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martes, 23 de diciembre de 2014

1989, Mundial sub'20: Fiasco en Arabia

Tras el brillante e inesperado subcampeonato alcanzado en la URSS 1985, la selección española volvió a faltar a la siguiente cita mundialista sub’20. El Campeonato de Europa sub’18 había cambiado de formato tras la edición de 1984, pasando a celebrar sus fases finales cada dos años y con sólo ocho equipos en lugar de dieciséis, que además se tendrían que jugar el título continental en formato de copa desde cuartos de final. La clasificación, por tanto, se hacía mucho más complicada, y España sufrió pronto esa nueva dureza. Encuadrada en la liguilla de clasificación con Luxemburgo, Francia y Yugoslavia, la selección española juvenil acabó tercera de grupo y quedó fuera del torneo. Pese a que por aquellas convocatorias desfilaron jugadores de la talla de Villarroya, Rafa Alkorta, Nando, Cristóbal Parralo, Guillermo Amor, Juan Carlos Mandía o Santi Aragón (además de algunos subcampeones mundiales como Unzué, Ferreira, Lizarralde, Nayim o Losada), la falta de cohesión de un grupo que cambiaba mucho de un partido a otro y la fortaleza de los rivales dejaron a España muy lejos de cualquier opción mundialista.
Fue precisamente Yugoslavia, que lideró el grupo clasificatorio pero sólo pudo acabar quinta en ese Europeo de 1986 (que ganó la República Democrática Alemana), la que un año más tarde inscribiría su nombre con letras de oro en el palmarés de los mundiales juveniles. En Chile 1987, los Robert Prosinecki, Predrag Mijatovic, Davor Suker, Zvonimir Boban, Robert Jarni, Dubravko Pavlicic, Branko Brnovic o Igor Stimac escribieron una de las páginas más memorables de los campeonatos sub’20, con una victoria que la guerra les impediría intentar reeditar unidos en categoría absoluta.
Para cuando Yugoslavia ganaba el título mundial en Chile, la nueva selección española sub’18 ya había encarrilado su presencia en la siguiente fase final del Europeo juvenil, la de 1988. En un grupo en el que también figuraban Luxemburgo y Malta estaba claro que todo se iba a decidir en los duelos directos entre España e Italia, y los de Pereda habían golpeado primero al derrotar a los transalpinos en su casa por 0-1 en marzo de 1987. Los demás choques se resolvieron por goleada (0-4 y 7-0 a Luxemburgo y 6-0 a Malta) antes de recibir la visita de Italia en el mes de noviembre. Con otra victoria por la mínima, España se aseguró el liderato y cerró la fase previa con un intrascendente 0-2 en Malta y un imponente registro de seis victorias en seis partidos, con veintiún goles a favor y cero en contra.
La fase final del Campeonato de Europa sub’18 se disputó a finales del mes de julio de 1988 en Checoslovaquia. Había seis plazas en juego para el Mundial de Arabia Saudita 1989, de modo que vencer en cuartos de final garantizaba la clasificación; en caso de derrota, aún quedaría una última opción en un partido contra otro de los eliminados. 
Alineación de España en el Mundial sub'20 de Arabia Saudita 1989
(extraída del Informe Técnico oficial del campeonato)

miércoles, 25 de diciembre de 2013

1991, Mundial sub'17: Un verano en la Toscana

Después de haber celebrado tres ediciones de categoría sub’16, la FIFA cambió sus normativas de edad y el de 1991 se programó como el primer Mundial de categoría sub’17 de la historia. Ecuador fue la sede designada inicialmente para acoger el campeonato; por desgracia, a comienzos de aquel mismo año se desató una epidemia de cólera en Sudamérica que afectó gravemente a numerosas regiones del país andino y la FIFA se vio obligada a trasladar el torneo a Europa. Aunque en un primer momento se afirmó que España sería la sede de emergencia, finalmente el gran éxito organizativo que había sido el Mundial absoluto de 1990 hizo que Italia fuera el anfitrión elegido. Superada la crisis sanitaria, Ecuador acogería el Mundial sub’17 de 1995 (curiosamente, en 1995 el Mundial sub’20 se tuvo que celebrar en Qatar por otra epidemia de cólera, esta vez en Nigeria, país que como sabemos acabó organizando el de 1999), pero el caso es que en 1991 dieciséis selecciones prejuveniles se plantaron en la Toscana dispuestas a pasar la segunda quincena de agosto en aquel incomparable marco, pues la bella región acogió el campeonato en su totalidad. Montecatini fue la base de operaciones de todos los equipos y los partidos se disputaron en dicha localidad y en Viareggio, Carrara, Massa y Livorno, quedando reservado el Comunale de Florencia como escenario de la gran final.

En la portada del Informe Técnico
se puede observar la línea que
prolongaba la frontal del área
para delimitar la zona de
aplicación del fuera de juego.
Si bien Italia’90 había sido, como ha quedado dicho, un éxito de organización, la baja calidad general del juego y, sobre todo, la escasa ambición ofensiva que habían mostrado la mayoría de selecciones participantes hizo que la FIFA se decidiera a buscar nuevas ideas que aportaran más frescura al deporte rey. Así, durante la década de los noventa los campeonatos juveniles se convirtieron en un inmejorable banco de pruebas para distintas reglas y sugerencias más o menos atrevidas. Algunas no pasaron de meros experimentos fallidos y otras consiguieron hacerse un hueco en el Reglamento, pero todas pusieron en bastantes apuros a unos chavales que apenas tenían tiempo para acostumbrarse a ellas antes de iniciar su lucha por un título mundial. En este Mundial sub’17 de 1991 se pusieron en práctica dos innovaciones reglamentarias: quedaba prohibido que el portero recogiera con las manos un pase voluntario con el pie de algún compañero, y sólo existiría el fuera de juego en los últimos dieciséis metros de campo (es decir, desde la altura del área grande hasta la línea de fondo). La primera regla, la de la cesión, acabó siendo aceptada por la International Board y puede decirse que ha cambiado profundamente la concepción del juego y, sobre todo, la del puesto de guardameta, pero la segunda fue un fracaso estrepitoso al que muchos jugadores y seleccionadores achacaron el mal papel de sus equipos en el Mundial de la Toscana. Como permitía a los delanteros situarse de forma casi fija en el borde del área, la nueva norma obligaba a los defensas a quedarse también allí, lo que o bien alargaba los equipos hasta límites insostenibles para cualquier centrocampista o bien acababa provocando una enorme concentración de jugadores en los últimos metros que embotellaba el juego y dificultaba los ataques, precisamente lo contrario de lo buscado. Las quejas fueron unánimes y la FIFA no necesitó más pruebas para descartar aquella idea, así que las líneas que prolongaban la frontal del área hasta las bandas nunca más volvieron a pintarse sobre un campo de fútbol.

