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jueves, 23 de diciembre de 2010

Crónicas de 2010: La hora de Iker

Comentaba el otro día que menos mal que no me gano la vida como vidente; sin embargo, he de decir que después del partido de cuartos de final contra Paraguay me planteé seriamente montar una consulta adivinatoria. Porque en la previa no se me ocurrió otra cosa que insistir en el don de Iker Casillas para aparecer en los momentos decisivos, y no hará falta recordar lo que pasó aquella noche en el Ellis Park.

“No canta, no baila, pero por favor, no se la pierdan”. Es la crítica que un periódico (qué más da cuál), hacía del espectáculo que Lola Flores presentaba en los setenta en Nueva York (o tal vez Buenos Aires, ¡qué más da dónde!). Y algo así podríamos decir hoy de Iker Casillas. A sus veintinueve años recién cumplidos el guardameta mostoleño no bloca, no va bien por alto, pero vive Dios que este chico tiene algo. Porque puede que ya no sea el mejor portero del mundo (si alguna vez lo fue), que su estado de forma actual suscite opiniones encontradas y que hasta su vida privada dé para largas horas de debate, pero lo que está fuera de toda duda es que Iker Casillas tiene un don: el de aparecer siempre en los momentos decisivos. Como en aquella final de un Europeo sub’16 cuando con sólo 15 años atajó el penalti decisivo que nos dio el título. Como en esa apretada final de Champions League que decidió con 3 paradas antológicas después de entrar en frío a falta de 10 minutos. Como esa noche en Viena ante el ogro italiano que siempre convertía nuestros sueños en amargas pesadillas. O como todas esas veces que ha salvado a su equipo de un gol cantado. O, por supuesto, como aquella noche en Kaduna, Nigeria, cuando Iker hizo su verdadera presentación ante el mundo, aunque el mundo casi se lo perdiera por culpa de los elementos, pues una tormenta y las deficientes infraestructuras nigerianas interrumpieron la señal televisiva durante varias fases del partido. Hablamos otra vez del Mundial sub’20 de 1999, nuestro único Mundial hasta ahora, al que Iker llegaba a punto de cumplir los 18 y saltándose como de costumbre varios escalones. Aquella noche, en una decisión sorprendente, en el partido de cuartos de final ante Ghana, Iñaki Sáez le dio la alternativa al segundo portero de la selección. Luego se revelaría como poco menos que la acción de un visionario, pero cuando los dos equipos saltaron al césped debemos reconocer que aquel portero con más cara de niño aún que sus compañeros (y ya no digamos que sus contrincantes ghaneses), más bien bajito y en camiseta de manga corta no despertaba muchas confianzas entre los aficionados, pese a su buena actuación ante Honduras en la primera fase y al buen currículum que ya atesoraba el canterano del Real Madrid. Porque después de todo, Casillas era el guardameta suplente de aquella selección.


Es posible que muchos de quienes no seguisteis atentamente aquel campeonato creáis, porque lo hayáis escuchado o leído varias veces, aquello de que ganamos el Mundial con Iker y Aranzubia repartiéndose los partidos, como si Sáez no tuviera claro quién era mejor de los dos o como si esto fuera un torneo de alevines en el que todos deben jugar lo mismo. Y no es así, y habría que preguntarse por qué cierta prensa se empeña en perpetuar ese engaño, si es sólo descuido o hay algo más, y aquí podría empezar a hablar de mis temores acerca de que la inevitable decadencia de Casillas acabe siendo aún más polémica y dañina que la vivida durante el declive de Raúl, pero creo que hoy no toca. El caso es que no, que en Nigeria los roles estaban muy claros, que Aranzubia era el titular y Casillas el suplente. Por eso jugó ante Honduras en la última jornada de la fase de grupos, en un equipo repleto de “menos habituales”, cuando tras ganar a Brasil y empatar con Zambia ya estábamos clasificados y sólo nos jugábamos ser primeros de grupo contra una selección ya eliminada. Aranzubia, que había jugado los dos primeros partidos, volvería al once en los octavos de final y también jugaría las semifinales y la final, cuajando siempre buenas actuaciones, pero en cuartos de final Iñaki Sáez, como ha confesado alguna vez, simplemente buscó otra cosa.


Buscó lo que se suele buscar con cualquier cambio en cualquier otra posición, una manera de plantear el partido que permita tener más opciones de victoria, la presencia de un jugador distinto que pueda desequilibrar el duelo. Ante Ghana, una selección superior en el plano físico y, hasta ese día, clara favorita al título, el técnico español creyó que nuestra defensa podría verse superada con más facilidad de la habitual, y en lugar de reforzar esa línea apostó por no variar su exitoso esquema y dar entrada a un cancerbero de más reflejos y mayor habilidad en el mano a mano. Seguramente también pesó en la decisión la exhibición que Iker había dado dos años antes ante el mismo rival en las semifinales del Mundial sub’17 de Egipto, y que (pese a la derrota) en buena medida le valió para llevarse el premio al mejor portero del torneo. Puede ser, tal vez, aunque no lo creo, que el cambio también tuviera algo que ver con el amago de motín que varios jugadores, cuyos nombres nunca salieron a la luz, protagonizaron el día antes del partido al ver las desastrosas condiciones del hotel en el que debían alojarse (camas pequeñas y para compartir, suciedad, insectos varios y algún que otro tiroteo demasiado cercano, entre otras incomodidades), y que se resolvió gracias a las dotes de liderazgo del capitán Orbaiz y al convencimiento general de que si superaban aquello el Mundial no se escaparía. Fuera por lo que fuera, el cambio no pudo salir mejor. Iker, el benjamín del equipo, resolvió bien el mucho trabajo que tuvo aquella noche y sólo encajó un gol de rebote, en el descuento, cuando ya nos veíamos en semifinales. En la prórroga volvió a tener un par de intervenciones salvadoras, y finalmente acabó parando el penalti decisivo que nos dio el pase a la penúltima ronda. Ese día seguramente creció un par de centímetros. No tardaríamos en descubrir que había nacido un gigante.


