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lunes, 27 de diciembre de 2010

Crónicas de 2010: Cesc, Silva y el espejo alemán

Metidos ya de lleno en las Navidades, llega el momento de repasar lo que escribí antes de las semifinales contra Alemania, el que creo que acabó siendo el mejor partido de España en este inolvidable Mundial. Me centré en dos jugadores sin demasiado protagonismo en la cita sudafricana, Cesc y Silva, pero que por edad deben ser quienes tiren del carro español en Brasil 2014. Para entonces, creo que esta nueva Alemania llegará como máxima aspirante al título, y pase lo que pase no debemos olvidar que su éxito será consecuencia también de nuestro trabajo.

 "Esta Alemania es distinta a las anteriores, nos cuentan, y para justificarlo muchos se quedan simplemente en el crisol de razas y culturas que conforman su plantilla: descendientes de polacos, turcos, tunecinos, ghaneses, españoles y hasta un brasileño nacionalizado se mezclan con alemanes de pura cepa para formar un equipo sólido y, he aquí otra de las diferencias con respecto a anteriores selecciones germanas, con un exquisito gusto por el buen trato de balón. Se dice que Joachim Löw ha construido su equipo tratando de imitar el juego desplegado por España en la pasada Eurocopa, pero para lograrlo hay que tener las piezas adecuadas y eso no se consigue así como así. Alemania siempre ha reunido jugadores competitivos en su selección absoluta, pero en esta ocasión la edad de algunos de sus componentes llama poderosamente la atención (Khedira y los defensas suplentes Serdar Tasci y Denis Aogo apenas llegan a los 23 años; Boateng, Badstuber, Ozil y Marko Marin tienen 21; y Muller y Kroos, sólo 20), transformando en curtidos veteranos a jugadores de 25 y 26 años como Lahm, Schweinsteiger, Podolski, Mario Gómez o Mertesacker, y casi en “semiretirados” a Klose, Friedrich y Butt, los únicos que superan la treintena de entre los veintitrés convocados. ¿Qué hay detrás de esta nueva generación de alemanes?

Pues tras estos jóvenes descarados y talentosos está más o menos lo mismo que se encontrarán mañana enfrente. España. Porque en cierta manera este babyboom germano tiene sus raíces en nuestro país, y no me refiero sólo a que el hasta ahora casi inédito Mario Gómez descienda de familia andaluza. En abril de 2006, la Federación Alemana decidía darle las riendas de sus deprimidas categorías inferiores (ni un solo título continental en categorías sub’17, sub’19 y sub’21 desde el año 1992) a Matthias Sammer, el histórico jugador de los 90 y Balón de Oro en el 96, quien sabía perfectamente qué hacer para levantar el vuelo del fútbol base teutón: fijarse en los que saben. Adaptando el tradicionalmente exitoso modelo español de búsqueda, selección y gestión del talento a las características de su nación, Sammer comenzó a elevar rápidamente el nivel de las selecciones inferiores alemanas hasta alcanzar un histórico triplete entre 2008 y 2009, cuando durante unos meses Alemania pudo presumir de algo nunca visto antes en Europa, que un mismo país fuera el vigente campeón continental en las tres categorías. Varios de los jugadores que alcanzaron tal hazaña están hoy en Sudáfrica peleando ya por el Mundial, y si siguen con su evolución lógica llegarán al 2014 en plena madurez. Ese debería ser su Mundial, pero este es el nuestro y los maestros españoles todavía tienen mucho que enseñarles a sus discípulos germanos.

Y ojalá que la última lección puedan impartírsela dos jugadores llamados a ser los auténticos líderes de nuestra selección dentro de 4 años, Cesc Fábregas y David Silva, dos jóvenes que llevan dando clases a todo el mundo sobre cómo manejar una pelota desde el ya lejano 2003. Silva, un año mayor que el centrocampista catalán, fue el primero en aparecer en la escena internacional, guiando a España hasta el subcampeonato en el Europeo sub’17 de ese año. A su lado destacó José Manuel Jurado, quien unos meses después se convertiría en el mejor socio de un semi-desconocido Fábregas en el Mundial de Finlandia. Digo semi-desconocido porque sólo los más fieles seguidores de la cantera blaugrana, el seleccionador Juan Santisteban y el equipo de ojeadores de Arsene Wenger sabían de lo que era capaz de hacer este adolescente con un balón en los pies. Uno por llegar lesionado (Silva) y otro por ser el benjamín de la convocatoria (Cesc), nuestros protagonistas de hoy, y esperemos que también de mañana, tuvieron que esperar al segundo partido de aquel mundial para debutar en el torneo, y lo hicieron en una situación bastante desesperada para nuestra selección. Tras firmar un agónico empate en el minuto 96 del primer partido ante Sierra Leona, España perdía por 1-0 en el descanso del partido ante Corea del Sur y se complicaba mucho el pase a cuartos de final. El viejo Santisteban no se lo pensó más y dio entrada a estos dos cracks, pero Corea del Sur marcó el segundo y las cosas se pusieron verdaderamente feas. Sin embargo, Cesc comenzó a distribuir el juego y en sólo diez minutos, entre el 65 y el 75, Silva firmó la remontada con un hat-trick. Su nombre fue el que acaparó los titulares, pero el de Arguineguín (¿qué tendrá ese pueblo?) se autoexpulsó por una agresión en el siguiente partido ante Estados Unidos y dejó vía libre para que Cesc se convirtiera en el rey del Mundial.

Establecido ya como titular, Fábregas marcó un gol a los norteamericanos y lideró con dos tantos y una asistencia la goleada por 5-2 a Portugal en cuartos de final, en lo que fue la revancha de la final del Europeo de unos meses antes. Cesc, llamado en principio a ser el siguiente 4 de la factoría Barça, se aprovechaba del buen trabajo en la recuperación de Markel Bergara y de su buena compenetración con Jurado para asomarse al área con mucho peligro, pues era capaz tanto de disparar con precisión como de meter un último pase magistral. Y precisamente ese mayor atrevimiento ofensivo es lo que le ha acabado colocando en un plano distinto al de su ídolo Guardiola, que curiosamente es el último 4 que ha salido de la Masía, porque detrás de él vinieron Celades (más limitado), Xavi (ya hablamos sobre él), Arteta (quizá el más parecido a Cesc), Iniesta (qué decir) y el propio Fábregas. Todos criados en teoría para una misma posición, todos triunfando en otra distinta. Cosas del fútbol.

Pero estábamos en el país del sol de medianoche. En semifinales, la Argentina de Garay y Ustari golpeó primero y se fue al descanso con 2-0, pero España salió en tromba en la segunda parte y empató en menos de diez minutos gracias a dos golazos, cómo no, de Cesc y Jurado. La albiceleste se quedó con diez pero aguantó hasta la prórroga, y casi hasta los penaltis. Con España también con diez, y mientras en TVE simultaneaban el partido con la final del 1500 de los mundiales de atletismo de París, Cesc agarró un balón en la esquina del área y lo clavó en la escuadra de Ustari. Gol de oro en el minuto 117 que sirvió para meter a España en la final y para llevarse los premios como Mejor Jugador y Máximo Goleador del campeonato. Silva, que reapareció en la final tras una sanción de dos partidos, se llevó el galardón al tercer mejor jugador habiendo jugado poco más de partido y medio, lo que dice mucho de lo bien que lo hizo y de lo arbitrarios que muchas veces son estos premios.

