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jueves, 7 de mayo de 2009

Algunos nombres más (que llevan a Ronaldinho)

Hoy termina este amplio repaso a los futbolistas que hicieron carrera después de aquel Mundial de Nigeria.

Acabábamos la anterior entrada hablando de Galletti, un jugador que sin duda será recordado por haber sido el autor del gol que significó la victoria del Zaragoza sobre el Real Madrid en la final de Copa de 2004, y que a la postre supuso el comienzo del fin de la "era galáctica". Aquella noche Iker Casillas tuvo que contemplar impotente desde el banquillo como el lejano disparo del argentino batía a César Sánchez y volvía a dejarle a las puertas de un título de Copa del Rey, la única competición que todavía se le resiste. Pese a ese pequeño lunar, Iker es probablemente el arquero presente en Nigeria que más lejos ha llegado en su carrera profesional; sin embargo, en 1999 había otros mejor colocados que el mostoleño. De hecho, para la FIFA el mejor cancerbero de aquel campeonato fue el uruguayo Fabián Carini (foto), que luego se ha pasado casi toda su carrera calentando el banquillo de Juventus e Inter de Milán, jugando con cierta regularidad sólo en clubes menores como Standard de Lieja, Cagliari o Murcia. Al cuadro pimentonero llegó junto con Fernando Baiano, que tampoco ha podido cumplir en su carrera profesional con las elevadas expectativas que apuntaba en categorías inferiores, aunque no se puede decir que haya fracasado: estuvo goleando en Brasil hasta que se decidió a fichar por el Wolfsburgo en 2003, y aunque su experiencia en Alemania no fue demasiado brillante y tuvo que volver a su país, al año siguiente el Málaga le ofreció una oportunidad que no dejó pasar. Llegó en invierno y con sus goles salvó al conjunto malacitano, ganándose un traspaso al Celta donde siguió mostrando buenas maneras hasta que el descenso del club vigués precipitó su salida. Pero en Murcia su producción cayó en picado y tras otro descenso se buscó una rentable salida en los Emiratos Árabes. Sin duda, para el recuerdo quedará aquel penalti que le marcó a Stipe Pletikosa en los octavos de final. El portero croata fue uno de los destacados de su combinado (de hecho ya había debutado con la absoluta), y poco a poco se fue convirtiendo en uno de los mejores guardametas europeos, aunque quizá hasta la pasada Eurocopa no fuera muy reconocido por el gran públio ya que ha desarrollado toda su carrera en países del Este: en 2003 dejó el Hajduk Split para irse al Shaktar Donetsk (ya lo estábamos echando de menos, ¿verdad?), de donde pasó al Spartak de Moscú en 2007. A diferencia de su "verdugo" brasileño, Pletikosa no ha necesitado irse a Oriente Medio para ganarse un buen sueldo.

Quien parece que está buscando también una mejor ficha es su colega Carlos Kameni, que con solo 15 años era el portero titular de Camerún y además el jugador más joven presente en el Mundial nigeriano. Campeón Olímpico en Sidney 2000, pasó por Le Havre y Saint Etienne antes de recalar en el Espanyol en 2004 de la mano del mítico Tommy N'Kono. De aquella selección camerunesa podemos destacar también a Dani Kome, que después del Mundial fue adquirido por el Atlético de Madrid para su filial, entonces en Segunda, y que después ha recorrido casi toda nuestra geografía puesto que ha pertenecido a Levante, Numancia, Getafe, Murcia, Mallorca, Valladolid y Tenerife, donde aterrizó esta misma temporada. Otros clásicos de nuestra Liga son el brasileño Edu (en la imagen), en el Betis desde 2004 y que llegó al Celta en el año 2000 procedente del Sao Paulo, y el argentino Aldo Duscher, que pasó primero por la liga portuguesa (Sporting de Portugal) y que está asentado en Primera desde la campaña 2000-2001 en que llegó al Deportivo de La Coruña, aunque fue en 2007 cuando relanzó su carrera fichando por el Racing: después de 7 años en Coruña sin marcar un solo gol, en Santander hizo 5 y se ganó el traspaso al Sevilla.

