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jueves, 21 de enero de 2010

1995, Europeo sub'18: La primera vez

Mi primera vez fue con apenas diez años, casi once. Puede que un poco joven para saber apreciar todos los detalles, sí, pero aun hoy sonrío cuando mi mente evoca la emoción de aquel mágico instante, los nervios y la excitación del comienzo y la inmensa explosión de alegría al final. Supongo que a todos nos pasará algo parecido, pues es una de esas cosas que no se olvidan. Luego vendrían más ocasiones (no muchas, la verdad): una escapadita casi a escondidas en la adolescencia, aquella noche después de una memorable fiesta universitaria, ese fin de semana loco en Madrid... y para de contar. Debo reconocer también que además en esa corta lista ha habido de todo, grandes triunfos y alguna que otra decepción, pero lo cierto es que esa primera vez fue sencillamente especial: el sitio, la compañía, el desenlace... todo hizo de aquella cálida tarde de mayo un momento casi perfecto. Cada uno tendrá sus anécdotas, pero en mi caso se trató de algo tan maravilloso que durante años guardé como oro en paño las evidencias de aquella experiencia iniciática. Y tranquilo todo el mundo, que estoy hablando de la primera vez que pude presenciar en vivo y en directo un partido de una selección española de fútbol.

Si habéis sido capaces de relacionar el título con el párrafo anterior, ya sabréis que mi debut como animoso hincha de la selección española se produjo en un partido de juveniles. Si algún psicoanalista viniera a caer por estas páginas no tardaría en vincular esa experiencia de mi infancia con el hecho de que muchos años después me decidiera a escribir un blog que repasara los éxitos de esos equipos, y quizá tuviera razón. Pero dejemos a un lado esas pulsiones del subconsciente y empecemos a hablar de fútbol, que ya va siendo hora. Estamos en el mes de mayo de 1995, sólo un par de semanas después de aquel Mundial sub'20 de Qatar que tanta expectación levantó en nuestro país, y en una pequeña capital de provincia que lleva una década sin catar fútbol de primer (o segundo) nivel. No es de extrañar pues que el torneo clasificatorio para la fase final del Europeo sub'18 de 1995 genere tanta ilusión en mi Palencia natal, que hasta adecenta su vetusto estadio para la ocasión. Tras eliminar a Finlandia en la primera ronda, España ejerce de anfitrión del único torneo triangular de la fase intermedia (el resto de países juegan una eliminatoria a doble partido) y recibe a las selecciones juveniles de Rumanía y Ucrania con varios de los jugadores que han destacado en la cita mundialista, como Roger, Toni Velamazán, César o Joseba Etxeberría, que tras su actuación en Qatar ha pasado de ser un perfecto desconocido a convertirse en el principal reclamo de la selección (de hecho su imagen ilustraba el cartel anunciador del torneo, que desgraciadamente perdí en alguna mudanza). Además, en aquel grupo comandado por Andoni Goikoetxea figuran nombres como los de Rufete, Angulo, Diego Ribera o Carlos Domínguez "Carlitos", que no tardarían en sonar a muchos aficionados. La clasificación parece obligada pero, como siempre, conseguirla no será tan fácil. En el primer partido Rumanía da la sorpresa y en la segunda parte neutraliza los goles de Velamazán y Etxeberría para arañar un empate ante los nuestros, pero dos días después pierde ante Ucrania por 2-1 y deja el billete en juego para el último encuentro, que enfrentará a ucranianos y españoles. En ese decisivo duelo, el de mi bautismo internacional, Roger adelanta a España en la primera parte, pero el empate le sirve a Ucrania y al principio de la segunda mitad un tanto de un entonces desconocido Andriy Shevchenko (alguna apuesta me he ganado gracias a su presencia  aquella tarde en el antiguo estadio de "La Balastera") pone a su selección con pie y medio en la fase final de Grecia. Afortunadamente Etxeberría sale al rescate de los de Goikoetxea y con su gol a falta de veinte minutos permite que la fiesta en las abarrotadísimas gradas (más de 10.000 personas) sea completa.

