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sábado, 24 de enero de 2015

1991, Mundial sub'20: El final de una era

Poco más de tres meses después de que su selección conquistara el Campeonato Mundial Juvenil de Arabia Saudita 1989, Portugal era designada sede de la siguiente edición. La candidatura lusa fue la elegida por el Comité Ejecutivo de la FIFA entre las de una docena de países, siendo la de España una de las derrotadas. Los bajos costes de organización (Coca-Cola seguía ocupándose de sufragar las estancias de las selecciones) y la cada vez mayor repercusión televisiva del evento despertaban el interés de muchas federaciones, pero la FIFA seguía prefiriendo naciones que no hubieran albergado ningún Mundial absoluto, un criterio del que únicamente se había apartado en 1983, cuando quiso llevar el campeonato juvenil a la CONCACAF y sólo encontró las candidaturas de México y Guatemala. Por tradición futbolística, tamaño y fechas, la portuguesa era la mejor alternativa; además, su elección suponía un premio añadido al título conseguido por Portugal en Arabia Saudita, que había generado un grandísimo impacto entre la afición de nuestro país vecino. Y como en el Mundial sub’16 de ese mismo 1989, en Escocia, los más jóvenes también habían protagonizado una brillante actuación al acabar terceros, en Portugal confiaban en que esa nueva generación repitiera triunfo en casa.
Perdida la opción de clasificarse automáticamente como país anfitrión, España tuvo que concentrarse en el difícil camino hacia el Mundial juvenil, que había arrancado ya en noviembre de 1988 con el primer partido de clasificación para el Campeonato de Europa sub’18 de 1990. Tras las victorias iniciales ante Dinamarca (4-2) y Austria (1-2), se perdió en la visita a los daneses (2-0), pero la igualdad entre los demás rivales no penalizó ni ese tropiezo ni el posterior empate en casa contra Rumanía (0-0). España sumó dos nuevas victorias frente a Austria (3-1) y Rumanía (1-3) y lideró el grupo con nueve puntos, por los seis de Dinamarca y Rumanía y los tres de Austria.
A finales de julio de 1990, España viajó a Hungría para disputar la fase final del Campeonato de Europa sub’18. Seguía vigente el formato de eliminatorias directas desde cuartos de final, por lo que ganar el primer partido ante Irlanda significaba garantizarse una de las cinco plazas europeas en el Mundial sub’20 de Portugal 1991 (la sexta era, lógicamente, para el país anfitrión). No tuvo España excesivos problemas para conseguir su billete: aunque no pudieron abrir la lata irlandesa hasta la segunda parte, los de Pereda se hicieron con una fácil victoria por 3-0. En semifinales esperaba precisamente Portugal, cuya buena actuación en el Europeo confirmó que llegaría a su Mundial como una de las grandes favoritas. Con varias bajas en defensa, España se mostró muy insegura y no pudo levantar el 1-2 con el que se llegó al descanso. El Campeonato de Europa juvenil seguía siendo inaccesible para la selección española, que sumaba ya más de treinta y cinco años sin conquistar el título. Al menos, pudo despedirse de esa edición con una victoria por 1-0 ante Inglaterra en el partido por el tercer puesto. Por segunda ocasión consecutiva, la URSS se proclamó campeona de Europa sub’18 al derrotar a Portugal (esta vez en los penaltis), mientras que Suecia e Irlanda completarían la representación del Viejo Continente en el Mundial juvenil de 1991.

Parte de la plantilla de España para el Mundial sub'20 de Portugal 1991
(Marca, 14/06/1991)

martes, 24 de noviembre de 2009

1995, Mundial sub'20: La gloria esquiva

Puede que haya sido la selección juvenil de más calidad en la historia de España. No lo sé. No me siento capacitado para realizar una afirmación tan contundente, pero si hemos de fijarnos en la importancia de los nombres que se reunían en aquel equipo, en lo que ya eran entonces en el fútbol español y en lo que han sido después, lo cierto es que deberían estar como mínimo en el podio de esa hipotética clasificación del talento. Y quizá un título hubiera servido para decantar la balanza a su favor, pero en su camino se cruzó la mala suerte y una selección argentina que de la mano de Pekerman empezaba a escribir una página dorada en la historia del fútbol juvenil. Estamos hablando de la España de Raúl y De la Peña (y de Morientes y Etxeberría y otros muchos), de aquel equipo que nos ilusionó y nos hizo pensar que se acercaba una época de brillo y éxitos en la absoluta que desgraciadamente se nos perdió por el camino en algún lugar entre Bélgica y Corea, a sólo once metros de la gloria.

Y es que la expectación que levantó aquel Mundial sub'20 de Qatar 1995 entre los aficionados españoles pocas veces se había visto con una selección inferior, y casi me atrevería a decir que jamás se ha vuelto a ver. Pese a las quejas de muchos clubes, Andoni Goikoetxea pudo disponer de absolutamente todos los jugadores menores de 20 años que despuntaban en España y que por entonces, en la era pre-Bosman, eran muchos y muy buenos. No se trataba de un combinado al uso, basado en una quinta concreta y con algún refuerzo más joven, sino de una auténtica selección de futbolistas en edad sub'20. La calidad, y no la edad, era el factor determinante para estar en ella. El objetivo estaba claro: había que ganar el Mundial. Esa meta ambiciosa y para nada disimulada y la presencia de los dos jugadores que se postulaban como los futuros referentes de Real Madrid y Barcelona hicieron que el país entero se volcara con un equipo repleto de jugadores de Primera División (o claros aspirantes a serlo en pocos meses):

Núm. - Nombre - Nacimiento - Posición - Club
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1.- Javier LÓPEZ VALLEJO - 22/09/1975 - AR - Atlético Osasuna
2.- ALBERTO SÁNCHEZ González - 09/05/1976 - DF - Real Madrid C.F.
3.- DAVID CORDÓN Mesa - 12/11/1975 - DF - Atlético de Madrid
4.- LUIS MARTÍNEZ Arasa - 10/11/1975 - MC - Real Madrid C.F.
5.- CÉSAR Martín Villar - 03/04/1977 - DF - Real Oviedo
6.- Luis Carlos CUARTERO Laforga - 17/08/1975 - DF - Real Zaragoza
7.- RAÚL González Blanco - 27/06/1977 - DL - Real Madrid C.F.
8.- MÍCHEL SALGADO Fernández - 22/10/1975 - MC - R.C. Celta
9.- Iván DE LA PEÑA López - 06/05/1976 - MC - F.C. Barcelona
10.- ROGER García Junyent - 15/12/1976 - MC - F.C. Barcelona
11.- Joseba ETXEBERRÍA Lizardi - 05/09/1977 - DL - Real Sociedad
12.- "MÍCHEL" Sánchez Muñoz - 30/10/1975 - MC - Rayo Vallecano
13.- MANU Martínez García - 06/01/1976 - AR - F.C. Barcelona
14.- Fernando MORIENTES Sánchez - 05/04/1976 - DL - Albacete B.
15.- RAÚL OCHOA Sáinz de Aja - 14/08/1975 - DL - Athletic Club
16.- Toni VELAMAZÁN Tejedor - 22/01/1977 - MC - F.C. Barcelona
17.- Carles DoMINGO Pladevall - 10/06/1977 - DF - F.C. Barcelona
18.- GORKA López Ochando - 07/01/1976 - AR - C.D. Tenerife



