinco mil espectadores, volvió a evidenciar la superioridad de Ghana sobre España. Se enfrentaban la selección con la media de edad más baja de todos los participantes (Ghana, 16 años y 1 mes) y la selección con la media de edad más alta (España, 16 años y 8 meses); al menos eso decían los datos oficiales, porque las sensaciones eran bien diferentes. En el equipo de Ghana había siete jugadores que ya habían disputado el Mundial sub’16 de 1989 y otros seis que todavía podrían jugar el Mundial sub’17 de 1993, pero muchos de quienes vieron a los africanos en directo sospechan aún hoy que tal vez las edades de sus pasaportes no coincidieran con las reales. En declaraciones a “Mundo Deportivo”, el mismo Juan Santisteban afirmaba tras el encuentro de la primera fase que “un chaval de 17 años no puede tener tanta experiencia, potencia física y habilidad, juraría que todos rebasan los 20 años”, crítica que repitió al concluir la final. Eterna polémica nunca resuelta que en la década de los noventa (e incluso a día de hoy) hacía navegar a muchas federaciones africanas y asiáticas entre la culpabilidad de la trampa voluntaria y el inocente victimismo derivado de la precariedad administrativa existente en sus países. En cualquier caso, lo único seguro es que aquella tarde Ghana fue mejor que España y venció merecidamente en un partido en el que sólo López Vallejo y la ya consabida mala puntería ghanesa mantuvieron a España con vida hasta los últimos instantes.

Emmanuel Duah, en la imagen, fue
el autor del único gol de la final.
Dirigida por el alemán Otto Pfister, un clásico de los banquillos africanos, y guiada en el campo por el niño prodigio Nii Odartey Lamptey, Ghana dominó en todo momento a una España que a duras penas lograba frenar los continuos ataques rivales. El gol africano parecía simple cuestión de tiempo, pero entre la gran labor del meta navarro y los errores de los atacantes el partido se mantenía con el resultado inicial bien entrado ya el segundo tiempo. Con la importante baja en defensa de Quique Medina por acumulación de amonestaciones (el central valenciano fue incluido en el Once Ideal del campeonato), Santisteban optó por dar entrada en el once titular a Vaqueriza, meter un tercer central como Ramón y colocar a Juan Carlos Gutiérrez, habitual lateral zurdo, en el centro del campo en detrimento de Pedro Velasco. La idea era acumular pulmones para perseguir a los potentes jugadores africanos y fiarlo todo a lo que pudiera cazar Robaina (el otro español presente en el Once Ideal) o a una acción a balón parado, única parcela en la que España parecía poder competir de igual a igual con sus rivales, pero fue precisamente en un córner donde llegó el gol de Ghana. A falta de escasos cinco minutos para el final del partido Duah se aprovechó de un despiste defensivo hispano y, entrando completamente solo desde el punto de penalti, batió de potente cabezazo a López Vallejo. Apenas quedaba tiempo para algo más que no fuera tirar de rabia y coraje y eso fue lo que hicieron los jóvenes españoles, encerrando a Ghana en su área en varios saques de esquina consecutivos en los que a punto estuvo de llegar el empate, sobre todo con un cabezazo de César Palacios que un defensa sacó en línea de gol. Pero el balón no quiso entrar y aquella de Florencia se convirtió en la primera de las tres finales mundialistas de categoría sub'17 que España ha jugado y perdido a lo largo de su historia (luego vendrían las de 2003 y 2007), todas con Juan Santisteban como seleccionador.




Nii Lamptey con la copa del
Mundial sub'17.
Varios jugadores de aquella selección de Ghana estarían presentes en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cita en la que conseguirían la medalla de bronce, así como en el Mundial sub’20 de Australia 1993, cuya final perdieron ante Brasil. Sin embargo, y como suele ser habitual en las selecciones sub’17 de cualquier país, pocos llegaron luego a destacar en la élite del fútbol profesional: quizás el más conocido para todos sea Samuel Kuffour, el inolvidable central del Bayern Munich. Además de él, tan solo Mohammed Gargo (varios años en el Udinese) tuvo una sólida carrera en el primer nivel internacional. Por el camino se quedaron promesas como Emmanuel Duah, el goleador de la final, que formó parte de la plantilla del Mallorca que logró el ascenso a Primera en 1997, y sobre todo el Balón de Oro de aquel Mundial, Nii Lamptey, que a los 16 años ya era un fijo en el Anderlecht belga y al que el mismísimo Pelé había nombrado como su sucesor. Desgraciadamente, Lamptey no solo no llegaría a triunfar en el fútbol, sino que se convertiría en el paradigma de juguete roto: analfabeto y maltratado en su niñez, fue pasando por multitud de equipos para mayor gloria de su representante, que lo estafó, y acabó peleado y olvidado por su propia federación. Tampoco el máximo goleador del campeonato, el brasileño Adriano (hizo 4 dianas, las mismas que Lamptey y una más que Robaina), llegó muy lejos en su carrera profesional; ni él ni ninguno de sus compañeros de expedición pasaron de clubes de segundo nivel europeo, y eso los que salieron de su país natal.

Murgui, delantero titular de la sub'17 de 1991
Entre los españoles también ocurrió algo parecido. Jugadores como Josemi (debutó con el Rayo en Primera y luego jugó para Osasuna y Jaén), Ramón (pieza importante en el Valladolid, pasó al filial del Atlético y de ahí a Las Palmas, Córdoba o Recreativo), Vaqueriza (del Castilla pasó al Mallorca B y luego estuvo en el Murcia) o Joyce Moreno (Oviedo, Leganés, Burgos, Badajoz o Granada, entre otros equipos) se mantuvieron varios años en Segunda División con rendimientos dispares. Otros no llegaron a la élite, y de ellos sabemos que el delantero valenciano Murgui se retiró prematuramente, desencantado por la manera en que el Barcelona intentó llevar su progresión a base de cesiones; que su compañero de equipo Juan Carlos Gutiérrez, capitán de esta selección, vio truncada su carrera por un accidente de tráfico; que Carlos Castro jugó varios años en el Ceuta y en el Hércules en 2ªB antes de pasar a la secretaría técnica de Alicante y Murcia; que el portero Álex Sánchez dejó el Deportivo para enrolarse en el Atlético de Madrid B, sin demasiada suerte, y acabar en la Tercera gallega; y que Pedro Velasco salió del Castilla para iniciar una larga trayectoria en numerosos equipos de la división de bronce antes de comenzar una nueva etapa en los banquillos; mientras que del extremo zurdo Emilio Carrasco apenas encontramos un paso fugaz por el Polideportivo Almería.