Y es que no hay mucho más que decir que no se sepa de uno de los jugadores más reconocidos del panorama mundial. Su debut en Primera División se produjo en la temporada 1999-2000, aprovechando la lesión de Bodo Illgner y las malas actuaciones del argentino Albano Bizzarri, y desde ese momento sólo César Sánchez fue capaz de apartarle de la portería del Real Madrid durante unos meses, hasta que su aparición estelar en la final de la Champions League de la temporada 2001-2002 (saltando al campo por la lesión del extremeño) despejó todas las dudas que pudiera haber entonces en la mente de Vicente Del Bosque. Las lágrimas que derramó en Hampden Park pasaron a la historia del madridismo junto al voleón de Zidane, y fueron la prueba de que Iker se había hecho definitivamente mayor. Durante un par de temporadas, el Madrid de los Zidanes y Pavones fue en realidad el de Casillas y Ronaldo, pues eran las letales actuaciones de ambos en cada área las que permitían al equipo aferrarse a unas competiciones que al final solían escaparse por la inconsistencia del resto de líneas. Su carrera ha sido meteórica y ha estado marcada, además de por sus extraordinarias condiciones, por la fortuna de los elegidos: siempre ha estado en el momento preciso en el lugar adecuado. A los 16 años saltó a la primera plana cuando el club lo arrastró literalmente del instituto al aeropuerto para que acudiera como suplente a un partido de Champions en Noruega por las lesiones de Illgner y Contreras y la no inscripción en el torneo continental del titular del Castilla; en 1999 debutó en liga por las circunstancias ya comentadas, enlazando el triunfo en la Copa de Europa con el debut en la absoluta y su presencia como tercer portero en la Eurocopa de 2000; y en 2002, después de su inesperada y exitosa actuación en la final de Glasgow, se encontró con la titularidad de la selección en el Mundial de Corea por el extraño accidente sufrido por Santiago Cañizares en la habitación del hotel de concentración. Y desde luego Casillas nunca ha desaprovechado esas oportunidades que le ha presentado el destino.

Su imagen es la de un chico humilde y sencillo, sincero en sus declaraciones, con cara de niño bueno y educado, comprometido con los más necesitados, guapo sin presumir. El yerno perfecto, el capitán ideal para un equipo con el que comparte muchos de esos rasgos. La prensa le mima y él se deja querer (y a esta frase podéis darle todos los sentidos que queráis), y quizá un poco por todo ello a todos nos cuesta criticarle abiertamente. Porque últimamente ese ángel que lo acompañó durante años parece haberle abandonado, porque empezamos a sospechar que no ha evolucionado lo suficiente desde que irrumpió en la élite hace ya diez temporadas, porque se le ve nervioso, demasiado tenso, con ese miedo a fallar que es el principal desencadenante de los errores en los porteros, pero en el fondo todos confiamos en que en el momento cumbre acabará sacando todo su genio para comerse el mundo, como hacía la Faraona.


Claro que su propia historia nos demuestra que, a veces, el suplente puede ser la mejor opción, incluso en la portería. El otro día Paraguay ensayó los balones colgados en ataque. Qué bien se vive cuando uno no es quien debe tomar las decisiones."

martes, 4 de mayo de 2010

1997, Europeo sub'16: Érase una vez en Egipto II (la precuela)

En su día hablamos de la selección sub'17 que en 1997 alcanzó brillantemente en Egipto la tercera plaza en el Mundial de la categoría, pero se nos había quedado en el tintero el primer paso de aquella camada, el Campeonato de Europa que sirvió para reservar plaza en el viaje a la tierra de los Faraones y, de paso, para llevar un nuevo título continental a las vitrinas de la Federación. Y si la crónica de ese Mundial sirvió para iniciar los artículos dedicados a los torneos anteriores al sub'20 de Nigeria, parece más que adecuado que retomemos esos relatos precisamente con el Europeo que precedió a la cita egipcia. Así que hoy es el momento de recordar aquel torneo, celebrado en varias localidades del centro de Alemania, en el que la selección española se alzó con el triunfo y recuperó así una hegemonía en la categoría que Portugal, con dos títulos consecutivos, había puesto en entredicho. De entrada, el combinado de Santisteban tuvo que vérselas con Inglaterra y la República Checa en un triangular en tierras británicas en el que estaba en juego la clasificación para la fase final. En el debut España se sobrepuso a los nervios, al ambiente hostil y a un tempranero gol inglés para acabar infligiendo un duro correctivo a la selección anfitriona, un 1-5 que sirvió como inmejorable carta de presentación ante el mundo. Un empate a uno ante los checos valió para asegurarse el pase, y a finales de abril el equipo se plantó en Alemania dispuesto a todo, aún siendo consciente de la dificultad que entrañaba ganar un campeonato que en aquellos años se disputaba a 16 selecciones.

Encuadrada en el grupo C, junto a Ucrania, Polonia y Austria, España sufrió una especie de déjà-vu en el partido inaugural ante los ucranianos. A los ocho minutos, un gol en contra y la expulsión del central Zuhaitz Gurrutxaga parecían trasladar al equipo al complicado partido en Inglaterra. Y en realidad algo así debió de suceder, porque la reacción hispana se concretó también esta vez en una inesperada goleada por 6-1 gracias a los goles de Miguel Mateos (dos), David Rodríguez-Fraile, Camacho, Corona y Antonio Cuartero, delantero por entonces de la cantera del Real Madrid, capitán de aquella generación y que se perdería la cita mundialista de Egipto por una inoportuna lesión. Con la moral por las nubes tras la remontada del primer día, España derrotó a Polonia por 2-1, con doblete de Juanjo Camacho, y selló su inmaculado pase a los cuartos de final con otra victoria, esta vez por 2-0, ante Austria, con goles de Nelo y David. El núcleo del equipo era prácticamente el mismo que jugaría el Mundial cuatro meses después, siendo las variaciones más significativas las del citado Cuartero y el central del Valladolid Javier Baraja, que tampoco pudo estar a orillas del Nilo (Sousa, Xavi o Sergio Santamaría serían algunos de los recambios), y ya entonces se veía que había mimbres para construir una gran escuadra.

Pero había que ir paso a paso, y el siguiente obstáculo iba a ser Eslovaquia, una selección que se plantaba en cuartos de final aprovechándose tal vez de la debilidad de un grupo que compartía con Turquía, Eslovenia e Islandia, pero que desde luego iba a vender cara su derrota. De hecho los eslovacos se adelantaron en el marcador al cuarto de hora, y España tuvo que remontar una vez más. Mateos igualó antes del descanso y en la segunda parte dos goles casi seguidos de Camacho pusieron las cosas en su sitio. En semifinales esperaba Alemania, el equipo anfitrión, que llegaba como favorito tras pasearse ante sus rivales, con nueve goles a favor y sólo uno encajado en los cuatro primeros partidos. Era una auténtica final anticipada y así se plasmó sobre el terreno de juego, con dos equipos luchando fieles a su estilo y que nunca dieron facilidades al rival. España tomó el mando del balón y logró romper el choque en el tramo final, gracias a sendos goles de Cuartero y David Rodríguez-Fraile. El postrero tanto alemán sólo sirvió para poner la pizca de emoción que necesita todo gran partido, y los chicos de Santisteban pudieron celebrar el pase a la final y la clasificación directa para el Mundial sub'17.