España, selección debutante en un Mundial de esta categoría, llegaba como una de las máximas favoritas gracias al brillante Campeonato de Europa conquistado tres meses antes en Suiza. La inmensa mayoría de los dieciocho jugadores convocados por Juan Santisteban habían formado parte de aquella escuadra ganadora; de hecho, de los dieciséis campeones de Europa sólo el mediocentro mallorquín Gabriel Capó y el portero madridista Carlos Redondo se quedaron sin acudir a Italia. En su lugar viajaron el central Felipe Vaqueriza y el meta coruñés Álex Sánchez, mientras que Joyce Moreno y Pepe Gálvez se beneficiaron de las dos plazas extra. Estos fueron los elegidos por el seleccionador español:


Núm. - Nombre - Nacimiento -Posición - Club
--------------------------------------------------------------------
1.- Javier LÓPEZ VALLEJO – 22/09/1975 – AR – C.A. Osasuna
2.- José GÁLVEZ Estévez – 03/08/1974 – DL – R.C.D. Mallorca
3.- Carlos CASTRO Caputo – 17/12/1974 – DF – Sevilla F.C.
4.- César PALACIOS Chocarro – 19/10/1974 – DF – C.A. Osasuna
5.- Enrique MEDINA Ortega – 14/09/1974 – DF – Valencia C.F.
6.- RAMÓN González Expósito – 25/11/1974 – DF – Real Valladolid C.F.
7.- JUAN CARLOS Gutiérrez Calderón – 09/10/1974 – DF – F.C. Barcelona
8.- GERARDO García León – 07/12/1974 – MC - C.A. Osasuna
9.- Carlos Alejandro Sierra Fumero, “SANDRO” – 14/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
10.- Pedro VELASCO Morón – 08/10/1974 – MC – Real Madrid C.F.
11.- Antonio Segura ROBAINA – 30/11/1974 – DL – U.D. Las Palmas
12.- Juan Carlos MURGUI Pardo – 15/11/1974 – DL – F.C. Barcelona
13.- José Alejandro Sánchez García, “ÁLEX” – 30/12/1974 – AR – R.C. Deportivo
14.- José Miguel López Quevedo, “JOSEMI” – 06/08/1974 – DL – Rayo Vallecano
15.- Felipe VAQUERIZA Rodríguez – 23/01/1975 – DF – Real Madrid C.F.
16.- EMILIO José Carrasco Ortiz – 14/11/1974 – MC – U.D. Pavía
17.- Joyce Renato MORENO Venecia – 29/09/1974 – DF – Real Madrid C.F.
18.- Daniel García Lara, “DANI” – 22/12/1974 – DL – Real Madrid C.F.


Los chavales llegaron a la concentración previa tras unas largas vacaciones y apenas pudieron disputar un par de amistosos antes de viajar a Italia, por lo que a Santisteban le costó mucho devolverles el ritmo de competición. El técnico sevillano optó por usar la misma alineación tipo del Campeonato de Europa, la formada por López Vallejo; Castro, Quique Medina, Palacios, Juan Carlos; Gerardo, Sandro, Velasco, Emilio; Robaina y Murgui. Ramón, que podía jugar tanto de central como de lateral izquierdo, era la principal alternativa que el seleccionador manejaba para la defensa, y Gálvez el delantero que solía aparecer desde el banquillo. El resto de convocados tuvo un papel meramente testimonial: el portero suplente Álex y Joyce Moreno no llegaron a debutar, Josemi disputó 9 minutos repartidos en tres encuentros y Dani García Lara sólo jugó el último cuarto de hora del partido inaugural, mientras que Vaqueriza hizo su debut (aunque jugando como titular, eso sí) el día de la final, debido a la sanción de Quique Medina.

Gerardo dispara en el duelo ante Cuba.
En primer término, Murgui.
Con tres equipos de cada Confederación (salvo de Oceanía, a la que únicamente representaba Australia), los participantes se repartieron en cuatro grupos de cuatro componentes, pasando a cuartos de final los dos primeros de cada grupo. España quedó encuadrada en el Grupo D, junto a Uruguay, Cuba y Ghana. Disputó todos los partidos de esta primera fase en Livorno y arrancó su participación mundialista derrotando por 1-0 en un igualado partido a la selección charrúa, gracias a un gol de Dani en la segunda parte. Superado el primer escollo, el equipo se soltó en el duelo ante Cuba. Los caribeños sólo habían perdido 2-1 contra Ghana en su debut, aunque ese era un marcador demasiado ajustado que no hacía justicia a la enorme superioridad mostrada por los africanos. A diferencia de los ghaneses, España sí estuvo acertada de cara a puerta y el duelo acabó con un sonrojante 7-2 en el luminoso. Dos goles de Robaina y uno de Emilio Carrasco abrieron brecha antes del descanso; luego marcaron Murgui, un defensa cubano en propia puerta (aunque en un principio se le atribuyó el quinto gol a Robaina y en la web de FIFA se lo adjudican a Velasco), César Palacios y Ramón, redondeando el resultado sendos tantos de Marten Pellicier y Casamayor para Cuba. Con ambos equipos ya clasificados gracias a sus dos victorias, el duelo ante Ghana de la tercera jornada se convertía en decisivo para determinar la primera plaza del grupo y, de esa manera, evitar a Brasil en cuartos de final. A España le valía el empate y un 1-1 fue lo que obtuvo, en un atractivo choque que dejó claro que aquellos dos equipos eran, precisamente junto con Brasil, los mejores del Mundial. Eso sí, Ghana demostró estar bastante por encima de los nuestros, que se aliaron con la suerte y la mala puntería rival para conseguir el resultado deseado. Los africanos impusieron en todo momento su físico y buen juego colectivo y se adelantaron al comienzo de la segunda parte con un gol de su capitán Opoku, pero Pepe Gálvez logró la igualada veinte minutos después al rematar una falta lateral y los de Santisteban consiguieron mantener aquel marcador hasta el final.

Del Piero marró este penalti ante EE.UU.
e Italia no pasó de la primera fase.
Acabar como líder de grupo permitía a España evitar a la canarinha, pero ni mucho menos ofrecía un cruce cómodo: los caprichos de los bombos habían hecho que los principales favoritos al título tuvieran que enfrentarse en cuartos de final y España y Ghana debían medirse ahora a Alemania y Brasil, respectivamente, mientras que los cruces de los otros dos grupos deparaban un Argentina - Australia y un Qatar - Estados Unidos, partidos desde luego con mucho menos cartel que los que enfrentaban a los clasificados de los grupos C y D. No obstante, los norteamericanos eran la principal sorpresa del torneo, pues habían logrado un pleno de victorias en un grupo nada sencillo que compartían con Argentina e Italia. Los locales, entre los que destacaban los nombres de Luigi Sartor, Alessandro Birindelli y, sobre todo, Alessandro Del Piero, no habían estado en la fase final del Campeonato de Europa (Portugal les eliminó en la fase previa) y fueron derrotados en el partido inaugural por Estados Unidos, con Del Piero fallando un penalti que hubiera significado el empate; luego no fueron capaces de ganar a China y no pasaron del empate a cero contra Argentina.

Robaina en el partido de cuartos de final.
Sin embargo, pese a adelantarse al poco de comenzar su partido de cuartos, los estadounidenses no supieron aprovechar su buen momento de forma y una ordenada selección qatarí logró el pase a semifinales en la tanda de penaltis. Mientras Brasil y Ghana daban un magnífico espectáculo en Carrara, lo esperable de aquella auténtica final anticipada que se resolvió a favor de los africanos por 2-1, en la reedición de la final del Europeo Alemania sorprendió a España con un gol de Babatz al cuarto de hora. Pero, al igual que en Berna, los españoles fueron claramente superiores y merecieron remontar ya antes del descanso, aunque hubo que esperar a la segunda parte para que Murgui y Robaina dieran la vuelta al partido. En los últimos compases del encuentro, el rayista Josemi lograba el 3-1 que certificaba el pase de España a la siguiente ronda. Por su parte, Argentina no tuvo mayores problemas para deshacerse de Australia por 2-1 y sería el rival de España en las semifinales.

El capitán Juan Carlos en lucha con
un delantero argentino.
El partido contra la albiceleste, celebrado en Massa, resultó tremendamente disputado, como no podía ser menos. España salió mejor, dominando y creando ocasiones, y en el ecuador de la primera mitad Murgui aprovechó un despeje del meta argentino a disparo de Emilio Carrasco para anotar el 1-0. A partir de ahí los sudamericanos comenzaron a aproximarse cada vez más a la portería de López Vallejo, pero sus puntas, Oliveri y Comelles, no se mostraron tan acertados como en el resto del torneo y España pudo conservar esa mínima ventaja hasta el final de los 80 minutos reglamentarios. La aparición de Marcelo Gallardo en la segunda parte supuso un revulsivo para Argentina, pero faltó tiempo para que tuviera impacto en el marcador. Además del “Muñeco” Gallardo, otros jugadores de aquel equipo tendrían luego una buena trayectoria profesional, como Rodolfo Arruabarrena y Claudio Husaín, además por supuesto de un Juan Sebastián Verón que comenzó el torneo como titular pero fue perdiendo el sitio hasta el punto de no salir del banquillo en aquel partido de semifinales.