Desgraciadamente, el título acabaría siendo para una decepcionante selección brasileña que comenzaba a mostrar en categorías inferiores una alarmante tendencia a rehuir el control del balón y a arremolinarse en torno a su portería. El 1-0 final fue injusto, pero es que curiosamente Cesc tiene el dudoso honor de ser uno de los pocos integrantes de nuestra selección que no ha ganado ningún título en categorías inferiores (claro que la Historia le tenía reservado el papel principal en la mítica tanda de penaltis de la Eurocopa). Fábregas salió del Mundial sub’17 ya como jugador del Arsenal, en una de esas oscuras operaciones que acaban con talentosos adolescentes en la escuela de Wenger a cambio de casi nada (aunque al final hubo acuerdo para pagar una importante compensación al Barça), y no tardó demasiado en debutar con el primer equipo de los “gunners”. En Londres creció como futbolista, aprendiendo el oficio de mediocentro con Patrick Vieira y Gilberto Silva y batiendo todos los récords de precocidad del club, y llegó al Europeo sub’17 del año siguiente como una estrella emergente. Pero el equipo que comandaba el del Arsenal y en el que figuraban Piqué o Capel, entre otros, perdió la final (para la que se clasificó gracias a un penalti transformado por Cesc en la prórroga del partido contra Inglaterra) ante la Francia de Nasri, Ben Arfa y Benzema. La siguiente temporada, la 2004/2005, es la de su ascenso definitivo a la élite, aunque una inoportuna lesión le hizo llegar algo justo de forma al Mundial sub’20 de 2005 (el de los goles de Llorente) y España cayó en cuartos de final a manos de la Argentina de Leo Messi. Con 18 años, y tras brillar en la Champions, Luis le dio la alternativa en la absoluta antes del Mundial de Alemania, y hasta hoy. Con una madurez impropia de sus 23 años pero perfectamente entendible si reparamos en cómo fueron sus primeros años en Londres, Cesc ha asumido sin complejos la capitanía de un club histórico, se ha instalado entre los mejores futbolistas del mundo, se ha acostumbrado a los rumores que los sitúan verano sí, verano también, en uno de los dos grandes del fútbol español y se adapta sin queja (o eso creemos) a un rol secundario en una selección en la que poco a poco ha ido ganando confianza y que pronto bailará a su ritmo.

Silva no perderá el paso, desde luego. El habilidoso jugador canario fue rechazado de niño por el Real Madrid y acabó aterrizando en Valencia, con ficha en la cantera y un puesto de trabajo en el club para su padre, que es como se hacían antes estas cosas. Porque en la ciudad del Turia sí supieron ver que su talento estaba muy por encima de su aparente fragilidad física y allí creció hasta convertirse en lo que es hoy, uno de los mejores centrocampistas ofensivos del mundo. Tras el éxito en Finlandia, Silva sí tuvo la oportunidad de levantar un trofeo con las selecciones inferiores, el Europeo sub’19 de 2004 junto a los Sergio Ramos, De la Red, Soldado, Raúl Albiol o Borja Valero, por citar a unos pocos miembros de aquel auténtico equipazo. Luego, con apenas 18 años, confirmó con una enorme temporada en el Eibar que su desborde y visión de juego estaban hechos para campos más importantes que el vetusto Ipurúa, y tras brillar en el Mundial sub’20 de 2005 otra cesión, esta vez al Celta, en Primera, disipó cualquier duda: el chico iba para figura. Jugando indistintamente en la derecha, en la izquierda, en la media punta o incluso un poco más retrasado, en sus 4 temporadas en el Valencia ha dejado detalles espectaculares, se ha asentado en la selección y, aunque en este Mundial ha perdido esa condición de indiscutible que se ganó en la Eurocopa, su multimillonario fichaje por el City evidencia que no es uno más.

Uno anda tocado y el otro parece haberse caído del equipo, pero tal vez mañana vuelvan a asociarse sobre el campo con quienes mejor se entienden, con esa tropa de bajitos que disfrutan pasándose el balón y acostumbran a explotar como nadie los espacios entre líneas que dejan los rivales. Mañana toca mirarse al espejo (y decirle al reflejo alemán que veamos“¿estás hablando conmigo?”) y presumir de fútbol durante dos horas para la Historia."

miércoles, 22 de julio de 2009

2005, Mundial sub'20 (II): Una máquina de golear

3-1

Encuadrada en el grupo C junto a Marruecos, Honduras y Chile, España debutó ante los norteafricanos presentando un once compacto en el que destacaba un poderoso centro del campo con Zapater, Cesc, Juanfran y Silva, encargados de llevar balones a las posiciones de Jonathan Soriano y Fernando Llorente. El partido del debut no tuvo excesiva complicación por la inocencia de los delanteros rivales, que no obstante sorprendieron con más facilidad de la esperada a la defensa española, desplegando un alegre juego que terminaría por llevar a Marruecos hasta cotas insospechadas. Pero pese a esas escaramuzas España supo controlar el partido y sin demiasado brillo hizo lo suficiente como para llevarse los 3 puntos con aparente comodidad. Fernando Llorente abrió la cuenta antes de la media hora con un gran gol de vaselina, aprovechando un error de la zaga marroquí, y ya en la segunda parte Molinero y Silva ampliaron diferencias con la inestimable ayuda del meta africano, ya que primero el disparo del lateral atlético le dobló las manos y luego se tragó un cerrado centro del canario en el saque de una falta lateral. En los últimos compases Marruecos obtuvo el merecido gol del honor al transformar un dudoso penalti, que supuso el 3-1 definitivo.

Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)



0-7

Ante Marruecos España se había mostrado algo espesa con el balón en los pies y había concedido más ocasiones de las previstas, pero su pegada era demoledora y así lo corroboró en el partido contra Chile. Los sudamericanos llegaban con la moral por las nubes después de aplastar a Honduras por 7-0, y no podían imaginar que recibirían de su propia medicina. Y es que en un partido memorable, sobre todo para Fernando Llorente, España le endosó otros siete. El ariete del Athletic abrió la cuenta en el minuto 8, y aunque la primera mitad discurrió igualada, con Chile acercándose a la meta de Ribas gracias sobre todo a las incursiones de Matías Fernández, una rigurosa expulsión del defensa Jara al filo del descanso (y justo después de la más clara ocasión chilena) marcó el devenir del encuentro. Robusté marcó a los cinco minutos de la reanudación y Chile se vino abajo estrepitosamente, dejando multitud de espacios que aprovecharon los centrocampistas españoles para hacer un verdadero estropicio en la zaga sudamericana. Tres nuevos goles a placer de Llorente (que marcó 4 pero pudo haber hecho 6 de no haber pecado de generosidad), y sendos zurdazos de Gavilán y Silva cerraron un partido extraño que nos sirvió también para ver el debut del lateral zurdo José Enrique, que tuvo que sustituir antes del descanso al lesionado Garrido. Su imponente planta y sus continuas carreras por la banda nos impresionaron a más de uno, convirtiéndose con rapidez en una de las revelaciones del campeonato.


Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)




3-0

Tras ese festival goleador, el último partido ante la endeble Honduras se presentaba como una nueva fiesta para nuestros atacantes, y el tempranero gol de vaselina de Jonathan Soriano a los cinco minutos parecía confirmar las sospechas. Sin embargo, el partido fue lento y aburrido, con la selección centroamericana encerrada a cal y canto en su área y con España, con muchas novedades en su alineación, limitándose a tocar sin apenas crear peligro. Aún así, Silva encontró el hueco para marcar el segundo antes del descanso, y Víctor Casadesús también pudo anotar su primer gol en el torneo mediada la segunda parte. El encuentro era soporífero, no había nada en juego y ambos seleccionadores decidieron cambiar a sus guardametas a la vez, síntoma que deja a las claras el nivel competitivo del partido. Roberto salió por Manu, que había sido titular en lugar del habitual Ribas, pero apenas pudo estar unos pocos minutos sobre el césped ya que tras un error de su zaga no tuvo más remedio que realizar un penalti que le supuso la expulsión. Con todos los cambios realizados, Jonathan Soriano se puso los guantes y atajó el lanzamiento hondureño, con lo que el delantero del Espanyol redondeaba una tarde completa.

Ficha Oficial del partido disponible en FIFA.com
Crónica del partido (por FIFA.com)


Una de las mayores sorpresas de esta primera fase fue la derrota de Argentina en su debut frente a Estados Unidos por 1-0. Los norteamericanos, liderados por Benny Feilhaber y con el "veterano" de 16 años Freddy Adu en la delantera, se aprovecharon de la decisión del seleccionador argentino de dejar a Messi en el banquillo, supuestamente con molestias (aunque para muchos la suplencia se debió a la falta de confianza de Pancho Ferraro en aquel endeble jugador de 17 años). Leo salió tras el descanso y aunque no se pudo remontar ese partido sí se demostró que el pequeño genio del Barça era imprescindible en aquel equipo, en el que también hubo minutos para otro par de jovencísimos jugadores como Fernando Gago y Sergio Agüero. Otro resultado sonado fue la victoria de Siria ante Italia por 2-1, que valió a los debutantes la clasificación para octavos, clasificación que Italia logró en el último suspiro de su último partido. En el llamado Grupo de la Muerte, Brasil volvió a enfundarse el traje de faena y, aparcando su cada vez menos típico jogo bonito, superó a sus rivales a base de consistencia y pequeños destellos de calidad de su lateral Rafinha y el delantero Rafael Sobís. Además, Nigeria también demostró solidez con un centro del campo muy potente y talentoso, con John Obi Mikel y Promise Isaac como máximos exponentes, y la constante y peligrosa presencia del lateral Taye Taiwo, mientras que Suiza y Corea pagaron cara la igualdad de este grupo y se despidieron con 3 puntos, aunque dejando algunos destellos de su buen nivel futbolístico. La revelación de esta fase fue sin duda China, que con un juego ordenado y pequeñas gotas de calidad hizo pleno de victorias superando a dos selecciones en teoría superiores como Turquía y Ucrania, que curiosamente dejaron sensaciones contrapuestas a las que habían ofrecido en el Europeo del verano anterior: Turquía se mostró algo endeble y falta de pegada mientras que Ucrania se destapó con un juego más ofensivo del que se benefició Oleksandr Aliyev, autor de 5 tantos. También lideraron sus grupos con mano de hierro Colombia, que dejó varios nombres a seguir (los de Wason Rentería, Freddy Guarín y Hugo Rodallega seguro que no faltaban en ningún informe de ningún ojeador), y Holanda, que con el apoyo de su público y un juego basado en la velocidad de Ryan Babel y Quincy Owusu Abeyie dominó un grupo en el que nadie más fue capaz de ganar un partido: Japón se metió en octavos con sólo 2 puntos y dejó fuera por el mayor número de goles marcados a Benín, cuyo atrevido juego mereció mayor premio, y Australia.


miércoles, 15 de julio de 2009

2004, Europeo sub'19: Otra vez en la cima

El verano de 2004 había comenzado con una nueva decepción para la España futbolística, la prematura eliminación de la Eurocopa de Portugal 2004. El fracaso en un torneo en el que se habían depositado muchas expectativas, tanto por celebrarse en el país vecino como por la sempiterna euforia previa a cualquier gran cita, nos había vuelto a dejar con los ánimos por los suelos, y esta vez la salida parecía todavía más complicada, puesto que por primera vez en muchos años ni el juego desplegado ni el ambiente en la selección habían sido buenos. Hacía falta una renovación en todos los ámbitos, pero después de semejante batacazo casi nadie parecía dispuesto de asegurar que algún día llegarían los resultados. Tras unos días de tensa espera, Iñaki Sáez anunciaba a finales de junio su renuncia al cargo de seleccionador absoluto, cargo que parecía haberle superado, para regresar no sin polémica a su anterior puesto como entrenador de la sub'21 y responsable último de una cantera que, afortunadamente, seguía funcionando.

A mediados del mes de julio comenzaba en Suiza el Campeonato de Europa sub'19, al que como casi siempre nuestra selección acudía como principal favorita, pese a haber quedado encuadrada en un complicado grupo junto a Alemania, Turquía y Polonia. Y es que Jose Armando Ufarte dirigía a una de las generaciones de más talento que se recuerdan, algo que salta a la vista si repasamos la alineación del partido inaugural del torneo: Biel Ribas; Sergio Ramos, Javier Garrido, Alexis Ruano, Fernando Amorebieta; Markel Bergara, Raúl Albiol, Juanfran Torres, David Silva; Borja Valero y Víctor Casadesús fueron los once elegidos, y jugadores de la talla de Roberto Soldado, Rubén De la Red o Jaime Gavilán esperaban su turno en el banquillo. Lo que se dice un auténtico equipazo. El primer rival que se topó con esta gran selección fue una Alemania que también tenía en nómina a jugadores interesantes y que son ya bien conocidos a nivel europeo como el portero René Adler, el lateral Marcell Jansen, el mediocentro Andreas Ottl y sobre todo el delantero de origen andaluz Mario Gómez, pero que fue barrida por España en un gran encuentro de los de Ufarte. El trío Juanfran - Valero - Silva se encargó de romper una y otra vez el sistema defensivo teutón y si se llegó al descanso con empate a cero fue en gran medida por el acierto del meta Adler, que sacó varios remates que parecían insalvables. Víctor Casadesús fue el principal perjudicado por la espléndida primera parte del portero del Bayer Leverkusen, pero tras la reanudación no tardó ni cinco minutos en abrir la cuenta, al conectar un gran cabezazo tras la enésima internada de Juanfran por la derecha. Desde ese momento desapareció la resistencia alemana y 20 minutos después Gavilán, que había entrado sustituyendo a Silva, culminó una rápida jugada. Ya al borde del final, otro suplente de lujo, Soldado, redondeó un marcador que confirmaba a España como la selección a batir.
El segundo rival, Turquía, lo puso bastante más complicado, anticipándonos que no había ido a Suiza sólo a por la clasificación para el Mundial sub'20 de Holanda 2005. Sin embargo, el gran arranque español no hacía presagiar nada de lo que ocurrió después, y es que en menos de un cuarto de hora sendos goles de Juanfran y Silva ponían a España con una clara ventaja. Primero el madridista aprovechó una buena combinación con Víctor para marcar de volea desde dentro del área, y luego el valencianista recogía oportuno un lanzamiento al palo de Gavilán (que reemplazaba en el once titular a Valero) para subir el segundo tanto al electrónico del estadio Juan Antonio Samaranch de Laussana. El partido parecía tener un claro color hispano pero Turquía, que había derrotado a Polonia por 4-3 en la primera jornada, no se daba por vencida. La clave estuvo cuando al borde del descanso Sergio Ramos derribó dentro del área a Ali Öztürk, que no desaprovechó la ocasión para transformar el penalti, subir el cuarto gol a su cuenta particular (había anotado un hat-trick ante los polacos) y dar esperanzas a su selección de cara a la segunda parte. Tras el descanso España volvió a salir enchufada pero esta vez la fortuna no acompañó a nuestros atacantes y el partido empezó a ralentizarse. Aunque la sensación de dominio español era mayor, los turcos empezaban a estirarse poco a poco. Entrando nuevamente desde el banquillo, Soldado tuvo la oportunidad de sentenciar pero falló, y ya casi al final Turquía obtuvo premio a su atrevimiento (estaba jugando ya casi con 4 delanteros) con el gol de Aksu Cafercan en el minuto 87. El empate parecía bueno para ambas selecciones pero España no se conformaba y en el descuento el central Robusté, capitán del equipo y ausente en el primer partido por sanción, cabeceaba un córner a la red, desatando la alegría en el bando español. Se certificaba así el pase a semifinales y la clasificación para el Mundial sub'20 del año siguiente, que era como siempre el objetivo mínimo en este tipo de citas.