Hay una teoría en este tipo de campeonatos (y no sólo en el fútbol) que hace que los entrenadores suelan recelar cuando les toca enfrentarse por segunda vez a un rival al que ya vencieron en una fase anterior. Se dice que entran en juego la relajación de unos y las ganas de revancha de los otros, y que no es nada infrecuente que la víctima acabe convirtiéndose en verdugo. La realidad es que hay ejemplos para todos los gustos, unos que reafirman dicha teoría y otros que la desmontan, pero imagino que a Juan Santisteban no le haría mucha gracia tener que jugarse el título ante Austria, que había logrado el pase en una agónica tanda de penaltis ante Suiza. Tras haber derrotado a Alemania en semifinales y haber vencido claramente a los austriacos en la fase de grupos, la selección española tenía que asumir el papel de favorita indiscutible y eso, a estas edades, puede que pesara en las piernas y en la cabeza de nuestros chavales cuando saltaron al estadio de la pintoresca localidad germana de Celle. El partido discurrió con dominio español, aunque inmerso en una batalla física que favorecía a los centroeuropeos. Las ocasiones llegaban con cuentagotas pero ni el pichichi Camacho ni la pareja de arietes madridistas ni su compañero Corona fueron capaces de batir la meta rival, y por momentos parecía que la maldita teoría iba a sumar aquel 10 de  mayo un nuevo punto a su favor. Con empate a cero se llegó al final del tiempo reglamentario y de la prórroga, y hubo que recurrir a los lanzamientos desde los once metros para dilucidar quién levantaría el trofeo continental. Pero ahí emergió la figura del benjamín del equipo, el guardameta Iker Casillas, que detuvo el quinto y último penalti de una tanda hasta entonces sin fallo para tirar por tierra esos malos augurios y comenzar a inscribir su nombre en la mente de los aficionados. Era el cuarto entorchado en categoría sub'16 para España, y el primer título de una larga lista para el chaval de Móstoles. Él acabó llegando a lo más alto; la mayoría de sus compañeros, como ya les advertía Julio César Iglesias en El País el día después de la final (y como desgraciadamente comprobamos en aquella entrada sobre el Mundial que disputaron), terminó viendo cómo eran otros los que jugaban los partidos del siglo de cada semana. El orgullo de ganar un Europeo, eso sí, jamás se lo quitará nadie.

martes, 13 de octubre de 2009

1997, Mundial sub'17: Érase una vez en Egipto

Mientras el Mundial sub'20, ya sin España, entra en su fase decisiva, y a sólo un par de semanas del arranque del Mundial sub'17 en Nigeria, última oportunidad para nuestras selecciones y sus responsables de enderezar el nefasto año que se acerca a su fin, este parece un buen momento para evocar un campeonato que, cosas de la vida, nos sirve para enlazar ambos torneos. Porque si al menos hasta este año la selección española guardaba un grato recuerdo de la tierra de los Faraones era en buena medida gracias al Mundial sub'17 de 1997, que nos dejó muchos detalles para la historia de nuestras categorías inferiores. Con este campeonato iniciamos además el repaso a otros torneos disputados anteriormente al Mundial sub'20 de Nigeria y que por tanto no habían tenido cabida en entradas precedentes, enfocadas a dibujar el camino seguido por nuestro fútbol base desde aquel éxito hasta la consecución de la pasada Eurocopa. Ya adelanto, poniéndome la venda antes que la herida, que no será fácil obtener tantos detalles de esos torneos como de los más recientes, y que también por eso la periodicidad de este tipo de entradas será más espaciada en el tiempo, pero espero poder dar una imagen lo más amplia posible de aquellas citas que ya pocos recuerdan.

Pongámonos en situación. Es el 2 de septiembre de 1997. Mientras medio mundo llora la muerte de Diana de Gales y Joao Havelange apura sus días al frente de la FIFA, la selección española sub'17 que dirige Juan Santisteban llega a Ismailia dispuesta a todo. Lo hace como campeona de Europa de la categoría tras haber derrotado en la final a Austria en la tanda de penaltis y con una notable actuación del benjamín del equipo, el guardameta Iker Casillas, pero la diferente normativa de edad hace que el cuadro español no sea el mismo que se proclamó campeón en Austria (hay hasta 6 jugadores nuevos por ese motivo). Aunque de puertas hacia afuera para el técnico sevillano el objetivo es resarcirse en Egipto de la mala imagen dejada en el anterior Mundial de la categoría (Ecuador 1995, donde no se superó la fase de grupos), sin duda también quiere lograr un título que ya acarició en Italia 1991, cuando Ghana nos superó por 1-0 en la final. El equipo seleccionado definitivamente por Santisteban es este:

Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
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1.- Iker CASILLAS Fernández - 20/05/1981 - AR - Real Madrid C.F.
2.- SERGIO SANTAMARÍA González - 16/07/1980 - DL - F.C. Barcelona
3.- Zuhaitz GURRUTXAGA Loiola - 23/11/1980 - DF - Real Sociedad
4.- ANDER Aranzeta Lucena - 27/08/1980 - DF - Real Sociedad
5.- Juan José CAMACHO Barnola - 02/08/1980 - MC - Real Zaragoza
6.- Miguel Ángel García CORONA - 12/02/1981 - MC - Real Madrid C.F.
7.- IVÁN LÓPEZ Aguado - 03/12/1980 - DL - Valencia C.F.
8.- Fco. David SOUSA Franquelo - 03/02/1980 - MC - Real Madrid C.F.
9.- Manuel Guillén Martínez "NELO" - 20/02/1981 - MC -Valencia C.F.
10.- DAVID Rodríguez-Fraile Huete - 24/10/1980 - DL - Real Madrid C.F.
11.- Miguel MATEOS Rego - 17/10/1980 - MC - Real Madrid C.F.
12.- Juan BLAS Muriel - 10/09/1980 - DF - U.E. Lleida
13.- DANI ROIZ Múgica - 24/06/1980 - AR - Racing de Santander
14.- IVÁN SÁNCHEZ Zurita - 07/08/1980 - DF - Real Zaragoza
15.- IVÁN ROYO Lahuerta - 05/08/1980 - DL - Real Zaragoza
16.- CÉSAR González NAVAS - 14/02/1980 - DF - Real Madrid C.F.
17.- XAVI Hernández Creus - 25/01/1980 - MC - F.C. Barcelona
18.- Francisco GALLARDO León - 13/01/1980 - MC - Sevilla F.C.