Un defensa de Qatar frena a Nii Lamptey.
El otro partido de la penúltima ronda se resolvió, sorprendentemente, en la tanda de penaltis. Como se esperaba, Ghana fue muy superior a Qatar durante todo el encuentro, pero volvió a mostrar esa preocupante falta de acierto en el remate que ya había acusado en la primera fase. Los árabes, muy disciplinados, aguantaron las acometidas africanas con orden e incluso dispusieron de alguna opción a la contra que no materializaron. El 0-0 inicial no se movió y, con sólo dos goles marcados en todo el torneo, Qatar se encontraba a un paso de plantarse en la finalísima. Sin embargo, esta vez sus lanzadores no estuvieron tan acertados como en cuartos de final y fue la selección de Ghana la que obtuvo un premio tan sufrido como merecido a tenor de lo que había mostrado en el campeonato. Los qataríes también perderían el tercer y cuarto puesto ante Argentina en los lanzamientos desde los once metros.

En la final España sólo creó peligro
a balón parado.
La final, disputada el 31 de agosto de 1991 en el Comunale de Florencia ante unos cinco mil espectadores, volvió a evidenciar la superioridad de Ghana sobre España. Se enfrentaban la selección con la media de edad más baja de todos los participantes (Ghana, 16 años y 1 mes) y la selección con la media de edad más alta (España, 16 años y 8 meses); al menos eso decían los datos oficiales, porque las sensaciones eran bien diferentes. En el equipo de Ghana había siete jugadores que ya habían disputado el Mundial sub’16 de 1989 y otros seis que todavía podrían jugar el Mundial sub’17 de 1993, pero muchos de quienes vieron a los africanos en directo sospechan aún hoy que tal vez las edades de sus pasaportes no coincidieran con las reales. En declaraciones a “Mundo Deportivo”, el mismo Juan Santisteban afirmaba tras el encuentro de la primera fase que “un chaval de 17 años no puede tener tanta experiencia, potencia física y habilidad, juraría que todos rebasan los 20 años”, crítica que repitió al concluir la final. Eterna polémica nunca resuelta que en la década de los noventa (e incluso a día de hoy) hacía navegar a muchas federaciones africanas y asiáticas entre la culpabilidad de la trampa voluntaria y el inocente victimismo derivado de la precariedad administrativa existente en sus países. En cualquier caso, lo único seguro es que aquella tarde Ghana fue mejor que España y venció merecidamente en un partido en el que sólo López Vallejo y la ya consabida mala puntería ghanesa mantuvieron a España con vida hasta los últimos instantes.

Emmanuel Duah, en la imagen, fue
el autor del único gol de la final.
Dirigida por el alemán Otto Pfister, un clásico de los banquillos africanos, y guiada en el campo por el niño prodigio Nii Odartey Lamptey, Ghana dominó en todo momento a una España que a duras penas lograba frenar los continuos ataques rivales. El gol africano parecía simple cuestión de tiempo, pero entre la gran labor del meta navarro y los errores de los atacantes el partido se mantenía con el resultado inicial bien entrado ya el segundo tiempo. Con la importante baja en defensa de Quique Medina por acumulación de amonestaciones (el central valenciano fue incluido en el Once Ideal del campeonato), Santisteban optó por dar entrada en el once titular a Vaqueriza, meter un tercer central como Ramón y colocar a Juan Carlos Gutiérrez, habitual lateral zurdo, en el centro del campo en detrimento de Pedro Velasco. La idea era acumular pulmones para perseguir a los potentes jugadores africanos y fiarlo todo a lo que pudiera cazar Robaina (el otro español presente en el Once Ideal) o a una acción a balón parado, única parcela en la que España parecía poder competir de igual a igual con sus rivales, pero fue precisamente en un córner donde llegó el gol de Ghana. A falta de escasos cinco minutos para el final del partido Duah se aprovechó de un despiste defensivo hispano y, entrando completamente solo desde el punto de penalti, batió de potente cabezazo a López Vallejo. Apenas quedaba tiempo para algo más que no fuera tirar de rabia y coraje y eso fue lo que hicieron los jóvenes españoles, encerrando a Ghana en su área en varios saques de esquina consecutivos en los que a punto estuvo de llegar el empate, sobre todo con un cabezazo de César Palacios que un defensa sacó en línea de gol. Pero el balón no quiso entrar y aquella de Florencia se convirtió en la primera de las tres finales mundialistas de categoría sub'17 que España ha jugado y perdido a lo largo de su historia (luego vendrían las de 2003 y 2007), todas con Juan Santisteban como seleccionador.




Nii Lamptey con la copa del
Mundial sub'17.
Varios jugadores de aquella selección de Ghana estarían presentes en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cita en la que conseguirían la medalla de bronce, así como en el Mundial sub’20 de Australia 1993, cuya final perdieron ante Brasil. Sin embargo, y como suele ser habitual en las selecciones sub’17 de cualquier país, pocos llegaron luego a destacar en la élite del fútbol profesional: quizás el más conocido para todos sea Samuel Kuffour, el inolvidable central del Bayern Munich. Además de él, tan solo Mohammed Gargo (varios años en el Udinese) tuvo una sólida carrera en el primer nivel internacional. Por el camino se quedaron promesas como Emmanuel Duah, el goleador de la final, que formó parte de la plantilla del Mallorca que logró el ascenso a Primera en 1997, y sobre todo el Balón de Oro de aquel Mundial, Nii Lamptey, que a los 16 años ya era un fijo en el Anderlecht belga y al que el mismísimo Pelé había nombrado como su sucesor. Desgraciadamente, Lamptey no solo no llegaría a triunfar en el fútbol, sino que se convertiría en el paradigma de juguete roto: analfabeto y maltratado en su niñez, fue pasando por multitud de equipos para mayor gloria de su representante, que lo estafó, y acabó peleado y olvidado por su propia federación. Tampoco el máximo goleador del campeonato, el brasileño Adriano (hizo 4 dianas, las mismas que Lamptey y una más que Robaina), llegó muy lejos en su carrera profesional; ni él ni ninguno de sus compañeros de expedición pasaron de clubes de segundo nivel europeo, y eso los que salieron de su país natal.

Murgui, delantero titular de la sub'17 de 1991
Entre los españoles también ocurrió algo parecido. Jugadores como Josemi (debutó con el Rayo en Primera y luego jugó para Osasuna y Jaén), Ramón (pieza importante en el Valladolid, pasó al filial del Atlético y de ahí a Las Palmas, Córdoba o Recreativo), Vaqueriza (del Castilla pasó al Mallorca B y luego estuvo en el Murcia) o Joyce Moreno (Oviedo, Leganés, Burgos, Badajoz o Granada, entre otros equipos) se mantuvieron varios años en Segunda División con rendimientos dispares. Otros no llegaron a la élite, y de ellos sabemos que el delantero valenciano Murgui se retiró prematuramente, desencantado por la manera en que el Barcelona intentó llevar su progresión a base de cesiones; que su compañero de equipo Juan Carlos Gutiérrez, capitán de esta selección, vio truncada su carrera por un accidente de tráfico; que Carlos Castro jugó varios años en el Ceuta y en el Hércules en 2ªB antes de pasar a la secretaría técnica de Alicante y Murcia; que el portero Álex Sánchez dejó el Deportivo para enrolarse en el Atlético de Madrid B, sin demasiada suerte, y acabar en la Tercera gallega; y que Pedro Velasco salió del Castilla para iniciar una larga trayectoria en numerosos equipos de la división de bronce antes de comenzar una nueva etapa en los banquillos; mientras que del extremo zurdo Emilio Carrasco apenas encontramos un paso fugaz por el Polideportivo Almería.