Dos meses después hay alguna novedad en la lista de Andoni Goikoetxea y Teodoro Nieto para la fase final del Europeo sub'18. Etxeberría se toma un merecido descanso tras una gran temporada en la que ha sido Bota de Oro de un Mundial sub'20, ha metido a la sub'18 en el Europeo, ha debutado en Primera División con la Real Sociedad y ha completado su traspaso al Athletic Club de Bilbao. Otros jugadores, como Guti, reciben su primera llamada de la selección, y junto a muchos otros (Rufete, Iván Ania, Diego Ribera, Carlitos, Angulo...) conforman la base de un equipo que acude a Grecia dispuesto a todo. El reto es complicado, pues el torneo se disputa con un formato corto (el tradicional en la categoría) en el que el título se decide por enfrentamiento directo entre los dos campeones de grupo, lo que no deja lugar al más mínimo tropiezo. Encuadrada en el grupo B junto a Holanda, Turquía y Hungría, España debuta ante el conjunto magiar con una trabajada victoria por 2-1 (goles de Diego Ribera y Carlitos, su sustituto en la segunda parte) y apenas dos días después derrota contundentemente a los otomanos por 3-0 (con los mismos goleadores, aunque esta vez Carlitos hace doblete saliendo nuevamente desde el banquillo). Holanda, que también ha superado a esos dos rivales con cierta comodidad, es el difícil contrincante por un puesto en la finalísima. Pero los Melchiot, Wooter, Musampa, Zenden o Van Bommel no pueden con nuestras promesas y dos goles de Angulo al comienzo de la segunda parte ponen a España en la final y, a pesar de que los holandeses logran recortar pronto la diferencia, ni siquiera la expulsión del bigoleador asturiano compromete el pase de la selección española al encuentro definitivo.

En ese partido por el título espera Italia, vencedora sin escesiva brillantez de un grupo en el que estaban Grecia, Noruega y Eslovaquia, y que cuenta en sus filas con jugadores como De Sanctis, Buffon, Ambrosini, Totti o Pirlo. Pese a la indudable calidad del cuadro azzurro, España no da ninguna opción a los transalpinos y desde el principio se hace con el dominio del esférico, dejando a su rival prácticamente inédito en ataque. Tras sendos intentos de Rufete y Diego Ribera que se topan con los postes, Carlitos abre la lata pasada la media hora y justo al borde del descanso Guti amplía la ventaja hispana, encarrilando un triunfo que el propio Carlitos se encarga de certificar al cuarto de hora de la reanudación con dos goles en un minuto. El menudo delantero sevillista firma así un hat-trick con el que rubrica un torneo de ensueño, en el que ha consiguido marcar nada menos que 6 tantos en cuatro partidos. El 4-0 es ya imposible de levantar y aunque Totti anota el gol del honor al transformar un libre directo en el último minuto, España se proclama Campeona de Europa sub'18. Y aunque parezca increíble, se trata (cómo no), de su primer título continental en esta categoría. La primera vez. Nuestra primera vez.

jueves, 10 de diciembre de 2009

1998, Europeo sub'21: Máxima eficacia

A veces los títulos llegan cuando uno menos se lo espera. En el caso que hoy nos ocupa no es que no se confiara en una selección repleta (como casi siempre) de grandes jugadores, sino que simplemente no parecía la ocasión más propicia para levantar un trofeo. Con la atención de la afición dispersa entre la resaca de las celebraciones por la séptima Copa de Europa del Real Madrid y los preparativos para el Mundial de Francia'98 (torneo del que curiosamente sí esperábamos bastante más), el Europeo sub'21 de Rumanía no levantaba demasiada expectación. Si dos años antes, jugando en casa (y con Raúl y De la Peña en el equipo) no habíamos sido capaces de ganar, nada nos hacía pensar que esta vez sí lo pudieramos conseguir. Pero mientras veíamos a nuestra selección levantando la copa, seguro que más de uno se prometió no volver a dudar de una España de categoría sub lo que fuese.