Toni Robaina fue la estrella española
en el Europeo sub'16 y en el Mundial sub'17
Más fácil es seguir las carreras de López Vallejo (pretendido en su juventud por el Milan, permaneció en Osasuna antes de jugar en Villarreal, Recreativo y Zaragoza, donde una denuncia por participar supuestamente en apuestas ilegales acabó provocando su salida hacia Grecia), César Palacios (con una larga trayectoria en Osasuna y Numancia), Quique Medina (uno de los primeros mitos del Villarreal, y que pasó también por Alavés, Salamanca o Getafe), Gerardo García León (fichado por el Real Madrid para su cantera tras el Mundial, desarrolló una extensa y sólida carrera en Valencia, Málaga, Real Sociedad o Córdoba, entre otros clubes), Pepe Gálvez (del Mallorca fichó por el Valencia, y luego por el Betis antes de retirarse en el Burgos, a causa de las lesiones), Dani García Lara (Real Madrid, Zaragoza, Mallorca, F.C. Barcelona o Espanyol fueron algunos de sus equipos durante los mejores años de su carrera), Sandro (que acabó el Mundial como máximo asistente del campeonato con 6 pases de gol y que, tras debutar con el Real Madrid, destacó en Málaga y Levante), y Robaina, gran figura de esta generación en aquellos campeonatos de 1991, pretendido entonces por los dos grandes de nuestro fútbol y que vivió los mejores años del Tenerife en Europa antes de pasar al Sporting de Portugal e iniciar, con apenas 27 años, una cuesta abajo profesional que le llevó a varios clubes de 2ªB y Tercera antes de su retirada en 2009. De todos ellos, sólo Dani consiguió ser internacional absoluto: jugó cinco partidos entre 1998 y 2000 y marcó un gol en un amistoso contra Croacia.

Un bagaje demasiado gris para una generación que, como suele ocurrir, creímos que estaba llamada a hacer algo más grande. Quién sabe si el joven Toni Segura, que ha adoptado el nombre futbolístico de su padre, Toni Robaina, podrá vivir las mismas experiencias que su progenitor en las selecciones inferiores; de momento el chaval juega en la cantera del Betis (lo que le permitió a su padre dejar su trabajo en el servicio de limpieza del ayuntamiento de Las Palmas), ha estado en la órbita del Manchester City y ya ha sido convocado por Albert Celades para la selección sub’16 que en 2014 deberá ganarse su presencia en el Europeo sub’17, competición cuyo palmarés sigue dominando España pero que nuestro país no disputa nada menos que desde 2010. Por edad, el joven Robaina todavía podría acudir a la siguiente edición, la de 2015, a su vez clasificatoria para el próximo Mundial de la categoría: tras dos ediciones mundialistas sin España, en las botas del joven Toni y en las de sus compañeros de generación está la oportunidad de emular lo conseguido por aquel equipo que lideraba su padre hace ya más de veinte años. Ojalá.

Alineación de España en la final del Mundial sub'17 de Italia 1991.
Arriba: Sandro, Vaqueriza, Palacios, Ramón, López Vallejo, Juan Carlos.
Abajo: Murgui, Castro, Robaina, Emilio, Gerardo.
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Fuentes:
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
Informe Técnico del Campeonato del Mundo sub'17 1991, disponible en FIFA.com
BDFútbol.com
Hemeroteca "Mundo Deportivo"
(Todas las imágenes han sido extraídas del Informe Técnico del campeonato)

jueves, 12 de diciembre de 2013

1991, Europeo sub'16: España conquista la vieja Europa

En realidad no ha pasado tanto tiempo, apenas un suspiro en términos históricos, pero a veces da la sensación de que lo hemos olvidado casi por completo. ¿Somos realmente conscientes de lo mucho que ha cambiado el mapa político de Europa en apenas veinte años? En 1990, cuando la unificación alemana era ya un hecho, Europa tenía poco más de treinta Estados; hoy hay más de medio centenar, y en demasiados casos su aparición no ha sido precisamente pacífica. Y, sin embargo, lo cierto es que al menos a mí me resulta chocante la naturalidad con la que hemos vivido y asumido un proceso tan traumático, hasta el punto de que la URSS o la Yugoslavia unificada nos parecen conceptos antediluvianos, países desaparecidos mucho antes de lo que en realidad lo fueron.

La multiplicación de países en el Viejo Continente ha tenido también, obviamente, su reflejo en el fútbol, y los campeonatos de categorías inferiores son un buen medio para observar el proceso de construcción de esta nueva Europa en la que vivimos. A lo largo de la década de los noventa todos los torneos continentales debieron adaptarse a la progresiva aparición de nuevas federaciones, y la periodicidad anual de los campeonatos de base convertía a éstos en la primera competición internacional oficial que disputaban muchas de las nuevas selecciones. Eso trajo también alguna complicación, sobre todo a la hora de establecer los formatos de las fases de clasificación, que sufrieron constantes cambios (y algún que otro desvarío de los dirigentes de la UEFA) hasta que la situación política se calmó y se pudieron fijar sistemas de competición más racionales. Pero en 1990, cuando arrancó la fase de clasificación del Campeonato de Europa sub’16 de 1991, la URSS y Yugoslavia todavía estaban ahí, aunque dentro de sus fronteras ya pocos creyeran en su existencia, y no deja de ser curioso que, precisamente en el último torneo futbolístico de selecciones que les vio participar, España tuviera que vérselas con aquellos dos gigantes ya tambaleantes en su camino a un nuevo título continental.

Como por aquel entonces los Europeos sub’16 los disputaban 16 selecciones de las 34 afiliadas a la UEFA (y San Marino no solía inscribir a sus equipos juveniles), las fases de clasificación eran bastante cortas: para la edición de 1991 se establecieron 13 eliminatorias a ida y vuelta y dos grupos de tres equipos cada uno, de los que sólo sus campeones pasaban a la fase final, que organizaría Suiza. España fue una de las selecciones que se jugaron su presencia en tierras helvéticas en una eliminatoria directa; su rival, la teóricamente débil Malta, no hacía presagiar demasiadas complicaciones. Sin embargo, la clasificación estuvo en el aire durante los cuatro meses y medio que transcurrieron entre el partido de ida jugado en noviembre de 1990 en la isla mediterránea, que acabó con un inquietante 1-1, y el duelo de vuelta celebrado en Almendralejo (Badajoz), a finales de marzo de 1991. Por fortuna, en el Francisco de la Hera los chavales que dirigía Juan Santisteban pusieron de manifiesto su superioridad y golearon por 5-0, con sendos dobletes de Dani García Lara (por entonces ya en el Real Madrid) y Juan Carlos Murgui (canterano del F.C. Barcelona). Un gol del madridista Joyce Moreno, nacido en Panamá y que luego intentaría sin éxito ser internacional absoluto por ese país (la normativa FIFA vigente en aquel momento no se lo permitió), redondeó la manita con la que España sellaba su pase a la fase final.

En Suiza se formaron cuatro grupos de cuatro equipos, cuyos campeones pasarían directamente a semifinales; además de luchar por el título, los finalistas acompañarían a Italia como representantes europeos en el Mundial sub’17 que se disputaría en la Toscana en agosto de aquel mismo año. El sorteo había encuadrado a España en el grupo D, junto con la URSS, Islandia y Yugoslavia, y el debut se produjo el 8 de mayo de 1991 ante la potente selección soviética, con la que ya nos habíamos visto las caras el año anterior en un torneo amistoso disputado precisamente en Italia. Entonces España había caído claramente derrotada por 3-0, pero en el Campeonato de Europa cambiaron las tornas y el equipo de Santisteban superó en todo momento a la URSS, como refleja el 4-1 final. Toni Robaina (todavía perteneciente a Las Palmas) y Gerardo García León (Osasuna) abrieron brecha en el marcador en la primera parte; los soviéticos recortaron antes del descanso pero en el segundo tiempo Murgui y Quique Medina (entonces en las categorías inferiores del Valencia) sellaron la victoria hispana. El partido contra Islandia, que había dado la sorpresa al derrotar a Yugoslavia en la primera jornada, se presentaba ahora como decisivo para asegurar el liderato del grupo y con él el pase a semifinales. España no falló y los goles de Ramón (defensa del Valladolid) y Robaina pusieron una ventaja suficiente como para que el postrero tanto de Hreidarsson no supusiera ningún inconveniente.