Así pues el partido contra Polonia era un mero trámite, ya que España estaba clasificada y los polacos ya no tenían opciones tras perder sus dos primeros partidos. Con las bajas de Albiol, Sergio Ramos y Juanfran, todos por acumulación de tarjetas, Ufarte dio la alternativa a varios suplentes habituales como Chica, De la Red, Joan Tomás, Soldado o el portero reserva Manu, que cumplieron bien. El encuentro fue plácido para los nuestros, que desde el principio marcaron las diferencias y desplegaron un gran juego combinativo que la defensa polaca fue incapaz de detener. Así, a los diez minutos llegó el primer gol, obra de Borja Valero, que culminó una gran incursión de Garrido hasta la línea de fondo, y antes del cuarto de hora Víctor Casadesús marcó el segundo tras una buena jugada colectiva. Como ocurriera ante Turquía, España bajó el ritmo tras el segundo gol y Polonia empezó a dominar el choque y, aunque Manu solventó con acierto las escasas ocasiones que crearon los polacos, tras el descanso Lukas Piszczek sí acertó a batir al meta del Sporting, logrando su cuarto gol del torneo. El gol de Polonia espoleó otra vez a los nuestros que volvieron a hacerse dueños del balón y así, 15 minutos después, Gavilán subió el tercero al electrónico con un gran lanzamiento que limpió las telarañas de la portería polaca. Ese gol terminó de romper el partido, ya que Polonia bajó definitivamente los brazos y España se paseó de ahí al final, sin querer hacer más leña del árbol caído. Aún así, la calidad hispana provocó varias ocasiones casi por inercia y en una de ellas, cerca del final, Soldado no desaprovechó una buena dejada de Silva para marcar el definitivo 4-1. Con esta victoria España cerraba de manera brillante su pase a semifinales, con pleno de victorias, y se enfrentaría a Ucrania, que había dejado en la cuneta a Italia, por un puesto en la final.
Ucrania se había plantado en semifinales con lo mínimo, ya que sólo había marcado un gol en los tres partidos precedentes, suficiente para superar a Italia en su enfrentamiento directo. Sendos empates a cero ante Bélgica y Suiza habían bastado para meterse en semifinales como segundos de grupo, empatados precisamente con los organizadores. Evidentemente los ucranianos, que ya habían eliminado a Francia e Inglaterra en las fases previas, basaban su éxito en la defensa, liderada por Dmytro Chygrynskiy, pero también tenían interesantes jugadores de centro del campo hacia adelante como Artem Milevsky, Oleksandr Aliyev o Dmytro Vorobey. Como se esperaba, España salió dominando y, como casi siempre, abrió el marcador en el primer cuarto de hora, al aprovecharse Víctor Casadesús de un error de marcaje en el saque de una falta. El gol no cambió nada y España siguió acercándose a la meta rival, aunque faltaba fortuna a la hora de culminar las jugadas y ni Silva ni Sergio Ramos pudieron aprovechar sus claras ocasiones. Biel Ribas, que volvía a la titularidad, se encargó de desactivar con sus intervenciones las escasas oportunidades de Ucrania, que seguía cómoda con sólo un gol de desventaja. En la segunda parte Silva volvió a disfrutar de una clarísima ocasión, un mano a mano con el portero que no supo materializar, y como suele pasar España acabó pagando su falta de acierto en el remate con el empate de Ucrania, ya que en el minuto 66 Aliyev lanzó una falta que tocó en la barrera y se coló en la meta de un descolocado Ribas. Tras el empate Ucrania dispuso de varias ocasiones pero el arquero del Espanyol se mostró inexpugnable, sosteniendo con sus paradas a un equipo que tardó varios minutos en reaccionar. Gavilán malgastó el último cartucho antes del 90 pero en el tiempo extra las cosas se pusieron pronto de cara para los nuestros, ya que Soldado aprovechó un garrafal error del meta ucraniano en la salida para marcar el 2-1 cuando sólo se llevaban tres minutos. Ucrania sólo parecía capaz de crear peligro a balón parado y tras un par de avisos alcanzó el premio del gol por medio de Yatsenko, que cazó un despeje de Ribas tras un gran lanzamiento de Krawtchenko. Era el ecuador de la segunda parte de la prórroga y ya no había fuerzas para evitar los penaltis. Afortunadamente, los ucranianos parecía que tampoco tenían fuerzas para lanzarlos ya que sólo se necesitaron siete disparos para certificar el pase de España a la final (4-1). Silva, Soldado, Sergio Ramos y De la Red marcaron los 4 tantos hispanos y nos llevaron a una nueva final continental. El rival sería Turquía, que tampoco lo había tenido fácil para eliminar a una voluntariosa Suiza que sólo cedió en el tiempo extra ante el empuje otomano.
El definitivo partido se jugó el 24 de julio en Nyon, muy cerca del cuartel general de la UEFA que celebraba por entonces su 50 aniversario, razón por la que se había escogido a Suiza como país organizador. En él, España buscaba un campeonato que llevarse a la boca después de cuatro finales consecutivas perdidas (Europeo sub'17 de 2003, Mundiales sub'17 y sub'20 de 2003 y Europeo sub'17 de 2004), y Turquía quería vengarse de la derrota en el descuento encajada en la fase de grupos y sobre todo alzar un título que no conseguía desde 1992. Con un ambiente espectacular en las gradas, pobladas por un gran número de seguidores turcos y unos cuantos españoles, el partido comenzó tranquilo, con los dos equipos mirando más su portería que la contraria. Aún así, era España quien parecía llevar más peligro y Soldado, novedad en el once titular, tuvo las primeras ocasiones para los nuestros, pero sus remates defectuosos no inquietaron al meta Özcan. A partir del minuto 30 el dominio español se hizo más evidente y se sucedieron una serie de oportunidades que obligaron a lucirse al portero turco, despejando sendos remates de Víctor Casadesús y el propio Soldado. La delantera turca no se dejó ver hasta el comienzo de la segunda mitad, cuando el goleador Ali Öztürk puso en apuros a Ribas con un par de peligrosos disparos. La entrada de Gavilán por Silva le dio más profundidad al ataque español y el partido ganó en emoción, con los dos equipos buscando el gol ya sin complejos. Soldado dispuso de las oportunidades más claras para marcar pero no era la tarde del ariete del Real Madrid B, que parecía empeñado en desaprovechar los estupendos servicios de su compañero Juanfran. En el último cuarto de hora España se volcó en ataque, mostrando una gran ambición por la victoria, y Turquía sólo sobrevivía gracias al aliento de su numerosa y bulliciosa afición y al desacierto de los jugadores españoles. A cinco minutos del final, Ufarte ordenó un cambio que sería vital: dio entrada a Borja Valero, buscando algo más de creatividad en el ataque, y el madridista no desaprovechó su oportunidad. Avisó primero con un disparo que se perdió lamiendo el poste, y ya en el descuento recogió una dejada de Soldado tras un saque de banda, se acercó a la esquina del área, recortó a dos rivales por el camino y lanzó una precisa vaselina con la derecha que voló hasta la escuadra del palo contrario, dejando con la boca abierta a todos los que presenciábamos el partido. Por segunda vez en el torneo España se adelantaba a Turquía con un gol en el minuto 92, y los seguidores otomanos no se lo tomaron nada bien, llegando incluso a lanzar una botella que impactó en la cabeza del colegiado portugués Pedro Proença, y que por cierto no había tenido nada que ver en el resultado. El parón terminó por desconcentrar a Turquía, que después de que el juego se reanudara ni siquiera pudo acercarse a la portería española, y el final del partido marcó el inicio de la fiesta para unos chavales que habían demostrado ser sin discusión los mejores de Europa.