Toni Robaina fue la estrella española
en el Europeo sub'16 y en el Mundial sub'17
Más fácil es seguir las carreras de López Vallejo (pretendido en su juventud por el Milan, permaneció en Osasuna antes de jugar en Villarreal, Recreativo y Zaragoza, donde una denuncia por participar supuestamente en apuestas ilegales acabó provocando su salida hacia Grecia), César Palacios (con una larga trayectoria en Osasuna y Numancia), Quique Medina (uno de los primeros mitos del Villarreal, y que pasó también por Alavés, Salamanca o Getafe), Gerardo García León (fichado por el Real Madrid para su cantera tras el Mundial, desarrolló una extensa y sólida carrera en Valencia, Málaga, Real Sociedad o Córdoba, entre otros clubes), Pepe Gálvez (del Mallorca fichó por el Valencia, y luego por el Betis antes de retirarse en el Burgos, a causa de las lesiones), Dani García Lara (Real Madrid, Zaragoza, Mallorca, F.C. Barcelona o Espanyol fueron algunos de sus equipos durante los mejores años de su carrera), Sandro (que acabó el Mundial como máximo asistente del campeonato con 6 pases de gol y que, tras debutar con el Real Madrid, destacó en Málaga y Levante), y Robaina, gran figura de esta generación en aquellos campeonatos de 1991, pretendido entonces por los dos grandes de nuestro fútbol y que vivió los mejores años del Tenerife en Europa antes de pasar al Sporting de Portugal e iniciar, con apenas 27 años, una cuesta abajo profesional que le llevó a varios clubes de 2ªB y Tercera antes de su retirada en 2009. De todos ellos, sólo Dani consiguió ser internacional absoluto: jugó cinco partidos entre 1998 y 2000 y marcó un gol en un amistoso contra Croacia.

Un bagaje demasiado gris para una generación que, como suele ocurrir, creímos que estaba llamada a hacer algo más grande. Quién sabe si el joven Toni Segura, que ha adoptado el nombre futbolístico de su padre, Toni Robaina, podrá vivir las mismas experiencias que su progenitor en las selecciones inferiores; de momento el chaval juega en la cantera del Betis (lo que le permitió a su padre dejar su trabajo en el servicio de limpieza del ayuntamiento de Las Palmas), ha estado en la órbita del Manchester City y ya ha sido convocado por Albert Celades para la selección sub’16 que en 2014 deberá ganarse su presencia en el Europeo sub’17, competición cuyo palmarés sigue dominando España pero que nuestro país no disputa nada menos que desde 2010. Por edad, el joven Robaina todavía podría acudir a la siguiente edición, la de 2015, a su vez clasificatoria para el próximo Mundial de la categoría: tras dos ediciones mundialistas sin España, en las botas del joven Toni y en las de sus compañeros de generación está la oportunidad de emular lo conseguido por aquel equipo que lideraba su padre hace ya más de veinte años. Ojalá.

Alineación de España en la final del Mundial sub'17 de Italia 1991.
Arriba: Sandro, Vaqueriza, Palacios, Ramón, López Vallejo, Juan Carlos.
Abajo: Murgui, Castro, Robaina, Emilio, Gerardo.
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Fuentes:
Martialay, Félix (2007): "Todo Sobre Todas las Selecciones", Ed. Esteban Sanz
Informe Técnico del Campeonato del Mundo sub'17 1991, disponible en FIFA.com
BDFútbol.com
Hemeroteca "Mundo Deportivo"
(Todas las imágenes han sido extraídas del Informe Técnico del campeonato)

martes, 24 de noviembre de 2009

1995, Mundial sub'20: La gloria esquiva

Puede que haya sido la selección juvenil de más calidad en la historia de España. No lo sé. No me siento capacitado para realizar una afirmación tan contundente, pero si hemos de fijarnos en la importancia de los nombres que se reunían en aquel equipo, en lo que ya eran entonces en el fútbol español y en lo que han sido después, lo cierto es que deberían estar como mínimo en el podio de esa hipotética clasificación del talento. Y quizá un título hubiera servido para decantar la balanza a su favor, pero en su camino se cruzó la mala suerte y una selección argentina que de la mano de Pekerman empezaba a escribir una página dorada en la historia del fútbol juvenil. Estamos hablando de la España de Raúl y De la Peña (y de Morientes y Etxeberría y otros muchos), de aquel equipo que nos ilusionó y nos hizo pensar que se acercaba una época de brillo y éxitos en la absoluta que desgraciadamente se nos perdió por el camino en algún lugar entre Bélgica y Corea, a sólo once metros de la gloria.

Y es que la expectación que levantó aquel Mundial sub'20 de Qatar 1995 entre los aficionados españoles pocas veces se había visto con una selección inferior, y casi me atrevería a decir que jamás se ha vuelto a ver. Pese a las quejas de muchos clubes, Andoni Goikoetxea pudo disponer de absolutamente todos los jugadores menores de 20 años que despuntaban en España y que por entonces, en la era pre-Bosman, eran muchos y muy buenos. No se trataba de un combinado al uso, basado en una quinta concreta y con algún refuerzo más joven, sino de una auténtica selección de futbolistas en edad sub'20. La calidad, y no la edad, era el factor determinante para estar en ella. El objetivo estaba claro: había que ganar el Mundial. Esa meta ambiciosa y para nada disimulada y la presencia de los dos jugadores que se postulaban como los futuros referentes de Real Madrid y Barcelona hicieron que el país entero se volcara con un equipo repleto de jugadores de Primera División (o claros aspirantes a serlo en pocos meses):

Núm. - Nombre - Nacimiento - Posición - Club
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1.- Javier LÓPEZ VALLEJO - 22/09/1975 - AR - Atlético Osasuna
2.- ALBERTO SÁNCHEZ González - 09/05/1976 - DF - Real Madrid C.F.
3.- DAVID CORDÓN Mesa - 12/11/1975 - DF - Atlético de Madrid
4.- LUIS MARTÍNEZ Arasa - 10/11/1975 - MC - Real Madrid C.F.
5.- CÉSAR Martín Villar - 03/04/1977 - DF - Real Oviedo
6.- Luis Carlos CUARTERO Laforga - 17/08/1975 - DF - Real Zaragoza
7.- RAÚL González Blanco - 27/06/1977 - DL - Real Madrid C.F.
8.- MÍCHEL SALGADO Fernández - 22/10/1975 - MC - R.C. Celta
9.- Iván DE LA PEÑA López - 06/05/1976 - MC - F.C. Barcelona
10.- ROGER García Junyent - 15/12/1976 - MC - F.C. Barcelona
11.- Joseba ETXEBERRÍA Lizardi - 05/09/1977 - DL - Real Sociedad
12.- "MÍCHEL" Sánchez Muñoz - 30/10/1975 - MC - Rayo Vallecano
13.- MANU Martínez García - 06/01/1976 - AR - F.C. Barcelona
14.- Fernando MORIENTES Sánchez - 05/04/1976 - DL - Albacete B.
15.- RAÚL OCHOA Sáinz de Aja - 14/08/1975 - DL - Athletic Club
16.- Toni VELAMAZÁN Tejedor - 22/01/1977 - MC - F.C. Barcelona
17.- Carles DoMINGO Pladevall - 10/06/1977 - DF - F.C. Barcelona
18.- GORKA López Ochando - 07/01/1976 - AR - C.D. Tenerife