A bote pronto, apenas cuatro nombres pueden resultar desconocidos a día de hoy al aficionado medio, y la historia de todos ellos ya quedó reflejada en este artículo publicado el 18 de noviembre de 2001 en el Magazine del diario El Mundo. Actualizando algunos datos, cabe señalar que el meta Gorka llegó a formar parte de la directiva del C.D. Tenerife y a ejercer de director deportivo en varios equipos de la isla, además de continuar con sus labores empresariales, que su colega Manu jugó posteriormente en el Linares y el Eivissa, que David Cordón desfiló después por Eibar, Cacereño, Zamora, Real Unión, Móstoles o Cobeña (club con el que acabó en los tribunales), que Raúl Ochoa pasó por el Amurrio antes de retirarse en 2005 y que Luis Martínez continúa con su carrera de actor de teatro. Por su parte, el resto de convocados tuvieron un paso más o menos largo por Primera y algunos llegaron incluso a alcanzar el estrellato mundial. Pero en este torneo también estarían otras muchas futuras estrellas, como el brasileño Denilson, el portugues Nuno Gomes (que entonces todavía usaba su apellido real, Ribeiro), el japonés Hidetoshi Nakata, el holandés Wilfred Bouma, el costarricense Paulo Wanchope, el ruso Sergei Semak, el australiano Mark Viduka, los cameruneses Pierre Wome y Geremi o los argentinos Ariel Ibagaza y Juan Pablo Sorín, amén de otros muchos futbolistas que por entonces tenían una considerable proyección, como Denny Landzaat o Nordin Wooter en Holanda, Leo Biagini y Christian Díaz en Argentina, Agostinho y Dani (Sporting Lisboa, Ajax, Atlético) en Portugal o Caio en Brasil, a la postre Balón de Oro del torneo y que tuvo un beve paso por Italia en las filas de Inter y  Nápoles. Una larga lista que convirtió a la qatarí en una de las mejores ediciones disputadas hasta la fecha. Y eso a pesar de que durante varias semanas la disputa del Campeonato Mundial sub'20 de 1995, último con 16 selecciones, estuvo en el aire. En realidad la sede designada para su celebración había sido Nigeria, pero las epidemias de cólera y meningitis que asolaban Enugu y Kaduna, dos de las ciudades que debían acoger partidos del Mundial, y los sempiternos problemas de infraestructuras que presentaba el país africano a sólo un mes del inicio del campeonato obligaron a la FIFA a tomar la decisión de trasladar el torneo. Sonaron varias alternativas, pero el emirato de Qatar apostó fuerte y convenció a los dirigentes de la FIFA, que se decidieron por el minúsculo Estado árabe ante las promesas de seguridad, buenas infraestructuras y máxima celeridad para la organización del Mundial. Las autoridades qataríes cumplieron (aunque no pudieron evitar los intentos de soborno denunciados por varias selecciones durante el campeonato) y el 13 de abril, apenas un mes después de la fecha inicialmente prevista para el comienzo del torneo en Nigeria, el balón comenzó a rodar en Doha.

España había quedado encuadrada en el grupo B, junto a Burundi, Japón y Chile. El once tipo de Goikoetxea durante el torneo estuvo formado por López Vallejo en portería, David Cordón y Míchel Salgado en los laterales, César y Cuartero en el centro de la zaga, Luis Martínez e Iván De la Peña en el mediocentro, Roger y Toni Velamazán en las bandas (aunque era frecuente que Velamazán apoyara más al centro del campo y dejara el carril libre para las incursiones de Salgado, que acababa actuando casi como volante) y arriba la pareja formada por Raúl y un Joseba Etxeberría, entonces todavía en la Real Sociedad, que se mostró mucho más acertado de cara a gol que Fernando Morientes, quien comenzó de titular pero perdió su sitio en favor del benjamín de la convocatoria. Ya desde el primer encuentro ante Burundi, España demostró que no había viajado hasta el Golfo Pérsico para hacer turismo y a base de goles y buen juego presentó oficialmente su candidatura al título. Guiados por De la Peña, nuestros jugadores desarbolaron a una animosa selección africana que no pudo oponer resistencia y acabó cayendo por 5-1, con goles de Morientes (aunque la FIFA se lo adjudique a Luis Martínez por un error en la anotación de los dorsales), Raúl, Roger y dos de Etxeberría, que salió en el descanso y obtuvo un merecido premio a sus buenos minutos. El único lunar fue la expulsión del astro cántabro, que sirvió para que en el partido contra Japón Mingo tuviera su oportunidad en el once inicial, desplazando a Roger al eje de la medular. Aunque fue precisamente el pequeño de los García Junyent quien inauguró el marcador con un gol de cabeza, obviamente el equipo se resintió por la ausencia de "lo pelat" y Japón no pasó demasiados apuros en la primera parte. Tras el descanso los nipones se lanzaron al ataque y lograron empatar por medio de Hidetoshi Nakata, que marcó un gol olímpico. El encuentro se complicaba pero apareció Raúl para adelantar de nuevo a España y sentenciar el pase a cuartos a falta de menos de diez minutos. El último partido ante Chile sirvió como de costumbre para dar minutos a los menos habituales (de hecho los guardametas Manu y Gorka se repartieron el encuentro), pero con jugadores como Raúl, Etxeberría, De la Peña o el rayista Míchel sobre el campo no era descabellado pensar en una cómoda victoria ante un cuadro chileno que apuraba sus opciones de clasificación tras fallar inexplicablemente ante Japón y Burundi. Dos goles de Etxeberría en el primer cuarto de hora y otro de Raúl Ochoa antes del descanso sentenciaron una victoria que se transformó en goleada con el cuarto, obra de Míchel, y que acabó en una auténtica borrachera de goles en una segunda parte completamente rota. Dos nuevos tantos de Raúl Ochoa e Iván De la Peña y tres más por parte chilena sellaron un escandaloso 6-3 con el que se remató esta primera fase. Nadie aguantaba la comparación con España, sus trece goles marcados la convertían con diferencia en el mejor ataque y sólo la aparente fragilidad de la línea defensiva (sin un mediocentro defensivo puro y con dos laterales que destacaban más en ataque que en defensa) generaba cierta dudas.