Con cuatro puntos ya en el bolsillo, ni siquiera la derrota en el tercer partido contra una Yugoslavia que había perdido sus dos choques anteriores (y en la que figuraban chavales como Albert Nadj o Dragan Ciric) impidió a España encabezar su grupo y colarse en semifinales. Sobreponiéndose a un tempranero gol yugoslavo, Robaina y Murgui dieron la vuelta al marcador antes del descanso, pero en la segunda parte los balcánicos consiguieron remontar para despedirse del torneo con una victoria. Aquel partido disputado en Menzingen el 12 de mayo fue además la última aparición de Yugoslavia como país unificado en un torneo continental de fútbol: la escisión de Eslovenia se produciría poco más un mes después del campeonato sub’16 y para entonces el conflicto armado en Croacia parecía ya, por desgracia, algo inevitable; luego llegaría el estallido de la guerra y el bloqueo de la ONU que supuso entre otras cosas la exclusión de las selecciones yugoslavas de todas las competiciones deportivas, entre ellas la recordada Eurocopa absoluta de 1992. Aquel mismo día, y también con victoria (2-0 ante Islandia), se despidió la URSS de las fases finales de los campeonatos futbolísticos europeos: la contundente derrota contra España de la primera jornada dejaba a los soviéticos sin opciones pese al empate final a 4 puntos y, aunque la URSS se clasificó luego para la Eurocopa de Suecia y el Europeo sub’18 de 1992 (en el caso de los juveniles, ganando un grupo para nostálgicos en el que también figuraban Yugoslavia y Checoslovaquia), la selección que participó en esas fases finales lo hizo ya bajo la denominación de Comunidad de Estados Independientes (la URSS como tal todavía jugó el Mundial sub’20 de Portugal 1991, en el mes de junio, acabando en tercera posición en su última aparición en una fase final internacional).

Ajena a la página histórica que acaba de contribuir a cerrar, España conseguía el pase a la penúltima ronda, en la que esperaba Grecia. La selección helena había superado a su archienemiga Turquía en la fase previa y se había metido en semifinales gracias a su goleada por 4-0 a Suiza en la tercera jornada, que le había servido para resolver a su favor el empate a cinco puntos con Portugal. Un solitario gol de Robaina al comienzo de la segunda parte sirvió para doblegar a una Grecia que no opuso demasiada resistencia, aunque la emoción se mantuvo hasta el final gracias, entre otras cosas, al penalti fallado por Juan Carlos Gutiérrez (F.C. Barcelona) a falta de diez minutos. Con la moral por las nubes y la clasificación para el Mundial asegurada, España se enfrentó en la final de Berna a una Alemania muy superior físicamente (no en vano su delantero centro era el gigantón Carsten Jancker) pero que no pudo hacer nada ante la mayor movilidad y calidad técnica del conjunto español. Alemania, que también había sufrido en la fase de grupos debido a su derrota inicial frente a Austria (luego ganó a Suecia y goleó a Bulgaria), se había deshecho en semifinales de Francia en los lanzamientos de penalti. Liderados por el tinerfeño Sandro desde el centro del campo, los de Santisteban completaron un gran partido y dos goles en el primer tiempo del grancanario Robaina (principal figura no ya del equipo, sino de todo el torneo) rubricaron el que en aquel momento suponía el tercer campeonato de Europa de categoría sub’16 para la selección española. La final no se televisó en España, pero hace unos años Julio Maldonado colgó en su web un resumen de la retransmisión suiza que había conseguido para su inmenso archivo; de ahí dio el salto a Youtube y gracias a ello podemos disfrutarlo ahora aquí.




Además de los jugadores mencionados, en aquel equipo figuraban nombres como los del portero osasunista López Vallejo y su compañero César Palacios, por citar a dos de los que más destacaron luego en el fútbol nacional, pero también hubo otros a los que recordaremos en la entrada que pronto (?) dedicaré a la brillante actuación de este equipo en el Mundial sub’17.


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Fuentes: 
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
http://www.rsssf.com

jueves, 21 de abril de 2011

1999, Europeo sub'16: El eslabón perdido

Debo comenzar esta entrada con una confesión: He mentido. Llevo año y medio haciéndolo. Y es algo que me reconcome. No sé si después de dos años (el último bastante rácano en posts), tendré muchos seguidores fieles, pero siento que los he engañado a todos ellos, a los que siguen ahí y a los que se cansaron de esperarme. Porque hace año y medio di por finalizado el repaso a los mayores éxitos de las categorías inferiores de la Selección Española desde el Mundial sub'20 de Nigeria 1999, asegurando que en esas numerosas entradas estaban todos y cada uno de los momentos más importantes de nuestras selecciones juveniles en esos últimos 10 años. Pero no era cierto, y lo peor de todo es que lo sabía. Que todos, lo que se dice todos, no estaban. De hecho, en esa cadena de éxitos faltaba uno de los primeros eslabones. El segundo, para más señas. Y por fin ha llegado la hora de recordar a una generación injustamente olvidada en estas páginas. Sirva esta entrada para, esta vez sí, cerrar el recorrido que va del Mundial sub'20 de Nigeria a la Eurocopa de Austria y Suiza y al Mundial de Sudáfrica.

Y hay que hacer justicia porque, además, en esos equipos campeones en 2008 y 2010 también hay una representación de este grupo sub'16 de 1999: nada menos que Pepe Reina, presente (y suplente) en ambas citas, acerca de quien sobra cualquier comentario que yo pueda hacer. Además, en esa convocatoria cadete de 1999 destaca otro gran jugador también formado en la cantera azulgrana, alguien que aprendió pronto a hacer las maletas y al que la vida le ha llevado, casualmente, a ser vecino y enemigo deportivo de Reina, y que ya debería haber tenido su oportunidad en la absoluta: Mikel Arteta. Pero también figuran en esa lista sub'16 otros futbolistas que han disfrutado de un paso más o menos largo y más o menos afortunado en el fútbol profesional. Así, vemos en la defensa a los entonces canteranos madridistas Rubén González y Enrique Corrales (ambos hoy en el Mallorca), a Mario Álvarez (central canario del Getafe que militó en el Valladolid y el Barça) y al lateral valenciano Diego Alegre (que pasó por Sporting, Ciudad de Murcia y Albacete, hoy en el Ontinyent); en el centro del campo aparecen Libero Parri (que jugó en el Valencia y en el Albacete, entre otros), Jonathan Aspas (la perla celtiña) y Nano Macedo (aquel extremo gallego que apareció fulgurantemente como sucesor de Rivaldo en el Barça y que sin embargo después no llegó a despuntar en Getafe, Atlético o Racing de Ferrol, y que ahora milita en el Numancia); y en la nómina de atacantes nos encontramos con Albert Crusat (criado en el Espanyol, hoy brilla en el Almería) y Jorge Perona (un clásico de las selecciones inferiores: formado en la cantera del Valencia y el Barça, pasó por el Lorca y hoy milita en el Oviedo).