A bote pronto, apenas cuatro nombres pueden resultar desconocidos a día de hoy al aficionado medio, y la historia de todos ellos ya quedó reflejada en este artículo publicado el 18 de noviembre de 2001 en el Magazine del diario El Mundo. Actualizando algunos datos, cabe señalar que el meta Gorka llegó a formar parte de la directiva del C.D. Tenerife y a ejercer de director deportivo en varios equipos de la isla, además de continuar con sus labores empresariales, que su colega Manu jugó posteriormente en el Linares y el Eivissa, que David Cordón desfiló después por Eibar, Cacereño, Zamora, Real Unión, Móstoles o Cobeña (club con el que acabó en los tribunales), que Raúl Ochoa pasó por el Amurrio antes de retirarse en 2005 y que Luis Martínez continúa con su carrera de actor de teatro. Por su parte, el resto de convocados tuvieron un paso más o menos largo por Primera y algunos llegaron incluso a alcanzar el estrellato mundial. Pero en este torneo también estarían otras muchas futuras estrellas, como el brasileño Denilson, el portugues Nuno Gomes (que entonces todavía usaba su apellido real, Ribeiro), el japonés Hidetoshi Nakata, el holandés Wilfred Bouma, el costarricense Paulo Wanchope, el ruso Sergei Semak, el australiano Mark Viduka, los cameruneses Pierre Wome y Geremi o los argentinos Ariel Ibagaza y Juan Pablo Sorín, amén de otros muchos futbolistas que por entonces tenían una considerable proyección, como Denny Landzaat o Nordin Wooter en Holanda, Leo Biagini y Christian Díaz en Argentina, Agostinho y Dani (Sporting Lisboa, Ajax, Atlético) en Portugal o Caio en Brasil, a la postre Balón de Oro del torneo y que tuvo un beve paso por Italia en las filas de Inter y  Nápoles. Una larga lista que convirtió a la qatarí en una de las mejores ediciones disputadas hasta la fecha. Y eso a pesar de que durante varias semanas la disputa del Campeonato Mundial sub'20 de 1995, último con 16 selecciones, estuvo en el aire. En realidad la sede designada para su celebración había sido Nigeria, pero las epidemias de cólera y meningitis que asolaban Enugu y Kaduna, dos de las ciudades que debían acoger partidos del Mundial, y los sempiternos problemas de infraestructuras que presentaba el país africano a sólo un mes del inicio del campeonato obligaron a la FIFA a tomar la decisión de trasladar el torneo. Sonaron varias alternativas, pero el emirato de Qatar apostó fuerte y convenció a los dirigentes de la FIFA, que se decidieron por el minúsculo Estado árabe ante las promesas de seguridad, buenas infraestructuras y máxima celeridad para la organización del Mundial. Las autoridades qataríes cumplieron (aunque no pudieron evitar los intentos de soborno denunciados por varias selecciones durante el campeonato) y el 13 de abril, apenas un mes después de la fecha inicialmente prevista para el comienzo del torneo en Nigeria, el balón comenzó a rodar en Doha.

España había quedado encuadrada en el grupo B, junto a Burundi, Japón y Chile. El once tipo de Goikoetxea durante el torneo estuvo formado por López Vallejo en portería, David Cordón y Míchel Salgado en los laterales, César y Cuartero en el centro de la zaga, Luis Martínez e Iván De la Peña en el mediocentro, Roger y Toni Velamazán en las bandas (aunque era frecuente que Velamazán apoyara más al centro del campo y dejara el carril libre para las incursiones de Salgado, que acababa actuando casi como volante) y arriba la pareja formada por Raúl y un Joseba Etxeberría, entonces todavía en la Real Sociedad, que se mostró mucho más acertado de cara a gol que Fernando Morientes, quien comenzó de titular pero perdió su sitio en favor del benjamín de la convocatoria. Ya desde el primer encuentro ante Burundi, España demostró que no había viajado hasta el Golfo Pérsico para hacer turismo y a base de goles y buen juego presentó oficialmente su candidatura al título. Guiados por De la Peña, nuestros jugadores desarbolaron a una animosa selección africana que no pudo oponer resistencia y acabó cayendo por 5-1, con goles de Morientes (aunque la FIFA se lo adjudique a Luis Martínez por un error en la anotación de los dorsales), Raúl, Roger y dos de Etxeberría, que salió en el descanso y obtuvo un merecido premio a sus buenos minutos. El único lunar fue la expulsión del astro cántabro, que sirvió para que en el partido contra Japón Mingo tuviera su oportunidad en el once inicial, desplazando a Roger al eje de la medular. Aunque fue precisamente el pequeño de los García Junyent quien inauguró el marcador con un gol de cabeza, obviamente el equipo se resintió por la ausencia de "lo pelat" y Japón no pasó demasiados apuros en la primera parte. Tras el descanso los nipones se lanzaron al ataque y lograron empatar por medio de Hidetoshi Nakata, que marcó un gol olímpico. El encuentro se complicaba pero apareció Raúl para adelantar de nuevo a España y sentenciar el pase a cuartos a falta de menos de diez minutos. El último partido ante Chile sirvió como de costumbre para dar minutos a los menos habituales (de hecho los guardametas Manu y Gorka se repartieron el encuentro), pero con jugadores como Raúl, Etxeberría, De la Peña o el rayista Míchel sobre el campo no era descabellado pensar en una cómoda victoria ante un cuadro chileno que apuraba sus opciones de clasificación tras fallar inexplicablemente ante Japón y Burundi. Dos goles de Etxeberría en el primer cuarto de hora y otro de Raúl Ochoa antes del descanso sentenciaron una victoria que se transformó en goleada con el cuarto, obra de Míchel, y que acabó en una auténtica borrachera de goles en una segunda parte completamente rota. Dos nuevos tantos de Raúl Ochoa e Iván De la Peña y tres más por parte chilena sellaron un escandaloso 6-3 con el que se remató esta primera fase. Nadie aguantaba la comparación con España, sus trece goles marcados la convertían con diferencia en el mejor ataque y sólo la aparente fragilidad de la línea defensiva (sin un mediocentro defensivo puro y con dos laterales que destacaban más en ataque que en defensa) generaba cierta dudas.


Pero la ilusión seguía por todo lo alto, y más tras la exhibición de cuartos de final ante Rusia. Casi sin tiempo para sentarnos ante el televisor Raúl hizo el primero, diez minutos después Etxeberría marcó el segundo y antes del ecuador de la primera parte España había sentenciado su pase a semifinales con otro gol del jovencísimo delantero de la Real Sociedad. El resultado al descanso pudo haber sido de escándalo a poco que Raúl, Toni Velamazán y compañía hubieran afinado un pelo su puntería, pero hubo que esperar al minuto 60 para ver sl siguiente gol, nuevamente obra de un Etxeberría en estado de gracia que firmaba su séptimo tanto en el campeonato y se postulaba ya como favorito indiscutible para llevarse la Bota de Oro. Rusia acortó distancias de penalti y por momentos reaparecieron las lagunas defensivas, aunque se achacaron a un resultado cómodo y al orgullo rival. Pero lo cierto es que los fallos existían y en semifinales Argentina iba a aprovechar perfectamente esos desajustes. Pekerman ya había dado una lección táctica en cuartos ante Camerún y volvió a sacar el librillo para impartir una nueva clase magistral de estudio del rival y aprovechamiento de sus debilidades. Con férreos marcajes sobre Raúl y Etxeberría, dos líneas muy juntas para dificultar la actividad de De la Peña y recurriendo sin rubor a las faltas tácticas cuando fue necesario, Argentina se encomendó a su portero Irigoytia y a las contras que pudiera lanzar Ariel Ibagaza, logrando mantenerse a flote tras las primeras acometidas de una España que hasta entonces siempre había roto sus partidos con una salida fulgurante. Sin embargo, esta vez las ocasiones no se materializaron y por contra, en el primer acercamiento albiceleste, Leo Biagini aprovechó un error en el despeje de la zaga española para adelantar a los suyos. El gol fue un jarro de agua fría para una España sin ideas y que sólo creaba peligro con los lanzamientos de falta de Roger y De la Peña, a los que Irigoytia respondía como un coloso. En el descanso Goikoetxea se la jugó retirando a Salgado para dar entrada al atacante Raúl Ochoa, y se dice que cuando Pekerman vio que España iba a quedarse con una línea de tres atrás comentó a sus ayudantes que nuestra selección se acababa de suicidar. Lo cierto es que en los primeros instantes de la segunda parte España encerraba a Argentina en su área pero los contragolpes sudamericanos eran mortales, llegando muchas veces en superioridad a la meta de López Vallejo, y no tardaron ni diez minutos en hacer el segundo gol. Luego Velamazán se autoexpulsó en una jugada absurda y Argentina se dedicó a bailar al juguete roto en el que se había convertido nuestra selección. El partido acabó 0-3 pero pudo haber sido aún peor, y la decepción que supuso una elminación tan inesperada como justa seguramente contribuyó a la derrota también en el partido por el tercer puesto. Portugal, vigente campeona de Europa (había vencido en el Europeo sub'18 de 1994, celebrado en Extremadura, en el que España había acabado tercera) también llegaba tocada a ese partido tras haber caído en el minuto 93 y jugando con nueve ante Brasil, y el duelo estuvo marcado por la apatía general, de la que en la primera parte sólo se salvaron un Salgado que quería reivindicarse tras haber sido sustituido en semifinales cuando estaba siendo el mejor del equipo y un De la Peña que intentaba por todos los medios ganar votos para llevarse algún premio. Ambos hicieron los goles que al descanso colocaban un cómodo 2-0 para España, pero mediada la segunda parte reaparecieron los errores defensivos, Portugal reaccionó y sus figuras Dani y Nuno Gomes, éste en dos ocasiones, marcaron para darle la vuelta al marcador.