Pero la ilusión seguía por todo lo alto, y más tras la exhibición de cuartos de final ante Rusia. Casi sin tiempo para sentarnos ante el televisor Raúl hizo el primero, diez minutos después Etxeberría marcó el segundo y antes del ecuador de la primera parte España había sentenciado su pase a semifinales con otro gol del jovencísimo delantero de la Real Sociedad. El resultado al descanso pudo haber sido de escándalo a poco que Raúl, Toni Velamazán y compañía hubieran afinado un pelo su puntería, pero hubo que esperar al minuto 60 para ver sl siguiente gol, nuevamente obra de un Etxeberría en estado de gracia que firmaba su séptimo tanto en el campeonato y se postulaba ya como favorito indiscutible para llevarse la Bota de Oro. Rusia acortó distancias de penalti y por momentos reaparecieron las lagunas defensivas, aunque se achacaron a un resultado cómodo y al orgullo rival. Pero lo cierto es que los fallos existían y en semifinales Argentina iba a aprovechar perfectamente esos desajustes. Pekerman ya había dado una lección táctica en cuartos ante Camerún y volvió a sacar el librillo para impartir una nueva clase magistral de estudio del rival y aprovechamiento de sus debilidades. Con férreos marcajes sobre Raúl y Etxeberría, dos líneas muy juntas para dificultar la actividad de De la Peña y recurriendo sin rubor a las faltas tácticas cuando fue necesario, Argentina se encomendó a su portero Irigoytia y a las contras que pudiera lanzar Ariel Ibagaza, logrando mantenerse a flote tras las primeras acometidas de una España que hasta entonces siempre había roto sus partidos con una salida fulgurante. Sin embargo, esta vez las ocasiones no se materializaron y por contra, en el primer acercamiento albiceleste, Leo Biagini aprovechó un error en el despeje de la zaga española para adelantar a los suyos. El gol fue un jarro de agua fría para una España sin ideas y que sólo creaba peligro con los lanzamientos de falta de Roger y De la Peña, a los que Irigoytia respondía como un coloso. En el descanso Goikoetxea se la jugó retirando a Salgado para dar entrada al atacante Raúl Ochoa, y se dice que cuando Pekerman vio que España iba a quedarse con una línea de tres atrás comentó a sus ayudantes que nuestra selección se acababa de suicidar. Lo cierto es que en los primeros instantes de la segunda parte España encerraba a Argentina en su área pero los contragolpes sudamericanos eran mortales, llegando muchas veces en superioridad a la meta de López Vallejo, y no tardaron ni diez minutos en hacer el segundo gol. Luego Velamazán se autoexpulsó en una jugada absurda y Argentina se dedicó a bailar al juguete roto en el que se había convertido nuestra selección. El partido acabó 0-3 pero pudo haber sido aún peor, y la decepción que supuso una elminación tan inesperada como justa seguramente contribuyó a la derrota también en el partido por el tercer puesto. Portugal, vigente campeona de Europa (había vencido en el Europeo sub'18 de 1994, celebrado en Extremadura, en el que España había acabado tercera) también llegaba tocada a ese partido tras haber caído en el minuto 93 y jugando con nueve ante Brasil, y el duelo estuvo marcado por la apatía general, de la que en la primera parte sólo se salvaron un Salgado que quería reivindicarse tras haber sido sustituido en semifinales cuando estaba siendo el mejor del equipo y un De la Peña que intentaba por todos los medios ganar votos para llevarse algún premio. Ambos hicieron los goles que al descanso colocaban un cómodo 2-0 para España, pero mediada la segunda parte reaparecieron los errores defensivos, Portugal reaccionó y sus figuras Dani y Nuno Gomes, éste en dos ocasiones, marcaron para darle la vuelta al marcador.

España se volvía a casa con una amarga cuarta posición y la única distinción individual de Joseba Etxeberría como máximo goleador, sin duda un premio importante pero pequeño en comparación con las expectativas que había despertado este equipo, y el triunfo final de una Argentina con menos calidad que la selección española pero mucho mejor dirigida tácticamente no hizo sino aumentar la sensación de oportunidad perdida. Las críticas a Goikoetxea por la falta de rigor defensivo y algunas decisiones poco acertadas fueron numerosas y puede que justas, pero tampoco debemos obviar que muchas de ellas fueron claramente interesadas: varios equipos habían perdido a jugadores importantes en un tramo decisivo de la temporada y eso enturbió el ambiente, y sin duda muchos medios tampoco quisieron dejar pasar la oportunidad de atizarle, aunque fuera de rebote, al seleccionador nacional Javier Clemente. Pero por encima de polémicas debemos quedarnos con unos chavales que desde luego pusieron todo de su parte y demostraron que España tenía potencial para hacer algo grande en categoría absoluta. Aunque finalmente no fueran ellos los encargados de conseguirlo, sin lugar a dudas marcaron el camino a seguir por esos que sí lo lograron.


jueves, 20 de agosto de 2009

2007, Europeo sub'19: Ensayo general en Austria

La inesperada eliminación del Mundial sub'20 fue un duro revés para todos por la manera de producirse y por las expectativas que se habían ido generando, pero afortunadamente la pelota no para nunca de rodar y en esta ocasión apenas hubo tiempo para lamentos. Sólo dos días después de la derrota en Edmonton ante la República Checa empezaba en Austria una nueva edición del Campeonato de Europa sub'19, torneo en el que defendíamos la corona lograda el año anterior por la mayoría de aquellos jóvenes que en esos momentos debían estar volando de vuelta a España sumidos en una profunda decepción. Algunos de los máximos exponentes de la generación del 88 y principales artífices de la clasificación para este Europeo (Mata, Bueno, Sunny o Adrián López) ya habían dado el salto y se encontraban en aquel triste vuelo procedente de Canadá, por lo que el grupo de jugadores que acudió a la cita continental era bastante heterogéneo y estaba formado tanto por el resto de habituales de esa generación (como Javi Martínez, Montoro o Felipe Ramos) como por varios de los mejores del 89 (Asenjo, Azpilicueta o Aarón Ñíguez), en una mezcla que llevaba tiempo preparándose desde la Federación ya que casi todos habían contribuido a la clasificación para esta cita, aunque fuera sólo de manera testimonial. Tras superar a Noruega, Islandia y Azerbayán en la Ronda Élite, el sorteo de la fase final nos deparó un grupo con Austria, Grecia y Portugal que, aunque no era precisamente sencillo, sí nos ofrecía más posibilidades de clasificación que el formado por Francia, Alemania, Serbia y Rusia. En todo caso la selección acudía a tierras centroeuropeas sin el cartel de favorita y más bien entre la desconfianza de unos aficionados que, haciendo honor a la verdad, no esperaban gran cosa de este equipo desprovisto del brillo de anteriores combinados. Pero como casi siempre, la realidad nos volvió a demostrar que nuestros pronósticos no sirven de nada.

El partido del debut era contra Austria, selección anfitriona que, al contrario que la española, apenas había perdido elementos por la disputa del Mundial sub'20. No dejaba de ser irónico que el país que parecía haberse centrado en el torneo continental que organizaba estuviese en condiciones de meterse en la final del Mundial mientras que quien más había apostado por la cita mundialista estuviera ya eliminado. El caso es que, bajo el asfixiante calor que marcó todo el torneo y obligó a la UEFA a permitir la interrupción del juego en el ecuador de cada parte para que los jugadores se refrescaran, en la primera parte apenas hubo nada reseñable, con el dominio muy repartido y las ocasiones brillando por su ausencia, hasta que al poco de comenzar la segunda parte Aarón decidió finiquitar el duelo: sirvió a Azpilicueta el primero tras una gran internada por su banda y apenas unos minutos después se marcó un auténtico jugadón para hacer el segundo tanto. Austria intentó reponerse a ese duro golpe pero apenas sí inquietó la meta de Felipe Ramos, y el partido acabó con una trabajada victoria que sirvió a los nuestros para coger confianza en sus posibilidades, aunque el juego fue manifiestamente mejorable.