Antes de fichar por el club cántabro, a Duscher se le relacionó con varios equipos ingleses, aunque las ofertas no llegaron a buen puerto. Pero como es lógico, y además de Ashley Cole, Peter Crouch o Fabio Aurelio (citados en la anterior entrada), en la Premier han encontrado acomodo otros muchos jugadores que estuvieron en Nigeria en 1999. Para algunos era un paso natural y totalmente previsible, como para los irlandeses Damien Duff (ex de Blackburn y Chelsea y actualmente en Newcastle) y Robbie Keane (en la imagen), aunque el delantero del Tottenham tuvo una breve experiencia en el Inter de Milan en 2001. Según la leyenda urbana, Keane llegó al club lombardo gracias a la recomendación personal del sobrino de Moratti, que le comentó a su tío que en uno de sus videojuegos había un chaval irlandés en el Coventry que se convertía en uno de los mejores delanteros del mundo. La realidad es que fue una petición de Marcelo Lippi, que fue cesado al poco de comenzar la temporada, lo que le dejó sin sitio en el equipo. A su regreso a Inglaterra, concretamente al Leeds que deslumbró llegando a semifinales de la Champions en 2001, se confirmó como una de las grandes apariciones del fútbol británico en los últimos años, y sus buenas temporadas en el Tottenham y en la selección le llevaron al Liverpool a comienzos de esta temporada (forzando la salida de Crouch); sin embargo, con Benítez no disfrutó de demasiados minutos y acabó volviendo a los Spurs en invierno. Pero a diferencia de los vecinos irlandeses, para otros jugadores ir a Inglaterra era marcharse a la otra punta del globo. Casi igual de descolocado que Keane en Italia se sentiría el joven japonés Junichi Inamoto cuando Arsene Wenger lo reclutó en 2001 para los reservas del Arsenal. Este mediocentro no pudo hacerse un hueco en el primer equipo y fue cedido al Fulham, donde cuajó un par de buenas temporadas hasta que se lesionó de gravedad en 2004. Volvió a su club originario, el Gamba Osaka, para recuperarse, y después regresó a Inglaterra, esta vez al West Bromwich Albion, aunque tuvo que pasar medio año cedido en el Cardiff antes de convertirse en un jugador importante para el club de Birmingham. Tras el Mundial 2006 (el segundo que disputaba en categoría absoluta), fichó por el Galatasaray, y tras un año en Turquía llegó gratis al Eintracht de Frankfurt (donde coincidió con su compatriota Takahara). Otro mediocentro japonés, Shinji Ono, ha visto como las lesiones truncaban una carrera que se prometía mucho más exitosa. Ono llegó al Feyenoord en 2001 y se convirtió en una de las sensaciones de aquella campaña en la que bajo su batuta el cuadro de Rotterdam se alzó con la Copa de la UEFA, pero no pudo mantener ese nivel mucho tiempo. Tras su enésima lesión, en 2006 regresó a los Urawa Red Diamonds antes de fichar a comienzos de esta temporada por el Bochum alemán.

Volviendo a Inglaterra, descubrimos más jugadores que estuvieron en Nigeria, como el australiano Brett Emerton (todo un clásico de su selección que coincidió con Ono en el Feyenoord y que milita actualmente en el Blackburn Rovers), el nigeriano Joseph Yobo (central del Everton que pasó brevemente por el Tenerife), el guardameta estadounidense Tim Howard (que pasó por el Manchester United y ahora pertenece al Everton) o su compatriota Carlos Bocanegra (actualmente en el Rennes tras varios años en el Fulham). También han tenido un breve paso por la Premier el delantero nigeriano Julius Aghahowa (después de varias temporadas en el Shaktar Donetsk pasó un año en Wigan antes de enrolarse en las filas del Kayserispor turco) y el surcoreano Seol Ki Hyeon, que tras estar dos años en Wolverhampton dio el salto a la máxima categoría inglesa con el Reading (luego pasó sin mucho éxito por el Fulham y ha acabado jugando en Arabia Saudí). A Seol lo recordamos por sus actuaciones en el Mundial 2002, donde marcó un gol a Italia en el polémico partido de octavos de final, pero también estuvo en Alemania 2006. Aquel torneo supuso la vuelta de Australia a una fase final, y en el cuadro aussie estaban, además de Emerton, Jason Culina (que perteneció a Ajax, Twente y PSV) y Marco Bresciano (ex de Empoli y Parma y actualmente en Palermo); los tres habían estado en Nigeria'99, al igual que el estadounidense Steve Cherundolo, que no tuvo que salir de su país de acogida (ha permanecido siempre fiel al Hannover desde que llegara a Alemania en 1998) para disputar un Mundial absoluto. Y también estuvo en ambos mundiales el ghanés Stephen Appiah, que desarrolló una notable carrera en Italia (Udinese, Parma, Brescia y Juventus) antes de fichar en 2005 por el Fenerbahce, donde las lesiones y la mala relación con la directiva turca le han colocado al borde de la retirada. Un camino que, según las malas lenguas, quizá debería tomar Ronaldinho.