España se volvía a casa con una amarga cuarta posición y la única distinción individual de Joseba Etxeberría como máximo goleador, sin duda un premio importante pero pequeño en comparación con las expectativas que había despertado este equipo, y el triunfo final de una Argentina con menos calidad que la selección española pero mucho mejor dirigida tácticamente no hizo sino aumentar la sensación de oportunidad perdida. Las críticas a Goikoetxea por la falta de rigor defensivo y algunas decisiones poco acertadas fueron numerosas y puede que justas, pero tampoco debemos obviar que muchas de ellas fueron claramente interesadas: varios equipos habían perdido a jugadores importantes en un tramo decisivo de la temporada y eso enturbió el ambiente, y sin duda muchos medios tampoco quisieron dejar pasar la oportunidad de atizarle, aunque fuera de rebote, al seleccionador nacional Javier Clemente. Pero por encima de polémicas debemos quedarnos con unos chavales que desde luego pusieron todo de su parte y demostraron que España tenía potencial para hacer algo grande en categoría absoluta. Aunque finalmente no fueran ellos los encargados de conseguirlo, sin lugar a dudas marcaron el camino a seguir por esos que sí lo lograron.


miércoles, 26 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'17 (II): El banquillo se reivindica

2-4

España arrancaba su participación en Corea ante Honduras, un clásico en estas categorías pero debutante en un Mundial sub'17 y que no debía suponer ningún problema para los de Santisteban; de hecho, no exageramos si decimos que en la mente del técnico el pegajoso calor de la tarde coreana preocupaba casi tanto como el rival. Y cuando a los dos minutos Bojan culminaba un gran pase largo de Rochela con un toque sutil ante la salida del meta hondureño muchos pensamos que el partido iba a ser poco más que un paseo para España. Sin embargo el equipo centroamericano no se rindió tan fácilmente y empató a los veinte minutos en una cabalgada de Christian Martínez, que tras aprovecharse de un rechace batió a De Gea con un ajustado disparo al palo corto. Poco más se puede rescatar de una primera mitad insulsa en la que el calor fue el claro vencedor; en cambio, los segundos cuarenta y cinco minutos fueron mucho más entretenidos. Santisteban cambió a sus hombres de banda y esa decisión fue fundamental, puesto que Isma López y Jordi Pablo se mostraron mucho más incisivos que Iago Falqué y Lucas Porcar. Además el jugador del Villarreal fue el encargado de romper el empate, al aprovecharse de un error en el blocaje del portero catracho tras un fuerte disparo de Fran Mérida desde la frontal del área. En el minuto veinticinco Bojan aumentaría la cuenta en una buena acción personal en la que, tras desbordar a su marcador, disparó con rapidez al primer palo, dejando con el molde al meta de Honduras. Pero a estas alturas ya nadie esperaba un partido placentero para España y apenas un minuto después Rojas se llevó un balón a trompicones tras una indecisión de la zaga hispana y recortó distancias. Afortunadamente los reservas españoles estaban dispuestos a aprovechar su ocasión y a falta de diez minutos Jordi Pablo batió por cuarta vez la meta centroamericana tras una buena jugada de Dani Aquino, que había entrado por Bojan sólo dos minutos antes. No hubo más sobresaltos y España logró sus tres primeros puntos, que le situaban en una buena posición para rematar su clasificación a octavos antes del duelo con Argentina en la tercera jornada.

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1-2

Ese billete a octavos de final pasaba por una victoria ante Siria, que había dado una de las sorpresas de la primera jornada al arañar un empate sin goles ante Argentina, un resultado que nos servía de aviso ante una hipotética relajación por el escaso nombre del rival. Si en la primera jornada el calor había sido el protagonista, en este segundo partido llegó el turno de la lluvia, que durante muchos minutos de la primera parte cayó sobre el estadio de Ulsan de manera torrencial, desluciendo el juego. Bajo ese diluvio tan típico de aquellas latitudes, Camacho tuvo la primera oportunidad, pero su remate de cabeza se estrelló en el palo, y luego De Gea salvó un par de buenas llegadas sirias gracias a sus extraordinarios reflejos. En la segunda parte la lluvia se tomó un respiro y, tras un par de buenos acercamientos hispanos, a los diez minutos Fran Mérida largó un fuerte zurdazo desde la esquina del área que dobló las manos del portero sirio, poniendo el 1-0. Se imponía la lógica pero España no sentenciaba y en un pelotazo largo de Siria el bote sorprendió al debutante Alex Bolaños y el balón le golpeó en la mano dentro del área. Soleiman no desaprovechó el regalo y transformó el penalti, engañando perfectamente al meta español. Quedaban veinte minutos y Siria se estiró buscando culminar su hazaña, pero De Gea se mostraba inexpugnable y realizó un par de paradas de mérito. Y ya en el tiempo de descuento, cuando todo hacía indicar que nos acabaríamos jugando el pase a octavos contra Argentina, Bojan se escapó en velocidad por la derecha y su pase de la muerte encontró la potente llegada de Dani Aquino, que había salido al campo tras el empate sirio y convirtió en gol aquel regalo del barcelonista. De esta manera el jugador del Murcia sellaba la clasificación española y se erigía en el revulsivo oficial de un equipo que todavía daba la sensación de poder seguir creciendo.

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1-1

Con el pase a octavos garantizado, en el duelo contra Argentina estaba en juego la primera plaza del grupo y el honor de derrotar a un rival histórico, algo que siempre motiva a cualquiera. Santisteban optó por mezclar titulares y suplentes en un once en el que destacaba la presencia como delantero centro de Dani Aquino, por cuyas venas corre sangre argentina (es hijo de Daniel "el Toro" Aquino), lo que añadía un poco más de morbo al siempre interesante duelo entre dos de las mayores potencias futbolísticas juveniles del planeta. El choque se disputó bajo un sol de justicia y sobre un césped en mal estado y que se convertiría en protagonista cuando pasada la media hora el argentino Carlos Benítez recibió un balón en la frontal del área española y disparó forzado a la meta de De Gea. El portero atlético se lanzó bien pero la pelota botó justo delante de él y se elevó hasta introducirse prácticamente por la escuadra, ante el estupor de todos los presentes. Antes del gol, España había comenzado mandando aunque sin crear excesivo peligro, y luego Argentina le había cogido el testigo hasta que el calor hizo que ambos equipos se tomaran el partido con más calma. Pero con el tanto sudamericano el encuentro volvió a agitarse y lo mismo pudo llegar el segundo gol argentino, en una jugada rápida que desbarató bien De Gea, como el empate, en una falta que Iago Falqué estrelló en la madera. Tras el descanso España se hizo con los mandos del juego y no los soltó hasta casi el final, generando numerosas ocasiones sobre todo por medio de Dani Aquino, muy participativo pero con el punto de mira algo desviado hasta el minuto 68, cuando se adelantó a su marcador para rematar en plancha un buen centro de Isma López. Tras el empate, resultado que clasificaba a los argentinos y nos concedía la primera plaza, España siguió dominando aunque sin generar más ocasiones, pero en el último minuto Argentina estuvo a punto de llevarse los tres puntos con un espectacular derechazo de Santiago Fernández que rebotó violentamente en la escuadra de De Gea. Afortunadamente el balón salió despedido sin peligro y el choque acabó con unas tablas que dejaron a todos razonablemente satisfechos.