Muchos nombres conocidos para casi todos, amén de otros que, como siempre ocurre en estas seleciones, se nos quedaron por el camino. Sin embargo, en este caso hay que reconocer que casi todos lograron dedicarse al fútbol, aunque fuera en categorías menores. Bernabé Ballester, Berna, jugaba en los juveniles del Real Madrid, pero una grave lesión cortó su trayectoria y le impidió, por ejemplo, acudir al Mundial sub'17 de ese mismo año. Luego regresó a Valencia para enrolarse en el Mestalla, donde protagonizó una curiosa anécdota como doble de acción de otro jugador que se coronó en ese memorable 1999, Carlos Marchena, y más tarde pasó por el Mouscron belga y el Alcoyano. Compañero de Berna en la Ciudad Deportiva blanca era Juan Carlos Duque, lateral que tras lograr el ascenso a Segunda con el Castilla fichó por el Zamora y que también ha pasado por Pontevedra y Poli Ejido. El jienense David Relaño, perteneciente al Betis, era el suplente de Reina, y aunque en 2004 llegó a debutar en Primera con el club verdiblanco, su carrera posterior le ha llevado por diversos clubes de 2ªB y Tercera como el Terrassa o el Baza, hasta recalar en la portería del Alcalá de Guadaira. Y del resto iremos hablando cuando toque, porque tuvieron algún momento de protagonismo durante el Europeo que hoy recordamos.

Pero vayamos ya al campeonato, y empecemos por el principio. La selección logró su clasificación para la fase final, a celebrar en la República Checa, en un triangular disputado en Malta en marzo de 1999, en el que arrasó a la débil selección local por 0-6 y venció con ciertos apuros a la siempre rocosa Escocia por 1-0. Como quedó dicho cuando recordamos los Europeos Sub'16 de 1997 y de 2001, la fase final de este campeonato se disputaba entonces con el mismo formato que la Eurocopa Absoluta, es decir, con 4 grupos de 4 componentes. España quedó encuadrada en el Grupo C con Croacia, Rusia y Polonia, y el destino, caprichoso él, hizo coincidir el debut en este Europeo con la inolvidable final del Mundial sub'20 de Nigeria. Ese mágico 24 de abril de 1999, a miles de kilómetros de Lagos, un joven Massimo Busacca fue el encargado de impartir justicia ante los croatas (entre los que se encontraba Darjo Srna como nombre más reconocible), mientras que el imberbe Arteta se ocupó de comandar la primera victoria hispana en el torneo, anotando el primer gol al cuarto de hora. Luego, con el partido agonizando, Jon Sancet Ezpeleta (delantero perteneciente a Osasuna) marcó el gol de la tranquilidad. El segundo partido, ante la Rusia de los gemelos Berezutsky, fue también complicado, y se resolvió gracias a un solitario tanto de Perona a los 3 minutos. La clasificación estaba asegurada y en el último duelo ante Polonia el equipo comandado por Santisteban y Ufarte se dio una alegría goleando por 3-0, tantos de Perona, Jonathan Aspas y Aitor Gómez Cifuentes (entonces perteneciente al Amorós madrileño y que ha desarrollado casi toda su carrera entre 2ªB y Tercera, pasando por clubes como el Talavera, Gandía, Balompédica Linense, Moralo o Torpedo 66), que fue quien abrió el marcador.

Sin sorpresas en los demás grupos, en los que Portugal, Inglaterra, Alemania y la República Checa pasaron ronda sin demasiados apuros, el campeonato llegó a su momento culminante. Y si en la primera fase España ya se había mostrado como un bloque sólido y brillante, en las eliminatorias dio lo mejor de sí. Primero se deshizo con facilidad de Israel, a la que goleó 5-1 (marcaron Parri, Perona, Diego Alegre y Nano, este en dos ocasiones), y luego llegó la exhibición en semifinales ante la Alemania de Hinkel y Hitzlsperger: un incontestable 4-0 que dejó bien claro quiénes eran los máximos favoritos a llevarse el trofeo. Arteta, con dos tantos, volvió a liderar al equipo en un brillante encuentro en el que también mojaron Perona y Diego Alegre. Con 15 goles anotados y sólo 1 recibido, nadie en Olomouc dudaba de que España se llevaría el título. Que el convencimiento fuera tan grande se debía en gran medida a que Polonia se había cargado en semifinales a la selección anfitriona, única que podría haber equilibrado la balanza del favoritismo. Sin embargo, la final no fue sencilla y durante muchos minutos los polacos maniataron a los nuestros, hasta que se desfondaron en la segunda parte. Perona, máximo goleador del campeonato, había adelantado a España, pero Grzelak puso el empate antes del descanso. Nada que no pudieran arreglar Arteta y compañía: primero un misil de Mario Álvarez y después un testarazo de Ernesto Gómez (otro canterano del Real Madrid, actualmente en Grecia) abrieron una brecha definitiva. Ya sobre la hora, Elías Molina (formado en el Atlético Madrileño, luego ha pasado por Numancia, Albacete o Cartagena, entre otros muchos equipos) se encargó de finiquitar la goleada a la salida de un córner. Dos semanas después de que Pablo Orbaiz levantara el primer Mundial para nuestras selecciones, la cantera española lograba su quinto título continental de la categoría sub'16, y de ahí en adelante ocurrió lo que ya todos conocemos. El engranaje que nos llevó a lo más alto en Sudáfrica se puso en marcha en Nigeria, pero también pasó por la República Checa cuando todavía estaba empezando a rodar. Queda dicho.


Epílogo.- Unos meses más tarde, este grupo (con el hoy sevillista Fernando Navarro como principal novedad) viajó a las antípodas para disputar el Mundial sub'17, un torneo que acabaría llevándose la Brasil del "emperador" Adriano y que vería la eclosión de un talentoso estadounidense de nombre Landon Donovan. Sin embargo, en Nueva Zelanda los nuestros no tuvieron suerte y se volvieron a casa a las primeras de cambio, incapaces de superar un grupo en el que figuraban Ghana, México y Thailandia. Otro borrón en nuestro torneo maldito, el único que todavía no hemos ganado y por el que deberemos seguir esperando al menos dos años más, puesto que la actual Sub'17 no logró clasificarse para la fase final del Europeo de este año y por tanto se perderá el Mundial de México. Una verdadera lástima para un grupo lleno de talento pero que se topó con una gran Inglaterra. Todo llegará, seguro.

martes, 13 de octubre de 2009

1997, Mundial sub'17: Érase una vez en Egipto

Mientras el Mundial sub'20, ya sin España, entra en su fase decisiva, y a sólo un par de semanas del arranque del Mundial sub'17 en Nigeria, última oportunidad para nuestras selecciones y sus responsables de enderezar el nefasto año que se acerca a su fin, este parece un buen momento para evocar un campeonato que, cosas de la vida, nos sirve para enlazar ambos torneos. Porque si al menos hasta este año la selección española guardaba un grato recuerdo de la tierra de los Faraones era en buena medida gracias al Mundial sub'17 de 1997, que nos dejó muchos detalles para la historia de nuestras categorías inferiores. Con este campeonato iniciamos además el repaso a otros torneos disputados anteriormente al Mundial sub'20 de Nigeria y que por tanto no habían tenido cabida en entradas precedentes, enfocadas a dibujar el camino seguido por nuestro fútbol base desde aquel éxito hasta la consecución de la pasada Eurocopa. Ya adelanto, poniéndome la venda antes que la herida, que no será fácil obtener tantos detalles de esos torneos como de los más recientes, y que también por eso la periodicidad de este tipo de entradas será más espaciada en el tiempo, pero espero poder dar una imagen lo más amplia posible de aquellas citas que ya pocos recuerdan.

