3-3
(4-2)
El sueño sigue en pie. España ha derrotado a una correosa
Uruguay y se planta en semifinales del Mundial sub'17 de Nigeria tras una nueva exhibición de juego y pundonor. En un partido marcado nuevamente por el sofocante calor y por el irregular estado del césped de Kaduna,
Ginés Meléndez repitió el once inicial del partido de octavos y como era de esperar el duelo arrancó con un abrumador dominio hispano.
Sarabia protagonizó un par de internadas peligrosas por la izquierda, aunque sin obtener resultado, y
Muniain también lo intentó por su zona. Pero a los 10 minutos, cuando parecía que se acercaba el gol español, el uruguayo
Adrián Luna adelantó a los charrúas al transformar un libre directo que tropezó en la barrera y despistó a
Edgar. España acusó el golpe y durante unos minutos estuvo perdida sobre el campo, pero una acción aislada de
Sarabia le devolvió a la vida.
Sarraute derribó al madridista dentro del área e
Isco transformó la consiguiente pena máxima. Era el minuto 17 y parecía que las cosas volvían a su cauce. Casi en la jugada siguiente el valencianista volvió a probar al meta uruguayo, y unos minutos después
Sarabia, que continuaba con su exhibición, sirvió un balón que nadie acertó a rematar. Uruguay apenas inquietaba y el segundo gol se intuía próximo, y estuvo a punto de llegar en un cabezazo al palo de
Isco tras la enésima internada de
Sarabia, con diferencia el mejor del partido. Al minuto siguiente el partido pareció ponerse definitivamente de cara para los nuestros.
Sarabia volvía a ser objeto de penalti, forzaba la segunda amarilla para
Sarraute y
Sergio Roberto tenía la oportunidad de certificar la remontada, pero su flojo lanzamiento.era detenido por
Ichazo y se perdía la ocasión. Era el minuto 31. Uruguay recompuso sus filas con la entrada de
Avilés por el punta
Brugman y España, confiada por su superioridad numérica y acusando también el desgaste físico, se tomó un respiro que casi aprovecha
Barreto para adelantar a los suyos.
Sarabia seguía intentándolo pero el juego ya no era igual de fluído que al comienzo del partido, y cuando parecía que llegaríamos al descanso sin más novedad
Muniesa se confió en un cruce y acabó arrollando aparatosamente a
Luna. El colegiado
Carlos Batres no lo dudó y expulsó al central del Barça, igualando numéricamente a los contendientes.
Meléndez se vio obligado a reestructurar a su equipo en el descanso, dando entrada a
Jordi Amat por
Sergio Roberto. España salió dispuesta a seguir mandando y a los dos minutos
Sarabia, que estaba en la banda derecha tras sacar una falta, demostró que no entiende de perfiles malos y desbordó también al lateral de aquella zona, internándose en el área y sirviendo un balón de gol a
Borja que el delantero atlético no desaprovechó. Tres minutos después, una rápida acción de
Dalmau nos descubrió a
Borja encarando nuevamente al meta uruguayo y batiéndole de tiro cruzado. La selección charrúa estuvo noqueada diez minutos, en los que España se limitó a dejar correr el reloj mientras su rival continuaba esperando en su campo, como si no fuera consciente de la igualdad numérica y de que el tiempo se agotaba. Pero una nueva ocasión de
Borja despertó a Uruguay, que pasado el minuto 60 comenzó a estirarse. El entrenador español retiró a un
Muniaín que fue de más a menos para reforzar el centro del campo con
Edu Ramos, y el partido se enmarañó en un cúmulo de imprecisiones y posesiones cortas que desembocó en el segundo gol uruguayo, un balón largo que la defensa hispana no supo resolver y que el recién ingresado
Mezquida desvió ante la salida de
Edgar.
Sergi Gómez llegó a sacar el balón sobre la línea pero el árbitro guatemalteco no tuvo dudas y concedió un injusto gol que hizo creer a los sudamericanos en sus posibilidades. Ambos equipos jugaban a ráfagas, durante un par de minutos el acoso uruguayo era intenso y luego España parecía querer dormir el encuentro con al balón en los pies, hasta que a falta de cinco minutos
Gallegos, jugador del Atlético de Madrid, culminó una gran acción individual de
Barreto y colocó el empate a tres en el electrónico.
Meléndez arengó a sus pupilos en el improvisado tiempo muerto que se produjo tras el gol pero Uruguay ya era claro dominador del choque y los últimos minutos fueron para la celeste, aunque tampoco tenían mucho más fuelle que España y sólo crearon una ocasión clara, en la que
Edgar sacó una mano prodigiosa a un gran disparo de
Laureiro. Las malas noticias caían una detrás de otra ya que luego
Edu Ramos tuvo que retirarse lesionado en una rodilla, siendo reemplazado por
Kamal. Lo único positivo fue que la interrupción acercó el final de los 90 minutos.

Finalizaba el tiempo reglamentario con empate en el marcador y empezaba una agónica prórroga en la que España quiso comenzar mandando, como de costumbre, pero se encontró con una clara oportunidad a la contra de Uruguay que
Mezquida envió al palo. Ahí desapareció el ataque charrúa. La siguiente fue para España, en una internada de
Sarabia que no acertó a culminar tras una serie de rebotes, y luego la tuvo
Jordi Amat, pero su remate a centro de Isco no encontró portería. Ya cerca del intermedio,
Borja disparó alto. Si alguien merecía el gol era sin duda España, y la tónica continuó en la segunda parte. A la salida de otra falta botada por
Isco,
Amat tuvo un doble remate que acabaron conjurando entre
Ichazo y dos defensas. Faltando cinco minutos
Borja tuvo dos buenas oportunidades, pero primero no llegó a un centro de
Sarabia y luego un defensa taponó su remate cuando ya cantábamos el gol. Nos acercábamos inexorablemente a los penaltis y nadie, ni
Sarabia ni
Polenta, que tuvieron las últimas ocasiones, pudo evitarlo. Con los jugadores extenuados llegó la hora de los lanzamientos desde los once metros.
Sergi Gómez transformó el primero, y
Gallegos respondió.
Borja marcó el segundo y
Barreto mantuvo la igualada. El tercero lo convirtió
Aurtenetxe y esta vez Uruguay falló por medio de
Laureiro. En la cuarta ronda llegaron los nervios:
Sarabia falló pero
Edgar hizo su trabajo y también detuvo el disparo de
Mezquida. El pase estaba en las botas de
Isco y al malagueño no le tembló el pulso. Su gol vale unas semifinales. Si hay alguien que todavía no crea en los caprichos del destino, que empiece a hacerlo. Yo ya lo hago. Porque no puede ser casualidad que diez años después una selección española se haya metido en semifinales de un Mundial que se celebra en Nigeria tras un partido épico y una emocionante tanda de penaltis. No puede ser casualidad que en ambos torneos se haya comenzado con una victoria inesperada, entonces ante la todopoderosa Brasil de Ronaldinho y esta vez estando con diez jugadores y un gol en contra desde los primeros minutos. Tampoco puede ser casual que en ambos torneos los favoritos se hayan ido quedando fuera antes de tiempo, ni que el último escollo antes de la final vaya a ser otra selección africana, con la que además en este caso tendríamos la revancha de la final del último Mundial de la categoría. Son demasiadas casualidades. Estamos ante el fiel reflejo de lo que ocurrió hace diez años en el Mundial sub'20, y si alguien tiene algo en contra de esta teoría por favor que no lo diga, yo quiero seguir creyendo. España ha vuelto, y esperemos que para quedarse.