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No fue ésta una primera fase pródiga en sorpresas negativas, ya que las dos únicas selecciones de cierto renombre que no lograron acceder a octavos fueron precisamente la anfitriona Corea del Sur, que sólo pudo vencer a Togo y se quedó fuera por diferencia de goles, y la novata Bélgica, que se encontró en su grupo con una sorprendentemente intratable selección de Túnez (3 victorias en 3 partidos) y con la que probablemente fuera la revelación del torneo, Tayikistán, que gracias a su victoria por 4-3 en la primera jornada ante Estados Unidos acabó superando a los belgas en el golaverage general. La selección de Asia central mostró un juego netamente ofensivo que sorprendió a sus rivales y, aunque pagó caros sus despistes en defensa, se convirtió en la sensación del campeonato por lo inesperado de su gesta. También tuvo su momento de gloria Haití, que arañó un empate a 1 ante Francia pero que no pudo avanzar más tras perder con Japón y Nigeria, sin duda una de las selecciones que mejor imagen dejó en esta primera fase. Pero si hablamos de buena imagen hay que detenerse en el grupo F, en el que Alemania, Colombia y Ghana deleitaron a los aficionados con partidos tremendamente igualados y con muchos goles, y que les hicieron subir a todos en las apuestas. Además, nombres como los de Toni Kroos o Sadick Adams aparecían ya en muchas quinielas para lograr algún trofeo individual. También brilló Brasil, aunque con matices, ya que en sus dos primeros partidos infligió sendas goleadas a Nueva Zelanda (7-0) y Corea del Norte (6-1) pero luego cayó derrotado por 1-2 ante Inglaterra en un partido que nos dejó un gol calcado al que Ronaldinho le hizo a Seaman en el Mundial absoluto de 2002 y la candidatura británica al título. Los neozaleandeses evidenciaron encontrarse a años luz del resto de selecciones, mientras que para los norcoreanos esa derrota fue un simple accidente tras haber empatado a cero con Inglaterra, y lo demostraron venciendo a los kiwis y logrando su clasificación para octavos, donde se las tendrían que ver con los chicos de Santisteban. Perú y Costa Rica, que dominaron con lo justo el grupo de los anfitriones, completaban junto a Argentina y Siria el cuadro de eliminatorias.

lunes, 17 de agosto de 2009

2007, Mundial sub'20 (y III): Una dura caída

4-2

No faltó mucho para que se nos atragantara el envenenado regalo que nos supuso el pase como primeros de grupo, y es que durante muchos minutos la razón estuvo de parte de los que temíamos que aquella indolente selección brasileña que se había arrastrado en Montreal durante la primera fase fuera a despertar precisamente en Burnaby, en la otra punta del país, y contra España. Pero como tantas otras veces, nuestros jugadores se encargaron de demostrarnos que para ellos no existían esos fantasmas alimentados por años y años de malas experiencias con la selección absoluta, sino que lo que habitaba en su interior era una fe inquebrantable en sus posibilidades que crecía cuanto más grande fuera el escollo al que se enfrentaran. Y una vez más, tras el partido pensamos que estaba un poco más cerca el día en que algunos de esos chavales sin complejos acabarían por desterrar todos esos fantasmas en un campeonato absoluto. El choque comenzó a las cinco y cuarto de la mañana hora peninsular española, intempestivo horario que sin embargo nos permitió a muchos conectarnos al partido en su momento álgido. Después de una primera parte de tanteo, en la que ambos equipos demostraron ser conscientes de lo que había en juego y miraron más hacia su puerta que a la del rival, la locura se desató al borde del descanso. Brasil golpeó primero y dio dos veces, colocando un sorprendente 2-0 en un intervalo de apenas tres minutos gracias a los goles de Leandro Lima, en acrobático remate, y Pato, tras una gran jugada de Marcelo. Sin comerlo ni beberlo España se veía muy por detrás en el marcador, y si no llegó noqueada al descanso fue porque casi en la jugada siguiente al segundo tanto brasileño una falta botada por Mata al corazón del área acabó rebotando en Piqué y alojándose mansamente en la portería de Cassio. Así que gracias a ese golpe de suerte tras el intermedio las espadas seguían en todo lo alto. Llegaba la hora de buscar el empate y la presencia de Esteban Granero, que sustituyó a Marcos, se antojaba fundamental para romper la ordenada defensa de una selección canarinha que parecía haberse cansado de las críticas de la primera fase y estaba dispuesta a morir sobre el campo para conservar su ventaja. Pasaban los minutos y Meléndez tuvo que dar entrada a Alberto Bueno para buscar más mordiente en ataque, aunque a costa de perder a la auténtica referencia del centro del campo, Sunny. La ausencia del hispano-nigeriano se notó y el partido terminó por convertirse en un choque de ida y vuelta en el que tanto Granero como Diego Capel, pero también los atacantes brasileños, se sentían a sus anchas. Los acercamientos, más que las oportunidades, caían para ambos bandos pero el gol no llegaba, hasta que faltando apenas cinco minutos para el 90 Javi García tiró de picardía para lanzar rápidamente una falta mientras el meta brasileño colocaba una barrera a la que nadie había solicitado distancia. El balón entró y pese a las protestas brasileñas el tanto subió al marcador, levantando la moral de unos españoles que afrontaron la prórroga convencidos de la victoria. La figura de Granero emergió entonces imperial y de sus botas nació todo el juego ofensivo, que fue mucho, de una España físicamente más entera y que arrasó a su rival. Bueno culminó la remontada cerca del ecuador con un perfecto cabezazo a un no menos perfecto centro de Capel, y con Brasil ya casi hundida y con un hombre menos, el pichichi Adrián López vio recompensado su enorme trabajo durante todo el partido cuando, con el tiempo cumplido, se encontró con un balón suelto en el área que no tuvo problemas para llevar a gol. España se metía en cuartos de final y la misma fortuna que nos había colocado a Brasil en el primer cruce parecía querer recompensarnos con un resto del cuadro prácticamente limpio de rivales de entidad.

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De entrada el rival en cuartos sería la República Checa, que ya debía haber sido nuestro contrincante en la final del Europeo del año anterior de no haberse cruzado entonces un sorprendente equipo escocés que pasó por Canadá con más pena que gloria. En cualquier caso no parecía un obstáculo demasiado complicado, y más viendo el sufrimiento con el que se habían plantado en esa ronda, después de doblegar a Japón en la tanda de penaltis. Por esta misma parte del cuadro iban Austria, que había acabado con el sueño de Gambia, y Estados Unidos, que se había deshecho de Uruguay con un gol en la prórroga de su cerebro Michael Bradley y parecía nuestro más firme rival por un hueco en la final. Eso en teoría, claro, pero ya comentamos alguna vez que en el fútbol las teorías son de naturaleza más bien frágil. En cualquier caso era evidente que la competencia por el otro lado del cuadro era bastante más dura: Chile (que derrotó a Portugal), Nigeria (que batió a Zambia), Argentina (que se deshizo de Polonia) y México (que se impuso a Congo) eran cuatro equipos que por fútbol sin duda merecían llegar más lejos de los cuartos de final.