Seguro que ya habréis reconocido a más de uno, ¿verdad?. Aparte de los Iker Casillas o Xavi Hernández, los únicos de este grupo que terminarían ganando el Mundial sub'20 de un par de años más tarde, hay otro puñado de jugadores que han acabado haciendo carrera en el complicado mundo del fútbol, algunos con más fortuna que otros, eso sí. Tras salir de la cantera madridista, David Sousa, César Navas o Corona han sido habituales en varias plantillas de Primera División durante los últimos años (Navas incluso se ha ganado un buen contrato en el actual campeón de la económicamente potente liga rusa, el Rubin Kazan); Paco Gallardo vivió sus mejores momentos en el Sevilla de Joaquín Caparrós, aquel conjunto aguerrido y descarado que precedió al equipo campeón que hoy todavía disfrutan en Nervión; y Sergio Santamaría tuvo un efímero paso por el primer equipo blaugrana en la era Van Gaal antes de perderse para siempre en un rosario de cesiones y oportunidades malgastadas. El resto no llegó a despuntar al más alto nivel e incluso alguno se vio obligado a retirarse prematuramente, también con distinta fortuna. Pero habrá tiempo para esas otras historias.

De momento volvamos al torneo en sí. Junto a selecciones clásicas como Brasil, Argentina, Ghana o Alemania nos encontramos países como Omán o Tailandia, a los que hoy sorprende ver pero que por aquel entonces eran habituales en estas citas. En la fase de grupos España debe enfrentarse a las selecciones de México, Mali y Nueva Zelanda. Santisteban apuesta por un sistema hoy prácticamente descatalogado de todos los manuales tácticos, un 3-5-2 formado habitualmente por Casillas en portería, César Navas como hombre libre, Blas y Ander como marcadores, Sousa e Iván Sánchez como carrileros, Camacho y Corona en el centro de la cancha, Xavi de enganche y arriba una dupla formada por Sergio Santamaría y David Rodríguez-Fraile (en la imagen), una pareja que está a punto de escribir una de las páginas más asombrosas de la historia de nuestras selecciones inferiores. El debut ante México parece quedar visto para sentencia en la primera parte, pues al descanso se llega con clara ventaja hispana en el juego y en el marcador gracias a los goles de David y Miguel Mateos, mediocentro creativo que fue de la partida en este primer choque. Pero en la segunda parte dos goles aztecas en un aciago minuto premian el mayor atrevimiento mexicano; afortunadamente, David, el jugador más destacado del encuentro, fuerza y transforma un penalti a cinco minutos del final para darnos los tres primeros puntos. Contra Mali está en juego el pase a cuartos de final (recordemos que hasta 2007 el Mundial sub'17 lo disputan sólo 16 equipos), y es nuevamente David el encargado de sacarnos las castañas del fuego en los últimos instantes, al aprovechar un gran pase de Xavi. Los africanos, entre los que se encuentran ya Seydou Keita y Mahamadou Diarra, dominan completamente el partido gracias a su superioridad física pero se van de vacío ante una España más ordenada y con mayor calidad individual. El partido contra Nueva Zelanda, que ya ha sido ampliamente goleada por mexicanos y malíes, se presta para dar minutos a los menos habituales, y eso hace Santisteban. Lo que nadie espera aquel 11 de septiembre es que estos chavales logren la que todavía hoy es la mayor goleada en la historia de los campeonatos mundiales juveniles. Cuatro nuevos tantos de David, dos goles de Iván Sánchez, dos más de Mateos y uno por barba para Sergio, Iván Royo, Ander, Corona e Iván López completan el sonrojante resultado de 13-0 que coloca a España a la cabeza en las apuestas para el título.

Pero el camino no va a ser fácil, y se inicia nada menos que ante el anfitrión, Egipto. Una auténtica prueba de fuego para nuestros chavales que sin embargo saben manejarse a la perfección en un ambiente hostil y dominan el encuentro casi por completo, con una figura emergiendo destacada sobre el resto: Sergio Santamaría (en la imagen). El malagueño ya había mostrado su calidad en la primera fase pero la explosión goleadora de David le había restado protagonismo; sin embargo, en las eliminatorias su juego va a ir a más y acabará siendo nuestro jugador más desequilibrante. Él abre el marcador ante los egipcios poco antes de la media hora, aunque los anfitriones reaccionan rápido y empatan en menos de cinco minutos. Pero España sigue mandando y ya en la segunda parte Juanjo Camacho consigue deshacer la igualada, marcando un gol que vale unas semifinales. Allí espera Ghana, una selección temible que busca revalidar el título conseguido dos años antes. Técnica y sobre todo físicamente superiores, los africanos encierran a una España que sobrevive agarrada a las intervenciones milagrosas de Casillas. En una jugada de estrategia Sousa marca y nos hace creer en lo imposible, pero en la segunda parte Ghana nos devuelve a la realidad con dos goles y otro amplio abanico de oportunidades que sirven para dejar a los africanos en la final y para que Casillas sea nombrado mejor jugador del partido. España cae con la cabeza alta ante su bestia negra, pero todavía le queda por disputar un encuentro por el tercer puesto en el que está en juego la hegemonía europea. La Alemania que comandan dos Sebastian, Khel y Deisler, ha sido derrotada contundentemente por la Brasil de un tal Ronaldinho y busca la revancha del Europeo, del que fue apeada en semifinales por los de Santisteban; pero España vuelve a demostrar que es la mejor selección del continente y se alza con la victoria por 2-1, gracias a los goles del capitán Ander y de Sousa, que transforma el penalti de la victoria a falta de cinco minutos para el final.

Tercera plaza final en un campeonato que viaja por primera vez a Brasil, ya que la canarinha derrota a Ghana por 2-1 vengándose de la final de Ecuador, donde cayeron ante los africanos. Pero España ha causado sensación y copa los premios individuales. Con los 7 tantos logrados en la primera fase, David Rodríguez-Fraile se lleva a casa la Bota de Oro como máximo goleador, mientras que su compañero de ataque Sergio Santamaría es proclamado Mejor Jugador del Campeonato. Además, Iker Casillas es designado mejor portero. A Iker no vamos a descubrirle ahora, pero ¿qué ha sido de esos dos delanteros que tan alto apuntaban? Sergio Santamaría, como comentamos anteriormente, siguió su formación en la Masía, llegando a debutar en el primer equipo a las órdenes de Louis Van Gaal a finales de la temporada 1999-2000. Después iría cedido al Oviedo y al Elche, permanecería algún año en el filial blaugrana (contando con oportunidades esporádicas en el primer equipo) y comenzaría su inexorable declive pasando por Alavés, Albacete, Sant Andreu, C.D. Logroñés, Alzira y Antequera, club por el que ha fichado esta misma temporada. El caso de David Rodríguez-Fraile es algo distinto, también porque toda su vida es algo más atípica. Nacido en Boston en el seno de una familia dedicada al ámbito empresarial y financiero, su carrera como futbolista quedó truncada por las lesiones en la temporada 2000-2001 cuando militaba en el Real Madrid C y, tras no recuperarse al 100%, decidió dar un giro a su vida: regresó a Estados Unidos, estudió un Máster en Administración de Empresas en Harvard y hoy está asentado en Nueva York, donde trabaja en una prestigiosa compañía de inversiones. Otros compañeros también tuvieron problemas con las lesiones que frenaron su progresión: el mejor ejemplo es el de Miguel Mateos, un lucense que en 1997 pertenecía al Real Madrid aunque era culé hasta la médula. Este talentoso centrocampista cumplió su sueño al fichar un año después por el F.C. Barcelona, pero los problemas físicos le impidieron dar el salto al profesionalismo. Tras deambular por varios equipos regresó a su tierra y ha compaginado el fútbol más modesto (Compostela B, Lemos, Foz, Xove Lago) con su trabajo en la empresa encargada del servicio de limpieza de su ciudad natal. Ahora le gustaría dedicarse a entrenar y usar su experiencia para dar a los jóvenes de hoy los consejos que a él nadie le supo dar sobre lo efímero del éxito. Quien seguro que ya lo hace casi a diario es Juanjo Camacho, pues también tiene experiencia (del filial del Zaragoza al del Real Madrid, pasando por Recreativo, el Livingston escocés, Lleida, Vecindario, Huesca e incluso una poco fructífera campaña a las órdenes de Víctor Muñoz en el primer equipo zaragocista) y, sobre todo, alguien cercano a quien transmitírsela: su hermano Ignacio Camacho, mediocentro del Atlético de Madrid y también miembro de una generación que destacó en categoría sub'17. Esperemos que la suya tenga más oportunidades de triunfar que esta del 80 a la que hoy rendimos este merecido homenaje.


