En realidad no ha pasado tanto
tiempo, apenas un suspiro en términos históricos, pero a veces da la sensación
de que lo hemos olvidado casi por completo. ¿Somos realmente conscientes de lo mucho
que ha cambiado el mapa político de Europa en apenas veinte años? En 1990,
cuando la unificación alemana era ya un hecho, Europa tenía poco más de treinta
Estados; hoy hay más de medio centenar, y en demasiados casos su aparición no
ha sido precisamente pacífica. Y, sin embargo, lo cierto es que al menos a mí
me resulta chocante la naturalidad con la que hemos vivido y asumido un proceso
tan traumático, hasta el punto de que la URSS o la Yugoslavia unificada nos
parecen conceptos antediluvianos, países desaparecidos mucho antes de lo que en
realidad lo fueron.
La multiplicación de países en el
Viejo Continente ha tenido también, obviamente, su reflejo en el fútbol, y los
campeonatos de categorías inferiores son un buen medio para observar el proceso
de construcción de esta nueva Europa en la que vivimos. A lo largo de la década
de los noventa todos los torneos continentales debieron adaptarse a la
progresiva aparición de nuevas federaciones, y la periodicidad anual de los
campeonatos de base convertía a éstos en la primera competición internacional
oficial que disputaban muchas de las nuevas selecciones. Eso trajo también
alguna complicación, sobre todo a la hora de establecer los formatos de las
fases de clasificación, que sufrieron constantes cambios (y algún que otro
desvarío de los dirigentes de la UEFA) hasta que la situación política se calmó
y se pudieron fijar sistemas de competición más racionales. Pero en 1990,
cuando arrancó la fase de clasificación del Campeonato de Europa sub’16 de
1991, la URSS y Yugoslavia todavía estaban ahí, aunque dentro de sus fronteras
ya pocos creyeran en su existencia, y no deja de ser curioso que, precisamente
en el último torneo futbolístico de selecciones que les vio participar, España tuviera
que vérselas con aquellos dos gigantes ya tambaleantes en su camino a un nuevo
título continental.
Como por aquel entonces los Europeos
sub’16 los disputaban 16 selecciones de las 34 afiliadas a la UEFA (y San Marino no solía inscribir a sus equipos juveniles), las fases
de clasificación eran bastante cortas: para la edición de 1991 se establecieron
13 eliminatorias a ida y vuelta y dos grupos de tres equipos cada uno, de los
que sólo sus campeones pasaban a la fase final, que organizaría Suiza. España
fue una de las selecciones que se jugaron su presencia en tierras helvéticas en
una eliminatoria directa; su rival, la teóricamente débil Malta, no hacía
presagiar demasiadas complicaciones. Sin embargo, la clasificación estuvo en el
aire durante los cuatro meses y medio que transcurrieron entre el partido de
ida jugado en noviembre de 1990 en la isla mediterránea, que acabó con un
inquietante 1-1, y el duelo de vuelta celebrado en Almendralejo (Badajoz), a
finales de marzo de 1991. Por fortuna, en el Francisco de la Hera los chavales
que dirigía Juan Santisteban pusieron de manifiesto su superioridad y golearon
por 5-0, con sendos dobletes de Dani García Lara (por entonces ya en el Real
Madrid) y Juan Carlos Murgui (canterano del F.C. Barcelona). Un gol del madridista Joyce
Moreno, nacido en Panamá y que luego intentaría sin éxito ser internacional absoluto por ese país (la normativa FIFA vigente en aquel momento no se lo permitió), redondeó la manita
con la que España sellaba su pase a la fase final.
En Suiza se formaron cuatro
grupos de cuatro equipos, cuyos campeones pasarían directamente a semifinales;
además de luchar por el título, los finalistas acompañarían a Italia como
representantes europeos en el Mundial sub’17 que se disputaría en la Toscana en
agosto de aquel mismo año. El sorteo había encuadrado a España en el grupo D,
junto con la URSS, Islandia y Yugoslavia, y el debut se produjo el 8 de mayo de
1991 ante la potente selección soviética, con la que ya nos habíamos visto las
caras el año anterior en un torneo amistoso disputado precisamente en Italia.
Entonces España había caído claramente derrotada por 3-0, pero en el Campeonato
de Europa cambiaron las tornas y el equipo de Santisteban superó en todo
momento a la URSS, como refleja el 4-1 final. Toni Robaina (todavía
perteneciente a Las Palmas) y Gerardo García León (Osasuna) abrieron brecha en
el marcador en la primera parte; los soviéticos recortaron antes del descanso
pero en el segundo tiempo Murgui y Quique Medina (entonces en las categorías
inferiores del Valencia) sellaron la victoria hispana. El partido contra
Islandia, que había dado la sorpresa al derrotar a Yugoslavia en la primera
jornada, se presentaba ahora como decisivo para asegurar el liderato del grupo
y con él el pase a semifinales. España no falló y los goles de Ramón (defensa
del Valladolid) y Robaina pusieron una ventaja suficiente como para que el
postrero tanto de Hreidarsson no supusiera ningún inconveniente.