Pongámonos en situación. Es el 2 de septiembre de 1997. Mientras medio mundo llora la muerte de Diana de Gales y Joao Havelange apura sus días al frente de la FIFA, la selección española sub'17 que dirige Juan Santisteban llega a Ismailia dispuesta a todo. Lo hace como campeona de Europa de la categoría tras haber derrotado en la final a Austria en la tanda de penaltis y con una notable actuación del benjamín del equipo, el guardameta Iker Casillas, pero la diferente normativa de edad hace que el cuadro español no sea el mismo que se proclamó campeón en Austria (hay hasta 6 jugadores nuevos por ese motivo). Aunque de puertas hacia afuera para el técnico sevillano el objetivo es resarcirse en Egipto de la mala imagen dejada en el anterior Mundial de la categoría (Ecuador 1995, donde no se superó la fase de grupos), sin duda también quiere lograr un título que ya acarició en Italia 1991, cuando Ghana nos superó por 1-0 en la final. El equipo seleccionado definitivamente por Santisteban es este:

Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
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1.- Iker CASILLAS Fernández - 20/05/1981 - AR - Real Madrid C.F.
2.- SERGIO SANTAMARÍA González - 16/07/1980 - DL - F.C. Barcelona
3.- Zuhaitz GURRUTXAGA Loiola - 23/11/1980 - DF - Real Sociedad
4.- ANDER Aranzeta Lucena - 27/08/1980 - DF - Real Sociedad
5.- Juan José CAMACHO Barnola - 02/08/1980 - MC - Real Zaragoza
6.- Miguel Ángel García CORONA - 12/02/1981 - MC - Real Madrid C.F.
7.- IVÁN LÓPEZ Aguado - 03/12/1980 - DL - Valencia C.F.
8.- Fco. David SOUSA Franquelo - 03/02/1980 - MC - Real Madrid C.F.
9.- Manuel Guillén Martínez "NELO" - 20/02/1981 - MC -Valencia C.F.
10.- DAVID Rodríguez-Fraile Huete - 24/10/1980 - DL - Real Madrid C.F.
11.- Miguel MATEOS Rego - 17/10/1980 - MC - Real Madrid C.F.
12.- Juan BLAS Muriel - 10/09/1980 - DF - U.E. Lleida
13.- DANI ROIZ Múgica - 24/06/1980 - AR - Racing de Santander
14.- IVÁN SÁNCHEZ Zurita - 07/08/1980 - DF - Real Zaragoza
15.- IVÁN ROYO Lahuerta - 05/08/1980 - DL - Real Zaragoza
16.- CÉSAR González NAVAS - 14/02/1980 - DF - Real Madrid C.F.
17.- XAVI Hernández Creus - 25/01/1980 - MC - F.C. Barcelona
18.- Francisco GALLARDO León - 13/01/1980 - MC - Sevilla F.C.

Seguro que ya habréis reconocido a más de uno, ¿verdad?. Aparte de los Iker Casillas o Xavi Hernández, los únicos de este grupo que terminarían ganando el Mundial sub'20 de un par de años más tarde, hay otro puñado de jugadores que han acabado haciendo carrera en el complicado mundo del fútbol, algunos con más fortuna que otros, eso sí. Tras salir de la cantera madridista, David Sousa, César Navas o Corona han sido habituales en varias plantillas de Primera División durante los últimos años (Navas incluso se ha ganado un buen contrato en el actual campeón de la económicamente potente liga rusa, el Rubin Kazan); Paco Gallardo vivió sus mejores momentos en el Sevilla de Joaquín Caparrós, aquel conjunto aguerrido y descarado que precedió al equipo campeón que hoy todavía disfrutan en Nervión; y Sergio Santamaría tuvo un efímero paso por el primer equipo blaugrana en la era Van Gaal antes de perderse para siempre en un rosario de cesiones y oportunidades malgastadas. El resto no llegó a despuntar al más alto nivel e incluso alguno se vio obligado a retirarse prematuramente, también con distinta fortuna. Pero habrá tiempo para esas otras historias.

De momento volvamos al torneo en sí. Junto a selecciones clásicas como Brasil, Argentina, Ghana o Alemania nos encontramos países como Omán o Tailandia, a los que hoy sorprende ver pero que por aquel entonces eran habituales en estas citas. En la fase de grupos España debe enfrentarse a las selecciones de México, Mali y Nueva Zelanda. Santisteban apuesta por un sistema hoy prácticamente descatalogado de todos los manuales tácticos, un 3-5-2 formado habitualmente por Casillas en portería, César Navas como hombre libre, Blas y Ander como marcadores, Sousa e Iván Sánchez como carrileros, Camacho y Corona en el centro de la cancha, Xavi de enganche y arriba una dupla formada por Sergio Santamaría y David Rodríguez-Fraile (en la imagen), una pareja que está a punto de escribir una de las páginas más asombrosas de la historia de nuestras selecciones inferiores. El debut ante México parece quedar visto para sentencia en la primera parte, pues al descanso se llega con clara ventaja hispana en el juego y en el marcador gracias a los goles de David y Miguel Mateos, mediocentro creativo que fue de la partida en este primer choque. Pero en la segunda parte dos goles aztecas en un aciago minuto premian el mayor atrevimiento mexicano; afortunadamente, David, el jugador más destacado del encuentro, fuerza y transforma un penalti a cinco minutos del final para darnos los tres primeros puntos. Contra Mali está en juego el pase a cuartos de final (recordemos que hasta 2007 el Mundial sub'17 lo disputan sólo 16 equipos), y es nuevamente David el encargado de sacarnos las castañas del fuego en los últimos instantes, al aprovechar un gran pase de Xavi. Los africanos, entre los que se encuentran ya Seydou Keita y Mahamadou Diarra, dominan completamente el partido gracias a su superioridad física pero se van de vacío ante una España más ordenada y con mayor calidad individual. El partido contra Nueva Zelanda, que ya ha sido ampliamente goleada por mexicanos y malíes, se presta para dar minutos a los menos habituales, y eso hace Santisteban. Lo que nadie espera aquel 11 de septiembre es que estos chavales logren la que todavía hoy es la mayor goleada en la historia de los campeonatos mundiales juveniles. Cuatro nuevos tantos de David, dos goles de Iván Sánchez, dos más de Mateos y uno por barba para Sergio, Iván Royo, Ander, Corona e Iván López completan el sonrojante resultado de 13-0 que coloca a España a la cabeza en las apuestas para el título.