La larga fase de clasificación para esta cita, paralela a la del Mundial de Francia 1998, comenzó en octubre de 1996 en la República Checa con una sufrida victoria por 1-2 gracias a dos postreros tantos de Morientes y Celades, bajo la dirección del seleccionador absoluto Javier Clemente. Con el rubio de Barakaldo en el banquillo llegarían el empate ante Eslovaquia en el Insular de Las Palmas que supuso el principio del fin de la prometedora carrera futbolística de Álvaro Benito, un ajustado triunfo ante la Yugoslavia de Dragutinovic, Paunovic y Stankovic, y una apagada goleada en Malta con Salva Ballesta como bigoleador. En febrero de 1997, y ante la débil selección de la isla mediterránea, Iñaki Sáez se estrenó dejando muchas dudas (1-0 y gracias), pero empezó a convencer con su victoria en Yugoslavia por 1-2 y dejó al equipo al borde de la clasificación tras un contundente 4-0 a los checos en Burgos. El pase a la fase final quedó sellado en septiembre en Eslovaquia tras un trepidante encuentro que acabó con un marcador de 3-4 (con dos goles del debutante Benjamín) que puso de manifiesto la superioridad técnica de los jóvenes españoles en su grupo.

Aunque Iñaki Sáez era ya quien se sentaba en el banquillo de la sub'21, lo cierto es que el verdadero mando recaía en Javier Clemente, como demuestra el hecho de que fuera el propio seleccionador absoluto quien anunciara conjuntamente las listas de convocados tanto para el Mundial como para la Eurocopa sub'21. Esa autoridad había motivado la marcha de Andoni Goikoetxea unas semanas antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, pero a Sáez no parecía incomodarle. Así que los 20 convocados (por Clemente) para la fase final de Rumanía fueron los siguientes: Josico (Albacete), Felipe Guréndez (Osasuna), Arnau y Roger (Barcelona), Ito y Míchel Salgado (Celta), Valerón (Mallorca), Iván Pérez (Betis), Guti y Víctor (Real Madrid), Esteban (Oviedo), José Félix Guerrero (Racing), De Paula y López Rekarte (Real Sociedad), Benjamín y García Calvo (Valladolid), Cuartero y Marcos Vales (Zaragoza), Salva Ballesta (Sevilla) y Ballesteros (Tenerife). Antes de comenzar el torneo, el valencianista Angulo sustituiría a De Paula por lesión. Por el camino, además de Celades, Etxeberría y Morientes (que dieron el salto a la absoluta para disputar el Mundial), se habían quedado jugadores como Álvaro Benito (que iba de operación en operación), Toni Velamazán, Manuel Pablo, David Cordón, Santi Ezquerro, César o Iván De la Peña, que debido a las lesiones y a los problemas con Van Gaal había ido perdiendo sitio en el Barça y consecuentemente en la selección sub'21.