lunes, 22 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (y IV): Premios sin Premio

1-0

Tristeza. Rabia. Impotencia. Desolación. Cualquier adjetivo vale para describir la sensación que nos quedó a todos después de la final del Mundial sub'17 de Finlandia 2003. Y todos ellos juntos, y alguno más que nos dejamos, resumen el estado de ánimo de quienes disputaron aquel partido por el bando español. Varios años después, durante el Mundial sub'17 de 2007, Juan Santisteban seguía recordando esa final como el momento más amargo de su larguísima trayectoria al frente de las selecciones inferiores. "Teníamos una gran plantilla y ese día, sencillamente no pudimos meter la pelota en la portería. Recuerdo estar en el banquillo y no creer que ese equipo que reventaba la pelota era brasileño" decía el técnico sevillano en una entrevista concedida entonces a la página web de la FIFA. Y pocas crónicas podrán reflejar con mayor concreción y contundencia lo ocurrido aquella tarde del 30 de agosto de 2003 en la capital finesa. Tras un brillante Campeonato en el que España había sido capaz de marcar al menos 2 goles en los 5 partidos anteriores, nuestro casillero se fue a quedar en blanco el único día en el que no debía hacerlo.


El partido se planteaba como una lucha entre un equipo (Brasil) muy fuerte defensivamente, tremendamente ordenado y mortal en ataque, y otro (España) algo más imaginativo en el juego pero con algunas deficiencias en la parcela defensiva; en otras palabras, los brasileños jugando a la europea y los españoles a la brasileña. El mundo al revés. Los problemas para la zaga española se veían acentuados por las bajas de los dos laterales titulares, para los que no había recambios naturales. En la izquierda, Pallardó sustituyó al lesionado Raúl Llorente, y en la derecha César Arzo y Sergio Sánchez se turnaron para cubrir la ausencia del sancionado Ruz. Como contrapunto, David Silva regresaba al once tras cumplir su sanción y en su conexión con Cesc y Jurado, y en las galopadas de Sisi por la derecha, descansaban muchas de nuestras esperanzas de victoria. El partido tuvo un comienzo vibrante, sin un dominador claro y con los dos equipos bien asentados sobre el campo, hasta que en el minuto 7 una falta lejana botada por Joao sobrevoló la superpoblada área española y superó a Mandaluniz en su precipitada salida. Milagrosamente, el balón rebotó en el poste, pero el central carioca Leonardo remachó sin oposición. Como en cuatro de los cinco partidos anteriores, España se veía por detrás en el marcador, pero todos confiábamos en que también en esta ocasión se acabara remontando. Sin embargo, el tempranero gol fue un duro mazazo y durante muchos minutos el conjunto español deambuló perdido por el campo, a merced de un rival que si hubiera mostrado algo más de interés y acierto en el remate hubiera podido finiquitar el partido en los primeros veinte minutos. Mandaluniz corrigió su error en el gol con varias paradas de mérito y poco a poco España fue recobrando la fé en sus posibilidades, aunque el primer acercamiento con cierto peligro al área brasileña no llegó hasta casi la media hora. Fue necesario que Sisi y Silva intercambiaran sus bandas para empezar a ver algo del juego que había llevado a la selección hasta aquella final, aunque apenas fueron unos chispazos. El orden defensivo de la canarinha no dejaba espacios para las combinaciones entre Cesc y Jurado y sus laterales se anticipaban casi siempre a las acciones de los extremos valencianistas, que apenas recibían ayudas de los improvisados carrileros hispanos.

La segunda parte arrancó con ánimos renovados, pero rápidamente la intensidad defensiva de Brasil se encargó de desactivar el peligro español. Tras unos minutos de tanteo, tanto Brasil como España tuvieron sendas oportunidades para batir el arco rival, pero ambos guardametas respondieron con acierto a los remates de Joao y Xisco. A partir de ese momento, el encuentro sólo tuvo un dueño y una dirección. La última media hora fue un monólogo incontestable de España, que encerró a una selección brasileña insospechadamente cómoda en su papel de achicar balones ante el empuje español. Desaparecidos Ederson y Evandro, y con el pichichi Abuda fallando la única oportunidad brasileña para sentenciar el partido, las ocasiones hispanas iban cayendo casi a cada minuto, pero el balón parecía no querer entrar y ni siquiera Cesc estaba inspirado con sus mortales disparos desde fuera del área. Pese al inesperado cerrojazo de Brasil casi todos los atacantes españoles tuvieron su opción, pero sucesivamente todos fueron errando en el remate. Ni Silva, ni Jurado, ni Xisco, ni David, ni el propio Cesc fueron capaces de superar a un Bruno que se convirtió en el auténtico salvador de un equipo que, como bien diría Santisteban, parecía increíble que fuera brasileño. Ya en el tramo final, el meta carioca sacó un par de milagrosas manos a remates de César Arzo y Cesc que terminaron por confirmarnos que definitivamente aquel no era el día de España. Tras el pitido final, las caras de nuestros chavales eran todo un poema. Se había perdido una oportunidad inmejorable para conquistar un título que todavía hoy se nos sigue resistiendo, y mientras los brasileños se abrazaban sobre el césped los españoles intentaban explicarse cómo se había llegado a aquella amarga situación.

Ficha del Partido:
Final del Campeonato del Mundo Sub'17 de 2003, disputada en el Töölö Stadium (Helsinki). 10.452 espectadores.
BRASIL 1: Bruno (GK); Leo, Joao (C), Leonardo, Junior; Sandro, Ederson (-69, Juliano), Arouca, Jonathan; Evandro (-85, Felipe), Abuda (-90, Hugo)
ESPAÑA 0: Mandaluniz (GK); Pallardó, Arzo, Francis (C), Sergio Sánchez (-89, Cases); Sisi (-79, David), Markel, Cesc, Jurado, Silva (-84, Oskitz); Xisco
Goles: 1-0 Leonardo (BRA, min. 7)
Árbitro: Eric Braamhaar (NED)
Tarjetas: Xisco (ESP, min. 16), Pallardó (ESP, min. 54), Abuda (BRA, min. 58), Francis (ESP, min. 58), Cesc (ESP, min. 87)
Crónica de FIFA.com