El segundo partido, esta vez ante Portugal, comenzó de una manera similar, con los dos equipos jugando a bajas revoluciones por las altas temperaturas, pero pareció animarse cuando a los ocho minutos Javi Martínez estrelló un zapatazo en el larguero. Portugal, que en la jornada inaugural había perdido 1-0 con Grecia, se echó atrás, y España comenzó a dominar y a crear peligro ante la portería lusa, aunque las sucesivas ocasiones de Aarón, Nsue o Modrego no encontraron premio. Pasada la media hora de juego el partido volvió a calmarse y no despertó hasta otra vez el minuto ocho de la segunda mitad, cuando Aarón fue derribado dentro del área por un defensor portugués. El propio jugador valencianista se encargó de transformar la pena máxima y puso en ventaja a España, que desde ese momento vio como Portugal intentaba reaccionar y se estiraba cada vez más hasta lograr el gol del empate por medio de Carriço en el minuto 70. El partido volvió a cambiar de manos y Nsue tuvo la oportunidad de hacer el segundo, pero falló en su remate y el partido finalizó con un empate que dejaba a España a las puertas de la clasificación y a Portugal a las puertas de la eliminación.


El partido contra Grecia se prestaba a toda clase de rumores maledicentes, puesto que a ambas selecciones les valía el empate para plantarse en semifinales. Y si bien es cierto que al final ése fue el resultado definitivo, también hay que reconocer que el encuentro tuvo ocasiones de sobra como para haber roto el empate a cero inicial, aunque finalmente la lógica acabara imponiéndose. Empezó fuerte España, acorralando a una Grecia de la que tampoco esperábamos otra actitud, y pronto empezaron a llegar las ocasiones. Aarón seguía mostrándose como el jugador más desequilibrante del bando hispano y suyas fueron las acciones más peligrosas, aunque el barcelonista Coto y el mallorquinista Nsue también pudieron haber marcado antes del descanso. Tras el parón reglamentario, Grecia se estiró un poco más y trató de conectar con un hasta entonces desaparecido Sotiris Ninis, su principal estrella. En esa fase de dominio heleno llegó la jugada clave, un penalti en el área española que Mitroglou se encargó de lanzar pero que Ramos despejó con acierto. Y entonces sí, como si ambos equipos le hubieran visto las orejas al lobo, sobre el césped del estadio de Linz pareció firmarse un armisticio. España dominaba pero sin llegar demasiado y Grecia corría pero sin presionar en exceso, dejando pasar el tiempo con ese resultado tan favorable para ambos. Se llegó al final sin más sobresaltos y España accedió a semifinales como primera de grupo, un resultado con el que muchos ya nos dábamos por satisfechos pero que afortunadamente no parecía suficiente para quienes estaban en Austria.

Lo cierto es que encontrarnos en semifinales con una Francia como siempre físicamente muy potente, aunque parecía venir de más a menos en el torneo, tampoco ayudaba a sentirnos demasiado optimistas. El juego español se había mostrado muy plano y lento en el centro del campo, con un Javi Martínez que evidenciaba no ser un organizador puro, y dado que Emilio Nsue tampoco parecía estar fino de cara a gol prácticamente todas nuestras opciones parecían pasar por lo que fuera capaz de inventarse Aarón Ñíguez. El comienzo fue una buena muestra de ello, puesto que Aarón lanzó un bonito disparo al larguero y Nsue no acertó a materializar el rechace. En los primeros minutos el dominio territorial correspondió a España pero costaba crear ocasiones y cuando se lograba Nsue no era capaz de resolverlas con acierto. Luego el juego volvió a ralentizarse y ninguno de los dos equipos supo acercarse con peligro al meta rival. La segunda parte comenzó tan vibrante como la primera pero con los papeles cambiados, ya que fue Francia quien estuvo a punto de inaugurar el marcador en una contra de Monnet-Paquet, principal artillero galo, que detuvo a tiempo Felipe Ramos. El portero madridista protagonizó poco después la jugada desgraciada de la noche al caer lesionado tras una salida. El esguince de tobillo que se produjo le impedía continuar en el campo y llegó la hora de otro de los jóvenes, Sergio Asenjo, que se convertiría en el héroe del partido. Pero todavía quedaba mucho tiempo para su momento de gloria. Antes, Aarón vio como el colegiado le anulaba un gol por fuera de juego, y luego el jugador del Albacete Carletes falló una clara oportunidad a la contra. Francia apretaba con un juego más directo pero tampoco creaba peligro, y se llegó al término de los 90 minutos con el marcador inalterado. La prórroga fue un auténtico suplicio para dos equipos muy castigados físicamente y a los que la tensión por la importancia del choque pareció atenazar. Tan sólo hubo una ocasión reseñable, también para España, pero el cabezazo de Mikel San José fue bien atrapado por Carrasso. Llegaba la tanda de penaltis, y en el tercer lanzamiento francés emergió la figura del palentino Sergio Asenjo, que detuvo el disparo de Monnet-Paquet. San José transformó el cuarto para España y Asenjo volvió a atajar el cuarto, dando el pase a la final al equipo español.

Semifinal España-Francia, tanda de penaltis


Ahora sí que las expectativas estaban por todo lo alto, porque una clasificación por penaltis y con un héroe inesperado siempre da moral, y porque el rival sería Grecia, que sorprendentemente había derrotado 3-2 a la Alemania de Ozil y Ben Hatira. Aunque España tenía las bajas de Javi Martínez y Montoro (uno por acumulación de tarjetas y el otro por haber sido expulsado en los últimos instantes de las semifinales) y el equipo griego ya nos había dado un susto en la fase de grupos, casi nadie dudaba de que el título volvería a viajar a tierras españolas. El sabio Juan Santisteban tenía la difícil decisión de elegir a los sutitutos de los centrocampistas sancionados y desde luego su solución no pudo dar mejores resultados. Adelantó a Mikel San José al centro del campo y colocó junto a él al madridista Dani Parejo, quien apenas había jugado unos minutos antes de la final y que había viajado a Austria por la lesión a última hora del barcelonista Marc Crosas, y fue el madrileño quien acabó llevándose los titulares al marcar el único tanto del encuentro. Corría el minuto 38 y hasta entonces España, que había dispuesto de algunas ocasiones, no veía la forma de derribar una muralla helena que, pese a contar con la importante baja de su líder Papastathopoulos, tenía al guardameta Stratilatis como su principal soporte. Entonces Parejo acudió a sacar una falta a la banda izquierda, oteó el horizonte y chutó directamente a puerta cuando todos, incluído el meta griego y su mal colocada barrera, esperábamos un centro al corazón del área. El balón entró pegadito al primer palo y se convirtió en el único gol de un partido que España dominó casi por completo. Casi porque al comienzo de la segunda parte Grecia puso cerco a la meta de Asenjo y, aunque retiró a Ninis, estuvo a punto de alcanzar el empate en un par de jugadas en las que la suerte acompañó al meta del Valladolid, que vio como los delanteros helenos o no llegaba a rematar o disparaban fuera en situaciones prácticamente inmejorables. Afortunadamente el agobio sólo duró un cuarto de hora y luego España volvió a controlar el balón, tratando de dormir un partido que pudo sentenciar antes del final si Stratilatis no se hubiera empeñado en enmendar su error en el gol con varias paradas de mérito. Pero la situación estaba controlada y el título en el bolsillo, y mientras nuestros juveniles levantaban la copa en el verde de Linz seguro que todos pensábamos en lo bonito que sería repetir aquella modesta imagen al año siguiente, en el mismo país pero en un escenario más imponente y con un título definitivamente más ansiado: una Eurocopa absoluta. ¿Por qué no?