sábado, 25 de abril de 2009

La lista de Sáez 10 años después (I)

Un mes antes habían salido hacia Nigeria casi en la clandestinidad, y ahora sus nombres y sus rostros acaparaban portadas y minutos de televisión. En los días siguientes a la consecución del título, mucho se habló y se escribió sobre estos 18 jugadores, se abrieron debates sobre la necesidad de dar más confianza a la cantera y sobre si era realmente necesario fichar tantos jugadores extranjeros. Pero tras las múltiples entrevistas, homenajes y recepciones oficiales, el eco del triunfo se fue apagando poco a poco. Unos meses después, a medida que la imparable máquina de generar noticias que es el fútbol seguía su marcha, sólo se hablaba de los campeones cuando alguno aparecía en Primera. Y un poco más tarde, la nada. Algunos se asentaron rápidamente en la máxima categoría, a otros les costó más, algunos tuvieron un paso efímero, otros simplemente no llegaron. ¿Qué fue de cada uno de los 18 campeones del mundo? En los próximos 3 días nos acercaremos un poco a las dispares carreras de estos chicos que un día fueron, sencillamente, los mejores.


Dani Aranzubia: en 1999 Aranzubia formaba parte del filial del Athletic Club de Bilbao, donde continuó la temporada siguiente al Mundial de Nigeria. Después de alcanzar la medalla de plata en Sidney 2000 pasó a formar parte de la primera plantilla del club bilbaíno, aunque para debutar en Primera tuvo que esperar hasta abril de 2001. Considerado como uno de los guardametas con más futuro de España, no logra asentarse en la portería rojiblanca hasta la temporada 2002-2003. Desde ese momento alterna buenas actuaciones con errores de bulto y da la sensación de que la presión de defender la meta de San Mamés puede con él. Aún así, es elegido por Iñaki Sáez para acudir a la Eurocopa de Portugal de 2004 como tercer portero, y debuta con la selección absoluta en un amistoso ante Andorra previo al torneo continental. Ahí acaba su carrera internacional. Poco a poco va perdiendo el sitio en el Athletic, alternándose con Iñaki Lafuente, hasta que finalmente se produce su salida al Deportivo de La Coruña en el verano de 2008. En el club gallego parece haber recobrado su nivel y se le ve con más confianza; ahora, con 30 años y asentado en Primera, todavía le quedan unas cuantas temporadas de fútbol por disfrutar.

Iker Casillas: no hay mucho que decir que no se sepa de uno de los jugadores más reconocidos del panorama mundial. Su debut en Primera División se produjo en la temporada 1999-2000, aprovechando la lesión de Bodo Illgner y las malas actuaciones del argentino Albano Bizzarri, y desde ese momento sólo César Sánchez fue capaz de apartarle de la portería del Real Madrid durante unos meses, hasta que su aparición estelar en la final de la Champions League de la temporada 2001-2002 (saltando al campo por la lesión del extremeño) despejó todas las dudas que pudiera haber en la mente de Vicente Del Bosque. Su carrera ha sido meteórica y ha estado marcada, además de por sus extraordinarias condiciones, por la fortuna de los elegidos: siempre ha estado en el momento preciso en el lugar adecuado. A los 16 años ya acudió como suplente a un partido de Champions en Noruega por la lesión de Illgner y la no inscripción en el torneo continental del titular del Castilla, en 1999 debutó en liga por las circunstancias ya comentadas, y en 2002, después de su inesperada y exitosa actuación en la final de Glasgow, se encontró con la titularidad de la selección absoluta en el Mundial de Corea por el extraño accidente sufrido por Santiago Cañizares en la habitación del hotel de concentración. Y desde luego Casillas nunca ha desaprovechado esas oportunidades que le ha presentado el destino. A sus casi 28 años está considerado como uno de los mejores porteros del mundo (si no el mejor), es el capitán de la selección nacional y tiene todas las papeletas para superar el récord de internacionalidades de Andoni Zubizarreta. Y por supuesto, sigue fiel a sus camisetas de manga corta.

Pablo Coira: sin duda una de las trayectorias más frustrantes de los 18 campeones. Coira jugaba en el Compostela en Segunda División, y tras su gran actuación en Nigeria el lateral se ganó su fichaje por el Celta. Sin embargo, pese a que llegaba con un cartel inmejorable, no cuajó en el club vigués, donde coincidió primero con Juan Velasco, que le acabó ganando el puesto, y después con el canario Ángel, que llegó como medio pero se acabó reconvirtiendo exitosamente en lateral. Después de lograr la histórica clasificación del Celta para la Champions, en 2003 ficha por el Alavés, recién descendido a Segunda, donde consigue ser titular pero sin apenas rastro del juego que le había hecho ser uno de los más destacados en el torneo juvenil. Desgraciadamente para él (y para el Alavés), Piterman se cruza en su camino y acaba cedido en el Recreativo de Huelva, donde apenas juega; en 2005 regresa sin ficha al Alavés y es cedido al Aris Salónica, donde tampoco tiene minutos. Sin contrato, entrena con el Arousa y realiza pruebas con varios equipos ingleses (Ipswich y Bradford), intenta sin éxito volver al Celta y en 2007 acaba aceptando la oferta del Castelldefels, de la Tercera catalana. A comienzos de esta temporada se incorpora a la plantilla del Espanyol B, donde a sus 29 años intenta reconciliarse con el fútbol.

