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martes, 21 de abril de 2009

Mali - España: el cielo es el límite

1-3

Faltaban sólo unos segundos para el minuto 90 cuando Xavi se hizo con un balón suelto en la frontal. Bajo una espesa cortina de agua, y con varios compañeros secundando la incursión, el pequeño genio de Terrassa avanzó con decisión ante los pocos contrarios que intentaban contener la enésima contra española y lanzó un misil desde el borde mismo del área que se coló imparable en la portería de Mali. Fue sólo una jugada, casi la última, pero simboliza casi a la perfección lo que fue el partido y quizá también el campeonato: una selección española valiente y decidida, dispuesta a superar a todos los rivales y a luchar contra los elementos si era necesario, todo con el fin de alcanzar la meta fijada: el Campeonato del Mundo. Aquella tarde del 21 de abril la selección española saltó al campo de Kaduna con una sola idea en la cabeza: ganar. Y con esa mentalidad ganadora y sus sobresalientes condiciones futbolísticas, el único límte de España era el cielo.


La primera noticia del partido fue la vuelta de Aranzubia a la titularidad. Tras el recital de Casillas ante Ghana, la decisión de Sáez centró los comentarios de los espectadores durante apenas un minuto. Porque entonces la incursión de Barkero por la izquierda focalizó la atención de nuevo en el partido, y diez segundos después, mientras celebrábamos el gol de Varela, todos nos habíamos olvidado del debate. España había golpeado a los 67 segundos, antes de que Mali fuera consciente de que estaba disputando una semifinal mundialista. Y los africanos tardaron en reaccionar, incapaces de frenar los constantes movimientos de Gabri, Varela y Barkero y de taponar al cerebro español, Xavi. Los primeros minutos fueron una exhibición de juego español del mismo nivel mostrado ante Brasil en el partido inaugural. Sobre el campo se veía un equipo perfectamente ensamblado y que trabajaba con el objetivo de encontrar una y otra vez la meta rival, así que nadie se sorprendió cuando a los 25 minutos Varela definió un perfecto pase de Gabri y subió el segundo al marcador. Ese golpe despertó por fin a Mali, que recordó por qué estaba en el campo y no tardó en actuar en consecuencia. Habían llegado a semifinales como el equipo más goleador del torneo, así que el seleccionador Coulibaly decidió quemar sus naves antes de que fuera demasiado tarde y en el minuto 35 quitó a un defensa para dar entrada a Mahamadou Dissa, el héroe del partido ante Camerún. Poco a poco las llegadas españolas se fueron espaciando más en el tiempo, y el control del balón pasó a ser de Mali, aunque sin crear demasiado peligro.

Y tras el descanso se repitió la historia. España acusó el esfuerzo físico de la primera parte y las ganas de Mali hicieron el resto. Como ante Honduras y Estados Unidos, España se fue del partido y a los 5 minutos de la reanudación llegó el tanto africano. Su autor no podía ser otro que Dissa, que sumaba así su quinto tanto y se colocaba como máximo artillero del campeonato, con el mérito añadido de haber sido suplente en todos los partidos salvo uno. Curiosamente, ese día no marcó. Después del empate, Aranzubia demostró que su presencia en el marco español estaba más que justificada y salvó un par de ocasiones de Mali. Pero esta vez nadie estaba dispuesto a sufrir más de lo debido y la defensa española se mantuvo firme, sin conceder oportunidades a los delanteros rivales. Y bajo el diluvio, con casi todo Mali volcado sobre el área contraria pero chocando una y otra vez con el muro de Marchena y Jusué, llegó la sentencia de Xavi. España disputaría su segunda final de un Mundial sub'20. En la anterior, los Unzue, Goicoechea, Nayim, Rafa Paz, Losada y compañía no pudieron superar a Brasil. Veintidós años después, casi nadie dudaba de que los de Sáez volverían con el título.

No se dudaba porque el juego desplegado por España hasta aquel momento había sido prácticamente imparable, y la única sombra de duda era el bajón físico que acusaba el equipo en las segundas partes. Y no se dudaba porque enfrente no estarían los bicampeones argentinos, ni los magos brasileños, ni los poderosos nigerianos. Ni siquiera los correosos uruguayos: en la final estaría Japón, que culminó su torneo soñado derrotando a los charrúas por 1-2 en la otra semifinal. En una buena primera parte, donde se marcaron los 3 goles, Japón dominó a los sudamericanos con una gran actuación de Motoyama, que sirvió casi en bandeja los dos goles a Takahara y Nagai. Por el lado uruguayo era Pouso quien distribuía el juego ofensivo, aunque el gol llegó en una internada de Pellegrín que remachó en boca de gol Chevantón poniendo el empate a 1 provisional. En la segunda parte Uruguay se desesperó colgando balones que continuamente eran despejados por la zaga nipona, y apenas puso a prueba al portero Minami. Con más facilidades de las previstas, Japón se plantaba contra todo pronóstico en la final del Mundial, en una de las mayores sorpresas de la historia de los torneos juveniles, de por sí bastante propensos a actuaciones inesperadas.