Con cuatro puntos ya en el
bolsillo, ni siquiera la derrota en el tercer partido contra una Yugoslavia que
había perdido sus dos choques anteriores (y en la que figuraban chavales como
Albert Nadj o Dragan Ciric) impidió a España encabezar su grupo y colarse en
semifinales. Sobreponiéndose a un tempranero gol yugoslavo, Robaina y Murgui
dieron la vuelta al marcador antes del descanso, pero en la segunda parte los
balcánicos consiguieron remontar para despedirse del torneo con una victoria. Aquel
partido disputado en Menzingen el 12 de mayo fue además la última aparición de
Yugoslavia como país unificado en un torneo continental de fútbol: la escisión
de Eslovenia se produciría poco más un mes después del campeonato sub’16 y para
entonces el conflicto armado en Croacia parecía ya, por desgracia, algo
inevitable; luego llegaría el estallido de la guerra y el bloqueo de la ONU que
supuso entre otras cosas la exclusión de las selecciones yugoslavas de todas
las competiciones deportivas, entre ellas la recordada Eurocopa absoluta de
1992. Aquel mismo día, y también con victoria (2-0 ante Islandia), se despidió
la URSS de las fases finales de los campeonatos futbolísticos europeos: la
contundente derrota contra España de la primera jornada dejaba a los soviéticos
sin opciones pese al empate final a 4 puntos y, aunque la URSS se clasificó luego
para la Eurocopa de Suecia y el Europeo sub’18 de 1992 (en el caso de los
juveniles, ganando un grupo para nostálgicos en el que también figuraban
Yugoslavia y Checoslovaquia), la selección que participó en esas fases finales
lo hizo ya bajo la denominación de Comunidad de Estados Independientes (la URSS
como tal todavía jugó el Mundial sub’20 de Portugal 1991, en el mes de junio,
acabando en tercera posición en su última aparición en una fase final
internacional).
Ajena a la página histórica que
acaba de contribuir a cerrar, España conseguía el pase a la penúltima ronda, en
la que esperaba Grecia. La selección helena había superado a su archienemiga
Turquía en la fase previa y se había metido en semifinales gracias a su goleada
por 4-0 a Suiza en la tercera jornada, que le había servido para resolver a su
favor el empate a cinco puntos con Portugal. Un solitario gol de Robaina al
comienzo de la segunda parte sirvió para doblegar a una Grecia que no opuso
demasiada resistencia, aunque la emoción se mantuvo hasta el final gracias,
entre otras cosas, al penalti fallado por Juan Carlos Gutiérrez (F.C. Barcelona) a falta de diez
minutos. Con la moral por las nubes y la clasificación para el Mundial
asegurada, España se enfrentó en la final de Berna a una Alemania muy superior
físicamente (no en vano su delantero centro era el gigantón Carsten Jancker) pero
que no pudo hacer nada ante la mayor movilidad y calidad técnica del conjunto
español. Alemania, que también había sufrido en la fase de grupos debido a su
derrota inicial frente a Austria (luego ganó a Suecia y goleó a Bulgaria), se
había deshecho en semifinales de Francia en los lanzamientos de penalti. Liderados
por el tinerfeño Sandro desde el centro del campo, los de Santisteban completaron
un gran partido y dos goles en el primer tiempo del grancanario Robaina
(principal figura no ya del equipo, sino de todo el torneo) rubricaron el que
en aquel momento suponía el tercer campeonato de Europa de categoría sub’16
para la selección española. La final no se televisó en España, pero hace unos
años Julio Maldonado colgó en su web un resumen de la retransmisión suiza que
había conseguido para su inmenso archivo; de ahí dio el salto a Youtube y
gracias a ello podemos disfrutarlo ahora aquí.
Además de los jugadores
mencionados, en aquel equipo figuraban nombres como los del portero osasunista López
Vallejo y su compañero César Palacios, por citar a dos de los que más
destacaron luego en el fútbol nacional, pero también hubo otros a los que recordaremos
en la entrada que pronto (?) dedicaré a la brillante actuación de este equipo
en el Mundial sub’17.
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Fuentes:
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
http://www.rsssf.com
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Fuentes:
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
http://www.rsssf.com
muy grande senedecor, como siempre, esta seleccion luego "ganó" el mundial sub17, en la fase final ganó a Alemania y Argentina, los ghaneses muchos ya tenían 2 o 3 hijos, asi que de los sub17 España fue el mejor, jeje. Guardaré el vídeo, sin duda.
ResponderEliminarSaludos. Josiño
Pues sí, a ver si para Navidades o Año Nuevo subo la historia de ese Mundial, que se escapó por muy poco y como bien dices con bastantes sospechas sobre la edad de los ghaneses. Gracias como siempre por visitar el blog, un abrazo
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