David Bermudo: acudió a Nigeria siendo pieza importante del filial del Barcelona, pero pese a disputar algún encuentro amistoso y de Copa con el primer equipo no pudo hacerse con un hueco en la primera plantilla y se marchó al Tenerife en la hasta hoy última campaña de los chicharreros en Primera, la 2001-2002. Allí tampoco es un habitual de las alineaciones y en 2003 se va cedido al Algeciras, un recién ascendido a Segunda pero donde sigue sin ser capaz de ganarse el puesto. De vuelta en Tenerife su situación no mejora y en el verano de 2005 ficha por el Almería, donde en su primer año juega más partidos que nunca, 24, pero luego vuelve al ostracismo. En el club almeriense logra el ascenso a Primera pero Emery no cuenta con él y se marcha al Pontevedra, equipo que ya le quiso durante su estancia en Tenerife. Esta es su segunda temporada en Pasarón, en Segunda B.

Fco. Javier Jusué: seguimos con las historias de decepciones. Desde luego, si en 1999 hubiéramos tenido que apostar por cuál de los dos centrales titulares llegaría más lejos, muchos nos hubiéramos decantado por el chaval de Osasuna. Entonces todavía estaba en el filial rojillo, pero su imponente planta y su buen manejo de balón le auguraban una prometedora carrera profesional, y de hecho se llegó a rumorear un presunto interés del Real Madrid por su fichaje. Jusué sube a la primera plantilla osasunista en su vuelta a Primera (2000-2001), y durante las dos primeras campañas alterna la titularidad con el banquillo. Entonces se produce la llegada de Javier Aguirre, que le recomienda una cesión en Segunda para foguearse. Se va al Getafe, donde juega 20 partidos (muchos de ellos fuera de su puesto natural de central), pero a la vuelta de la cesión el mexicano no cuenta con él y tras medio año en blanco tiene que buscar su oportunidad en el Recreativo, nuevamente como cedido. Para su desgracia, su incorporación no es del agrado de Sergio Kresic, entonces entrenador del Decano, que buscaba reforzar otras posiciones y apenas le concede minutos. En verano de 2004 se incorpora a la Cultural Leonesa de Segunda B, donde las lesiones le impiden jugar con regularidad, y al año siguiente ficha por el San Sebastián de los Reyes. En el club madrileño sí consigue una plaza de titular (en Segunda B), y tras dos temporadas decide acercarse a casa fichando por el Logroñés C.F. (no confundir con el histórico C.D. Logroñés) . Pero no pudo llegar en peor momento a un club sin apoyo social y con importantes problemas económicos que acabaron con el descenso deportivo a Tercera y finalmente la desaparición (desgraciadamente el C.D. Logroñés siguió el mismo camino). Prácticamente retirado a sus 30 años, en enero de 2009 ficha por el modesto Lourdes de la Tercera División navarra, ya con el único objetivo de entretenerse con los amigos.

Carlos Marchena: uno de los 3 campeones sub'20 que formaron parte de la selección campeona de Europa en 2008. Marchena era un producto de la cantera sevillista que ya estaba asentado en el primer equipo de Nervión cuando llegó el Mundial de Nigeria. Esa temporada lograría con el Sevilla el ascenso a Primera, donde siguió siendo uno de los puntales de un equipo que no pudo mantener la categoría. En 2001 pasó al Benfica portugués, donde siguió su progresión, y al año siguiente entró en la operación de compra del esloveno Zahovic, lo que le llevó a Valencia. Ese mismo verano debuta con la selección absoluta en el primer partido de Iñaki Sáez al frente del combinado nacional. Con Benítez en el banquillo y Ayala y Pellegrino como centrales titulares, muchas de sus apariciones con el Valencia se producen como mediocentro defensivo y, aunque no goza de demasiados minutos, contribuye al logro del título de Liga. Desde entonces se va haciendo un fijo en su club, con el que gana otra liga y una UEFA, y en la selección, con la que disputa las Eurocopas de 2004 y 2008 y el Mundial de 2006. A comienzos de la 2006-2007 Quique Sánchez Flores le relega a un segundo plano al confiar en Raúl Albiol, pero la polivalencia del sevillano y su carácter luchador hacen que siga disfrutando de minutos, más aún cuando la llegada de Ronald Koeman aparta a Albelda del equipo y le concede a Marchena el brazalete de capitán, que mantiene después de la marcha del holandés y del regreso al grupo de Albelda. Discutido por muchos por su agresividad, no cabe duda de que en Austria calló muchas bocas.


sábado, 18 de abril de 2009

España - Ghana: Iker se luce en el apagón

1-1
(8-7)

Puede que no sea el mejor portero del mundo (o tal vez sí) pero lo que está fuera de toda duda es que Iker Casillas tiene un don: el de aparecer siempre en los momentos decisivos. Como en aquella final de un Europeo sub'16 cuando sólo tenía 15 años. Como en esa apretada final de Champions League que decidió con 3 paradas antólogicas después de entrar en frío a falta de 10 minutos. Como esa noche del pasado junio en Viena ante el ogro italiano que siempre convertía nuestros sueños en amargas pesadillas. O como todas esas veces que ha salvado a su equipo de un gol cantado. O, por supuesto, como aquella noche en Kaduna, Nigeria. Porque esa noche Iker hizo su presentación ante el mundo, aunque el mundo se lo perdiera por culpa de los elementos.

Pero vayamos por partes. En una decisión sorprendente, Iñaki Sáez le dio la alternativa al segundo portero de la selección. Luego se revelaría poco menos que la acción de un visionario, pero cuando los dos equipos saltaron al césped del estadio de Kaduna debemos reconocer que aquel portero con más cara de niño aún que sus compañeros (y no digamos que sus contrincantes ghaneses), más bien bajito y en manga corta no despertaba muchas confianzas entre los aficionados, pese a su buena actuación ante Honduras y al buen currículum que ya atesoraba el canterano del Real Madrid. Delante de él, el equipo ya de sobra concido por todos, y enfrente una de las selecciones más temibles en categorías inferiores, Ghana. Precisamente Ghana había apartado a Iker y a Xavi de la final del Mundial sub'17 de Egipto dos años antes, por lo que para ellos era una oportunidad única de tomarse la revancha. El primer tiempo fue muy disputado, con dominio inicial español, aunque el respeto que parecían tenerse ambas selecciones y la fortaleza que exhibían en defensa hacía que las jugadas pocas veces acabaran en las áreas. En una de esas escasas oportunidades, Gabri mandó un cabezazo al poste ghanés, poco antes de que los focos dijeran basta: al filo del descanso se produjo un apagón que mantuvo el juego detenido durante más de 5 minutos, el tiempo necesario para dejar que las bombillas se enfriaran y pudieran volver a coger potencia. El parón resumió lo que estaba siendo el partido, una lucha sin brillo.