Ficha del Partido:
Partido correspondiente a la primera semifinal, disputado en el Estadio Amadu (Kaduna). 16.000 espectadores.
MALI 1: I.Keita (GK); D.Coulibaly (-34, Dissa), Traore, Ad.Coulibaly, Camara (C) ; S.Keyta, Diakite, Am.Coulibaly, Diarra; Bagayoko, Cisse
ESPAÑA 3: Aranzubia (GK); Coira, Bermudo, Marchena, Jusué; Orbaiz (C), Xavi, Varela, Barkero (-82, Rubén); Gabri, Pablo (-76, Yeste)
Goles: 0-1 Varela (ESP, min. 2), 0-2 Varela (ESP, min. 25), 1-2 Dissa (MLI, min. 51), 1-3 Xavi (ESP, min. 90)
Arbitro: Jun Lu (CHN)
Tarjetas: Camara (MLI, min. 29), Am.Coulibaly (MLI, min. 52)


Ficha Oficial disponible en FIFA.com
Crónica del diario El País (por Luis Gómez)

lunes, 20 de abril de 2009

Cuartos del final: el Mundial más mundial

Después del día 18 sólo quedaron cuatro equipos en liza y, al igual que ocurriera en los Mundiales de Arabia Saudí'89 y Australia'93, cada uno representaba a un continente. La palabra Mundial cobraba su máxima expresión. Cuatro equipos, cuatro países, cuatro continentes, cuatro maneras de entender el fútbol y una sóla meta: alzarse con el triunfo. Dominar el mundo. Aunque en honor a la verdad hay que decir que las cuatro selecciones compartían no solo el objetivo, sino también un mismo plan para alcanzarlo: el fútbol de ataque. Porque el primer mundial africano premió a los equipos sin miedo, a los equipos que buscaban siempre la portería rival sabedores de que gana el que mete más goles, y de que es más fácil ganar cuando se juega con el objetivo de marcar muchos tantos.

Tampoco sería justo encumbrar sólo a los cuatro semifinalistas. En el camino se quedaron otras selecciones con la misma apuesta atrevida, como Brasil, que ante Uruguay pagó caro el mal día de sus jugadores ofensivos a la hora de rematar las jugadas. Tras un comienzo igualado, los brasileños se adueñaron del balón y empezaron a rondar con peligro la portería de Fabián Carini hasta que poco antes de la media hora Fernando Baiano acertó a batir al meta charrúa. Pero los uruguayos tiraron de casta y empataron justo antes del descanso gracias a un zapatazo de Jorge Anchen, e incluso pudieron irse al vestuario con ventaja si Diego Forlán no hubiera marrado una clarísima ocasión. En la segunda parte Brasil siguió mandando pero no materializó sus oportunidades, algunas de manera casi inverosímil. También Uruguay tuvo ocasiones, y de hecho ambos equipos estrellaron sendos balones contra los postes por medio de Ronaldinho y Forlán. No parecía el día de los delanteros, así que tuvo que ser el lateral César Eduardo Pellegrín, subcampeón en Malasia'97 (y que en Nigeria batiría el récord de apariciones en un Mundial juvenil con 14 partidos, marca que todavía no ha sido igualada) quien, a falta de 5 minutos para el 90, se internó en el área carioca y fue derribado. Néstor Fabián Cannobio no desaprovechó el penalti y sentenció a Brasil. Su eliminación no podía calificarse de sorprendente, pero desde luego era una gran decepción que sumar a la de Malasia, donde también había caído en cuartos. Por su parte, Uruguay volvía a plantarse en semifinales y evidentemente el seleccionador Victor Púa no quería volver a dejar pasar la oportunidad de alzarse con el título.