Pero el camino no va a ser fácil, y se inicia nada menos que ante el anfitrión, Egipto. Una auténtica prueba de fuego para nuestros chavales que sin embargo saben manejarse a la perfección en un ambiente hostil y dominan el encuentro casi por completo, con una figura emergiendo destacada sobre el resto: Sergio Santamaría (en la imagen). El malagueño ya había mostrado su calidad en la primera fase pero la explosión goleadora de David le había restado protagonismo; sin embargo, en las eliminatorias su juego va a ir a más y acabará siendo nuestro jugador más desequilibrante. Él abre el marcador ante los egipcios poco antes de la media hora, aunque los anfitriones reaccionan rápido y empatan en menos de cinco minutos. Pero España sigue mandando y ya en la segunda parte Juanjo Camacho consigue deshacer la igualada, marcando un gol que vale unas semifinales. Allí espera Ghana, una selección temible que busca revalidar el título conseguido dos años antes. Técnica y sobre todo físicamente superiores, los africanos encierran a una España que sobrevive agarrada a las intervenciones milagrosas de Casillas. En una jugada de estrategia Sousa marca y nos hace creer en lo imposible, pero en la segunda parte Ghana nos devuelve a la realidad con dos goles y otro amplio abanico de oportunidades que sirven para dejar a los africanos en la final y para que Casillas sea nombrado mejor jugador del partido. España cae con la cabeza alta ante su bestia negra, pero todavía le queda por disputar un encuentro por el tercer puesto en el que está en juego la hegemonía europea. La Alemania que comandan dos Sebastian, Khel y Deisler, ha sido derrotada contundentemente por la Brasil de un tal Ronaldinho y busca la revancha del Europeo, del que fue apeada en semifinales por los de Santisteban; pero España vuelve a demostrar que es la mejor selección del continente y se alza con la victoria por 2-1, gracias a los goles del capitán Ander y de Sousa, que transforma el penalti de la victoria a falta de cinco minutos para el final.

Tercera plaza final en un campeonato que viaja por primera vez a Brasil, ya que la canarinha derrota a Ghana por 2-1 vengándose de la final de Ecuador, donde cayeron ante los africanos. Pero España ha causado sensación y copa los premios individuales. Con los 7 tantos logrados en la primera fase, David Rodríguez-Fraile se lleva a casa la Bota de Oro como máximo goleador, mientras que su compañero de ataque Sergio Santamaría es proclamado Mejor Jugador del Campeonato. Además, Iker Casillas es designado mejor portero. A Iker no vamos a descubrirle ahora, pero ¿qué ha sido de esos dos delanteros que tan alto apuntaban? Sergio Santamaría, como comentamos anteriormente, siguió su formación en la Masía, llegando a debutar en el primer equipo a las órdenes de Louis Van Gaal a finales de la temporada 1999-2000. Después iría cedido al Oviedo y al Elche, permanecería algún año en el filial blaugrana (contando con oportunidades esporádicas en el primer equipo) y comenzaría su inexorable declive pasando por Alavés, Albacete, Sant Andreu, C.D. Logroñés, Alzira y Antequera, club por el que ha fichado esta misma temporada. El caso de David Rodríguez-Fraile es algo distinto, también porque toda su vida es algo más atípica. Nacido en Boston en el seno de una familia dedicada al ámbito empresarial y financiero, su carrera como futbolista quedó truncada por las lesiones en la temporada 2000-2001 cuando militaba en el Real Madrid C y, tras no recuperarse al 100%, decidió dar un giro a su vida: regresó a Estados Unidos, estudió un Máster en Administración de Empresas en Harvard y hoy está asentado en Nueva York, donde trabaja en una prestigiosa compañía de inversiones. Otros compañeros también tuvieron problemas con las lesiones que frenaron su progresión: el mejor ejemplo es el de Miguel Mateos, un lucense que en 1997 pertenecía al Real Madrid aunque era culé hasta la médula. Este talentoso centrocampista cumplió su sueño al fichar un año después por el F.C. Barcelona, pero los problemas físicos le impidieron dar el salto al profesionalismo. Tras deambular por varios equipos regresó a su tierra y ha compaginado el fútbol más modesto (Compostela B, Lemos, Foz, Xove Lago) con su trabajo en la empresa encargada del servicio de limpieza de su ciudad natal. Ahora le gustaría dedicarse a entrenar y usar su experiencia para dar a los jóvenes de hoy los consejos que a él nadie le supo dar sobre lo efímero del éxito. Quien seguro que ya lo hace casi a diario es Juanjo Camacho, pues también tiene experiencia (del filial del Zaragoza al del Real Madrid, pasando por Recreativo, el Livingston escocés, Lleida, Vecindario, Huesca e incluso una poco fructífera campaña a las órdenes de Víctor Muñoz en el primer equipo zaragocista) y, sobre todo, alguien cercano a quien transmitírsela: su hermano Ignacio Camacho, mediocentro del Atlético de Madrid y también miembro de una generación que destacó en categoría sub'17. Esperemos que la suya tenga más oportunidades de triunfar que esta del 80 a la que hoy rendimos este merecido homenaje.


sábado, 12 de septiembre de 2009

Juan Santisteban, forjador de campeones

Si las selecciones inferiores españolas son lo que son y consiguen los éxitos que consiguen es, evidentemente, gracias a la calidad de sus jóvenes jugadores. Pero del mismo modo es evidente que quienes los escogen y dirigen tienen también mucha parte de culpa. En este punto es de justicia reconocer la inmensa labor que realizan los miles de entrenadores que se pasan las tardes en humildes campos de tierra sin más aspiraciones que hacer que unos críos se entretengan y disfruten con el fútbol, en la mayoría de las ocasiones hasta poniendo dinero de sus bolsillos para ello. Obviamente hay otros técnicos que tienen la fortuna (seguramente merecida) de pertenecer a la órbita de grandes clubes, y que son los encargados no ya de enseñar y entretener, sino también de pulir a las verdaderas joyas del mañana, aquellos chavales tocados por la varita del talento que están llamados a nutrir las plantillas profesionales del futuro y que son descubiertos tras un concienzudo y metódico trabajo de búsqueda por esos modestos campos de entrenamiento. Y volviendo al comienzo, en lo más alto de esta pirámide estarían los encargados de buscar lo mejor de entre lo mejor, quienes eligen a los más capacitados para representar a nuestro país en cada categoría y los dirigen al éxito. Y es aquí donde surge imponente la figura del mejor entrenador de fútbol base del continente (así fue reconocido por la UEFA), Juan Santisteban, alguien que, pese a ocupar esa cima del escalafón, alberga en su interior a uno de esos entrenadores de barrio que se dejan la piel por tratar de llevar por el buen camino a unos chavales de 15 años. Porque sus innumerables éxitos probablemente no serían tantos sin ese espíritu educador y paternalista que caracteriza a este sevillano, veterano de mil batallas y que ha conocido en su dilatada carrera todas las caras del complejo prisma que es el fútbol.


