lunes, 20 de abril de 2009

Cuartos del final: el Mundial más mundial

Después del día 18 sólo quedaron cuatro equipos en liza y, al igual que ocurriera en los Mundiales de Arabia Saudí'89 y Australia'93, cada uno representaba a un continente. La palabra Mundial cobraba su máxima expresión. Cuatro equipos, cuatro países, cuatro continentes, cuatro maneras de entender el fútbol y una sóla meta: alzarse con el triunfo. Dominar el mundo. Aunque en honor a la verdad hay que decir que las cuatro selecciones compartían no solo el objetivo, sino también un mismo plan para alcanzarlo: el fútbol de ataque. Porque el primer mundial africano premió a los equipos sin miedo, a los equipos que buscaban siempre la portería rival sabedores de que gana el que mete más goles, y de que es más fácil ganar cuando se juega con el objetivo de marcar muchos tantos.

Tampoco sería justo encumbrar sólo a los cuatro semifinalistas. En el camino se quedaron otras selecciones con la misma apuesta atrevida, como Brasil, que ante Uruguay pagó caro el mal día de sus jugadores ofensivos a la hora de rematar las jugadas. Tras un comienzo igualado, los brasileños se adueñaron del balón y empezaron a rondar con peligro la portería de Fabián Carini hasta que poco antes de la media hora Fernando Baiano acertó a batir al meta charrúa. Pero los uruguayos tiraron de casta y empataron justo antes del descanso gracias a un zapatazo de Jorge Anchen, e incluso pudieron irse al vestuario con ventaja si Diego Forlán no hubiera marrado una clarísima ocasión. En la segunda parte Brasil siguió mandando pero no materializó sus oportunidades, algunas de manera casi inverosímil. También Uruguay tuvo ocasiones, y de hecho ambos equipos estrellaron sendos balones contra los postes por medio de Ronaldinho y Forlán. No parecía el día de los delanteros, así que tuvo que ser el lateral César Eduardo Pellegrín, subcampeón en Malasia'97 (y que en Nigeria batiría el récord de apariciones en un Mundial juvenil con 14 partidos, marca que todavía no ha sido igualada) quien, a falta de 5 minutos para el 90, se internó en el área carioca y fue derribado. Néstor Fabián Cannobio no desaprovechó el penalti y sentenció a Brasil. Su eliminación no podía calificarse de sorprendente, pero desde luego era una gran decepción que sumar a la de Malasia, donde también había caído en cuartos. Por su parte, Uruguay volvía a plantarse en semifinales y evidentemente el seleccionador Victor Púa no quería volver a dejar pasar la oportunidad de alzarse con el título.

En la penúltima ronda los uruguayos se las verían con la cada vez más sorprendente (o menos, según se mire) selección de Japón, a la que le habían bastado 25 minutos para doblegar a México. Los aztecas acusaron la baja de su capitán Rafa Márquez y no supieron reaccionar ante el tempranero gol nipón, logrado por Motoyama a los 2 minutos, así que los asiáticos siguieron mandando y Shinji Ono amplió la renta. La sorpresa iba tomando cuerpo, los mexicanos no encontraban el juego que les había servido para aplastar a Argentina y el partido se les fue escapando sin que lograran siquiera recortar distancias. Japón se metía en semifinales por primera vez en su historia y se convertía en el equipo preferido de los aficionados neutrales. La posibilidad de que el país del Sol Naciente ganara un Mundial de fútbol ya no existía sólo en los dibujos animados.

Los pronósticos también saltaron por los aires en el partido entre Mali y Nigeria. Los anfitriones, pese a todos los problemas internos que arrastraban (el seleccionador cesado y Haruna Babangida apartado del equipo por negarse a lanzar un penalti) debían ganar a Mali con autoridad. O al menos eso esperaban sus seguidores, y quizá la presión fue demasiado grande para los anfitriones. La presión y también el rival, que con un juego atractivo se encargó de desnudar las miserias nigerianas desde el minuto 1, cuando Mamadou Bagayoko batió por primera vez el marco local. Pese a que Nigeria logró la igualada momentánea por medio de Hashimu Barga, el tanto de Mamadou Diarra esta vez un minuto antes del descanso fue una losa ya imposible de levantar. En la segunda parte Mali se dedicó a contener el empuje sin ideas de los nigerianos y a dejar que Seydou Keita, cuya imponente figura crecía en cada partido, lanzara a sus compañeros al contragolpe. Finalmente, otra vez Bagayoko puso la puntilla a los anfitriones y certificó el pase a semifinales de la que al principio era la cuarta selección africana pero que se había quedado como la única con opciones de evitar que el título volara lejos del continente organizador. Y el primer equipo al que deberían batir para conseguirlo sería España.

1 comentario:

  1. Es curioso que Uruguay ya apuntaba una gran generación de futbolistas que sin embargo luego no fueron muy allá en adultos ya que Uruguay lleva toda la década entre repescas y disgustos.Saludos

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