martes, 4 de agosto de 2009

2006, Europeo sub'19: La "quinta de Cesc" se emancipa

Dos años antes, en el Europeo sub'17 de Francia, para el gran público eran simplemente los acompañantes de Cesc. Pero si ya entonces demostraron que la generación del 87 no se detenía en el genial centrocampista del Arsenal, en 2006 confirmaron que nos encontrábamos ante uno de los grupos de más talento (otro más) de los últimos años. Huérfanos de su líder mediático, cuya meteórica carrera le había llevado a disputar el Mundial de Alemania con la Selección absoluta de Luis Aragonés, sus coetáneos desplegaron todo su repertorio para alcanzar el título continental, y apenas encontraron oposición en su camino a la gloria. En la ronda previa, celebrada en Torrevieja y Callosa del Segura, superaron con cierta comodidad un grupo con Suecia, Chipre y Alemania, y a los Piqué, Capel, Marc Pedraza o César Díaz, presentes ya en el Europeo sub'17 de 2004, se sumaron nombres como los de Mata, Antonio Barragán, Alberto Bueno o Jeffren Suárez. El nivel de juego de la selección y la contundencia de los marcadores (4-0 a los suecos, 8-1 a los chipriotas y 3-1 a los alemanes) hizo que España arribara a la fase final de Polonia como la indiscutible favorita.

España quedó encuadrada en el Grupo B junto a Turquía, Portugal y Escocia, y rápidamente mostró a qué había ido a tierras polacas. En el primer partido ante Turquía, los de Ginés Meléndez desplegaron todo su repertorio y guiados por el barcelonista Jeffren encerraron a los turcos en su campo. El gol llegó a los 18 minutos, al rematar el madridista Alberto Bueno una falta botada por su compañero Juan Mata. y parecía que el partido sólo tendría una dirección. Sin embargo, Turquía reaccionó y logró el empate por medio de Ilhan, aunque pronto Mata devolvió las cosas a su sitio al cazar una gran volea que se coló junto al palo de la meta de Babacan, y sólo cinco minutos después el propio Mata culminó una rápida acción con una medida vaselina que supuso el 3-1. El descanso no cambió el guión y España siguió llevando peligro al área turca, consiguiendo el cuarto gol a los ocho minutos de la reanudación por medio del blaugrana Toni Calvo. Con el partido sentenciado los nuestros se relajaron y Turquía aprovechó para recortar distancias. Ilhan hizo su segundo tanto al cuarto de hora, y sólo unos instantes después Mevlut metió el miedo en el cuerpo de los españoles con el tercer gol otomano. Meléndez retiró a Bueno para conseguir más control del balón con Esteban Granero, pero el partido se había escapado del control hispano y durante varios minutos la sombra del empate planeó sobre el choque. Sin embargo, cuando el partido ya agonizaba Mata selló su hat-trick, colocando a España a un paso de la clasificación para semifinales.

En la segunda jornada los de Meléndez tenían que vérselas con Escocia, que en la fase previa había eliminado a la campeona Francia y que en la primera jornada había empatado a 2 con Portugal después de ir ganando por 2-0. Tras la reacción lusa parecía que la capacidad de sorpresa de los escoceses había tocado a su fin, y el partido contra España pareció confirmar esta teoría. Con Diego Capel (sancionado en el primer encuentro) como única novedad en el once, los nuestros dominaron de principio a fin el partido sin demasiados apuros, y nuevamente fue Bueno el encargado de abrir el marcador pasado el cuarto de hora. Entonces apareció uno de los líderes del equipo, Gerard Piqué, para reclamar su dosis de protagonismo: el central del Manchester United dobló la ventaja antes de la media hora y ya en la segunda parte tuvo tiempo de hacer el tercero antes de retirarse con molestias. Luego España se relajó, bajó las revoluciones y se dedicó a dejar pasar el tiempo ante una timorata selección escocesa que en ningún momento dio sensación de peligro. A cinco minutos del final, y con la mente de los nuestros puesta ya en el siguiente duelo frente a Portugal, Mario Suárez puso la guinda al partido con un cuarto gol y certificó el brillante pase a semifinales de un equipo que seguía creciendo a cada instante y que de momento alcanzaba el objetivo mínimo de clasificarse para el Mundial sub'20 de Canadá 2007.

Teóricamente el partido contra Portugal debía decidir el liderato del grupo, pero las teorías en el fútbol son frágiles como una figurita de porcelana y en esta ocasión fue el goleador turco Ilhan quien se encargó de romperlas en mil pedazos con su gol en el minuto 95 del partido ante los lusos, que suponía el empate a 4 en el marcador, un hat-trick para él y la primera plaza automáticamente para España. Así que la clasificación para semifinales se convirtió en una lucha a tres bandas entre Turquía, Portugal y Escocia en la que, aunque Portugal partía un punto por delante, la ventaja parecía estar del lado otomano, ya que Turquía se enfrentaba al rival teóricamente más débil. Pero las teorías en el fútbol son frágiles... En fin, el caso es que obviamente España saltó al terreno de juego con muchas menos necesidades que Portugal, lo que se tradujo en un once lleno de novedades y, de paso, en una primera parte sin un dominador claro de la que Portugal salió con ventaja gracias a un penalti transformado por Bruno Gama. Sin embargo, recién comenzada la segunda parte el albaceteño César Díaz firmó el empate con un espléndido testarazo y el gol dio paso a una fase de claro dominio español. A estas alturas en el otro partido saltaba la sorpresa, con Escocia dominando a Turquía por 3-0, por lo que el pase era momentáneamente para los sorprendentes escoceses. Un gol luso daba la clasificación a nuestros vecinos, pero Portugal se veía impotente para llegar con peligro a la meta defendida por Ángel Bernabé. Mientras, los turcos se colocaban a un gol de distancia de los escoceses, y aunque seguían necesitando la victoria para pasar, a Portugal sí le valía el hipotético empate en el otro campo, por lo que la cabeza de los portugueses viajaba incesantemente de un estadio a otro, buscando el gol que les clasificara. Pero en este final de infarto nadie más fue capaz de marcar, y contra todo pronóstico al final fue Escocia la selección que se metió en semifinales acompañando a España.

En el grupo A las cosas no habían estado menos igualadas, aunque la resolución fue algo más sencilla: tras dos jornadas todos contaban con 3 puntos por lo que quien ganara pasaría a semifinales. Finalmente la República Checa se impuso a la anfitriona Polonia y Austria hizo lo propio con Bélgica, y la diferencia de goles nos puso a los austríacos en nuestro camino a la final. Austria se presentó con la baja de su delantero estrella Erwin Hoffer, sancionado, y sufrió un severo correctivo. Desde el minuto 1 España controló el encuentro, aunque sin crear apenas peligro hasta que pasada la media hora Mata habilitó a Jeffren, que rompió por velocidad a la defensa rival y subió el primer tanto al marcador. Antes del descanso llegaría el gol de la tranquilidad, obra de Javi García de lanzamiento de falta, que convirtió la segunda parte en un paseo triunfal. Con Austria intentando estirar líneas, la explosiva pareja que formaban los madridistas Mata y Bueno mostró su gran compenetración y entre los dos se fabricaron el tercer gol en una bonita jugada que culminó Mata. Aquí se acabó la resistencia austriaca y ya en los últimos minutos Javi García y Bueno redondearon la manita. España volvía a una final europea dos años después y nadie pensaba que el resultado no fuera a ser el mismo que entonces.