Su labor nunca se verá lo suficientemente recompensada públicamente, y por eso desde este humilde blog habíamos pensado en elaborar un pequeño repaso a su trayectoria a modo de homenaje. Pero recopilando información para tal fin, y después de encontrar frases lapidarias como que casi nunca recibe llamadas de ex-pupilos para pedirle consejo porque "Cuando un jugador de fútbol se transforma en futbolista profesional casi siempre desarrolla un ego que no se lo permite. Si me cruzo con alguno puede ser, pero llamarme exclusivamente para eso, casi nunca", apareció esta joya, publicada por Luis Nieto en el diario As del 3 de junio de 2008, unos días antes de que España se alzara por fin con su primer gran título internacional en categoría absoluta en 44 años y de que, paralelamente (y con mucho menos ruido mediático, seguro que como él prefería), Santisteban pusiese fin a veinte años de impecable trabajo para la Real Federación Española de Fútbol. A continuación nos tomamos la licencia de enlazar el citado reportaje, en el que él mismo detalla algunos pasajes de su vida que nos sirven para entender un poco más la grandeza del personaje y, sobre todo, de la persona:

De compañero de Di Stéfano y Puskas a instructor de Bojan. Ha sido larguísima la estancia de Juan Santisteban Troyano (Sevilla, 1936) en el fútbol, tanto como para ganarse la Medalla al Mérito Deportivo en su versión de plata. El 30 de junio, camino de los 72 años, acaba su contrato como técnico de categorías inferiores y es probable que no renueve. Si es así, tendrá el final perfecto. Acabará como campeón de Europa Sub-17, tras un manteo de admiración y reconocimiento por parte de su último alumnado.
Santisteban perdió a sus padres a los seis años y hasta los dieciséis estuvo en el durísimo Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil. "La disciplina era terrible y se pasaba mucha hambre en aquella España de finales de los cuarenta. Aquellos ochocientos chavales nunca supimos a qué sabía la carne. Teníamos que conformarnos con un trocito de pollo el día del Pilar". El fútbol en los dos patios de aquel internado de la calle Serrano era un buen consuelo. Partidos entrecruzados entre docenas de chavales que se las apañaban para distinguir al compañero, al adversario y al ajeno durante el largo invierno. Porque el verano era otra cosa. Santisteban lo pasaba en Sevilla y allí jugaba partidos con los juveniles del Betis (antes probó en el Sevilla). "Hasta que un día, cuando tenía 16 años, vino el Madrid juvenil a jugar contra el colegio. Debí hacerlo realmente bien, porque Moleiro, el técnico, recomendó mi fichaje". Un cuento de Dickens en un colegio del Madrid de 1952.
(...)
(Luis Nieto, diario As)
Como veis, poco más que añadir. Sólo que veintitantos días después de la publicación de esta entrevista, la realidad nos mostró que tarde o temprano se recogen los frutos de un trabajo tan espectacular como el suyo. Y seguro que mientras salía por última vez de la Ciudad del Fútbol de la RFEF, en su cabeza se agolpaban muchos momentos vividos con quienes esos mismos días eran recibidos como héroes por toda España. Nuestros campeones. Sus chicos. De todo corazón, gracias.