En la penúltima ronda los uruguayos se las verían con la cada vez más sorprendente (o menos, según se mire) selección de Japón, a la que le habían bastado 25 minutos para doblegar a México. Los aztecas acusaron la baja de su capitán Rafa Márquez y no supieron reaccionar ante el tempranero gol nipón, logrado por Motoyama a los 2 minutos, así que los asiáticos siguieron mandando y Shinji Ono amplió la renta. La sorpresa iba tomando cuerpo, los mexicanos no encontraban el juego que les había servido para aplastar a Argentina y el partido se les fue escapando sin que lograran siquiera recortar distancias. Japón se metía en semifinales por primera vez en su historia y se convertía en el equipo preferido de los aficionados neutrales. La posibilidad de que el país del Sol Naciente ganara un Mundial de fútbol ya no existía sólo en los dibujos animados.

Los pronósticos también saltaron por los aires en el partido entre Mali y Nigeria. Los anfitriones, pese a todos los problemas internos que arrastraban (el seleccionador cesado y Haruna Babangida apartado del equipo por negarse a lanzar un penalti) debían ganar a Mali con autoridad. O al menos eso esperaban sus seguidores, y quizá la presión fue demasiado grande para los anfitriones. La presión y también el rival, que con un juego atractivo se encargó de desnudar las miserias nigerianas desde el minuto 1, cuando Mamadou Bagayoko batió por primera vez el marco local. Pese a que Nigeria logró la igualada momentánea por medio de Hashimu Barga, el tanto de Mamadou Diarra esta vez un minuto antes del descanso fue una losa ya imposible de levantar. En la segunda parte Mali se dedicó a contener el empuje sin ideas de los nigerianos y a dejar que Seydou Keita, cuya imponente figura crecía en cada partido, lanzara a sus compañeros al contragolpe. Finalmente, otra vez Bagayoko puso la puntilla a los anfitriones y certificó el pase a semifinales de la que al principio era la cuarta selección africana pero que se había quedado como la única con opciones de evitar que el título volara lejos del continente organizador. Y el primer equipo al que deberían batir para conseguirlo sería España.

jueves, 16 de abril de 2009

Repaso a los octavos

Cuando el vigente campeón cae eliminado, siempre es noticia, y más si es a las primeras de cambio. Cuando el que cae eliminado casi a las primeras de cambio es el campeón de las dos últimas ediciones, y no sólo es eliminado sino casi humillado por su rival, es más noticia todavía. Así que la derrota de Argentina, campeón en Qatar'95 y en Malasia'97, ante México por 4-1 fue sin duda lo más destacado de la primera ronda de eliminatorias directas. Los argentinos se fueron al descanso con ventaja gracias a un gol de Galleti, pero los mexicanos salieron en tromba en la segunda parte y a los 10 minutos ya habían volteado el marcador. Después, dos grandes disparos de Juan Pablo Rodríguez y Luis González en sendos contrataques sentenciaron a la albiceleste. Pero México pagó un alto precio por eliminar al campeón, ya que su capitán Rafa Márquez, auténtico organizador del juego azteca desde el centro de la zaga, fue expulsado en el descuento y se perdería los cuartos de final.

En esa ronda los mexicanos deberían enfrentarse a la que ya entonces era la revelación del torneo, Japón. Los nipones habían perdido su primer partido ante Camerún y parecían llegar a Nigeria como meros comparsas, pero dos claras y merecidas victorias ante Estados Unidos (3-1) e Inglaterra (2-0) les habían servido para acabar primeros de grupo. Manejados magistralmente por Shinji Ono y con Naohiro Takahara como referente ofensivo, se habían convertido en una de las sensaciones del campeonato y se habían ganado el apoyo del público neutral por su exotismo y su juego alegre y ofensivo. En el partido de octavos dominaron claramente a Portugal y se adelantaron en el marcador al principio de la segunda parte, pero los lusos aprovecharon el bajón físico de los asiáticos para empatar y mandar el choque a la prórroga. No hubo goles y en la tanda de penaltis Japón estuvo más acertado, logrando el pase a cuartos y mandando a casa a otro de los teóricos favoritos.

En cualquier caso, esa parte del cuadro parecía tener un claro favorito: Brasil. Tras el duro comienzo ante España, la canarinha parecía haber despertado y después de golear a Zambia fue Croacia la que sufrió el rodillo brasileño. Dos goles de Ronaldinho en la primera parte dejaron encarrilado el partido, y a los 3 minutos de la reanudación se produjo una de las imágenes del campeonato: el penalti que transformó Fernando Baiano y que fue bautizado como el más lento de la historia. Baiano amagó, Pletikosa se lanzó a un lado y el carioca golpeó suavemente al balón, que entró mansamente por el centro de la portería mientras el cancerbero croata intentaba desesperadamente llegar a él, sin conseguirlo. Para unos es una obra maestra, para otros un gesto de desconsideración hacia el rival, pero en cualquier caso fue el gol que terminó de derrumbar a los croatas. Luego llegaría la rúbrica de Edu para redondear el 4-0 con el que Brasil reafirmaba su candidatura al título.