Y es que, además del gran juego desplegado por los nuestros a lo largo de todo el torneo, el rival por el título sería ni más ni menos que Escocia, que había culminado su sorprendente torneo eliminando a una República Checa que mereció mejor suerte pero que no supo aprovechar su mayor número de ocasiones. Con el precedente del 4-0 en la fase de grupos, todos pensábamos que la final sería otro paseo para España, pero desde el primer minuto se hizo evidente que unos y otros afrontaban el partido conscientes de lo que se jugaban y nadie estaba dispuesto a conceder facilidades al rival. De hecho, la primera media hora fue de claro color británico, con Escocia dominando el balón aunque sin crear excesivo peligro ante la meta de Adán. La presión de sentirse favoritos parecía poder con los nuestros, que tardaron en cogerle el aire al partido. Sin embargo, cuando lo hicieron sería para crear serios apuros al portero escocés, y tanto Bueno como Mata y Toni Calvo pudieron marcar antes del descanso. Pero hubo que esperar al minuto 6 de la segunda parte para que España pudiera por fin adelantarse en el marcador, gracias a un golazo de Bueno que se inventó una vaselina perfecta para culminar una gran jugada colectiva. El gol dio a los nuestros el aplomo que necesitaban y que habían mostrado a lo largo del campeonato y los escoceses sólo pudieron observar cómo las ocasiones sobre su portería se sucedían sin remedio. Toni Calvo estuvo a punto de hacer el segundo, Piqué estrelló un cabezazo en el larguero y finalmente fue Bueno quien acertó a batir nuevamente la meta de Escocia, rematando un pase de la muerte de Piqué tras una falta. Quedaban veinte minutos y España saboreaba ya el título, aunque un postrero gol de Dorrans sirvió para darle algo de emoción a los últimos instantes. Pero, esta vez sí, Escocia había dado ya todas las sorpresas que podía dar (y que no fueron pocas) y la quinta del 87 dejó para siempre de ser "la de Cesc" para convertirse "simplemente" en otra generación de Campeones.

jueves, 18 de junio de 2009

2003, Mundial sub'17 (III): Cesc, de Oro

La primera fase del torneo había concluido sin demasiados sobresaltos. En el grupo A, Colombia había demostrado una buena y progresiva adaptación al césped artificial del Estadio Töölö que culminó con la goleada del Campeonato, un 9-1 al conjunto anfitrión que colocaba a los "cafeteros" en el grupo de favoritos al título. Su rival en cuartos de final sería Costa Rica, que había protagonizado la única sorpresa del campeonato al acabar en la segunda plaza del grupo B, dejando fuera a la Nigeria de John Obi Mikel de una manera pocas veces vista: por sorteo. Y es que centroamericanos y africanos acabaron esta primera fase empatados absolutamente a todo y tuvo que ser el azar quien determinara el equipo clasificado para cuartos. En ese grupo, la superioridad de Argentina había sido manifiesta, puesto que además de ser el único equipo del torneo que sumó los 9 puntos de la fase de grupos era también el único que concluyó esta fase sin recibir un solo gol. Con futbolistas como Óscar Ustari, Ezequiel Garay, Fernando Gago, Lucas Biglia o Neri Cardozo, la albiceleste parecía la más firme candidata al título. El primer obstáculo sería México, segunda clasificada del grupo A, que no parecía rival para la engrasada máquina de Hugo Tocalli.

Por la otra parte del cuadro, Brasil había pasado con suficiencia como primer clasificado del grupo C y se enfrentaría a Estados Unidos. Los brasileños habían tenido un dubitativo comienzo (1-1 frente a Camerún) pero luego se desataron y guiados por Ederson y Evandro golearon a Portugal y Yemen para reafirmar su condición de favoritos. Con Brasil virtualmente clasificado antes de la última jornada, el rival de España en los cuartos de final saldría del electrizante duelo entre portugueses y cameruneses. Portugal había dejado muchas dudas en sus primeros partidos, saldados con una apurada victoria ante Yemen (4-3, remontando un 0-2 al descanso) y una sonrojante goleada ante Brasil (0-5), mientras que los africanos también habían dado una de cal y otra de arena al empatar a un tanto sus partidos contra Brasil y Yemen. Las dudas sobre quién pasaría parecieron quedar resueltas en los primeros cuarenta y cinco minutos, a cuya conclusión se llegó con un incontestable 4-0 para Portugal gracias a la gran actuación de Bruno Gama, Vierinha y Manuel Curto, autor de 3 goles. Pero tras el quinto tanto luso, en el minuto 52, se inició uno de los capítulos más apasionantes de la historia de los campeonatos mundiales: bajo la batuta de Alexandre Song, Camerún se lanzó al ataque y golpe a golpe fue reduciendo distancias hasta firmar el empate en el descuento. Pero el quinto gol llegó ya demasiado tarde, sin tiempo para buscar el que hubiera supuesto su más que milagrosa clasificación, y los africanos acabaron derrumbándose abatidos sobre el césped mientras los jugadores portugueses, todavía con el miedo en el cuerpo, intentaban animar a sus rivales. Así pues, Portugal sería nuestro rival en cuartos, y el diametralmente opuesto momento de forma que parecían mostrar ambas selecciones nos daba confianza para pensar que el pase a semifinales era factible.