sábado, 5 de septiembre de 2009

2008, Europeo sub'17: Punto y aparte, punto final

El exitoso año 2007 supuso la gran traca final a una larga y brillantísima etapa de nuestras selecciones inferiores a nivel de resultados pero también en cuanto al desarrollo de un estilo y una forma de trabajar con los chavales que acabó por dar sus frutos en la Eurocopa de Austria y Suiza en junio de 2008. Pero para eso todavía faltaban unos meses y si bien nada se podía reprochar a la cantera de la Roja, la siempre controvertida trayectoria de la selección absoluta (que por aquel entonces seguía envuelta en un maremágnum de dudas y polémicas y no tenía nada clara su participación en el torneo continental del año siguiente) propició un cambio en la organización deportiva de la RFEF. Ángel María Villar decidió nombrar a Fernando Hierro como nuevo Director Deportivo, otorgándole plenos poderes sobre la estructura técnica de la Federación, y el malagueño no tardó demasiado en tomar sus primeras decisiones. Tras confirmar en su cargo al seleccionador absoluto, Luis Aragonés, al menos hasta la celebración de la Eurocopa, Hierro comenzó la tarea de renovar el resto del staff técnico federativo. No se trató de un cambio brusco, pero tampoco fue todo lo correcto que cabría esperar. Al igual que con la absoluta, dejó que los anteriores técnicos disputaran la temporada 2007-2008 mientras terminaba de perfilar los nombres de sus sucesores, intentando no trastocar ese exitoso método implantado durante años por los Santisteban, Sáez o Ufarte pero sin dejar claro, al menos de puertas hacia fuera, si contaría con alguno de ellos para el futuro. El caso es que mientras en la prensa se barajaban distintas opciones para unos cargos que oficialmente todavía no se sabía si quedarían vacantes (aunque salvo Ginés Meléndez todos acababan contrato en junio de 2008 y parecía obvio pensar que su etapa estaba a punto de concluir), en los terrenos de juego este excelente grupo de profesionales continuaban trabajando para clasificar a nuestras selecciones para sus respectivos campeonatos europeos. Y todos, incluído Luis Aragonés, lo consiguieron.
Como casi siempre serían los sub'17 los encargados de abrir fuego con la disputa en mayo del Europeo de la categoría, celebrado en esta ocasión en tierras turcas y al que se llegó tras una agónica clasificación en Rumanía en la que sólo una victoria por la mínima ante Italia en el último partido nos dio el billete para la fase final. El sorteo nos colocó en un grupo con Irlanda, Francia y Suiza, por lo que el objetivo debía ser alcanzar al menos las semifinales. Con las ausencias por lesión de varios fijos en anteriores convocatorias como Rubén Molero, Dani Pacheco o Marc Muniesa, el debut ante Suiza estuvo marcado por los nervios que atenazaron al equipo de Santisteban en los primeros minutos, y de los que sólo escaparon los barcelonistas Thiago Alcántara y Adriá Carmona y el atlético Keko, quienes poco a poco fueron arrastrando a sus compañeros hasta alcanzar el nivel de juego esperado, aunque los goles no llegaron hasta la segunda mitad. El valencianista Sergi se convirtió en el hombre del partido y aprovechó a la perfección la sanción de Rubén Rochina para reivindicarse con dos goles en apenas diez minutos que sirvieron para derribar la muralla helvética y dar todavía más confianza a un equipo que empezaba a apuntar muy buenas maneras.
Se esperaba que el partido contra Francia sirviera para calibrar las aspiraciones de nuestra selección y desde luego el choque no defraudó. Ante un rival, como casi siempre, físicamente más fuerte, España tiró de orgullo para igualar un encuentro en el que llegó a verse tres veces por detrás en el marcador. Empezó mandando Francia y fruto de su dominio llegó el primer tanto de la tarde, obra del goleador galo Yannis Tafer. España reaccionó bien y equilibró el juego gracias a la labor de la pareja de mediocentros formada por Óscar Sielva y Álvaro López y sobre todo a la presencia de Thiago Alcántara, decisivo en los metros finales. De sus botas nació casi todo el peligro hispano y suyo fue el centro que su compañero Rochina remató a la media hora para establecer la primera igualada. El partido se fue al descanso con ese marcador pero Francia sólo necesitó tres minutos para volver a adelantarse, gracias a un bonito gol de libre directo de Clement Grenier. La respuesta española no se hizo esperar y casi en la jugada siguiente el central Pulido remató a la red un córner botado por Thiago, pero en medio de la locura goleadora desatada sobre el césped de Antalya Francia volvió a cobrar ventaja en el electrónico tres minutos después, con otro gran gol de William Remy. Esta vez a los nuestros les costó un poco más rehacerse pero a base de coraje volvieron a encerrar a los galos y a falta de un cuarto de hora Thiago hizo el definitivo 3-3 con un gran lanzamiento de falta. Este resultado dejaba a ambas selecciones con un pie y medio en semifinales y quizá por eso el ritmo bajó en los últimos minutos, como si los dos equipos quisieran dejar para más adelante la resolución de su electrizante duelo.
El interés del tercer partido ante la ya eliminada Irlanda se centraba en ver cuántos goles habría que meter para acabar primeros de grupo y evitar así en semifinales a una selección anfitriona que había mostrado un gran nivel en su grupo y que se presentaba como la gran favorita al título, con permiso de Francia y España. Santisteban introdujo algunos cambios en el once y entre esas variaciones y las ganas irlandesas de despedirse con una alegría el partido se complicó casi desde el inicio. Las primeras ocasiones fueron para Irlanda y aunque pronto España se adueñó del balón, en el minuto quince Hourihane adelantó a los suyos al culminar una buena jugada de ataque. España sólo llevó peligro en alguna acción aislada y se llegó al final de los primeros cuarenta minutos con ese sorprendente resultado, pero la charla en los vestuarios y la entrada de Rubén Rochina hicieron que el partido no tardara en volver por sus cauces normales. A los cinco minutos el nueve azulgrana remató a placer una preciosa jugada de Keko, y diez minutos después culminó la remontada con un buen gol de falta directa. Los irlandeses bajaron los brazos después de que Hourihane estrellara un cabezazo en el larguero, y Keko redondeó su gran actuación marcando un golazo en otra gran jugada individual, con el que de paso España se aseguraba la primera plaza.
En todos los campeonatos suele haber un partido raro, tonto o como le queramos llamar, un partido en el que no sale casi nada y de cuya resolución suele depender el futuro del equipo en el torneo. En esta ocasión ese partido fue la semifinal ante Holanda, y aunque con apuros, afortunadamente se pudo solventar con un buen resultado que nos colocó a las puertas de repetir título. Los tulipanes salieron mejor posicionados sobre el campo y pòco a poco se fueron adueñando del partido gracias a la inquietante presencia del poderoso ariete Castillion y a las incursiones por banda del eléctrico Cabral. Fruto de ese dominio llegó el gol, ya cerca del descanso, de Rodney Sneijder, que cabeceó perfectamente el enésimo centro de Cabral. Con Thiago perdido en el centro del campo España estaba cortocircuitada y sólo Rochina generaba algo de peligro, aunque pecando de individualista en algunos momentos. Pero el intermedio volvió a ser un punto de inflexión para los nuestros, que en la segunda parte salieron dispuestos a darlo todo y encerraron a Holanda en su área hasta que Pulido aprovechó un acrobático centro de Thiago tras un córner para subir el empate a uno. El gol sirvió para tranquilizar a una España que pasó a dominar el partido aunque sin pisar a fondo el acelerador. Mientras, la entrada de Van la Parra suponía un nuevo quebradero de cabeza para la defensa hispana, que logró mantenerse firme ante las acometidas de un rival muy peligroso a la contra. En los últimos minutos España volvió a volcarse sobre el área rival pero ni Rochina ni Keko acertaron a batir al meta holandés y la prórroga se tornó inevitable. En el tiempo extra el cansancio acumulado durante toda la semana pasó factura a ambos equipos y el choque se rompió, con España intentando controlar el balón y Holanda fiándolo todo a alguna carrera de sus veloces extremos. Era el momento de alguna genialidad, y fue a llegar de alguien con el que no contábamos. Al comienzo del segundo periodo de la prórroga, un balón suelto cayó en las proximidades del lateral espanyolista Ángel Martínez, quien no dudó en golpear con toda el alma aquel esférico que salió imparable hacia la escuadra holandesa. Un auténtico golazo que colocaba a España en la final, aunque todavía hubo tiempo para las últimas llegadas de Holanda, especialmente una de Van la Parra que Pulido salvó de manera increíble en la misma línea de gol. Con mucho sufrimiento España volvía a meterse en la final de un Europeo sub'17, donde tendría la oportunidad de retomar el duelo con Francia que había quedado en tablas en la primera fase.
Pero quien esperara una continuación en el punto de máxima igualdad en el que había quedado aquel encuentro estaba muy equivocado, porque desde el primer minuto se vio un equipo infinitamente superior al otro, bien plantado en el campo, con las ideas claras y la calidad de sobra para manejar el partido a su antojo. Ese equipo no era otro que España, que a base de toque en el centro del campo (espléndido el partido de Álvaro, Sielva y Thiago Alcántara) y el desborde de un Keko imperial no dejó que Francia pudiera atisbar la más mínima opción de victoria. Con este panorama las ocasiones iban cayendo de manera continuada para el lado español pero ni Keko ni Sergi acertaron a batir al meta galo en sus primeras oportunidades, hasta que a la media hora de incontestable acoso español llegó por fin el tanto que desatascó el choque. En una jugada casi de fútbol sala, Thiago Alcántara penetró por la parte derecha, tiró una pared perfecta con Sergi y pasó tranquilamente el balón al hombre que entraba solo en el segundo palo, Keko, que no tuvo más que empujar a la red para poner la guinda a aquella estupenda triangulación a un toque. El gol fue una simple muestra del gran juego desplegado por España hasta ese momento, pero sólo un anticipo de lo que todavía estaba por venir en la segunda parte. A los cinco minutos de la reanudación Keko metió un buen pase entre líneas para la carrera de Sergi, que avanzó con el balón y sorprendió al portero francés con un buen disparo cruzado que se coló rozando el poste. Desde ese momento se desató el vendaval. Francia apenas era capaz de dar tres pases seguidos y España empezó a gustarse todavía más. Thiago siguió dejando destellos de su calidad y Keko continuaba siendo un quebradero de cabeza para los laterales franceses. En medio del festival, Sielva se animó con una rápida incursión en territorio enemigo que acabó en un claro derribo dentro del área. Thiago Alcántara lanzó con maestría la pena máxima y subió el tercero al marcador cuando todavía faltaban veinte minutos para el final. Y la fiesta fue completa cuando Keko volvió locos a dos defensores en el costado derecho y se sacó un centro que el bético Gavilán convirtió de espléndido cabezazo en el cuarto de la tarde. No había capacidad de respuesta en el bando francés y el quinto gol estuvo rondando la meta gala hasta el final del partido, pero la falta de acierto en el remate y una pizca de egoísmo en algunas acciones impidieron completar la manita. No importaba, el título estaba asegurado y el colofón ideal no era otro gol, sino el sentido y sincero manteo al que los jugadores sometieron al maestro Juan Santisteban nada más finalizar el encuentro. Para las selecciones inferiores aquel torneo marcaba un punto y aparte en la manera de hacer las cosas, para Santisteban suponía el punto final a su dilatada carrera. Y su despedida no podía ser mejor, con un nuevo triunfo y con el partido más perfecto que había vivido, según sus propias palabras, en sus muchos años en el fútbol juvenil.