En esta fase final de 1998 la UEFA, que daba tumbos buscando la fórmula de competición idónea para este torneo, optó por un novedoso formato consistente en eliminatorias a partido único desde cuartos de final. España debutó el 24 de mayo ante Rusia en Bucarest, en un partido que dominó de principio a fin amparada en un sólido sistema defensivo que servía de base para las escaramuzas de Valerón, Roger y Marcos Vales. Además Arnau paraba todo lo que llegaba a su portería y con esos ingredientes la victoria parecía más cerca que la derrota, y aunque hubo momentos para la duda, un gol de Iván Pérez a diez minutos del final certificó el pase de España a las semifinales. El rival, Noruega, invitaba al optimismo, pero como casi siempre hubo que trabajar a fondo para conseguir la victoria. Nuevamente España controló el ritmo del partido, pero tanto Valerón como Guti (declarado mejor jugador del choque) vieron como el palo rechazaba sus disparos en la primera parte. Salva, sustituto en el once inicial de Iván Pérez, tampoco acertaba con la portería nórdica, y los tempraneros cambios introducidos por Sáez no sólo no mejoraron la puntería sino que colocaron  al equipo en una situación crítica cuando Míchel Salgado se vio obligado a retirarse lesionado, dejando a España con diez. Afortunadamente Noruega apenas inquietó la meta de Arnau, ni siquiera durante los minutos en los que disfrutó de superioridad numérica (al filo del 90 fue expulsado Heggem), llegándose a la prórroga con el marcador inicial. Y al poco de comenzar el tiempo extra, una combinación entre Guti e Iván Pérez encontró por fin el camino del gol (de oro) y nos metió en la segunda final consecutiva de la categoría. El partido por el título, celebrado en el estadio del Steaua, contó con otro rival inesperado, Grecia, y fue quizá en el que peor jugaron los de Sáez. Pero las finales hay que ganarlas, y eso fue lo que hicieron nuestros chavales ante una selección griega en la que aparecían ya varios de los jugadores que acabarían conquistando el europeo absoluto en 2004, como Dellas, Basinas o Karagounis, entre otros. En un disputado encuentro en el que Arnau resultó decisivo una vez más, Iván Pérez aprovechó un balón suelto en el área tras un córner para adelantar a España al poco de comenzar la segunda mitad. Y como en los dos encuentros anteriores, ese solitario tanto del bético fue suficiente para llevarse el partido.

No deja de ser curioso que un equipo con tanto potencial ofensivo (Roger, Valerón, Guti, Víctor, Benjamín, Salva) acabara ganando el campeonato basándose en una fortaleza defensiva que le valió a Arnau para obtener el premio al Mejor Jugador del torneo. Cosas de Clemente, quizás. Pero lo importante es que, aunque fuera de una manera más típica de Italia que de España, nuestra selección consiguió levantar un trofeo que se resistía desde 1986 y que, aunque entonces no lo imaginábamos, ya no hemos vuelto a conquistar. De hecho, para encontrar la primera participación de España en una fase final de la categoría tras este título de 1998 y el tercer puesto en la siguiente edición tenemos que viajar hasta el verano pasado, cuando el equipo de López Caro no pudo siquiera superar la fase de grupos. Para la próxima edición, que además clasifica para los Juegos Olímpicos de 2012, el pase se ha complicado tras la derrota en Holanda. De fallar, serían ya 3 olimpiadas consecutivas sin representación española en el torneo de fútbol. La crisis de la sub'21 parece evidente pero resulta difícil decir si debe ser motivo de preocupación. Siendo (como el resto de selecciones inferiores) una categoría todavía de formación, puede ser en la que con más razón se debería aplicar el criterio de obtención de resultados, pues constituye el último escalón antes de la élite y ahí hay que aumentar el grado de exigencia en todos los niveles, incluido el de los resultados. Y esos resultados no se están consiguiendo, pese a haber contado con grandes jugadores, pero tampoco se puede negar que en los últimos años los mejores exponentes de la sub'21 apenas han jugado un puñado de partidos en ella antes de integrarse con éxito en la absoluta, que es donde sí se exigen resultados (y afortunadamente se están logrando). Por otra parte, en esta categoría se citan ya las promesas más firmes de cada país, jugadores que mayoritariamente ya están despuntando en las distintas ligas, y esto hace que casi todas las naciones presenten equipos muy competitivos, aunque se trate de federaciones que en categorías inferiores no suelan obtener buenos resultados por no realizar una adecuada búsqueda de talento. Como casi siempre, no es fácil llegar a alguna conclusión definitiva, pero en todo caso deseamos que pronto haya otro grupo que pueda revivir el triunfo de la generación a la que hoy recordamos.



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Fotos: El Mundo Deportivo