Su rival en cuartos sería su viejo conocido Uruguay, que se deshizo de Paraguay en una larguísima tanda de penaltis. Al comienzo de la segunda parte el partido parecía muy de cara para los uruguayos, que mandaban por 2-0 gracias a los goles de Ernesto Chevantón y Diego Forlán y contaban con un jugador más por la expulsión del paraguayo Marecos. Pero entonces llegó la reacción guaraní de la mano de Roque Santa Cruz, que marcó un penalti en el minuto 62 y logró el empate en el 86, ya con igualdad numérica tras la roja al uruguayo Pouso. Después de la preceptiva prórroga sin goles, en los penaltis los charrúas acabaron imponiéndose nada menos que por 10 a 9, por lo que en Nigeria se iba a poder disfrutar de todo un clásico del fútbol mundial, Brasil-Uruguay.


En la otra parte del cuadro se vivió el que seguremente fue el partido más loco de todo el torneo. Mali se impuso a Camerún por 5-4 en el tiempo suplementario, gracias a un gol de oro. Mali había abierto el marcador a los 9 minutos, pero los cameruneses habían remontado y se habían ido al descanso con una cómoda ventaja de 3-1. Con un hombre menos, Mali recortó distancias al cuarto de hora de la segunda parte; sin embargo, el segundo tanto de Gaspard Komol parecía sentenciar el encuentro. Contra todo pronóstico, y bajo la batuta de Seydou Keita, los malienses lograron la hazaña y Mahamadou Dissa se convirtió en el héroe de su equipo al empatar a 4 en el minuto 90. Los nervios hicieron presa en los jugadores de Camerún, que sin duda se habían visto en cuartos antes de tiempo, y se quedaron con nueve en la primera parte de la prórroga. Con ventaja numérica y la moral por las nubes, Dissa completó su tarde de gloria marcando el primer (y a la postre único) gol de oro del campeonato en el minuto 104.

Por su parte, Nigeria tuvo que esperar a los penaltis para eliminar a la campeona de Europa, Irlanda. En el banquillo de los anfitriones estaba la otra imagen del día, la presencia del holandés Thijs Libregts (por aquel entonces seleccionador absoluto nigeriano) que se hizo cargo del combinado sub'20 después de que la Federación de aquel país destituyera al anterior entrenador, Tunde Disu, por la mala imagen dada por el equipo en la primera fase, culminada con una derrota ante Paraguay por 2-1. Bajo las órdenes del nuevo técnico, Nigeria tuvo que esforzarse para igualar el tanto de Richard Sadlier en la primera parte, y hasta el minuto 70 no llegó el gol local, obra de Pius Ikedia. De ahí al final el dominio africano fue total, salvo alguna escaramuza aislada de Robbie Keane, pero se llegó al final de los 120 minutos sin novedades en el marcador. La suerte desde los once metros sonrió a Nigeria y se plantó en cuartos, aunque sin despejar las dudas existentes sobre su juego.

Además de Brasil y México, y en menor medida España, si alguien pasó a cuartos con cierta comodidad fue Ghana. El poderío físico de una de las grandes favoritas se impuso a una animosa selección costarricense que sin embargo no fue rival para un combinado pleno de fuerza y velocidad que se perfilaba como favorito para el título. Un gol de Owusu Afriyie en la primera parte y otro de Peter Ofori Quaye casi al final del partido bastaron para doblegar a los centroamericanos. Así las cosas, Ghana sería el fuerte rival que se encontraría España en la frontera entre el éxito y la decepción: los cuartos de final.