5-2

El 24 de agosto de 2003 pasó a la historia de nuestro deporte como el día en que un piloto español logró la primera victoria en la Fórmula 1 (Fernando Alonso en el Gran Premio de Hungría), y puede que también porque vio el debut oficial de David Beckham con la camiseta del Real Madrid (en la ida de la Supercopa ante el Mallorca). Entre ambos acontecimientos, TVE decidió que no había mejor forma de pasar la tarde del domingo que viendo la segunda jornada de los Mundiales de Atletismo de París, privándonos de presenciar en directo otro de los acontecimientos que deberían aparecer en las reseñas de aquel día: el partido en el que Cesc Fábregas puso su nombre en boca de todos los aficionados al fútbol. Porque se podría decir que ese fue el día en el que vimos que aquel chico estaba realmente capacitado para hacer grandes cosas, aunque la confirmación la tendríamos sólo tres días después. Con ganas de revancha por la derrota en la final del Europeo, España saltó al terreno de juego del Ratina Stadium de Tampere con el mismo once que había derrotado de manera convincente a Estados Unidos, salvo la presencia de Oskitz por el sancionado Silva. Así, Mandaluniz se mantenía en la portería y Xisco ocupaba el puesto de David como ariete. En Portugal, que también optaba por el 4-5-1, destacaba la presencia en la media de la tripleta Vierinha-Bruno Gama-Manuel Fernandes, por lo que se preveía una bonita lucha en un superpoblado centro del campo. El partido se presentaba apasionante y no tardó en responder a las expectativas. Portugal golpeó primero con un gol de Manuel Curto, que se colocaba con 5 goles como máximo artillero del torneo, pero España respondió mandando en la posesión y explotando la verticalidad y el regate de Sisi, a un gran nivel durante todo el torneo pero sencillamente imparable en aquel partido. Fruto de su enésima incursión por la derecha fue una falta que lanzó Jurado y que Sergio Sánchez empalmó a la red, firmando el empate poco antes de la media hora. El dominio español era total y Portugal daba muestras continuas de su endeblez defensiva, aunque el segundo gol no llegó hasta el filo del descanso, cuando Cesc cabeceó con precisión un medido centro de Sisi. España se iba al vestuario con el marcador de cara pero con ganas de seguir marcando diferencias, y a los 5 minutos de la reanudación Xisco aprovechó un magistral pase entre líneas de Cesc para firmar el tercero. El partido enloqueció por el afán portugués de recortar distancias y después de un buen par de oportunidades de Xisco y Jurado, una nueva combinación entre Cesc y Xisco dejó al primero al borde del área pequeña para batir cómodamente al meta luso. La exhibición de toque estaba siendo brutal, pero Portugal no se rendía y Vierinha hizo un auténtico golazo de falta para poner el 4-2. Apenas quedaban un par de minutos y el partido no se nos podía escapar pese a los últimos esfuerzos lusos por recortar distancias, y de hecho lo que llegó fue la puntilla cuando, ya en el descuento, Jurado transformó con frialdad un penalti cometido sobre Xisco. España había derrotado claramente a los campeones de Europa, tomándose una dulce revancha de la final de Viseu, y con su exhibición de fútbol dejaba claro que se metía en semifinales por méritos propios y con muchas papeletas para hacerse con el Campeonato.

Crónica de FIFA.com


La selección española completaba el cuadro final del torneo en el que estarían nada menos que las tres selecciones sudamericanas. Y es que, como se preveía, Colombia se había deshecho de Costa Rica por 2-0 sin forzar demasiado la máquina, como Brasil, que había pasado por encima de una timorata selección estadounidense (3-0), que pareció hipnotizada por las camisetas verdeamarelhas que tenía enfrente y apenas inquietó la meta carioca, por lo que la primera aventura internacional de Freddy Adu llegaba a su fin. Ahora España se las vería con el coco del torneo, Argentina, que tampoco había necesitado realizar su mejor partido para imponerse con comodidad a México por 2-0. El hasta el momento infranqueable muro albiceleste era el nuevo reto que tenían unos chicos que parecían crecerse por momentos.



2-3

Si en cuartos Cesc había sido un jugador clave en la victoria ante Portugal, en semifinales fue sencillamente decisivo, y con su brillante actuación sin duda convenció a la mayoría de periodistas presentes en el Campeonato: el chico era de oro. Y ante él nos rendimos también los aficionados que intentamos ver el partido, nuevamente maltratado por TVE al simultanearlo en La2 con los Mundiales de Atletismo, lo que nos hizo perdernos buena parte del encuentro. Ante la imbatible Argentina, y con Brasil esperando en la final tras su cómoda victoria ante Colombia por 2-0, Santisteban repitió alineación basándose en la máxima que deberían seguir todos los entrenadores: si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Pero lo cierto es que la albiceleste empezó el partido dispuesta a marcar territorio, a demostrar que estaban en Finlandia para ganar el Campeonato, y su arrollador comienzo obtuvo el premio del gol a los 3 minutos, en una polémica jugada en la que Lucas Biglia remachó a la red un balón que el central Ezequiel Garay devolvió al corazón del área después de que aparentemente ya hubiera traspasado la línea de fondo, tras un cerradísimo saque de esquina. Las protestas hispanas no surtieron efecto y el tanto subió al electrónico del Töölö Stadium. A los nuestros, algo nerviosos y quizá descentrados por el polémico gol, les costó unos minutos adaptarse al terreno sintético, pero en cuanto se juntaron a tocar Cesc, Jurado y Xisco el dominio pasó a ser español. En apenas diez minutos se crearon no menos de 3 clarísimas ocasiones que nuestros jugadores desperdiciaron sin llegar a poner a prueba a Óscar Ustari. Sin embargo, cuando mejor pintaba el partido llegó el segundo gol argentino. En un nuevo córner, Garay hizo valer su poderío aéreo para marcar de un espléndido cabezazo. Aunque el gol descolocó otra vez a los nuestros, Argentina se sentía cómoda y tampoco quiso apretar más el acelerador, por lo que se llegó al descanso con ese difícil marcador. Santisteban decidió meter toda la artillería dando entrada a David por el poco afortunado Oskitz, y entonces comenzó el espectáculo. A los tres minutos de la reanudación, tras una gran jugada individual de Markel, Cesc Fábregas aprovechó un rechace en la frontal para colocar el balón en la escuadra. La hasta ese momento imperforable meta argentina, que había aguantado más de 400 minutos sin recibir un gol, se hizo enorme para los nuestros y sólo 5 minutos después fue Jurado quien encontró otro hueco para colar el balón dentro después de una preciosa jugada de Sisi y una buena dejada de cabeza de Xisco. Entre medias ya se habían producido otro par de peligrosos disparos que Ustari desvió con dificultades y la retirada por lesión del capitán argentino Biglia, y un par de minutos después del empate llegó la expulsión de Neri Cardozo tras una escalofriante entrada sobre Raúl Llorente que mandó al lateral atlético a la enfermería con una gravísima lesión de rodilla que le tendría casi 8 meses parado. El partido parecía de cara para los nuestros y las combinaciones entre Jurado y Cesc levantaban la admiración del público presente en el estadio, pero el tercer gol no llegaba. David marró un par de buenas ocasiones e incluso Argentina pudo marcar a la contra antes de que el colegiado sueco decretara el final de los 90 minutos. En el tiempo extra España redobló sus esfuerzos y tuvo numerosas oportunidades pero, a falta de 5 minutos para el final de la prórroga, y en pleno acoso español, Ruz vio su segunda amarilla, dejando a los nuestros con diez. En ese momento, con igualdad numérica y la portería argentina convertida de nuevo en un muro infranqueable, los penaltis parecían inevitables. Pero en el campo había alguien capaz de derribar esa muralla. Ya lo había hecho una vez, y volvió a hacerlo. En el minuto 117, en una esquina de la pantalla de televisión, mientras en el recuadro grande se comentaba la decepción española de la final del 1.500, intuímos a Cesc deshaciéndose de su par en una esquina del área y largando un disparo mortal. La piña de jugadores españoles que se produjo a continuación nos confirmó la primera impresión: golazo, gol de oro, España a la final, pero tuvimos que esparar unos segundos antes de que TVE nos ofreciera un repetición de la acción en falso directo para poder vivir la magia de aquel momento único. España había derrotado al equipo invencible en una épica remontada, y con sus goles (ya eran 4 entre los cuartos y las semis, y 5 en total, lo que le colocaba empatado por la Bota de Oro) Cesc acababa de dar un paso de gigante para ser proclamado también Balón de Oro, Mejor Jugador del torneo. Había llegado a Finlandia sin hacer ruido, pero ya era vox populi: Wenger había fichado una verdadera joya.