No obstante, no todo fue negativo. Cesc Fábregas obtuvo la Bota de Oro como máximo goleador gracias a haber jugado menos minutos que el colombiano Carlos Hidalgo, ya que ambos habían marcado 5 tantos (los mismos que el portugués Manuel Curto) y repartido una asistencia, y David Silva, que ni siquiera había llegado a disputar 180 minutos en todo el Campeonato, fue nombrado Balón de Bronce, algo que por un lado evidenciaba la brillantez con la que se empleó el canario en sus escasas actuaciones y por otro volvía a reafirmar la enorme subjetividad de estos reconocimientos periodísticos. En cuanto al Balón de Oro, galardón que premia al mejor jugador del torneo, recayó también en Cesc Fábregas, que salía del campeonato reconocido por todo el mundo como la mayor promesa futbolística de su generación, algo que Wenger ya intuía desde hacía meses, claro, y que afortunadamente no tardaríamos en corroborar. Pero el catalán siempre ha sido un hombre de equipo y aquellos dorados premios no podían ocultar su dolor por haber sido derrotado: su compungido rostro y sus apagados gestos durante la entrega de trofeos reflejaban a la perfección la mezcla de sentimientos (¿tristeza, rabia, impotencia, desolación?) que invadía a unos adolescentes que seguramente hoy todavía no alcancen a comprender cómo se puede perder una final de un Mundial siendo mejores que Brasil.

domingo, 14 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (II): Niños prodigio

3-3

En la tarde del 14 de agosto de 2003, cuando las selecciones sub'17 de España y Sierra Leona saltaron al césped del estadio de Lahti, a las redacciones de los principales medios de comunicación mundiales estarían llegando multitud de crónicas y teletipos pregonando a los cuatro vientos el nombre del nuevo fenómeno del planeta fútbol, un niño aprendiz de genio que acababa de demostrar en 90 minutos que parecía dispuesto a confirmar todas las expectativas depositadas en él desde que un año antes su imagen diera la vuelta al mundo fruto de una estudiada campaña de comunicación sólo al alcance de una de las principales multinacionales de ropa deportiva. ¿El nombre de tan magna estrella? Freddy Adu. En su debut oficial en la escena internacional, ávida de contemplar las virtudes del nuevo icono de Nike, el estadounidense de raíces ghanesas y sólo 14 años de edad acababa de firmar un hat-trick en la goleada de su selección a Corea del Sur (6-1). Eclipsado por semejante acontecimiento, el partido de los nuestros comenzó según lo previsto, con el 4-5-1 de España dominando a la fuerte selección africana, y necesitando tan sólo 8 minutos para adelantarse en el marcador, gracias a una buena asistencia de Ruz que David no desaprovechó. Siete minutos después, Sisi culminaba un veloz contragolpe para hacer el segundo. Con el encuentro de cara al cuarto de hora, nada hacía presagiar lo que ocurriría a continuación, por más que supiéramos de lo traicioneras que son estas categorías, en las que un partido puede cambiar de signo a cada minuto. En apenas dos minutos el central César Arzo vio dos amarillas más que discutibles y dejó a España con un jugador menos. Era el minuto 28, y antes del 40 Sierra Leona ya había empatado gracias a dos tantos de Samuel Barlay, el primero tras una gran acción individual y el segundo aprovechando una garrafal fallo del meta Adán. Con la entrada del central Francis la defensa española volvió a armarse y se pudo llegar al descanso sin más sobresaltos, pero la segunda parte pintaba mal para nuestros chicos. En inferioridad numérica, Jurado tenía que echarse el equipo a las espaldas, pero sin su socio Silva, renqueante de su lesión de pubis, eran los africanos quienes dominaban el encuentro. Santisteban intentó cambiar el panorama dando entrada a Xisco, pero unos pocos minutos después Barlay volvía a marcar y culminaba la remontada. Sin embargo, en lugar de ser un mazazo insalvable, el gol espoleó el orgullo hispano y el partido volvió a girar. Bajo un intenso aguacero, Cases entró por Jurado y el equipo se volcó en ataque ante una Sierra Leona que se dedicaba a perder tiempo descaradamente con jugadas casi surrealistas en las que los jugadores africanos se desplomaban continuamente al suelo para detener el choque. Afortunadamente el colegiado saudí tomó buena nota y nada menos que en el sexto minuto añadido Xisco cabeceó un córner en el primer palo para establecer el empate definitivo. El resultado justo para un partido que no pasaría a la historia ni daría la vuelta al mundo como el hat-trick de Adu. Ni siquiera el triplete de Barlay pudo competir con el del talento estadounidense puesto que no fue oficialmente reconocido por la FIFA, que atribuyó el segundo tanto al defensa español Ruz, quien tocó el esférico en su intento por evitar que traspasara la línea de gol.




2-3

Tras el apurado empate ante Sierra Leona, el partido contra Corea del Sur era vital para mantener las aspiraciones de pasar a cuartos de final. Estados Unidos ya estaba clasificada tras vencer también con apuros (y gracias a otro gol de Adu) a la selección africana, por lo que una victoria de España ante los asiáticos dejaría el pase muy encarrilado. Y por si fuera poco, todos teníamos en la memoria el infausto partido del Mundial 2002, por lo que la motivación era máxima. El partido se planteaba como un constante ataque a la muralla coreana y efectivamente así fue: con Corea encerrada en su área, España intentaba una y otra vez llegar al marco rival, sin conseguirlo. Poco a poco el choque se fue haciendo más y más monótono, entrando en un peligroso ritmo lento que sólo favorecía los intereses de los jóvenes coreanos, agazapados a la espera de poder aprovechar algún despiste. Y la ocasión les llegó al filo del descanso, cuando el delantero Hyen Yang Dong, que pertenecía al Valladolid, trazó un desmarque a la espalda de la defensa española para plantarse solo ante Adán y batirle por bajo ante el estupor general. Aquello necesitaba un cambio radical, y Santisteban lo sabía. Tras el descanso dio entrada al recuperado David Silva y al imberbe Cesc Fábregas para que se encargaran de dar otro ritmo al partido. Los espectadores estábamos ansiosos por ver a ese desconocido chaval que iba a formar parte del "Universo Wenger", y lo cierto es que desde el principio mostró un dinamismo y una compenetración con Jurado que ya auguraba buenos momentos. Pero ése todavía no era su día. Era el de Silva, aunque todavía hubo que sufrir un poco más antes de que el canario comenzara su recital, porque al cuarto de hora de la segunda parte, un error de entendimiento entre Sergio Sánchez y Adán en una jugada sin peligro acabó con el cuero impulsado por el defensor espanyolista dentro de nuestra portería. Era el más difícil todavía, pero la calidad y el orgullo herido de la juventud hicieron posible el milagro de la remontada. En apenas diez minutos, del 65 al 75, Silva se convirtió en el héroe del equipo al marcar tres goles de todos los colores: un cabezazo, un disparo desde la frontal y un remate a bocajarro sellaron el hat-trick del de Arguineguín y dispararon la locura en el bando español.