1-1
(2-4)

Quizá esa aparente sencillez fue lo que nos hizo caer, o a lo mejor fueron las grandes expectativas levantadas tras la gran victoria ante una Brasil que, en todo caso, en Canadá nunca hizo honor a la camiseta que representaba. O simplemente pasó que la República Checa supo plantear mejor el partido para sus intereses y contó con esa pizca de suerte que siempre se necesita para pasar estas eliminatorias. Pero lo más probable es que fuera una conjunción de todo lo anterior la que provocó la sorprendente eliminación de España. El partido, disputado en la cálida tarde de Edmonton, en la franja central de Canadá, lo pudimos ver aquí al filo de la medianoche de aquel sábado 14 de julio, y estuvo marcado por el mal estado del césped del estadio de la Commonwealth y por el dominio abrumador de la selección española, que sin embargo no supo traducir en el marcador esa superioridad a la que la República Checa consintió gustosa, encantada en su papel de achicar balones esperando una oportunidad. En una pesada primera parte en la que España se mostró más gris y espesa de lo habitual, pese a la presencia en el once titular de Granero, Crespo tuvo la mejor oportunidad en una espectacular cabalgada desde su propio campo en la que se fue escapando de cuantos rivales le salieron al paso hasta plantarse en el área checa, aunque su apurado disparo con la derecha no entrañó ningún problema para el meta Petr, que pese a todo puso la nota de suspense antes de recoger el balón. Sin noticias de Martin Fenin y Petr Janda, en principio dos de los hombres más peligrosos de los checos, España cayó en el ritmo lento que pretendía su rival y cuando despertó, ya en la segunda parte, pagó cara su falta de acierto en el remate. Con un Mata muy precipitado en casi todas sus acciones y un Capel incapaz de conectar con sus compañeros de ataque, las oprtunidades fueron primero para Granero y luego para Adrián López, que inexplicablemente mandó al palo la mejor ocasión hispana de los 90 minutos. El partido se iba irremediablemente a la prórroga y las opciones de los checos aumentaban a cada instante. Habían planteado un partido a los penaltis o a una jugada aislada, y cuando parecía claro que ya sólo buscaban lo primero se encontraron con lo segundo: Adán salió mal en un córner y Lubos Kalouda recogió el fallido despeje de Crespo para empalmar a la red desde fuera del área. El balón atravesó limpiamente aquella atestada zona y acabó incrustándose en las mallas de la meta española. Era el minuto 103 y si después de todo aquel tiempo no habíamos sido capaces de romper la muralla checa parecía imposible conseguirlo en poco más de un cuarto de hora y con las fuerzas demasiado justas. Pero una vez más España se levantó y creyó en sí misma, y Piqué estuvo a punto de empatar incluso antes del descanso de la prórroga, aunque su espectacular testarazo se estrelló en el larguero. Sin embargo eso no desanimó al equipo, que lo siguió intentando hasta que en el 110 Mata remachó a gol un disparo al poste de Bueno. El propio Bueno tuvo en sus botas el gol de la victoria, pero su remate salió desviado y el choque se marchó a los penaltis. Este era el plan de la República Checa, que contaba con un inspirado Petr que en octavos ya había detenido dos penas máximas a los japoneses. Y mientras que los cuatro checos que lanzaron encontraron el camino del gol, por parte española Marc Valiente estrelló su disparo en el larguero y en el quinto Piqué no pudo superar la buena estirada de Petr. Entre lágrimas, los jugadores españoles acabaron preguntándose cómo se les podía haber escapado esta oportunidad.

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Ahí acabó el sueño de un equipo español que, como ocurriera dos años antes en Holanda, tenía todos los mimbres para lograr algo importante pero no supo desarrollar todo su potencial: un portero con planta y buenas condiciones como Adán, una de las mejores parejas de centrales del torneo, formada por Marc Valiente y Piqué (curiosamente los dos fallaron en la decisiva tanda de penaltis ante la República Checa), un buen lateral derecho en Barragán, con dos buenas opciones para el lateral zurdo como Crespo y Canella, un versátil centro del campo con la fuerza no exenta de calidad de Javi García y Sunny (otro de los destacados del equipo), más la buena presencia de Mario y las gotas de clase de Granero, un puñal por la izquierda como Capel (este sí que probablemente fuera el mejor del equipo) y la interesante aportación de Toni Calvo o Iriome por la derecha, dejando al ya valencianista Mata (que no hizo su mejor campeonato) como enlace con un buen delantero como Adrián (que pese a no ser un hombre de área acabó con 5 tantos entre los máximos goleadores), y la amenaza silenciosa de un Bueno que sin hacer ruido siempre aparecía en el lugar indicado, deberían haber sido ingredientes más que suficientes para plantarse al menos en semifinales, meta que no se pudo lograr por esos pequeños detalles que hacen tan grande al fútbol.

Pero si esos penaltis acabaron con el sueño español también prolongaron el de los checos, sueño del que sólo se despertarían en la final y de una manera también algo injusta. Por de pronto los cuartos de final fueron también la inesperada tumba de Estados Unidos, que pese a adelantarse en el marcador con un nuevo gol de Altidore vio como Austria culminaba una merecida remontada en la prórroga con un gol de su héroe Erwin Hoffer. Así se conformaba una de las semifinales más sorprendentes de los últimos años, entre dos equipos que no aparecían en ninguna quiniela antes de empezar el campeonato. En ese duelo de cenicientas la República Checa salió mejor plantada y en un cuarto de hora cobró una ventaja de dos goles que ya no vería peligrar, llegando a una final que sí se mereció en el Europeo pero que parecía un premio demasiado grande para lo demostrado en la cita mundialista. Por el otro lado Argentina se deshizo de México en otra de las finales anticipadas gracias a un gol de Maxi Moralez, otro de los destacados del torneo (acabó llevándose el balón de plata) pese a su corta estatura, característica que parecía necesaria para formar en un ataque que completaban Agüero, Mauro Zárate, Di María, Piatti o Lautaro Acosta y en el que sólo Zárate superaba, y por poco, el 1'70. Su rival en semifinales sería Chile, que pese al mayor dominio africano fue capaz de aguantar el empate a cero ante Nigeria hasta el minuto 90 para luego rematar increíblemente la faena (4-0) en una de las prórrogas más demenciales que uno recuerda. La semifinal fue un partido bronco en el que Argentina se mostró mucho más eficaz ante unos jugadores chilenos muy nerviosos y que acabaron con nueve hombres y tres goles en contra. La albiceleste era por tanto claramente favorita en el partido por el título, pero la trayectoria de los checos no permitía demasiadas confianzas y de hecho durante la primera parte Argentina apenas creó peligro ante la ordenada defensa checa. Para ponerle más emoción al partido, en el minuto 60 Martin Fenin adelantó a los europeos en una gran maniobra, pero sólo un minuto después Agüero aprovechó el primer error (de bulto, eso sí) de la zaga checa para igualar. El Kun acabó llevándose los máximos galardones (Balón y Bota de Oro) y refrendó en Canadá lo que había apuntado en Holanda con solo 17 años y lo que venía mostrando en su primera temporada en Europa. Tras el empate el partido se convirtió en un acoso constante a la meta de Petr hasta que a cinco minutos del final Mauro Zárate se marcó un jugadón individual tras un córner y subió el segundo al marcador con un fuerte disparo al palo corto. Con un equipo fuerte y muy bien conjuntado por Hugo Tocalli, Argentina lograba su sexto título sub'20, el segundo consecutivo y el quinto de los últimos siete disputados, una impresionante racha que desgraciadamente para los sudamericanos no se ha traducido en éxitos en la absoluta y que además se verá lastimosamente truncada en este próximo Mundial de Egipto para el que la albiceleste no ha logrado clasificarse.