domingo, 12 de abril de 2009

La primera criba

El telón de la primera fase se cerró sin demasiadas sorpresas, pero sí con muchas sensaciones sorprendentes. Las únicas selecciones que hicieron las maletas antes de lo previsto fueron dos potencias europeas, Alemania e Inglaterra. Los alemanes habían llegado como favoritos en virtud de su condición de subcampeones de Europa, y tras su cómoda victoria en la primera jornada (4-0 ante Paraguay) parecían refrendar su candidatura al título. Sin embargo, la derrota por 2-0 en la segunda jornada ante los anfitriones hizo que el partido contra Costa Rica se convirtiera en decisivo, y entonces los nervios pudieron a los jóvenes teutones, que cayeron derrotados por 2-1 y concluyeron en la última posición de su grupo. El mismo camino que Alemania tomó Inglaterra, con la deshonra añadida de marcharse de Nigeria sin puntuar y sin marcar un solo gol en un grupo a priori sin demasiados rivales de entidad: Camerún, Japón y Estados Unidos vencieron a los pross sin excesiva dificultad. En su descargo, hay que decir que tanto Alemania como Inglaterra acudieron a Nigeria sin varios de sus mejores hombres, que no fueron liberados por sus clubes. Junto a alemanes e ingleses, las otras selecciones que se marcharon a casa últimas de sus grupos fueron Kazajstán, Arabia Saudí, República de Corea y Honduras.

Pero si hasta ese momento el campeonato no estaba siendo especialmente pródigo en eliminaciones sorprendentes, sí estaba dejando detalles que presagiaban posibles descalabros de algún otro favorito. Argentina, campeón en Malasia'97, tuvo que agradecer a sus archienemigos brasileños la goleada que éstos infligieron a Zambia en la última jornada, puesto que al acabar en la tercera posición de su grupo con 4 puntos (los mismos que Costa Rica, Uruguay y Zambia, que también fueron terceros en sus respectivos grupos), hubo que esperar a que el gol-average decidiera qué selección acompañaba a Australia (3 puntos) como una de las dos peores terceras. Al final, la victoria canarinha por 5-1 fue clave y los zambianos se quedaron fuera de unos octavos que habían acariciado con la punta de los dedos.

Otras selecciones que dejaron dudas sobre su rendimiento fueron Portugal y Uruguay (aunque ambas compartían con Mali el que probablemente fuera el grupo más potente), así como la propia Brasil o Nigeria. Los sudamericanos parecían letales en ataque pero su defensa era extremadamente lenta y el trabajo defensivo de sus centrocampistas brillaba por su ausencia; mientras que el anfitrión parecía acusar la presión de jugar en casa y no daba muestras de ser el equipo temible que se esperaba. En cambio, otros equipos africanos como Ghana o Mali empezaban a meter miedo, y se postulaban como serios aspirantes al título en un grupo de favoritos en el que también había que incluir a España por méritos propios.

Entre las sorpresas agradables, México presentaba un juego rápido y vistoso que le hacía encabezar el segundo grupo de aspirantes, un grupeto en el que se incluían a las ya mencionadas selecciones que partían como favoritas pero que no estaban dando su nivel y también a las revelaciones del torneo como Croacia, Costa Rica, Estados Unidos o Japón. Todas ellas practicaban un fútbol eminentemente ofensivo, cada una con sus peculiaridades, pero que las convertía en rivales a tener en cuenta.

En cuanto a los nombres propios de la fase de grupos, el alemán Enrico Kern fue el primero en destacar con su hat-trick ante Paraguay en la primera jornada. Peter Ofori Quaye (GHA) también tomó la responsabilidad anotadora de su selección, al igual que Damien Duff en Irlanda y Simao Sabrosa en Portugal. Otros referentes ofensivos para sus respectivos equipos eran Taylor Twellman (USA) o Naohiro Takahara (JPN), mientras que Esteban Cambiasso (ARG) era el líder que intentaba tirar del carro argentino (no en vano era el tercer mundial juvenil que disputaba el por aquel entonces canterano del Real Madrid). Rafa Márquez hacía lo propio en la selección azteca, además de sumar un par de goles gracias a su potente disparo y a su buen juego aéreo. Obviamente, los españoles también estaban brillando, y los dos goles de Gabri ante Brasil no habían pasado desapercibidos, como tampoco las dotes de organización de Xavi o las cabalgadas de Varela.

Tras una brillante primera fase en la que se marcaron 102 goles en 36 partidos, los cruces de octavos de final quedaron establecidos de la siguiente forma:

República de Irlanda - Nigeria
Mali - Camerún
España - Estados Unidos
Ghana - Costa Rica
México - Argentina
Japón - Portugal
Paraguay - Uruguay
Brasil - Croacia

Las eliminatorias estrella eran los dos duelos entre equipos de la máxima rivalidad (Paraguay-Uruguay y Mali-Camerún), y el choque entre Argentina y México. La suerte estaba echada, y el día 14 de abril comenzaría la fase decisiva del campeonato.