Ficha Oficial del partido
Crónica de FIFA.com



0-2

Llegábamos al partido con Estados Unidos con la moral por las nubes después de las remontadas de los encuentros anteriores y con la sensación de que habíamos encontrado un sistema y unos jugadores que podían darnos muchas alegrías, pero también con el convencimiento de que había que mejorar mucho en defensa si queríamos tener opciones de pelear por algo grande. Así que como la victoria de Corea ante Sierra Leona en el partido disputado inmediatamente antes nos metía directamente en cuartos de final y el seleccionador del también clasificado combinado estadounidense parecía dispuesto a dar descanso a algunos de sus mejores jugadores, Santisteban optó por colocar sobre el campo a los chavales que mejor nivel ofensivo habían mostrado y por dar minutos al guardameta suplente, Mandaluniz. El experimento no pudo salir mejor ya que, liberados de la presión del resultado, los españoles dieron una lección de fútbol a los norteamericanos. Aunque el sistema seguía siendo el 4-5-1, la entrada de Cesc por Tébar o Javi García, y la de Silva por Oskitz le daban más posesión, profundidad y pegada al centro del campo. El trío Markel-Jurado-Cesc repartía el juego a su antojo y además se incorporaba con peligro, y así llegó el primer gol, obra de Jurado tras una buena jugada personal que culminó con un disparo raso que tropezó en un defensor y acabó entrando. El dominio español era incontestable y pudieron llegar más goles, pero justo antes del descanso a Silva se le cruzaron los cables y tras sufrir una entrada no demasiado aparatosa soltó un manotazo que impactó en la cara de su defensor. Expulsión justa, dos encuentros de sanción y otro partido plácido que empezaba a complicarse. Tras el descanso a España le costó más hacerse con el balón y el seleccionador estadounidense, viendo su oportunidad, sacó a Freddy Adu, al que había reservado por estar apercibido de sanción. Sin embargo, sólo 5 minutos después del ingreso del delantero americano, Cesc inauguró su cuenta goleadora al cazar en la frontal del área un balón suelto tras un córner y enviarlo a la escuadra. De ahí al final poco más, salvo la sensación de que Adu todavía estaba demasiado verde para enfrentarse a defensas serios y de que sin duda en aquel torneo había otros jugadores mejores que aquel niño prodigio que nos querían vender.


miércoles, 10 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (I): Viaje al País del Sol de Medianoche

El Mundial sub'17 de Finlandia 2003 está íntimamente ligado a un nombre: el de Cesc Fábregas, y es imposible empezar a recordar aquel torneo sin citarlo casi instintivamente. Cuando repasábamos la trayectoria de algunos de los jugadores que estuvieron presentes en el Mundial sub'20 de 1999 en Nigeria comentábamos esa especie de maldición que impide brillar al máximo nivel, cuando dan el salto al fútbol profesional, a muchos de los que en estos campeonatos logran distinciones individuales. Por eso, casos como los del cerebro del Arsenal, ganador del Balón de Oro y de la Bota de Oro de aquel torneo, destacan mucho más, porque pocas veces una aparición tan fulgurante se ve refrendada de manera tan veloz en el fútbol adulto. La historia de Cesc es sinónimo de precocidad desde que comenzara a dar sus primeras patadas a un balón en su Arenys natal y hasta prácticamente la actualidad, porque con 22 años recién cumplidos Fábregas tiene un currículum envidiable en el que quizá sólo se eche en falta algún título más con su club. Pero si algo le sobra para conseguirlo es tiempo. Y talento, evidentemente. Un talento comparable al que demostró poseer Arsène Wenger para hacerse con los servicios de este chaval de 16 años antes de que explotara en el verano finés, en una cita que parecía destinada a nombres como los del brasileño Ederson, el portugués Vierinha o el "niño prodigio" estadounidense Freddy Adu. Y es que, pese a que empezaba a despuntar en las categorías inferiores del Barça, apareciendo ya con el Juvenil de División de Honor, para el gran público Fábregas era uno más de los desconocidos jugadores que inundaban la lista de Juan Santisteban. Y además, uno de los benjamines del grupo. En realidad, antes del campeonato sólo reconocíamos, y no demasiado, a Jurado, Silva, David Rodríguez y Xisco, que habían brillado en el Europeo de mayo. Pero para cuando acabó el mes de agosto muchos más habían despertado nuestra curiosidad y se habían ganado nuestra atención.

El torneo se disputó entre el 13 y el 30 de agosto de 2003 en las ciudades de Helsinki, Tampere, Turku y Lahti (donde España disputó los 3 encuentros de la primera fase). Como novedad, la FIFA decidió incluir por primera vez en un campeonato organizado por ella un campo de césped artificial, el del estadio Töölö de la capital finesa (en la imagen), donde se disputaron nada menos que 10 partidos, entre ellos todos del grupo A, en el que estaba incluído el anfitrión, y la final. El resultado fue satisfactorio y desde ese momento se permitió la celebración de encuentros internacionales en superficies sintéticas. A la cita escandinava acudieron 16 selecciones, repartidas en 4 grupos de la siguiente manera:

GRUPO A
Finlandia
China
México
Colombia

GRUPO B
Argentina
Australia
Costa Rica
Nigeria

GRUPO C
Portugal
Yemen
Camerún
Brasil

GRUPO D
España
República de Corea
Estados Unidos
Sierra Leona

España debutaría frente a Sierra Leona para jugar después contra los surcoreanos y cerrar esta primera fase con Estados Unidos. En su lista, Santisteban confió mayoritariamente en el bloque que se había proclamado Subcampeón de Europa unos meses antes, llegando a incluir a un David Silva que se recuperaba a marchas forzadas de una lesión de pubis (el canario había decidido no operarse antes para no perderse el Campeonato, aunque no llegó a tiempo para el primer partido). Así, la relación de jugadores inscritos fue la siguiente:

Núm. - Nombre - Fecha de nacimiento - Posición - Club
------------------------------------------------------------------------------------------------
1.- Antonio ADÁN Garrido - 13/05/1987 - PO - Real Madrid C.F.
2.- Manuel RUZ Baños - 05/04/1986 - DF - Valencia C.F.
3.- RAUL LLORENTE Raposo - 02/04/1986 - DF - Atlético de Madrid
4.- FRANCIS J. Borrego Campos - 06/06/1986 - DF - F.C. Barcelona
5.- SERGIO SÁNCHEZ Ortega - 03/04/1986 - DF - R.C.D. Espanyol
6.- Marcos TÉBAR Ramiro - 07/02/1986 - MC - Real Madrid C.F.
7.- SISI González Martínez - 22/04/1986 - MC - Valencia C.F.
8.- MARKEL Bergara Larrañaga - 05/05/1986 - MC - Real Sociedad
9.- DAVID Rodríguez Sánchez - 14/02/1986 - DL - Atlético de Madrid
10.- David Jiménez SILVA - 08/01/1986 - MC - Valencia C.F.
11.- Jose Manuel JURADO Marín - 29/06/1986 - MC - Real Madrid C.F.
12.- Miguel PALLARDÓ González - 05/09/1986 - MC - Valencia C.F.
13.- IVÁN GARCÍA González - 14/01/1986 - PO - Real Avilés C.F.
14.- CÉSAR ARZO Amporta - 21/01/1986 - DF - Villarreal C.F.
15.- JAVI GARCÍA Fernández - 08/02/1987 - DL - Real Madrid C.F.
16.- XISCO Nadal Martorell - 27/06/1986 - DL - Villarreal C.F.
17.- Cesc FÁBREGAS Soler - 04/05/1987 - MC - Arsenal F.C.
18.- OSKITZ Estefanía Gil - 12/10/1986 - DL - Real Sociedad
19.- Jose María CASES Hernández - 23/11/1986 - DL - Villarreal C.F.
20.- Javier MANDALUNIZ Rentería - 15/01/1987 - PO - Athletic Club