Concluye aquí el extenso análisis al que hemos sometido a aquel ya legendario Mundial sub'20 de Nigeria con el que comenzó el camino que ha llevado a España a ocupar el escalón más alto del fútbol mundial. Hasta ese momento se habían dado pequeños e importantes pasos, pero aquel triunfo supuso el primer gran impulso para unas nuevas generaciones de jugadores que encontrarían su recompensa en junio de 2008. A partir de ahora recordaremos las siguientes etapas de ese camino, de Sidney a Canadá, pasando por Emiratos Árabes o Finlandia, que sirvieron para formar un equipo que todavía no conoce su techo.

lunes, 20 de abril de 2009

Cuartos del final: el Mundial más mundial

Después del día 18 sólo quedaron cuatro equipos en liza y, al igual que ocurriera en los Mundiales de Arabia Saudí'89 y Australia'93, cada uno representaba a un continente. La palabra Mundial cobraba su máxima expresión. Cuatro equipos, cuatro países, cuatro continentes, cuatro maneras de entender el fútbol y una sóla meta: alzarse con el triunfo. Dominar el mundo. Aunque en honor a la verdad hay que decir que las cuatro selecciones compartían no solo el objetivo, sino también un mismo plan para alcanzarlo: el fútbol de ataque. Porque el primer mundial africano premió a los equipos sin miedo, a los equipos que buscaban siempre la portería rival sabedores de que gana el que mete más goles, y de que es más fácil ganar cuando se juega con el objetivo de marcar muchos tantos.

Tampoco sería justo encumbrar sólo a los cuatro semifinalistas. En el camino se quedaron otras selecciones con la misma apuesta atrevida, como Brasil, que ante Uruguay pagó caro el mal día de sus jugadores ofensivos a la hora de rematar las jugadas. Tras un comienzo igualado, los brasileños se adueñaron del balón y empezaron a rondar con peligro la portería de Fabián Carini hasta que poco antes de la media hora Fernando Baiano acertó a batir al meta charrúa. Pero los uruguayos tiraron de casta y empataron justo antes del descanso gracias a un zapatazo de Jorge Anchen, e incluso pudieron irse al vestuario con ventaja si Diego Forlán no hubiera marrado una clarísima ocasión. En la segunda parte Brasil siguió mandando pero no materializó sus oportunidades, algunas de manera casi inverosímil. También Uruguay tuvo ocasiones, y de hecho ambos equipos estrellaron sendos balones contra los postes por medio de Ronaldinho y Forlán. No parecía el día de los delanteros, así que tuvo que ser el lateral César Eduardo Pellegrín, subcampeón en Malasia'97 (y que en Nigeria batiría el récord de apariciones en un Mundial juvenil con 14 partidos, marca que todavía no ha sido igualada) quien, a falta de 5 minutos para el 90, se internó en el área carioca y fue derribado. Néstor Fabián Cannobio no desaprovechó el penalti y sentenció a Brasil. Su eliminación no podía calificarse de sorprendente, pero desde luego era una gran decepción que sumar a la de Malasia, donde también había caído en cuartos. Por su parte, Uruguay volvía a plantarse en semifinales y evidentemente el seleccionador Victor Púa no quería volver a dejar pasar la oportunidad de alzarse con el título.

En la penúltima ronda los uruguayos se las verían con la cada vez más sorprendente (o menos, según se mire) selección de Japón, a la que le habían bastado 25 minutos para doblegar a México. Los aztecas acusaron la baja de su capitán Rafa Márquez y no supieron reaccionar ante el tempranero gol nipón, logrado por Motoyama a los 2 minutos, así que los asiáticos siguieron mandando y Shinji Ono amplió la renta. La sorpresa iba tomando cuerpo, los mexicanos no encontraban el juego que les había servido para aplastar a Argentina y el partido se les fue escapando sin que lograran siquiera recortar distancias. Japón se metía en semifinales por primera vez en su historia y se convertía en el equipo preferido de los aficionados neutrales. La posibilidad de que el país del Sol Naciente ganara un Mundial de fútbol ya no existía sólo en los dibujos animados.

Los pronósticos también saltaron por los aires en el partido entre Mali y Nigeria. Los anfitriones, pese a todos los problemas internos que arrastraban (el seleccionador cesado y Haruna Babangida apartado del equipo por negarse a lanzar un penalti) debían ganar a Mali con autoridad. O al menos eso esperaban sus seguidores, y quizá la presión fue demasiado grande para los anfitriones. La presión y también el rival, que con un juego atractivo se encargó de desnudar las miserias nigerianas desde el minuto 1, cuando Mamadou Bagayoko batió por primera vez el marco local. Pese a que Nigeria logró la igualada momentánea por medio de Hashimu Barga, el tanto de Mamadou Diarra esta vez un minuto antes del descanso fue una losa ya imposible de levantar. En la segunda parte Mali se dedicó a contener el empuje sin ideas de los nigerianos y a dejar que Seydou Keita, cuya imponente figura crecía en cada partido, lanzara a sus compañeros al contragolpe. Finalmente, otra vez Bagayoko puso la puntilla a los anfitriones y certificó el pase a semifinales de la que al principio era la cuarta selección africana pero que se había quedado como la única con opciones de evitar que el título volara lejos del continente organizador. Y el primer equipo al que deberían batir para conseguirlo sería España.