Pero al igual que el apagón sirvió para que los focos volvieran a lucir con intensidad, el descanso sirvió a los jugadores para recobrar toda su energía, y la segunda parte fue otra cosa. Nuevamente España salió con más decisión y metió a los africanos en su área, y fruto de esa presión llegó el penalti sobre Barkero que él mismo transformó cuando sólo se llevaban 9 minutos de la reanudación. Entonces el dominio pasó a ser de Ghana, que aprovechó el repliegue español para rondar con peligro la meta de Casillas. España intentaba sentenciar al contragolpe, pero el gol ghanés se veía más cercano. Iker y Jusué salvaron 3 claras ocasiones, pero el esfuerzo de los jóvenes africanos tuvo un merecido premio en el momento más doloroso para el rival: en el tiempo de descuento, una falta lanzada por Ofori Quaye rebotó en una maraña de jugadores y se coló en la puerta española. El partido se iba a una prórroga que era justa dados los merecimientos de unos y otros pero que parecía un duro castigo para los españoles.

El impacto emocional del empate y el poderío físico africano parecía colocar a Ghana como favorita para un tiempo extra que en España apenas pudimos ver. Si en el primer tiempo los focos habían obligado a parar el juego, durante el resto del partido el apagón fue de imágenes, ya que se produjeron constantes cortes en la señal de TVE. Sólo la voz de Paco Grande, durante tantos años acompañante de las selecciones inferiores, nos mantenía informados del desarrollo de una prórroga en la que el temor al gol de oro y el cansancio acumulado convertían cada jugada en un susto, acentuado además por la ceguera temporal que sufríamos los televidentes. España se manejó mejor en el océano de nervios y contra lo que nos temíamos controló relativamente bien el juego, se defendió con el balón, provocó la expulsión de un contrario e incluso tuvo alguna oportunidad para llevarse el choque. Sin embargo, la media hora suplementaria pasó sin que nadie acertara a batir la meta rival y se llegó a los lanzamientos desde el punto fatídico.

Por aquel entonces, una tanda de penaltis en un partido de cuartos de final con una selección española implicada sólo tenía un resultado posible: una nueva decepción para los aficionados. Pero las mangas recortadas de Iker Casillas eran un símbolo de cambio. Estos juveniles demostraron no tener fantasmas en la cabeza, y la diosa Fortuna supo valorar esa nueva mentalidad. La tanda comenzó con los lanzadores mostrando una seguridad aplastante, y la tensión iba en aumento, acelerada por nuevos fallos en la señal que hicieron que nos perdiéramos algún penalti. Gabri falló el cuarto lanzamiento español, dando ventaja a Ghana que se puso 4-3 antes de la última ronda. Jusué lanzó el quinto con maestría y obligó al capitán ghanés, Hamza Mohammed, a marcar. La figura de Iker, que ya había estado cerca de parar algún lanzamiento, se agrandó, y el ghanés ajustó tanto su disparo que lo estrelló en el larguero. España había salvado el primer match-ball, pero sólo había forzado la muerte súbita. Como al comienzo de la tanda, ambos equipos lanzaron 3 nuevos penaltis sin fallo. Otra vez sin señal, los espectadores nos enteramos de que Varela también había transformado el cuarto. Como en los viejos tiempos, cuando los aficionados se reunían en torno a un aparato de radio para seguir el desarrollo de los partidos, todos nos acercamos inconscientemente a la tele mientras Paco Grande anunciaba que el defensa George Blay se disponía a lanzar. Con los puños apretados, todos contuvimos la respiración durante las décimas de segundo que tardó en llegarnos la confirmación de aquello para lo que estábamos rezando: Casillas atajó el flojo disparo del ghanés y comenzó a inscribir su nombre en el santoral deportivo español. No lo habíamos visto, pero España estaba en semifinales gracias al portero de la camiseta de manga corta, el benjamín de la convocatoria, un chaval de diecisiete años que había mostrado una madurez y un temple impropios de su edad. Aquella accidentada tarde marcada por los apagones seguramente creció un par de centímetros. No tardaríamos mucho en descubrir que había nacido un verdadero gigante.




Ficha del Partido:
Partido correspondiente a los cuartos de final, disputado en el Estadio Amadu (Kaduna). 18.000 espectadores.
ESPAÑA 1 (8): Casillas (GK); Coira (-106, Alex), Bermudo, Marchena, Jusué; Orbaiz (C), Xavi, Varela, Barkero (-64, Rubén), Gabri, Pablo (-86, Yeste)
GHANA 1 (7): Adjei (GK); Blay, Amuzu, Issah (-73, Abdul), Hamza (C); Abdulai (-66, Gyan), Appiah, Razak, Ansah; Afriyie (-55, Adu), Ofori-Quaye
Goles: 1-0 Barkero (ESP, min. 54) (p), 1-1 Ofori Quaye (GHA, min. 90)
Tanda Penaltis*: 1-0 Xavi (ESP, gol), 1-1 Ansah (GHA, gol), 2-1 Alex (ESP, gol), 2-2 Razak (GHA, gol), 3-2 Yeste (ESP, gol), 3-3 Appiah (GHA, gol), 3-3 Gabri (ESP, para Adjei), 3-4 Amuzu (GHA, gol), 4-4 Jusué (ESP, gol), 4-4 Hamza (GHA, falla). 5-4 Bermudo (ESP, gol), 5-5 Gyan (GHA, gol). 6-5 Marchena (ESP, gol), 6-6 Abdul (GHA, gol). 7-6 Orbaiz (ESP, gol), 7-7 Ofori Quaye (GHA, gol). 8-7 Varela (ESP, gol), 8-7 Blay (GHA, para Casillas)
Arbitro: William Mattus (CRC)
Tarjetas: Issah (GHA, min. 38), Coira (ESP, min. 62), Hamza (GHA, min. 70), Varela (ESP, min. 76), Rubén (ESP, min. 80), Gabri (ESP, min. 91), Gyan (GHA, min. 92), Appiah (GHA, min. 93), Orbaiz (ESP, min. 97), Ofori Quaye (GHA, min. 99), Xavi (ESP, min. 117). Expulsado Adu (GHA, min. 104) por roja directa.