Aunque el bloque estaba hecho, los equipos inferiores no son compartimentos estancos y el sabio técnico sevillano aprovechó la ocasión para llamar también a varios jugadores un año más jóvenes y que le habían impresionado en las primeras concentraciones de la nueva sub'17 que comenzaría a competir al curso siguiente. Entre ellos estaba, obviamente, Cesc Fábregas, el último diamante en bruto adquirido por el orfebre Wenger para ser pulido en su academia londinense. Pero cuando por fin se puso a sus órdenes, el alsaciano comprobaría que su labor se limitaría a unos pocos retoques, porque en el País del Sol de Medianoche aquella joya ya se había mostrado al Mundo en casi todo su esplendor.

domingo, 7 de junio de 2009

2003, Europeo sub'17: Plata premonitoria

Aunque no se logró ningún título, el 2003 ha pasado a la historia de las selecciones inferiores como uno de los mejores años que se recuerdan. Y es que a veces, y más a estas edades, ganar es algo accesorio, porque lo que importa, y lo que queda en la retina de los aficionados, es el esfuerzo, las ganas y la ilusión que nos transmitieron nuestros chavales a lo largo de las distintas competiciones en las que participaron. Porque después de muchos partidos impecables y de haber sorteado también muchas dificultades, sólo la mala suerte y los pequeños detalles evitaron que 2003 viera a nuestros equipos coronarse nada menos que en un Europeo y dos Mundiales. En las próximas entradas repasaremos este mágico año por estricto orden cronológico, obviando (eso sí) el borrón que supuso para la selección sub'19 de los Moyá, Alexis Ruano, Melli o Javi Fuego su no clasificación para el Europeo de la categoría al quedar eliminados en la fase previa, disputada a finales de marzo, tras perder contra Polonia y no pasar del empate ante Francia. Apenas un mes antes de esa decepción se había producido un hecho que cambiaría el curso normal de los acontecimientos. Ante la inminente intervención militar de Estados Unidos y sus aliados en Irak, el 6 de marzo la FIFA decidió aplazar sine die el Mundial sub'20 que debía comenzar en Emiratos Árabes Unidos el día 25 de ese mismo mes, alegando motivos de seguridad. Y es que la cercanía del país organizador al foco del conflicto (unos 1.500 km) y la presencia en el torneo de los combinados de EE.UU., Inglaterra, España y Australia, los países más beligerantes con el régimen irakí, así lo aconsejaban. El Campeonato quedó por tanto pospuesto y los jugadores, la mayoría de los cuales ya estaban concentrados con sus respectivas selecciones, volvieron a la disciplina de sus clubes. Algunos perdieron la oportunidad de acudir a una cita mundialista, otros se vieron favorecidos por ese retraso imprevisto, y la mayoría simplemente retrasaron su aparición en la primera plana. En cualquier caso, el aplazamiento fue un daño colateral más de aquella infausta guerra.
De modo que después de comentar ese inesperado giro que alteró el calendario fijado para las competiciones futbolísticas internacionales de base, comenzaremos el repaso a este memorable año situándonos en el día 7 de mayo, más concretamente en la localidad portuguesa de Vila Real, al norte del país vecino. Allí se produce el debut de la Selección sub'17 en el Europeo de la categoría, al que había accedido tras derrotar a Francia en el decisivo encuentro de la fase previa disputado en Alcoy. El primer rival era otro clásico del fútbol continental, Italia, que apenas pudo oponer resistencia a los de Santisteban. Liderados por dos pequeños genios como David Silva y Jose Manuel Jurado, España vence sin dificultad por 2-0. Curiosamente, en aquel partido disputado en Vila Real, los goles fueron obra de los delanteros Jose María Cases y Xisco Nadal, ambos pertenecientes al Villarreal. El segundo encuentro se disputó en Chaves, muy cerca de la frontera con Galicia, y fue otra exhibición de los nuestros. Israel no fue rival y aunque el primer gol no llegó hasta el minuto 33, obra de Silva, en ningún momento hubo dudas sobre quién se llevaría los puntos. Antes del descanso el delantero del Atlético David Rodríguez (en la imagen) hizo el segundo y al poco de comenzar la segunda parte Cases cerró la cuenta. El resultado clasificaba a España para semifinales, aunque la primera plaza del grupo se pondría en juego en el último partido ante Inglaterra. El empate nos servía pero Santisteban no quería sorpresas y al descanso se llegó con una clara ventaja de dos goles, merced a los tantos de Xisco y Jurado. Sin embargo, los ingleses reaccionaron en la segunda parte y lograron la igualada en poco más de diez minutos por medio de Steven Taylor (central del Newcastle) y James Milner, que junto con Aaron Lennon se encargó de poner en apuros a la defensa española durante el resto del encuentro. Pero no hubo más goles y por tanto se consiguió el pase a semifinales como líderes de grupo.
Ese choque contra Austria era vital, puesto que no sólo estaba en juego el pase a la final sino que también decidiría cuál de los dos equipos viajaría en agosto al Mundial sub'17 de Finlandia, ya que los únicos países europeos que aompañarían a los anfitriones en aquel Campeonato serían los dos finalistas del torneo continental. España salió dispuesta a demostrar quién se merecía tan suculento premio y no tardó ni 5 minutos en refrendar su superioridad gracias a un gol de David Rodríguez. El colchonero iniciaba así una tarde para el recuerdo, y es que para cuando se llegó al descanso ya había conseguido un hat-trick que, junto al tercer gol de Cases en el torneo, dejaba el encuentro más que sentenciado. En la segunda parte los nuestros se limitaron a dejar pasar el tiempo y aunque Austria inquietó con un par de goles, David se encargó de cerrar su exhibición con un quinto gol, el cuarto de su cuenta. Con el billete a Finlandia en el bolsillo, la final ante los anfitriones (que se habían deshecho de los ingleses en la tanda de penaltis) se presentaba como una reedición del clásico duelo ibérico por la hegemonía en categorías inferiores. ¿Sería capaz España de levantar su séptimo título o por contra sería Portugal quien redujera la diferencia consiguiendo su quinto entorchado? La respuesta se conocería el 17 de mayo en Viseu.
Aquella era la tercera final en la que nos veíamos las caras con Portugal, y el balance era de 1-1. Ante su público, los lusos no querían perder la oportunidad de desequilibrar la estadística y salieron a por todas, encerrando a una España que por primera vez en todo el torneo parecía sin ideas. Guiados por el hábil Vierinha, los portugueses controlaron la primera parte de principio a fin y se adelantaron por medio de Marcio Sousa, que con una volea acertó a batir a Adán en el minuto 22. El guardameta madridista tuvo que emplearse a fondo para evitar que al descanso se llegara con un marcador más amplio, ya que la defensa española parecía no estar en la final. Santisteban debió de apretar las clavijas en el vestuario porque la segunda parte se inició con una España desatada que sólo tardó un minuto en crear sus primeras oprtunidades. Cases marró la primera, pero el pichichi David no perdonó la suya y puso el empate con un testarazo impecable. El partido entró en otra dinámica más acorde con lo esperado, un choque de poder a poder entre las dos mejores selecciones del continente, pero fue un breve espejismo. Apenas cinco minutos después de la igualada, nuevamente Sousa firmó un auténtico golazo, esta vez de falta, para poner otra vez por delante a los lusos. España lo intentó pero apenas pudo crear un par de ocasiones en la media hora que faltaba para el final, e incluso Portugal pudo ampliar la cuenta. El partido murió con el público enfervorecido por el justo triunfo sus chavales, mientras para los nuestros quedaba el consuelo de ver a David erigido en Máximo Goleador del torneo y de saberse clasificados para la cita mundialista a celebrar durante el tibio verano escandinavo. Una nueva oportunidad para brillar.