La larga fase de clasificación para esta cita, paralela a la del Mundial de Francia 1998, comenzó en octubre de 1996 en la
República Checa con
una sufrida victoria por 1-2 gracias a dos postreros tantos de
Morientes y
Celades, bajo la dirección del seleccionador absoluto
Javier Clemente. Con el rubio de Barakaldo en el banquillo llegarían
el empate ante Eslovaquia en el Insular de Las Palmas que supuso el principio del fin de la prometedora carrera futbolística de
Álvaro Benito,
un ajustado triunfo ante la
Yugoslavia de
Dragutinovic,
Paunovic y
Stankovic, y
una apagada goleada en
Malta con
Salva Ballesta como bigoleador. En febrero de 1997, y ante la débil selección de la isla mediterránea,
Iñaki Sáez se estrenó dejando muchas dudas (
1-0 y gracias), pero empezó a convencer con su
victoria en Yugoslavia por 1-2 y dejó al equipo al borde de la clasificación tras
un contundente 4-0 a los checos en Burgos. El pase a la fase final quedó sellado en septiembre en
Eslovaquia tras
un trepidante encuentro que acabó con un marcador de 3-4 (con dos goles del debutante
Benjamín) que puso de manifiesto la superioridad técnica de los jóvenes españoles en su grupo.
Aunque
Iñaki Sáez era ya quien se sentaba en el banquillo de la sub'21, lo cierto es que el verdadero mando recaía en
Javier Clemente, como demuestra el hecho de que fuera el propio seleccionador absoluto quien anunciara conjuntamente las listas de convocados tanto para el Mundial como para la Eurocopa sub'21. Esa autoridad había motivado la marcha de
Andoni Goikoetxea unas semanas antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, pero a
Sáez no parecía incomodarle. Así que los 20 convocados (por
Clemente) para la fase final de Rumanía fueron los siguientes:
Josico (Albacete),
Felipe Guréndez (Osasuna),
Arnau y
Roger (Barcelona),
Ito y
Míchel Salgado (Celta),
Valerón (Mallorca),
Iván Pérez (Betis),
Guti y
Víctor (Real Madrid),
Esteban (Oviedo),
José Félix Guerrero (Racing),
De Paula y
López Rekarte (Real Sociedad),
Benjamín y
García Calvo (Valladolid),
Cuartero y
Marcos Vales (Zaragoza),
Salva Ballesta (Sevilla) y
Ballesteros (Tenerife). Antes de comenzar el torneo, el valencianista
Angulo sustituiría a
De Paula por lesión. Por el camino, además de
Celades,
Etxeberría y
Morientes (que dieron el salto a la absoluta para disputar el Mundial), se habían quedado jugadores como
Álvaro Benito (que iba de operación en operación),
Toni Velamazán,
Manuel Pablo,
David Cordón,
Santi Ezquerro,
César o
Iván De la Peña, que debido a las lesiones y a los problemas con
Van Gaal había ido perdiendo sitio en el Barça y consecuentemente en la selección sub'21.
En esta fase final de 1998 la UEFA, que daba tumbos buscando la fórmula de competición idónea para este torneo, optó por un novedoso formato consistente en eliminatorias a partido único desde cuartos de final. España debutó el 24 de mayo ante
Rusia en Bucarest, en
un partido que dominó de principio a fin amparada en un sólido sistema defensivo que servía de base para las escaramuzas de
Valerón,
Roger y
Marcos Vales. Además
Arnau paraba todo lo que llegaba a su portería y con esos ingredientes la victoria parecía más cerca que la derrota, y aunque hubo momentos para la duda, un gol de
Iván Pérez a diez minutos del final certificó el pase de España a las semifinales. El rival,
Noruega, invitaba al optimismo, pero como casi siempre
hubo que trabajar a fondo para conseguir la victoria. Nuevamente España controló el ritmo del partido, pero tanto
Valerón como
Guti (declarado mejor jugador del choque) vieron como el palo rechazaba sus disparos en la primera parte.