domingo, 7 de junio de 2009

2003, Europeo sub'17: Plata premonitoria

Aunque no se logró ningún título, el 2003 ha pasado a la historia de las selecciones inferiores como uno de los mejores años que se recuerdan. Y es que a veces, y más a estas edades, ganar es algo accesorio, porque lo que importa, y lo que queda en la retina de los aficionados, es el esfuerzo, las ganas y la ilusión que nos transmitieron nuestros chavales a lo largo de las distintas competiciones en las que participaron. Porque después de muchos partidos impecables y de haber sorteado también muchas dificultades, sólo la mala suerte y los pequeños detalles evitaron que 2003 viera a nuestros equipos coronarse nada menos que en un Europeo y dos Mundiales. En las próximas entradas repasaremos este mágico año por estricto orden cronológico, obviando (eso sí) el borrón que supuso para la selección sub'19 de los Moyá, Alexis Ruano, Melli o Javi Fuego su no clasificación para el Europeo de la categoría al quedar eliminados en la fase previa, disputada a finales de marzo, tras perder contra Polonia y no pasar del empate ante Francia. Apenas un mes antes de esa decepción se había producido un hecho que cambiaría el curso normal de los acontecimientos. Ante la inminente intervención militar de Estados Unidos y sus aliados en Irak, el 6 de marzo la FIFA decidió aplazar sine die el Mundial sub'20 que debía comenzar en Emiratos Árabes Unidos el día 25 de ese mismo mes, alegando motivos de seguridad. Y es que la cercanía del país organizador al foco del conflicto (unos 1.500 km) y la presencia en el torneo de los combinados de EE.UU., Inglaterra, España y Australia, los países más beligerantes con el régimen irakí, así lo aconsejaban. El Campeonato quedó por tanto pospuesto y los jugadores, la mayoría de los cuales ya estaban concentrados con sus respectivas selecciones, volvieron a la disciplina de sus clubes. Algunos perdieron la oportunidad de acudir a una cita mundialista, otros se vieron favorecidos por ese retraso imprevisto, y la mayoría simplemente retrasaron su aparición en la primera plana. En cualquier caso, el aplazamiento fue un daño colateral más de aquella infausta guerra.
De modo que después de comentar ese inesperado giro que alteró el calendario fijado para las competiciones futbolísticas internacionales de base, comenzaremos el repaso a este memorable año situándonos en el día 7 de mayo, más concretamente en la localidad portuguesa de Vila Real, al norte del país vecino. Allí se produce el debut de la Selección sub'17 en el Europeo de la categoría, al que había accedido tras derrotar a Francia en el decisivo encuentro de la fase previa disputado en Alcoy. El primer rival era otro clásico del fútbol continental, Italia, que apenas pudo oponer resistencia a los de Santisteban. Liderados por dos pequeños genios como David Silva y Jose Manuel Jurado, España vence sin dificultad por 2-0. Curiosamente, en aquel partido disputado en Vila Real, los goles fueron obra de los delanteros Jose María Cases y Xisco Nadal, ambos pertenecientes al Villarreal. El segundo encuentro se disputó en Chaves, muy cerca de la frontera con Galicia, y fue otra exhibición de los nuestros. Israel no fue rival y aunque el primer gol no llegó hasta el minuto 33, obra de Silva, en ningún momento hubo dudas sobre quién se llevaría los puntos. Antes del descanso el delantero del Atlético David Rodríguez (en la imagen) hizo el segundo y al poco de comenzar la segunda parte Cases cerró la cuenta. El resultado clasificaba a España para semifinales, aunque la primera plaza del grupo se pondría en juego en el último partido ante Inglaterra. El empate nos servía pero Santisteban no quería sorpresas y al descanso se llegó con una clara ventaja de dos goles, merced a los tantos de Xisco y Jurado. Sin embargo, los ingleses reaccionaron en la segunda parte y lograron la igualada en poco más de diez minutos por medio de Steven Taylor (central del Newcastle) y James Milner, que junto con Aaron Lennon se encargó de poner en apuros a la defensa española durante el resto del encuentro. Pero no hubo más goles y por tanto se consiguió el pase a semifinales como líderes de grupo.
Ese choque contra Austria era vital, puesto que no sólo estaba en juego el pase a la final sino que también decidiría cuál de los dos equipos viajaría en agosto al Mundial sub'17 de Finlandia, ya que los únicos países europeos que aompañarían a los anfitriones en aquel Campeonato serían los dos finalistas del torneo continental. España salió dispuesta a demostrar quién se merecía tan suculento premio y no tardó ni 5 minutos en refrendar su superioridad gracias a un gol de David Rodríguez. El colchonero iniciaba así una tarde para el recuerdo, y es que para cuando se llegó al descanso ya había conseguido un hat-trick que, junto al tercer gol de Cases en el torneo, dejaba el encuentro más que sentenciado. En la segunda parte los nuestros se limitaron a dejar pasar el tiempo y aunque Austria inquietó con un par de goles, David se encargó de cerrar su exhibición con un quinto gol, el cuarto de su cuenta. Con el billete a Finlandia en el bolsillo, la final ante los anfitriones (que se habían deshecho de los ingleses en la tanda de penaltis) se presentaba como una reedición del clásico duelo ibérico por la hegemonía en categorías inferiores. ¿Sería capaz España de levantar su séptimo título o por contra sería Portugal quien redujera la diferencia consiguiendo su quinto entorchado? La respuesta se conocería el 17 de mayo en Viseu.
Aquella era la tercera final en la que nos veíamos las caras con Portugal, y el balance era de 1-1. Ante su público, los lusos no querían perder la oportunidad de desequilibrar la estadística y salieron a por todas, encerrando a una España que por primera vez en todo el torneo parecía sin ideas. Guiados por el hábil Vierinha, los portugueses controlaron la primera parte de principio a fin y se adelantaron por medio de Marcio Sousa, que con una volea acertó a batir a Adán en el minuto 22. El guardameta madridista tuvo que emplearse a fondo para evitar que al descanso se llegara con un marcador más amplio, ya que la defensa española parecía no estar en la final. Santisteban debió de apretar las clavijas en el vestuario porque la segunda parte se inició con una España desatada que sólo tardó un minuto en crear sus primeras oprtunidades. Cases marró la primera, pero el pichichi David no perdonó la suya y puso el empate con un testarazo impecable. El partido entró en otra dinámica más acorde con lo esperado, un choque de poder a poder entre las dos mejores selecciones del continente, pero fue un breve espejismo. Apenas cinco minutos después de la igualada, nuevamente Sousa firmó un auténtico golazo, esta vez de falta, para poner otra vez por delante a los lusos. España lo intentó pero apenas pudo crear un par de ocasiones en la media hora que faltaba para el final, e incluso Portugal pudo ampliar la cuenta. El partido murió con el público enfervorecido por el justo triunfo sus chavales, mientras para los nuestros quedaba el consuelo de ver a David erigido en Máximo Goleador del torneo y de saberse clasificados para la cita mundialista a celebrar durante el tibio verano escandinavo. Una nueva oportunidad para brillar.