*Datos sobre la tanda de penaltis obtenidos del diario El Mundo Deportivo del 19 de abril de 1999



Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Óscar Sanz)




domingo, 12 de abril de 2009

Honduras - España: Minutos para todos

1-3

A estas alturas del campeonato, que España era un verdadero equipo y no solo una conjunción de 18 jugadores ya se suponía, pero quedó suficientemente demostrado la tarde del 11 de abril en Port Harcourt. Por una de esas extrañas decisiones de la FIFA, los partidos de la última y decisiva jornada de la fase de grupos no se jugaron a la misma hora, y España saltó al terreno de juego sabiendo que, salvo debacle, estaba clasificada para octavos. Una hora antes, y en el mismo lugar, Brasil se había merendado a Zambia (5-1, con goles de Ronaldinho, Fernando Baiano y Fabio Aurelio, entre otros), por lo que lo único que estaba en juego era la primera plaza del grupo que permitiría un cruce teóricamente más cómodo en octavos de final.


Sáez decidió dar descanso a varios habituales y presentó un once con las novedades de Casillas en la puerta, Álvaro Rubio en el centro de la zaga, Colsa y Yeste en el centro del campo y Rubén Suárez en la izquierda. Enfrente estaba un cuadro hondureño que contaba sus partidos por derrotas y que también incluyó novedades respecto a los encuentro anteriores. Y, como era de esperar, el duelo de revoluciones cayó claramente del lado de España. La primera parte fue una nueva exhibición de juego español, que en media hora dejó el choque visto para sentencia. Pablo abrió el marcador a los 11 minutos de un espléndido cabezazo con el que inauguraba también su cuenta goleadora en el torneo. La escasa resistencia hondureña terminó por venirse abajo cuando en el 27 Varela lanzó un auténtico misil a la escuadra, y 5 minutos después, en pleno festival español, Rubén realizó una gran jugada individual para anotar el tercero. Aparentemente sin demasiado esfuerzo, España había cumplido con los deberes.

Visto el panorama, el seleccionador español optó por seguir rotando jugadores y en el descanso David Aganzo y Alex Lombardero sustituyeron a la pareja ofensiva titular, Pablo y Gabri. Honduras salió con más bríos y España se dedicó poco más que a pasar el rato, y como suele ocurrir en estos casos llegó el susto: a los diez minutos de la reanudación, Alvaro Rubio chocó con un rival en un balón dividido y salió con el peroné fracturado. La grave lesión del chaval del Zaragoza terminó de sacar a España del partido y desde ese momento sólo la gran actuación de Casillas impidió que el problema fuera mayor. Pese a los esfuerzos del benjamín de la convocatoria, Honduras logró hacer el gol del honor en el minuto 76, por medio de Carlos Oliva. Bajo la intensa lluvia tropical que solía acompañar a los encuentros del último turno se llegó al final del partido. España era primera de grupo y comenzaría la fase decisiva enfrentándose al segundo del igualadísimo grupo E.


Ficha del Partido:
Partido correspondiente a la tercera jornada del grupo F disputado en el estadio Liberation (Port Harcourt). 16.000 espectadores
HONDURAS 1: Siliezar (GK); Izaguirre, Vásquez, Vallecillo, M. Suazo (-45, Tilguath); Contreras, Oliva (-77, Fortín), Marín, Gutiérrez; D. Suazo (C), León (-45, Raudales)
ESPAÑA 3: Casillas (GK); Coira, Bermudo, Jusué, Alvaro Rubio (-55, Orbaiz); Yeste, Colsa, Varela, Rubén; Gabri (-45, Alex), Pablo (-45, Aganzo)
Goles: 0-1 Pablo (ESP, min. 11), 0-2 Varela (ESP, min. 27), 0-3 Rubén (ESP, min. 32), 1-3 Oliva (HON, min. 76)
Arbitro: Mohamed Guezzaz (MAR)
Tarjetas: Gutiérrez (HON, min. 24), Alvaro (ESP, min. 46), Raudales (HON, min. 47), Izaguirre (HON, min. 50), Aganzo (ESP, min. 70), Contreras (HON, min. 70)

Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Ramón Besa)

viernes, 10 de abril de 2009

La semilla de un equipo campeón



29 de junio de 2008. Faltan unos pocos minutos para las once de la noche cuando una figura emerge del palco del Ernst Happel Stadion de Viena para lanzar un desgarrado grito cuya imagen quedará grabada en letras de oro en la Historia de este país. Ese grito sale de la garganta de Iker Casillas, pero con la fuerza de los miles de españoles presentes en aquel ya mágico lugar y el aliento de los más de 14 millones que siguen la retransmisión televisiva desde España. Por fin, casi 3 generaciones y 44 años después, la selección española vuelve a reinar en el Olimpo del fútbol, y todo el país lo celebra. Todos recordamos el torneo, todos recordamos dónde y con quién vimos la final ante Alemania, todos tenemos mil historias que contar sobre cómo lo celebramos y, de hecho, mucho se ha escrito ya sobre todo ello. Pero, ¿alguien recuerda qué estaba haciendo el 24 de abril de 1999, a eso de las 7 de la tarde? Seguro que al menos 3 de los que estaban en aquel palco de Viena sí lo recuerdan, y probablemente hasta lo estuvieran rememorando en aquel mismo instante. Porque en un grupo repleto de campeones de Europa, con muchos títulos de Liga y de Copa en sus historiales, 3 personas ya se habían sentido verdaderamente en la cima del mundo antes de cumplir los 20.


24 de abril de 1999. En el palco (mucho más modesto) de un estadio mucho menos conocido, en la capital de un país bastante más desfavorecido, con la cara del que sabe que ha cumplido con su obligación y con una timidez casi infantil, Pablo Orbaiz, el capitán del equipo español, recibe un trofeo mucho más ligero, mucho menos mediático pero igualmente importante: se acaban de proclamar Campeones del Mundo. Es el primer título mundial para el fútbol español, pero apenas un puñado de personas siguen la retransmisión por televisión. 9 años después, mientras contemplan el grito de Iker Casillas y aplauden el nombramiento de Xavi Hernández como mejor jugador de la Eurocopa, saben que aquella tarde de sábado fueron testigos del nacimiento de un equipo campeón.


Este año se cumple el décimo aniversario de aquel histórico acontecimiento, y qué mejor momento para recordarlo: en junio España volverá a África (esta vez a Sudáfrica) para disputar la Copa de las Confederaciones, y muy probablemente el próximo año repita el viaje con destino esta vez al Mundial absoluto, posicionada además como una de las grandes candidatas al título. Este blog nace con la intención de recordar todos los detalles de ese fantástico torneo sub'20: repasaremos partidos, echaremos un vistazo a los jugadores de aquella selección para saber cómo les fue después del Mundial, recordaremos otros torneos juveniles de los que también salieron los jugadores que están marcando esta brillantísima época en la Roja, y, si nos quedan fuerzas, acompañaremos a la nueva generación en el Mundial sub'20 de Egipto que comenzará a finales de septiembre. Otra vez en África, ¿otra vez campeones?