Salva, sustituto en el once inicial de
Iván Pérez, tampoco acertaba con la portería nórdica, y los tempraneros cambios introducidos por
Sáez no sólo no mejoraron la puntería sino que colocaron al equipo en una situación crítica cuando
Míchel Salgado se vio obligado a retirarse lesionado, dejando a España con diez. Afortunadamente Noruega apenas inquietó la meta de Arnau, ni siquiera durante los minutos en los que disfrutó de superioridad numérica (al filo del 90 fue expulsado
Heggem), llegándose a la prórroga con el marcador inicial. Y al poco de comenzar el tiempo extra, una combinación entre
Guti e
Iván Pérez encontró por fin el camino del gol (de oro) y nos metió en la segunda final consecutiva de la categoría. El partido por el título, celebrado en el estadio del Steaua, contó con otro rival inesperado,
Grecia, y fue quizá en el que peor jugaron los de
Sáez. Pero las finales hay que ganarlas, y
eso fue lo que hicieron nuestros chavales ante una selección griega en la que aparecían ya varios de los jugadores que acabarían conquistando el europeo absoluto en 2004, como
Dellas,
Basinas o
Karagounis, entre otros. En un disputado encuentro en el que
Arnau resultó decisivo una vez más,
Iván Pérez aprovechó un balón suelto en el área tras un córner para adelantar a España al poco de comenzar la segunda mitad. Y como en los dos encuentros anteriores, ese solitario tanto del bético fue suficiente para llevarse el partido.
No deja de ser curioso que un equipo con tanto potencial ofensivo (
Roger,
Valerón,
Guti,
Víctor,
Benjamín,
Salva) acabara ganando el campeonato basándose en una fortaleza defensiva que le valió a
Arnau para obtener el premio al Mejor Jugador del torneo. Cosas de
Clemente, quizás. Pero lo importante es que, aunque fuera de una manera más típica de Italia que de España, nuestra selección consiguió levantar un trofeo que se resistía desde 1986 y que, aunque entonces no lo imaginábamos, ya no hemos vuelto a conquistar. De hecho, para encontrar la primera participación de España en una fase final de la categoría tras este título de 1998 y
el tercer puesto en la siguiente edición tenemos que viajar hasta el verano pasado, cuando el equipo de López Caro no pudo siquiera superar la fase de grupos. Para la próxima edición, que además clasifica para los Juegos Olímpicos de 2012, el pase se ha complicado tras la derrota en Holanda. De fallar, serían ya 3 olimpiadas consecutivas sin representación española en el torneo de fútbol. La crisis de la sub'21 parece evidente pero resulta difícil decir si debe ser motivo de preocupación. Siendo (como el resto de selecciones inferiores) una categoría todavía de formación, puede ser en la que con más razón se debería aplicar el criterio de obtención de resultados, pues constituye el último escalón antes de la élite y ahí hay que aumentar el grado de exigencia en todos los niveles, incluido el de los resultados. Y esos resultados no se están consiguiendo, pese a haber contado con grandes jugadores, pero tampoco se puede negar que en los últimos años los mejores exponentes de la sub'21 apenas han jugado un puñado de partidos en ella antes de integrarse con éxito en la absoluta, que es donde sí se exigen resultados (y afortunadamente se están logrando). Por otra parte, en esta categoría se citan ya las promesas más firmes de cada país, jugadores que mayoritariamente ya están despuntando en las distintas ligas, y esto hace que casi todas las naciones presenten equipos muy competitivos, aunque se trate de federaciones que en categorías inferiores no suelan obtener buenos resultados por no realizar una adecuada búsqueda de talento. Como casi siempre, no es fácil llegar a alguna conclusión definitiva, pero en todo caso deseamos que pronto haya otro grupo que pueda revivir el triunfo de la generación a la que hoy recordamos.
__________
Fotos: El Mundo Deportivo